Los quijotes contra los molinos ya no van a caballo, ahora son unos señores de Teruel
Ernesto y Manolo, dos históricos del movimiento ciudadano Teruel Existe, tratan de evitar la instalación de un clúster eólico en el Maestrazgo, cuyos aerogeneradores ya se están construyendo: "A nadie se le ocurre esto"
En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
Así empieza el capítulo octavo de El Quijote, aquel en el que el hidalgo caballero emprende una batalla suicida, ante la atenta mirada de su fiel escudero, Sancho Panza, contra unos molinos que veía como gigantes. En la obra magna de la literatura española eran "treinta o cuarenta" los molinos a los que se enfrentó don Alonso Quijano.
Manolo Gimeno y Ernesto Romeo, dos históricos del movimiento Teruel Existe, se baten hoy en día contra unos cuantos más. Concretamente, tratan de evitar que salga adelante una gran instalación eólica proyectada en el Maestrazgo, al que el Ministerio de Transición Ecológica -para su sorpresa- ha ido dando luz verde y que supondría cambiar especies naturales protegidas, aves y plantas, por 20 parques eólicos y 125 aerogeneradores.
"Nadie se podía imaginar que quisieran hacer algo así aquí. Jamás", resume Romeo, quien destaca que el lugar elegido para ubicar este clúster eólico "es una de las zonas naturales más vírgenes de Europa y que, además, cuenta con una enorme biodiversidad, mayor incluso que el Pirineo, por la combinación del paisaje alpino con el clima mediterráneo". Se refiere a la parte del Maestrazgo, en Teruel, que va desde las pistas de esquí de Valdelinares hasta el límite con la Comunidad Valenciana -que interpuso un recurso contencioso-administrativo contra el plan- y donde se suceden los pueblos como Puertomingalvo o Cantavieja que, como recuerda, están incluidos en el listado de los "pueblos más bonitos de España". Justo en estos terrenos está prevista la instalación de los parques eólicos.
Esta zona, como destaca Romeo, y pese a no ser un parque nacional, sí que pueden presumir de otras salvaguardas medioambientales de primer nivel, como ser un "geoparque de la Unesco, pertenecer a la Red Natura 2000 o ser, según el mapa de protección que elabora el propio ministerio, un espacio de sensibilidad ambiental máxima".
Por todo ello, este hombre no entiende cómo puede ser que con el próximo día 25, fecha en la que vence el plazo para dar luz verde definitiva a la puesta en marcha de las obras, en el horizonte, los ecologistas no hayan dicho nada todavía: "Es una vergüenza que estas entidades estén calladas". Antes, eso sí, el Consejo de Ministros tiene la opción de frenarlo.
Larga batalla
El problema no es nuevo y estos dos hombres llevan encabezando la pelea desde hace más de cuatro años. "Estamos desde el 2020 peleando por esto", puntualiza Romeo, quien insiste en que tiene que haber otros espacios de la geografía española con menor valor natural y adecuados para ubicar un parque así: "Nadie puede entender que una de las zonas de mayor valor medioambiental del país se vaya a destrozar con una industria eólica que no debería estar ahí".
"Cuando viajas, te das cuenta dónde están las cosas buenas y las que no quiere nadie. En Madrid o Barcelona no ves ni un molino"
En el fondo de su pelea está el debate sobre las zonas de sacrificio. Estos dos hombres, muy conscientes de lo que significan la despoblación o la falta de servicios y atractivos en las zonas más despobladas de España, no quieren que un proyecto así, que servirá para nutrir energéticamente a otras zonas, pueda herir de muerte a su tierra.
"Cuando viajas por España, te das cuenta dónde están las cosas buenas y las que no quiere nadie. En Madrid, Barcelona o las zonas de playa no ves ni un molino; en cambio, en Aragón, Castilla y León y la España vaciada en general… ahí están todos", relata Gimeno, que tampoco entiende cómo es posible que el clúster se pretenda construir en el Maestrazgo: "Resulta que aquí, que se ha mantenido virgen durante miles de años, van a poner ahora los molinos porque dan un poco más de rentabilidad que en cualquier otro sitio. ¡Vamos, no me fastidies!".
"El tema es que es una zona que tiene un recurso, que es la naturaleza", añade Romeo, quien enumera que los beneficiados por tener una zona natural de tanto valor son todos los vecinos de la zona, desde los que se dedican al sector primario y pasean sus rebaños por estos bosques, hasta los que tienen un establecimiento en los pueblos que jalonan la comarca y que viven del turismo. "Lo que redundará una instalación así en el territorio es prácticamente cero. Aquí caen las migajas, destrozarán el paisaje y les dará igual y provincias de sacrificio, como Teruel, seguirán siendo arrasadas", completa Gimeno.
"El país no se puede permitir arrasar una zona con este valor medioambiental. Si se ponen los molinos en el Maestrazgo, cualquier paraje natural se puede destrozar. No habrá límites", clama Romeo, cuya batalla, pase lo que pase el día 25, no habrá terminado. "Toda España verá cómo se destroza un monte si esto sigue adelante", avanza este quijote contemporáneo, que hace cuatro años decidió enfrentarse al Gobierno y a la industria energética para salvar los montes de su tierra.
"Quien resiste, gana. Y aquí tenemos la cabeza muy dura. Además, si la razón nos asiste, más todavía. No vamos a reblar [expresión aragonesa que significa rendirse], aunque solo quedemos dos o uno peleando", advierte Gimeno. Don Quijote acabó como acabó al pelear contra los molinos. Veremos qué suerte corren Ernesto y Manolo que, al contrario que el ingenioso hidalgo, al menos tienen un procedimiento judicial abierto contra este proyecto, por lo que pudiera pasar: "Seguiremos hasta el final".
En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: