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Cara y cruz del efecto Montero: el PSOE mantiene la fe y Moreno se frota las manos
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Tras la polémica por Alves y las privadas

Cara y cruz del efecto Montero: el PSOE mantiene la fe y Moreno se frota las manos

El desembarco de la vicepresidenta primera en Andalucía intenta activar a la militancia socialista a falta de conocer la repercusión en las encuestas, que son muy pocas. En la Junta aseguran que la titular de Hacienda no mejora a Espadas

Foto: María Jesús Montero, en el congreso del PSOE de Sevilla. (EFE/José Manuel Vidal)
María Jesús Montero, en el congreso del PSOE de Sevilla. (EFE/José Manuel Vidal)
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El efecto María Jesús Montero tiene a todo el mundo contento. Los socialistas andaluces, después de años de dudas, tienen el convencimiento de que el desembarco de la vicepresidenta primera del Gobierno devolverá al PSOE las llaves de San Telmo después de una larga travesía por el desierto. Y los actuales inquilinos del viejo palacio de los duques de Montpensier, sede del Ejecutivo autonómico, creen que la presencia de la también ministra de Hacienda en el cartel del principal partido de la oposición le da más opciones a Juanma Moreno para seguir como presidente de la Junta otros cuatro años. Dos escenarios opuestos para una misma realidad que, por el momento, tiene pocos datos empíricos en los que basarse y muchos intangibles dado el escaso tiempo que lleva Montero como jefa de la mayor federación socialista y, también, por la escasez de encuestas conocidas hasta el momento.

La dirigente sevillana ha culminado este fin de semana el proceso de renovación orgánica del PSOE andaluz con la celebración de los congresos regionales en las ocho provincias. Lo ha logrado con razonable éxito y el punto negro de Cádiz, donde la nueva dirección de Juan Carlos Ruiz Boix logró sólo un 66% de los apoyos frente a las cifras próximas al 100% del resto de territorios. Ahora, aseguran en San Vicente, Montero podrá desplegar el proyecto para poder competir con el barón popular en unas elecciones que se prevén para el segundo trimestre de 2026, es decir, dentro de un año si no hay un sobresalto que cambie el guion previsto por el Gobierno andaluz.

Por el camino congresual, la titular de Hacienda se ha ganado varios dolores de cabeza a cuenta de sus palabras sobre el caso Dani Alves y la presunción de inocencia o la polémica de las universidades privadas. "Ha tenido demasiada exposición pública", expresa un dirigente sindical que conoce bien la realidad andaluza después del rosario de mítines que Montero ha ofrecido en las últimas semanas en un modus operandi que se ha repetido desde que anunció su aspiración a liderar el PSOE-A: entre semana ejerce como puntal del Ejecutivo de Pedro Sánchez y los fines de semana despliega la agenda regional en eventos orgánicos o actos como la manifestación por la sanidad pública, que congregó a 20.000 personas en Sevilla el pasado sábado.

"En los mítines se le olvida a veces que es la vicepresidenta primera del Gobierno", expresa Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid. Este politólogo considera que el "doble gorro" de pieza clave de Moncloa y jefa de la oposición a Juanma Moreno es muy difícil de llevar y sugiere que, si no tuviera un cargo tan relevante, sus palabras sobre el Poder Judicial "no habrían tenido ni la mitad de recorrido". Para Simón, la estrategia de Pedro Sánchez de colocar a ministros en las plazas territoriales es una "anomalía", pero cree que es Montero quien lo tiene más difícil de todos los ministros-candidatos.

Foto: María Jesús Montero, entre los presidentes de las diputaciones de Sevilla y Jaén, Javier Fernández y Paco Reyes. (EFE / Julio Muñoz)

En su contra tiene, detalla el investigador de la Carlos III, el hecho de ser titular de Hacienda, un cargo con escasa popularidad. "Es la que cobra los impuestos", recuerda. También el hecho de que su entrada en el tablero provoca una "nacionalización" automática del debate andaluz y una asimilación de la sevillana con Sánchez y sus alianzas con independentistas, "algo que escuece especialmente en Andalucía". En el PSOE andaluz descartan esta posibilidad y lo fían (casi) todo al empujón de participación que creen que aportará Montero cuando aparezca en los carteles, pero el politólogo tiene dudas sobre si ese efecto será beneficioso para los socialistas. "El cambio sociopolítico en Andalucía ha sido tremendo, el mayor en términos electorales, y es difícil que un partido que no está acostumbrado a hacer oposición le dé marcha atrás", abunda el profesor de la UC3M, que pone el foco en el escaso poder institucional que atesora el PSOE andaluz y la dependencia que tiene de él tras 37 años en el poder.

Sin apenas encuestas

Los argumentos de Simón no son muy distintos de los que esgrimen, en privado, en el Palacio de San Telmo desde que Montero dio el paso para liderar el PSOE-A. El entorno de Juanma Moreno defendía ya en enero que la titular de Hacienda era la rival más asequible para el barón malagueño por su asimilación a Pedro Sánchez y al pasado del socialismo andaluz. Tres meses después, los populares mantienen las mismas tesis y dentro del Gobierno autonómico hay quien asegura que hay encuestas que afirman que Montero recibe una peor valoración como lideresa que su antecesor, Juan Espadas.

En los tres meses que han pasado desde que la vicepresidenta primera asumió la jefatura del PSOE andaluz se han publicado muy pocas encuestas. Sólo dos medios han hecho públicas las suyas y ninguna ve un despegue de los socialistas, que se mantendrían en el entorno de los 30 escaños que tienen ahora en el Parlamento autonómico. El PSOE andaluz niega, tanto en público como en privado, que cuente con sondeos sobre resultados autonómicos, igual que en el PP andaluz, que se centra más en la investigación demoscópica a escalas menores. Está por salir el sondeo de marzo del Centro de Estudios Andaluces (Centra), la fundación vinculada a la Consejería de Presidencia de la Junta y asimilable al CIS, que realizó su encuesta trimestral a finales del pasado mes y la difundirá en cuestión de semanas.

Foto: Pedro Sánchez (3d), junto a los ministros María Jesús Montero (4d), José Manuel Albares (2d), Elma Saiz (d) y Fernando Grande-Marlaska (2i). (EFE/Moncloa/José Manuel Álvarez)

El mejor termómetro del efecto demoscópico de Montero lo ofrecen las encuestas de 40dB que difunde mensualmente El País y la Cadena Ser, que incluyen datos de intención de voto en Andalucía para unas elecciones generales. En marzo, Montero logró un llamativo vuelco en el sondeo, que pronosticó una victoria para el PSOE-A con el 24% de los votos frente al 17,8% que concedía al PP de Juanma Moreno. Un mes después, los populares se han recuperado y ganarían con el 25,8% frente al 23,7% de los socialistas que, en cualquier caso, mejoran los datos de Espadas, que dejó la formación con un 18% en esta encuesta. La pregunta es si eso es suficiente para lograr los objetivos de Montero.

"Voy a ganar, vamos a ganar", repite una y otra vez Montero en sus mítines mientras espera a conocer el resultado del Centra, aunque los socialistas no suelen darle credibilidad a esta encuesta. La sevillana siempre recuerda que su objetivo es desalojar a Moreno de San Telmo, pero también después mantener el vigor para las municipales y las generales que en Moncloa quieren colocar en 2027. Pedro Sánchez envió a su principal colaboradora a Andalucía no sólo para competir con el presidente de la Junta, sino también para que el PSOE andaluz vuelva a ser un granero de votos socialistas. Esto es un requisito indispensable para que él siga como jefe del Ejecutivo, ya que el buen dato del PSC y un hipotético hundimiento del PP en Valencia no garantiza su supervivencia.

A pesar del ruido que ha llegado desde Madrid tras la polémica del caso Alves, los principales dirigentes socialistas andaluces consultados por esta redacción cierran filas con su secretaria general. El efecto luna de miel mantiene el vigor entre las filas del PSOE, que optaron por la ministra de Hacienda por considerarla un buen cartel electoral y porque era la única capaz de evitar una pugna orgánica que habría roto en dos a un partido ya muy debilitado. Hay una confianza casi ciega en la capacidad de Montero para formar equipos, ya que es la única manera que tiene la sevillana para suplir su ausencia. El secretario de Organización, Paco Rodríguez, y la vicesecretaria general, María Márquez, se reparten la labor de fontanero y la de representar el cambio generacional al que muchos aspiran dentro del PSOE-A.

El efecto María Jesús Montero tiene a todo el mundo contento. Los socialistas andaluces, después de años de dudas, tienen el convencimiento de que el desembarco de la vicepresidenta primera del Gobierno devolverá al PSOE las llaves de San Telmo después de una larga travesía por el desierto. Y los actuales inquilinos del viejo palacio de los duques de Montpensier, sede del Ejecutivo autonómico, creen que la presencia de la también ministra de Hacienda en el cartel del principal partido de la oposición le da más opciones a Juanma Moreno para seguir como presidente de la Junta otros cuatro años. Dos escenarios opuestos para una misma realidad que, por el momento, tiene pocos datos empíricos en los que basarse y muchos intangibles dado el escaso tiempo que lleva Montero como jefa de la mayor federación socialista y, también, por la escasez de encuestas conocidas hasta el momento.

María Jesús Montero
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