El plan para resucitar a la pequeña Doñana de Cádiz que la agricultura secó en los años 60
El Gobierno recibe 30 millones europeos para la recuperación de humedales, como la Laguna de la Janda, entre Tarifa, Vejer y Barbate, que fue desecada en el franquismo y se volvió a llenar tras las lluvias de primavera
La isla de San Borondón (o San Brandán) aparece en decenas de mapas medievales como los que usó Cristóbal Colón para llegar a América. Era una ínsula mítica que aparecía y desaparecía, por lo que no estaba clara su localización, pero acabó desapareciendo de la cartografía cuando los avances técnicos dejaron claro que se trataba de una leyenda y no de un accidente geográfico real. A la laguna de La Janda le pasó algo parecido. Figuraba en los mapas de Andalucía como uno de los principales humedales del sur de la península Ibérica, casi en el vértice sur del triángulo que es Cádiz. Y desapareció de golpe en los años 60 del pasado siglo, aunque sin mediación legendaria, fue desecada con fines agrícolas durante el franquismo. Ahora, décadas después, hay un plan para resucitarla.
La laguna de La Janda cubría una superficie que superaba las 7.000 hectáreas y todavía hoy se empeña en recordarle a sus vecinos que sigue ahí, escondida. El carrusel de borrascas que acabó con la sequía que sufría Andalucía en la pasada primavera acabó por inundar parte del antiguo humedal, situado entre Benalup-Casas Viejas, Vejer de la Frontera y la pedanía de Tahivilla, en Tarifa. Desde hace más de 30 años hay una asociación que defiende la recuperación de parte de esta laguna, que dio nombre a la comarca donde se asienta, y han logrado atraer el interés de las administraciones para lograr su objetivo.
La Comisión Europea comunicó el pasado 15 de junio al Gobierno central que había preseleccionado su propuesta para impulsar un programa LIFE para recuperar los humedales en todo el país y el Ministerio de Transición Ecológica ha optado por la laguna gaditana para ilustrar este plan. La UE ha liberado ya unos 25 millones como parte de la iniciativa en la que se han involucrado ya 12 comunidades autónomas, entre ellas Andalucía. Lo explicó hace unos días Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, que detalló que el Ejecutivo ha aportado 40 millones en una financiación que llegará a los 150 millones, según las estimaciones iniciales.
La elección del humedal jandeño tiene que ver precisamente con la larga reclamación de la asociación en defensa de la laguna, que el miércoles participó en la creación del foro que servirá para recuperar ecológicamente la zona. La Junta, como responsable hidrológica de la cuenca Guadalete-Barbate, deberá implicarse en este proyecto, que cuenta con el compromiso presupuestario del departamento que dirige Sara Aagesen. "Fue un humedal muy emblemático que se perdió", expresó la titular de Transición Ecológica en una visita a Sevilla en el contexto de la Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo que organiza la ONU en la capital andaluza.
"Va a ser un proceso largo, con mucha negociación", expresó el miércoles el representante de la asociación, que abogó por la recuperación de terrenos que hoy se dedican a la agricultura, ya que en la zona se cultiva arroz o algodón, entre otras especies. Antes de su desecación en los años 60 la laguna de La Janda era parada obligatoria para las aves migratorias camino de África, como hoy lo es su hermana mayor, la marisma de Doñana. Y la idea es retomar este carácter medioambiental, una superficie cubierta de aguas dulces de escasa profundidad y una extensa cobertura de vegetación.
Según explican en la web de la Asociación de Amigos de la Laguna de la Janda, se trataba de varias lagunas, con la de La Janda como principal, con una longitud de hasta 12 kilómetros de este a oeste y 4 de norte a sur. Los ríos Barbate, el más importante, Celemín y Almodóvar eran los principales sustentos del humedal, aunque también contaba con varios arroyos, lo que hacía posible su inundación total en los meses lluviosos y la posterior desecación, hasta quedar en una superficie muy reducida en lo que se llamaba el Charco de los Ánsares.
En el humedal paraban aves como los flamencos, grullas o cisnes, como queda constancia en las pinturas rupestres que hay en cuevas de la zona
En ese humedal paraban aves como los flamencos, grullas o cisnes, como queda constancia en las pinturas rupestres que hay en cuevas de la zona y también en las crónicas de los viajeros del siglo XIX. El desarrollismo de los años 60 acabó con la existencia natural de la laguna de La Janda, pero las inundaciones periódicas dan cuenta de la posibilidad de abordar la recuperación. A ello contribuye que los terrenos del antiguo humedal son de titularidad pública, ya que fueron deslindados en 1946 como parte del dominio público hidráulico.
El objetivo de ese acto administrativo fue otorgar las tierras en concesión a una empresa para explotarlos a cambio de asumir los costes de la desecación. La situación cambió en 1964, cuando el Estado rescató la concesión, aunque nunca se hizo efectiva. Por ese motivo se sigue cultivando arroz, algodón y maíz en la antigua laguna y ese es el motivo que lleva a pensar que el proceso de recuperación será largo. Un artículo de Pedro Brufao, profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Extremadura, dejó claro en 2018 que el Estado debería asumir la gestión del antiguo humedal, algo posible por medio de un acuerdo entre la Junta y el Gobierno y que ahora cuenta también con el apoyo de la UE para que la vieja laguna de la Janda vuelva a los mapas y no vuelva a desaparecer.
La isla de San Borondón (o San Brandán) aparece en decenas de mapas medievales como los que usó Cristóbal Colón para llegar a América. Era una ínsula mítica que aparecía y desaparecía, por lo que no estaba clara su localización, pero acabó desapareciendo de la cartografía cuando los avances técnicos dejaron claro que se trataba de una leyenda y no de un accidente geográfico real. A la laguna de La Janda le pasó algo parecido. Figuraba en los mapas de Andalucía como uno de los principales humedales del sur de la península Ibérica, casi en el vértice sur del triángulo que es Cádiz. Y desapareció de golpe en los años 60 del pasado siglo, aunque sin mediación legendaria, fue desecada con fines agrícolas durante el franquismo. Ahora, décadas después, hay un plan para resucitarla.