España tiene un 'desierto' donde los embalses no se llenan ni aunque diluvie (ni se van a llenar)
En Almería también se han roto récords de precipitaciones en el tren de borrascas de marzo, pero los pantanos están al 10%. El clima árido, la sequedad del suelo y la concepción de las presas, pensadas para laminar avenidas, explican el fenómeno
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Aunque haya un poblado del lejano oeste de la época del spaghetti western y exista el desierto de Tabernas, en España no hay ningún desierto. Lo que sí hay es una zona árida que no se puede comparar con lo que es un desierto para la cultura popular ni con la ecología, pero sí se encuentra entre las más secas de Europa. Y esa zona está, sin contar con Fuerteventura y Lanzarote, en la esquina sureste de la península. La provincia de Almería no se ha librado de las extraordinarias lluvias del mes de marzo, pero en la actualización de cada martes en embalses.net aparece como una aldea gala, la única demarcación que sigue marcada en rojo mientras el resto cada vez están más azules, señal de que los embalses empiezan a recuperarse.
Los dos pantanos de la provincia más oriental de Andalucía están al 10,27% después del tren de borrascas que ha llenado presas a lo largo y ancho del país. Es un dato mejor que el que había hace un año (8,04%), pero los 23 hectómetros cúbicos que suman Benínar y Cuevas del Almanzora no suponen una catástrofe. En la media de los últimos 10 años, que da pistas sobre la situación normal estas infraestructuras hídricas, en estas fechas del año el porcentaje de llenado está en el 11,34%, apenas un punto porcentual más que ahora.
"Esos embalses no se han llenado nunca y no están pensados para llenarse", explica Jaime Martínez Valderrama, investigador de la Estación Experimental de Zonas Áridas que el CSIC tiene en la provincia almeriense. Este doctor ingeniero agrónomo experto en desertificación y cambio climático añade que la singularidad de estos embalses no responde a un error en los cálculos, sino a que están diseñados para evitar grandes avalanchas y avenidas como las que se produjeron en la DANA de Valencia el pasado octubre. El embalse de Benínar, concretamente, se construyó para evitar los estragos que produjo una gota fría en el año 73 que dejó 14 muertos en distintos municipios almerienses.
Teniendo en cuenta esta particularidad, el científico del CSIC explica que las condiciones climáticas de Almería no van a traducirse nunca en unas lluvias tan copiosas como para llenar estos embalses. "Históricamente, no ha llovido así y no lo va a hacer nunca, al menos que el cambio climático lo cambie todo", ilustra Martínez Valderrama. El episodio de precipitaciones de este marzo también ha sido extraordinario, como demuestran los registros de varias estaciones. En la de Nacimiento, una localidad a los pies de Sierra Nevada, se han recogido en marzo 170 litros, mientras que la media para un mes de marzo es de 63 y hace dos años no cayó ni una gota. Pero eso no es contradictorio con el hecho de que en Almería ha llovido menos que en la Andalucía occidental. "Aquí llueve menos siempre", apostilla el experto, que califica de "extraordinario" el episodio y añade que se trata de algo que ocurre cada 10, 15 o 20 años y que se olvida por la escasa memoria meteorológica que existe.
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"Por nuestra situación geográfica, la forma de llover normal en Almería siempre han sido las gotas frías, lo que ahora llamamos DANA", abunda Antonio Mena, delegado territorial de la Consejería de Agricultura y Agua de la Junta. Existe la posibilidad, como acaba de ocurrir, de que una sucesión de borrascas atlántica potentes crucen toda Andalucía y dejen agua. "Han sido buenas lluvias, repartidas por la provincia y muy beneficiosas", añade el dirigente autonómico, que alude al otro pantano almeriense, el de Cuevas de Almanzora, que sí está más habituado a recoger agua.
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Este embalse no ha podido aprovechar de las borrascas de marzo, ya que sólo ha ganado 0,6 hectómetros cúbicos frente a los 10 que ganó en el temporal del pasado octubre. Pero eso no significa que no se vaya a beneficiar a la postre, ya que recibe recursos hídricos del trasvase Tajo-Segura y del trasvase del Negratín, un embalse granadino que depende de la cuenca del Guadalquivir, así como de las escorrentías y de los excedentes de las desaladoras que hay en la provincia. "Se alimenta de los deshielos de Sierra Nevada y por eso es importante que llueva allí y en las cabeceras del Tajo y el Guadalquivir", añade.
Ahora mismo el trasvase del Negratín está paralizado, ya que sólo se da una de las condiciones necesarias para que el agua viaje hacia el este. La primera es que la cuenca del Guadalquivir supere el 30% de su capacidad, algo que se ha rebasado con creces tras los chaparrones de marzo. La segunda es que el citado embalse supere los 200 hectómetros cúbicos, pero sólo tiene 181 de los 571 que puede recoger. Para que eso ocurra debe caer más agua en la zona norte de Jaén y Granada, que es, junto con Almería, donde menos ha llovido en este mes.
El acuífero que da vida a Almería
"Probablemente buena parte de la precipitación de este episodio esté en el suelo", apunta Jaime Martínez Valderrama, que recuerda que la tierra está muy seca después de varios años de sequía y mucha escorrentía se queda para humedecer el suelo y, en parte, recargar los acuíferos. Todavía es pronto, asegura, para determinar si el agua subterránea empieza a notar las lluvias, ya que los niveles piezométricos se recuperan muy lentamente. "Lo más normal es que volvamos a la sequía porque aquí la brecha hídrica que tenemos no es tanto que no llueva, porque nunca ha llovido mucho, es una característica del clima mediterráneo", esboza el científico del CSIC, que sitúa el "problema" en la gran demanda de agua, cada vez mayor.
Según Martínez Valderrama, el cambio climático "promete menos agua y más evaporación" y la reacción, en lugar de conservar los recursos hídricos, es "apostar por el regadío para asegurar cosechas". "Todo el mundo quiere más agua en toda España y no hay", lamenta el experto, que reconoce que la producción agrícola de esta zona de la huerta de Europa se ha regado con aguas subterráneas. "Se ha utilizado para regar 40.000 hectáreas de invernaderos, que han generado muchos ingresos a la provincia, pero el peaje ha sido muy grande", defiende el científico del CSIC, que afirma que los acuíferos están degradados, algunos presentan episodios de intrusión marina, otros están contaminados con nitratos".
"Eso es la desertificación, acabar con un recurso, la degradación de una zona como consecuencia de variaciones climáticas y actividades humanas", expresa el investigador de la Estación Experimental de Zonas Áridas que explica que este término se confunde con la expansión de los desiertos. "Ni mucho menos el Sáhara está invadiendo España", profundiza, Martínez Valderrama, que define la desertificación con la pérdida de productividad o de biodiversidad de un ecosistema. Eso es lo que ocurre, por ejemplo, con los procesos de intrusión marina en los acuíferos de Almería, pero también en Doñana o el Mar Menor, que son ecosistemas acuáticos. "No es una cuestión de que se tenga el desierto encima, sino una cuestión de mala planificación", zanja.
La Junta ha apostado por la regeneración de aguas residuales y mejorar las desaladoras para quitar presión al acuífero
"Tenemos que mimar el acuífero, que es fundamental", declara Antonio Mena. El responsable territorial de la Consejería de Agricultura y Agua explica que la provincia necesita cada año entre 250 y 270 hectómetros cúbicos de agua para la producción hortofrutícola. La única forma de reducir presión sobre las aguas subterráneas pasa por conseguir fuentes alternativas, que es donde la Junta ha puesto el foco en los últimos años. De un lado está el agua desalada, que es competencia del Gobierno central por medio de Acuamed y hay planes para mejorar en 10 hectómetros cúbicos los recursos hídricos que aportan las dos instalaciones actuales, una en Dalias y otra en Carboneras. Hay proyectada una tercera que lleva varios años de retraso y que servirá para mejorar la situación del levante almeriense.
La otra pata de la estrategia, que sí corresponde directamente a la Junta, es la del agua regenerada que llega desde las depuradoras de los principales núcleos de población después de ser tratadas. En Roquetas de Mar y El Ejido se han puesto en marcha proyectos que aportarán entre 15 y 16 hectómetros cúbicos, que equivalen a la mitad de la cantidad que proporciona una desaladora. Hay varios proyectos más en otras localidades como Vera, Cuevas del Almanzora o Adra que servirán para aumentar el agua disponible. Hay un tercer pilar que depende de los acuerdos que las comunidades de regantes han cerrado con sus homólogos, donde hay agua sobrante y que llega a Almería para mantener la producción. "Sin nuestra producción en invierno, un alemán no podría consumir pimiento, tomate ni calabacín", añade Mena.
Además de la producción agrícola, Almería tiene también un problema de abastecimiento para la población. Tras las lluvias de marzo, es la única zona de Andalucía donde hay restricciones al consumo, ya que el comité de sequía de la cuenca mediterránea andaluza, dependiente de la Junta, levantó las limitaciones en el resto de la demarcación hace unos días. Según cuenta Antonio Mena, la dotación sigue en 200 litros por habitante y día en el Levante almeriense y en la Sierra de los Filabres. En esta segunda zona la situación podría cambiar si sigue lloviendo en primavera.
"Cuando restringimos a 200 litros por día, ya había municipios donde los ayuntamientos habían decretado un límite más pequeño, con 170 o 180 litros", desvela Mena, que reconoce que la sequía en Almería es "estructural". Por eso considera necesario, como ha defendido en alguna ocasión Juanma Moreno, defender la "singularidad hídrica del sureste español" y que los fondos de la UE lo tengan en cuenta. Con ese dinero, añade, se podrán financiar las infraestructuras como las desaladoras, pero también mejorar las redes de abastecimiento. "La idea de traer agua en barcos se ha quedado en un cajón por el momento, pero la sequía no ha acabado", sentencia.
Aunque haya un poblado del lejano oeste de la época del spaghetti western y exista el desierto de Tabernas, en España no hay ningún desierto. Lo que sí hay es una zona árida que no se puede comparar con lo que es un desierto para la cultura popular ni con la ecología, pero sí se encuentra entre las más secas de Europa. Y esa zona está, sin contar con Fuerteventura y Lanzarote, en la esquina sureste de la península. La provincia de Almería no se ha librado de las extraordinarias lluvias del mes de marzo, pero en la actualización de cada martes en embalses.net aparece como una aldea gala, la única demarcación que sigue marcada en rojo mientras el resto cada vez están más azules, señal de que los embalses empiezan a recuperarse.