El "bandolero" que asaltaba ventas con una recortada y que sigue 'trabajando' bancos de Málaga con 71 años
Juan "es un profesional". Un tipo metódico con una amplia experiencia que se remonta a su juventud. Alguien con gran valía, si no fuese porque lo suyo es atracar bancos. "Les quitaría hasta los sacapuntas", dijo tras uno de sus arrestos
Juan lo tiene claro. Lo suyo es ser atracador. Lo fue en su juventud y lo es con 71 años. Por eso "es un profesional". De los de escopeta recortada y ejecución pausada para que los fajos de billete estén perfectamente alineados en la bolsa. Nada de fullerías. Siempre ha trabajado con unas reglas y no va a cambiar a la vejez. Viene de una estirpe y hay que dejar el pabellón alto. Si te han cazado, como ocurrió el pasado viernes tras robar 70.000 euros de una entidad bancaria de la capital malagueña, pues toca levantar las manos y entregarse. Juan no está para muchos trotes. Lo de correr se quedó en el pasado, cuando junto a su hermano asaltaba ventas como si fuesen "bandoleros". "Pegando un tiro al techo si era necesario", recuerda una agente que lo conoce bien. Ahora le cuesta andar y esa dificultad imprime un característico bamboleo a su caminar que lo delata con facilidad. "Como Don Pimpón", añade otra fuente en un apunte para boomers.
En Málaga hay "dos grandes canteras de atracadores": Portada Alta y Mangas Verdes. Son barrios de la ciudad que han alumbrado a los ladrones que más quebraderos de cabeza han provocado a las fuerzas de seguridad. Y Juan es una eminencia entre todos ellos. "Lleva toda su vida atracando" y ha pasado la mayor parte "entrando y saliendo de prisión", explica un investigador que lo ha engrilletado más veces de las que desearía.
Su lista de antecedentes incluye una treintena de arrestos que muestra su evolución como delincuente. En su juventud le pegaba a los hurtos o robos con fuerza, pero "desde que hizo el máster en atracos, se doctoró". Empezó recorriendo las ventas de los Montes de Málaga. Con una recortada y un familiar de compinche, irrumpía con los antiguos bandoleros en busca del botín. Si alguien le daba problemas, un tiro al techo y lograba la colaboración que exigía.
El salto de calidad lo dio cuando se encaprichó con los bancos. Pero sobre todo, con las sucursales de Unicaja. Sus preferidas. No se sabe a ciencia cierta cuál es el motivo de esta fijación, aunque no la esconde. "Les quitaría hasta los sacapuntas", afirmó tras una de sus últimas detenciones. Fue cuando dio uno de sus mejores palos. Entró con un compinche a una sucursal de esta entidad ubicada en Ciudad Jardín y se llevaron 130.000 euros.
De eso hace tan solo dos años y únicamente se recuperaron 1.000 euros del botín. El método que empleó este viernes fue muy similar al desplegado entonces. Aprovechó la entrada de los empleados a la oficina para acceder a su interior cuando no había clientes. Ocultando su rostro con una braga y la capucha de la chaqueta que vestía, amenazó con una escopeta al director de la oficina y se hizo con un botín de 70.000 euros que guardó en una bolsa de la compra.
Eran las 8:07 cuando la Sala del 091 activaba a las patrullas en servicio tras recibir un aviso de un posible atraco en una entidad financiera ubicada en la calle Emilio Thuiller. Esa alerta condenaría a Juan.
Cuando el atracador septuagenario salió del banco, el dispositivo policial que lideraba el Grupo de Atracos y Delitos Violentos no le dejó ninguna salida. "Sin prestar resistencia", informaba la Comisaría Provincial, se entregó. Levantó las manos y fue esposado. Porque una cosa que tiene claro Juan es que para qué complicar lo que está jodido. Sabe que le van a imputar un robo con violencia y tenencia de armas. Para qué añadir un delito grave, de sangre, al contador de años de la condena. Esta vez ha perdido, y lo mejor es asumirlo.
En el atraco de 2022 esquivó el ingreso en prisión preventiva alegando "problemas de salud". Pero esa excusa no ha colado ahora y ya duerme en la cárcel de Alhaurín de la Torre. Este ha sido el último banco que se ha trabajado. Ya ha llegado a la quincena. Al menos, que se sepa. Porque estos dos años no ha estado expiando pecados. Las investigaciones apuntan a que estuvo planificando algún que otro robo, pero no cuajó.
Juan lo tiene claro. Lo suyo es ser atracador. Lo fue en su juventud y lo es con 71 años. Por eso "es un profesional". De los de escopeta recortada y ejecución pausada para que los fajos de billete estén perfectamente alineados en la bolsa. Nada de fullerías. Siempre ha trabajado con unas reglas y no va a cambiar a la vejez. Viene de una estirpe y hay que dejar el pabellón alto. Si te han cazado, como ocurrió el pasado viernes tras robar 70.000 euros de una entidad bancaria de la capital malagueña, pues toca levantar las manos y entregarse. Juan no está para muchos trotes. Lo de correr se quedó en el pasado, cuando junto a su hermano asaltaba ventas como si fuesen "bandoleros". "Pegando un tiro al techo si era necesario", recuerda una agente que lo conoce bien. Ahora le cuesta andar y esa dificultad imprime un característico bamboleo a su caminar que lo delata con facilidad. "Como Don Pimpón", añade otra fuente en un apunte para boomers.