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La cara B del temporal: las borrascas llenan el acuífero de Doñana y llevan agua a Daimiel
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El año más lluvioso cayó el doble

La cara B del temporal: las borrascas llenan el acuífero de Doñana y llevan agua a Daimiel

El humedal andaluz ve la luz después de un periodo de lluvias "normales", aunque quedan "años" para que se recupere. En Ciudad Real, el río Cigüela ya aporta recursos hídricos naturales a un espacio protegido que estaba al límite

Foto: Aves en las marismas de Doñana. (EP/Joaquín Corchero)
Aves en las marismas de Doñana. (EP/Joaquín Corchero)

La autopista que une Sevilla y Cádiz cruza lo que Estrabon llamó en su Geografía el lacus Ligustinus. Es decir, la masa de agua que estaba hace 2.000 años en la desembocadura del Guadalquivir, que entonces se llamaba Betis. El tren de borrascas que ha cruzado la península ibérica desde el suroeste ha conseguido que ese viejo lago vuelva a la vida, al menos en parte. Por eso la carretera que une a la vieja Gades con la también vetusta Híspalis se ha inundado unas cuantas veces en lo que va de semana. Cuando los viajeros van hacia el sur dejan a su derecha, al cruzar el río, una extensa llanura que es precisamente el último superviviente de ese lago, el humedal más importante de España y que también se beneficia de esta especie de resurrección.

Desde septiembre hasta el pasado miércoles, 19 de marzo, en Doñana han caído 300 litros por metro cuadrado, según los datos registrados por la Consejería de Sostenibilidad de la Junta de Andalucía. Eso ha permitido la inundación de 16.000 hectáreas, también en parte por la llegada de aportes de los arroyos y ríos que desembocan en la marisma onubense. Es el primer capítulo de un proceso de recuperación que comenzó a escribirse con las lluvias del pasado marzo, que se repitieron en octubre y que ahora, un año después del primer aluvión, permiten ver la luz a este espacio protegido. Al menos en lo que respecta a la aportación natural después de un lustro de sequía, ya que el otro pilar de la recuperación del humedal depende de que acabe la sobreexplotación del acuífero que nutre la marisma.

"La situación ha mejorado mucho con las lluvias de otoño y primavera", expresa Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana, dependiente del CSIC, que admite que la marisma "ha cogido agua" y la previsión es que siga haciéndolo si las próximas semanas son también más húmedas de lo habitual. Según el biólogo, esto hace pensar en que la temporada de reproducción de las aves será "buena" después de varios años negros. A principios de 2024, el organismo que dirige Revilla certificó que el número de aves acuáticas en el humedal fue el más bajo en 2024 desde que existen registros, que empezaron a tomarse en 1973.

La inundación de las marismas empieza también a dejarse notar en las lagunas, algunas de las cuales han recuperado el agua, aunque no todas. Para que esto ocurra de forma estable, la mejora que sí se ve en superficie debe trasladarse al acuífero, algo que Revilla ve posible "a medio plazo" si se dan las condiciones necesarias. De un lado, debe seguir lloviendo en proporciones "normales", que es lo que está ocurriendo ahora, según el responsable de la Estación Biológica de Doñana. "El año que más llovió a estas alturas del año, había caído el doble", cuenta el científico, que admite que es necesario que llueva "normalmente" durante varios ejercicios y alude a la "memoria de corto plazo" que suele haber respecto a la meteorología.

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Es cierto, asegura, que está lloviendo "bien". Es decir, no de forma torrencial y en una cantidad algo superior a la media en lo que va de año hidrológico, que empieza en octubre. Además, el humedal onubense está siendo "afortunado" en la distribución de las precipitaciones, ya que hay zonas de Andalucía, sobre todo en la parte oriental, donde el exceso no se ha dado por el momento. La situación en Doñana es mucho mejor que hace meses, cuando las borrascas atlánticas empezaron a hacer acto de presencia en el sur. Esto se nota sobre todo en el estado de la vegetación, la inundación de las marismas y el hecho de que las aves estén empezando a criar. "Lo que vemos ahora es la imagen histórica que uno recuerda", ilustra el científico del CSIC.

"Esto es muy positivo para Doñana, pero también para la agricultura y para el consumo humano", abunda Revilla, que alude al otro requisito para que la recarga del acuífero llegue a buen término en ese "medio plazo". Según el director de la Estación Biológica, la reducción del consumo debe seguir adelante. Y con esto se refiere, por ejemplo, a la eliminación de los pozos que surten de agua a Matalascañas para ser sustituidos por recursos que lleguen desde la superficie o a la reducción de las extracciones, ya sean legales o ilegales, que hacen posibles las explotaciones agrícolas del entorno del parque nacional.

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El canario en la mina de la recuperación que está experimentando en la mina se oirá cantar en verano, cuando llegue el calor y se evapore el agua que ahora cubre el humedal. Los últimos dos años han sido históricos porque, por primera vez, se ha desecado la laguna de Santa Olalla, una de las masas de aguas que se suponían permanentes. El bajo nivel del acuífero provocó esta situación, aunque luego se recuperó una vez que el consumo de Matalascañas decayó. Y Revilla no se atreve todavía a pronosticar si la mejora de Doñana servirá para que eso no ocurra cuando llegue la canícula. "Ojalá, pero es pronto para decirlo".

Esto es así, explica, porque el acuífero se llena muy lentamente y todavía no está claro hasta qué punto podrá recargarse tras este episodio. Los piezómetros detectan ya una leve crecida, pero todavía no se puede conocer hasta qué punto llegará mientras cae el agua y siguen avanzando las medidas pactadas por la Junta y el Gobierno en su acuerdo de hace ya casi año y medio. La medida estrella, las ayudas para la reconversión de parcelas de regadío en forestales o cultivos menos exigentes en materia de agua, debe echar a andar en breves. "Lo importante es que no se pare y la sociedad siga exigiendo tanto a la Junta como al Gobierno que se lleven a cabo", zanja Revilla, que se muestra optimista con el futuro del parque.

El agua llega a Daimiel

El agua no sólo se queda en el viejo lacus Ligustinus, sino que se ha extendido por gran parte de España, lo que permite que otro de los símbolos medioambientales del país también se esté empezando a recuperar. El río Cigüela, uno de los afluentes del Guadiana en su curso alto, ha vuelto a surtir de agua natural a las Tablas de Daimiel, un ecosistema que, como Doñana, se salvó de su desecación después de que los conservacionistas pusieran el foco en esta zona a mediados de los años 60. Es precisamente en la confluencia del Guadiana con el Cigüela donde están los ecosistemas más importantes de este humedal, cuya salud también depende de un acuífero del que se extrae también agua para la agricultura.

En 2009 el humedal sufrió una importante crisis que, en parte, finalizó con un periodo de lluvias que se puede asemejar al actual. Pero la vitalidad de las Tablas de Daimiel es también cambiante y hace sólo dos años, en 2022, sólo tenía inundadas 49 hectáreas de las 1.734 que son susceptible de ser anegadas. "No se suele prodigar el río Cigüela", expresó este jueves el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, Samuel Moraleda, en una entrevista en Onda Cero en la que explicó que la crecida de este curso permite la llegada de agua a un ritmo de litro y medio por segundo, algo que se mantendrá en las próximas semanas.

Foto: Sara Aagesen y Juanma Moreno en el Palacio de San Telmo. (EFE / Julio Muñoz)

Según el jefe de la CHG, esta mejora hará posible que las 300 hectáreas que hay encharcadas ahora mismo aumenten en lo sucesivo, algo que mejorará aún más si siguen las lluvias. "Es la buena noticia del Alto Guadiana", expresó, aunque no se atrevió a decir si esta llegada de recursos hídricos de forma natural hacen posible reducir la aportación artificial por bombeo de agua desde el subsuelo, como reclaman organizaciones agrarias como Asaja Ciudad Real. La competencia es de Parques Nacionales, apuntó Moraleda para eludir pronunciarse sobre esta práctica.

La situación crítica de las Tablas de Daimiel llevó a los ecologistas a reclamar en 2023 la puesta en marcha de un plan para este humedal manchego, similar al que disfrutan Doñana y el Mar Menor desde hace algunos años, con el objetivo de preservar el valor ecológico de este humedal, que es clave también para mantener colonias de aves y otras especies que tienen en este aguazal su hogar.

La autopista que une Sevilla y Cádiz cruza lo que Estrabon llamó en su Geografía el lacus Ligustinus. Es decir, la masa de agua que estaba hace 2.000 años en la desembocadura del Guadalquivir, que entonces se llamaba Betis. El tren de borrascas que ha cruzado la península ibérica desde el suroeste ha conseguido que ese viejo lago vuelva a la vida, al menos en parte. Por eso la carretera que une a la vieja Gades con la también vetusta Híspalis se ha inundado unas cuantas veces en lo que va de semana. Cuando los viajeros van hacia el sur dejan a su derecha, al cruzar el río, una extensa llanura que es precisamente el último superviviente de ese lago, el humedal más importante de España y que también se beneficia de esta especie de resurrección.

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