La noche más larga de Sevilla se queda corta para tanto nazareno

A las 12 de la noche se abrían las puertas de la Basílica de la Macarena, frente a la que miles de personas esperaban para disfrutar del momento más deseado del año: el comienzo a la Madrugada del Viernes Santo en Sevilla. Tras la Cruz de Guía que abre el cortejo comenzaban a salir las parejas de nazarenos con sus cirios encendidos. Pero la bonita estampa se repetía una y otra vez tantas miles de veces que convertían ese instante de ilusión en una agotadora parada hasta que llegara la Virgen de la Esperanza.

El paso de palio de la “reina" de Sevilla no salía hasta dos horas después y tras el discurrir de 4.300 nazarenos, un récord que sigue creciendo año a año. Cuando la Macarena pisaba la calle, el comienzo de la cofradía ya casi llegaba a la plaza de la Campana, situada en el centro de la ciudad, formando un cortejo de cerca de dos kilómetros de distancia.

Esta situación, que se repite cada año, provoca que el público que espera para ver una cofradía sin moverse del sitio se canse y hasta pierda la compostura. Familias enteras salían esta pasada noche a ver pasos ya preparadas para esta situación, portando sillitas plegables, que suponen un problema para la movilidad y la seguridad, y bolsas con comida y bebida.

También muchos jóvenes ocupaban las calles sentándose directamente en las aceras o en medio de la multitud formando círculos en los que ver vídeos de redes sociales y compartir pipas y otras chucherías para aligerar esa eterna espera del paso de las cofradías.

La Macarena no es la única hermandad cuyo número de nazarenos supera con creces lo soportable viendo el tránsito de los cortejos cofrades. Las seis cofradías que transcurrieron en esta Madrugada (Silencio, Gran Poder, Macarena, Calvario, Esperanza de Triana y Los Gitanos) sacaron a la calle más de 15.000 nazarenos, lo que da idea de lo que supone intentar verlas en un único punto.

Esta situación ha cambiado por completo la forma de ver la Semana Santa para el público en general y también para los propios devotos, entre los que ya no se esquiva el debate del año: ¿Debe haber un númerus clausus de nazarenos?

Sobre este tema se están teniendo que pronunciar tanto responsables cofrades como autoridades públicas encargadas de la seguridad de un evento que mueve a más de medio millón de personas cada día en la calle y que atrae a miles de turistas.

Hasta hace pocos años, el debate se evitaba y la idea que prevalecía públicamente era que no se debía limitar el deseo de los sevillanos de salir de nazareno en la cofradía o cofradías (muchos repiten en más de una) que deseen.

Sin embargo, este año hasta el presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, Francisco Vélez, consideraba “preocupante” este crecimiento, a la vez que reconocía que “no hay muchas soluciones a corto plazo”.

También el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, se ha mostrado alguna vez a favor de la regulación, pero siempre ha dejado claro que deben llevarla a cabo las propias cofradías y jamás se impondrán desde ninguna institución civil.

Mientras esa solución llega, la Madrugada volvió a demostrar este año que funciona, pero con las costuras tan estiradas que ya no dan más de sí. Las seis hermandades realizaron su estación de penitencia a la Catedral de Sevilla con cierta normalidad, pero con retrasos que, en algunos casos, tienen que ver con ese crecimiento de los cortejos por ese gran número de nazarenos. La última cofradía de la noche, la de Los Gitanos, terminó su recorrido oficial a las 10:00 de la mañana, con cerca de una hora de retraso.

Al margen del inconveniente de los horarios, la Madrugada discurrió sin incidentes destacados, salvo el ocurrido en el recorrido de ida de la Macarena. A las 02:50 de la noche, cuando los nazarenos del paso de Virgen discurrían por la calle Feria, la explosión de un registro eléctrico de suelo (una arqueta) por acumulación de gases en la cercana calle Relator provocaba no solo un herido leve sino un ruido que desató una estampida que inicialmente recordó a la producida en esta misma noche hace 25 años. De hecho, el pánico recorrió en segundos toda la calle Feria hasta la Resolana. Sin embargo, la rápida reacción de muchos ciudadanos llamando a la calma y la pronta actuación de los servicios de emergencia evitó que la situación fuera a mayores.

A pesar de ello, la Hermandad de la Macarena anunció tres horas después que modificaba su recorrido de vuelta para evitar el paso por ese punto. Esta decisión supuso un mazazo para los vecinos de la popular calle Parras, por la que no pasó este año la cofradía.

La otra gran novedad de este cortejo fue el estreno este año del nuevo recorrido en la Madrugada por la Alameda de Hércules, que resultó un éxito, ya que se trata de una zona abierta que permitió ver a la Macarena a miles de personas de una forma más relajada que por las calles por las que discurría hasta ahora. Asimismo, el ambiente en esta zona habitual de ocio y hostelería (todos cerrados) fue muy bueno durante todo el discurrir del cortejo.

Sin embargo, la gran protagonista de la jornada fue la Reina Sofía, que disfrutó desde la tarde del Jueves Santo de la Semana Santa sevillana. Al igual que hizo el pasado año, cuando acudió a Málaga para ver la procesión del Cristo de Mena, en esta ocasión, la madre de Felipe VI quiso conocer de primera mano algunas de las cofradías más populares de la ciudad.

En primer lugar, acudió en la tarde del jueves a ver la salida de la Hermandad de la Quinta Angustia, en la Iglesia de la Magdalena. Posteriormente, se desplazó hasta el Santuario de la Hermandad de Los Gitanos para ver esa cofradía en su templo horas antes de que hiciera su salida. Desde allí, Doña Sofía cruzó el río para acudir a la capilla de los Marineros a ver a la Esperanza de Triana.

Sin embargo, esas visitas eran solo el preludio de su especial Madrugada. La Reina emérita llegó poco antes de medianoche hasta la Basílica de la Macarena para ver la salida de la Virgen de la Esperanza. Doña Sofía disfrutó de lo lindo entre los nazarenos y los populares "armaos" romanos. De hecho, rechazó la invitación del hermano mayor, José Antonio Fernández Cabrero, para ver la salida desde el balcón en el que suelen situarse las autoridades y visitas especiales, en el atrio del templo. Ella prefirió verlo todo desde el suelo y junto a la puerta principal.

Tras esa experiencia, la madre del Rey acudió hasta la Campana, lugar en el que comienza la Carrera Oficial de las hermandades, para ver la llegada de otra de las grandes devociones de Sevilla, el Gran Poder. Doña Sofía, acompañada del alcalde, José Luis Sanz, y el obispo, José Ángel Saiz, entre otros, presidió el Palquillo en el que las cofradías piden la venia para llegar hasta la Catedral.

La Reina emérita se dio un baño de masas tanto en los templos a los que acudió como en este punto, donde fue recibida con aplausos tanto a su llegada como a su salida y con numerosas muestras de cariño.