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La cadena de alertas y el confinamiento ciudadano que evitó el zarpazo mortal de la DANA en Málaga
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LA ALERTA ROJA SE EXTIENDE A VALENCIA

La cadena de alertas y el confinamiento ciudadano que evitó el zarpazo mortal de la DANA en Málaga

La tormenta que este miércoles azotó la provincia dejó calles inundadas, ríos desbordados y 4.200 desalojados, pero no se cobró ni una víctima. La cascada de avisos hizo que la mayoría de los 1,7 millones de malagueños se quedara en casa

Foto: Una mujer observa una calle en la barriada de Campanillas en Málaga. (EFE/Daniel Pérez)
Una mujer observa una calle en la barriada de Campanillas en Málaga. (EFE/Daniel Pérez)
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A las 22:36 del martes, los teléfonos móviles de Málaga comenzaron a sonar de forma estridente. En la pantalla se podía leer un mensaje de Protección Civil informando de la activación de la alerta roja debido al riesgo extremo por fuertes lluvias a partir de las 10:00 del miércoles. Fue el desenlace de una sucesión de avisos de las distintas administraciones que se comenzaron a intensificar el día antes y que, junto a medidas como suspender las clases, decretar 4.200 desalojos preventivos en zonas críticas y difundir recomendaciones de seguridad, provocaron que más de 1,7 malagueños se autoconfinaran y minimizasen el efecto destructor de la tormenta. A pesar de las calles y casas inundadas, los vehículos arrastrados por el agua y los desprendimientos de tierra, al cierre de esta información no se había reportado ninguna víctima mortal.

Hay que remontarse al pasado sábado para encontrar las primeras informaciones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) que alertaban de la llegada de una nueva DANA. En un principio, se centraban en Cataluña y Baleares, pero ya entonces se advertía de que el martes sería especialmente virulenta en la mitad sur peninsular.

Tras ponerse el foco en el impacto que pudiese tener en la Comunidad Valenciana, la región más castigada por las precipitaciones y riadas de hace dos semanas, los meteorólogos comenzaron a incidir en el peligro que se cernía sobre Andalucía. Los expertos hablaban de zonas en las que se podían acumular más de 180 litros por metro cuadrado y fijaban su atención en Málaga.

Las administraciones se comenzaron a movilizar esos días y, a los trabajos de limpieza de cauces, se comenzaron a difundir medidas de prevención cuando la Aemet confirmó el martes que las lluvias que la noche del lunes habían provocado incidentes en Almería se desplazarían con virulencia a la provincia malagueña.

Foto: Limpieza en Álora (Málaga). (EFE/Jorge Zapata)
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A las redacciones comenzaron a llegar comunicados de numerosos ayuntamientos con recomendaciones de seguridad para la ciudadanía. No estacionar los vehículos cerca de las riberas de los ríos aunque estuviesen secos y, si era imprescindible viajar, informarse del estado de las carreteras por las que se iba a transitar. Una vez al volante, advertían de que nunca hay que cruzar por una zona inundada o con balsas de agua. Y si estando en el vehículo se ven sorprendidos por una fuerte crecida, prepararse para abandonarlo inmediatamente cuando la lluvia sobrepasase el eje de la rueda.

Estas medidas se endurecieron cuando la alerta naranja se transformó en roja y la Junta de Andalucía desplegó el Plan de Emergencia esa misma noche cuando aún no había caído. La primera medida fue desalojar 1.074 viviendas ubicadas en el entorno del río Guadalhorce y acordar la suspensión de las clases en los colegios e institutos. La Universidad de Málaga (UMA) también tomó esta decisión y la Administración de Justicia paró su actividad. Lo que supuso la suspensión de 396 juicios, declaraciones o vistas previas.

Asomarse a la capital a primeras horas de este miércoles recordaba a los días de confinamiento por la pandemia, con los servicios de emergencia y los transportes públicos transitando casi en solitario por las carreteras. No había niños camino del colegio, ni repartidores acelerados de un sitio a otro, ni un atasco mañanero. Y así en muchas localidades. Más de 1,7 millones de malagueños habían sido informados debidamente para que se quedasen en sus casas y adoptasen medidas de autoprotección.

A primera hora, cuando no llovía, había quien hablaba de histerismo, control social y diversas teorías conspiranoicas en las redes sociales

La comunicación fue fluida a partir de que la lluvia comenzó a hacer los primeros estragos. A través de las redes sociales y las notas de prensa se iba dando cuenta del recorrido de la tormenta y los daños que iba causando. Pero en las situaciones más graves, se incluyeron otros métodos más tradicionales. Los agentes de la Policía Local fueron casa por casa para alertar a los vecinos de la barriada de Campanillas de que no se quedaran en las plantas bajas por el riesgo de desborde del río Campanillas. Este peligro, finalmente, obligó a desalojar varias viviendas y muchos de los afectados fueron trasladados al albergue provisional que se había habilitado en el pabellón Tirón Pichón. Uno de los espacios de acogida para desalojados que se activaron en municipios como Álora, Cártama, Alhaurín de la Torre o Pizarra. Apenas 72 personas quedaban a lo largo del día, ya que la inmensa mayoría de los miles de desplazados prefirieron acomodarse con familiares o amigos. Aunque esta cifra se incrementaría al final de la tarde con unos 1.000 nuevos desalojados en Vélez-Málaga y Benamargosa al desbordarse los ríos Vélez y Benamargosa.

La gravedad de la situación en este último municipio axárquico obligó a la Guardia Civil y los efectivos del Consorcio Provincial de Bomberos (CPB) a rescatar a un número indeterminado de vecinos que se vieron sorprendidos por la crecida del agua.

Las incidencias más preocupantes, por su simbología e importancia estratégica, se registraron en los centros médicos y las terminales de transporte. El hospital Clínico, por ejemplo, sufrió inundaciones en la zona de Laboratorio de Análisis Clínico y sólo estaba operativo para la atención de Urgencias y Emergencias. Y después trascendió el desalojo del vestíbulo y los andenes de la Estación de Tren María Zambrano de Málaga capital y la inundación de parte del aeropuerto Málaga-Costa del Sol. Las conexiones ferroviarias se fueron limitando conforme avanzó el día y crecían las complicaciones.

Las calles se convirtieron en arterias caudalosas por las que flotaban los contenedores, pero al contrario que hace dos semanas, fueron muy pocos los incautos que decidieron salir a pesar de las advertencias. Las medidas de precaución, no obstante, no impidieron que unas 40 casas de la localidad de Almogía fuesen inundadas. "Sin lamentar daños personales ni víctimas", manifestó aliviada su alcaldesa, Antonia García, que se mostraba orgullosa de que "todo el mundo ha sido responsable y ha acatado las alertas que llevamos enviando a través de la red y comunicados y bandos municipales".

Y es que, a pesar de que a primera hora había quien en redes hablaba de histerismo, control social y diversas teorías conspiranoicas, la determinación y previsión de las administraciones —con la adopción de medidas contundentes— y la responsabilidad de los ciudadanos ha posibilitado que la provincia soporte el primer envite de la DANA sin que, al cierre de esta información, se hubiese informado de víctimas mortales. Una concienciación que, como es obvio, no se puede desligar de la tragedia de Valencia y que parece haber cambiado la percepción ante los avisos de riesgo.

placeholder Alcantarillas abiertas para desaguar las calles inundadas. (EFE)
Alcantarillas abiertas para desaguar las calles inundadas. (EFE)

Esta gestión contrasta con la llevada a cabo en Valencia por el Gobierno central y la Generalitat Valenciana. A pesar de que el agua descargada en esta región el 29 de octubre es incomparable, la coordinación demostrada por las administraciones en Málaga ha limitado notablemente la movilidad y la ciudadanía estaba siendo alertada 24 horas antes de que el peligro era elevado.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, se desmarcó de su homólogo valenciano, Carlos Mazón, cuando manifestó que "no tardará ni un minuto" en llamar a la Unidad Militar de Emergencia (UME) si consideraba que era necesaria.

El consejero de la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa, Antonio Sanz, compareció durante la tarde para anunciar se prolongaba la suspensión de las clases en los centros educativos de Málaga y Granada, además de acordarse en Sevilla, Huelva y el litoral de Cádiz.

"El día ha sido muy difícil, muy intenso, y la situación sigue siendo de alerta extrema. Las previsiones que nos motivaron a adelantar decisiones importantes, con antelación suficiente, fueron muy importantes para abordar el día de hoy —miércoles—. Y, unido al mensaje que sobre las diez de la noche de ayer se envió a toda la zona en alerta roja, con un texto muy directo a la población de seguimiento de las instrucciones, ha surtido efecto. Quiero agradecer la concienciación ciudadana que ha llevado a que, ante una situación de enorme complejidad, las consecuencias no han ido más allá", señaló Sanz, que cifró en casi 1.000 las incidencias atendidas en toda Andalucía. 760, únicamente en Málaga.

El consejero ha destacado la "coordinación con los ayuntamientos" que ha posibilitado atender las incidencias que han surgido sin lamentar daños personales. Y reclamó responsabilidad a los ciudadanos ante las precipitaciones que se esperaban de madrugada. "Quedan horas difíciles", advirtió.

La lluvia dio una tregua a la provincia durante la tarde del miércoles, cuando se habían recogido 140 litros de lluvia por metro cuadrado en algunos puntos de la provincia, pero la alerta roja se prolongó hasta las 8:00 este jueves. Un aviso que, lo más preocupante, se extendió al litoral valenciano.

A las 22:36 del martes, los teléfonos móviles de Málaga comenzaron a sonar de forma estridente. En la pantalla se podía leer un mensaje de Protección Civil informando de la activación de la alerta roja debido al riesgo extremo por fuertes lluvias a partir de las 10:00 del miércoles. Fue el desenlace de una sucesión de avisos de las distintas administraciones que se comenzaron a intensificar el día antes y que, junto a medidas como suspender las clases, decretar 4.200 desalojos preventivos en zonas críticas y difundir recomendaciones de seguridad, provocaron que más de 1,7 malagueños se autoconfinaran y minimizasen el efecto destructor de la tormenta. A pesar de las calles y casas inundadas, los vehículos arrastrados por el agua y los desprendimientos de tierra, al cierre de esta información no se había reportado ninguna víctima mortal.

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