Hola, soy España y vengo del futuro: consejos para que Italia no sea invadida por el alga asiática
Casi una década después de la identificación del alga rugulopteryx okamurae en el Estrecho de Gibraltar, los pescadores gaditanos y los ayuntamientos de la zona sufren un problema que podría extenderse por el Mediterráneo
Al laboratorio de María Altamirano, en la Universidad de Málaga, llegó un día de 2015 una muestra de algas que ahora tiene en jaque a gran parte del litoral español y amenaza con propagarse por todo el Mediterráneo. Esta doctora en Botánica fue la primera científica que identificó a la Rugulopteyx okamurae cuando fue avistada en Ceuta. "De eso va a hacer ya una década", recuerda esta experta sobre la aparición en España de la que todo el mundo llama el alga asiática. En ese periodo ha inundado algunas de las playas más turísticas de Andalucía y ha provocado enormes pérdidas a los pescadores de la zona. Y ese es el riesgo que corren el resto de países de la cuenca mediterránea.
"Ya está en Cataluña, País Vasco y Galicia", expresa Altamirano, que desvela que también se ha detectado en Francia, en la costa adriática de Italia, en el sur de Portugal y Marruecos. El Mediterráneo es un perfecto caldo de cultivo para este vegetal que procede de las costas de China, Japón, Corea o Filipinas. Tanto es así que en los lugares a los que ha llegado ha ocupado gran parte de las algas autóctonas, pero también de otras invasoras que llegaron antes que ella. "Tiene una alta favorabilidad ambiental", ilustra Altamirano, que explica que es capaz de copar el 100% del suelo en los primeros 20 metros de la costa.
La Unión Europea la incluyó en 2020 en su catálogo de especies exóticas invasoras, pero las alertas saltaron antes. La preocupación comenzó cuando la playa de Los Lances, en Tarifa, amaneció cubierta de un manto rojo de algas muertas, con el perjuicio que supone para el turismo en una ciudad que recibió en 2023 350.000 visitantes en busca de grandes arenales y viento para hacer kitesurf. También lanzaron la voz de alarma en el puerto de Barbate cuando empezaron a recoger kilos y kilos de Rugulopteryx okamurae en lugar de los atunes y las corvinas propias de esta zona a medio camino entre el Atlántico y el Mediterráneo, además del enorme daño que provoca en sus artes de pesca.
"No hay ninguna expectativa de futuro", ha expresado recientemente Nicolás Fernández, responsable de la cofradía de pescadores de Conil de la Frontera en declaraciones a Europa Press. El también gerente de la Organización de Productores Pesqueros Artesanales Lonja de Conil, La Atunara y Rota alude precisamente a la proliferación del alga en el suelo rocoso al que se refiere María Altamirano, lo que provoca la ocupación de los caladeros habituales de estos barcos. Fernández asegura que han desaparecido especies como el pulpo y el pez sable y se han reducido considerablemente las capturas de otras como la corvina o el pargo. "Esto es ruinoso", se queja el jefe de la cofradía de Conil, que cifra las pérdidas en 1,5 millones de euros, que lamenta que el ministro de Agricultura y Pesca, Luis Planas, no haya visitado la zona.
El Gobierno de Andalucía aprobó el pasado otoño una partida de 2,5 millones de euros para los pescadores afectados por el impacto del alga asiática y desde el Instituto Andaluz de Fomento de la Investigación Agraria y Pesquera (Ifapa) han puesto en marcha estudios para analizar posibles usos de las toneladas de algas recogidas por los pescadores y los ayuntamientos costeros. Una de las investigaciones ha confirmado que los restos de las arribazones de algas pueden utilizarse como fertilizantes en cultivos de invernadero, mientras que hay otras dos que indagan en su uso como bioestimulante y para el control de enfermedades fúngicas en la vid.
María Altamirano ha participado en la elaboración de la estrategia de control impulsada por el Ministerio de Transición Ecológica y cree que la única solución posible a la expansión incontrolada del alga asiática es la prevención, dadas las dificultades que se han encontrado para eliminar las colonias que ya se han asentado en las costas andaluzas. "El buen médico es el que cura", sentencia la profesora del departamento de Botánica de la Universidad de Málaga, que reclama una mayor coordinación entre administraciones para afrontar el desafío que supone esta alga invasora.
"La estrategia de Transición Ecológica apunta al desagüe de las aguas de lastre de barcos"
Para poder aplicar medidas de prevención, el primer paso es identificar cómo llega Rugulopterix okamurae a las costas europeas. La estrategia diseñada por Transición Ecológica apunta al desagüe de las aguas de lastre de barcos que utilizan el Estrecho de Gibraltar en sus rutas comerciales que pasen por los grandes puertos de Algeciras o Tánger Med, aunque también contempla posibles llegadas por medio de cultivos marinos. En la laguna de Thau, al sur de Francia, se detectó por primera vez la especie vinculada a la crianza de ostras que habían llegado desde el Pacífico.
Con estas circunstancias, la propuesta de la estrategia española apunta a la vigilancia de estos cultivos y la prohibición de soltar las aguas de lastre a las embarcaciones que hayan estado en una zona de alto riesgo. El documento de Transición Ecológica señala también la necesidad de implicar a los patrones de los barcos en la labor de inspección y la localización de los barcos que hayan estado en el área afectada y que puedan servir como vector de expansión del alga. Pero puede que ya sea tarde.
El alga ya está en Italia
Rugulopteryx okamurae fue detectada por primera vez en aguas italianas en 2023, en aguas de Palermo, pero también en Bari, según un artículo reciente de Giuliana Marletta, de la Universidad de Catania. Estos mismos investigadores también avisaron de su avistamiento en aguas más orientales, en el mar Jónico, donde nunca había llegado después de aparecer en el Tirreno y el Adriático.
Las tesis de los científicos italianos encajan con las teorías que figuran en la estrategia del Ministerio de Transición Ecológica, ya que aluden a la posibilidad de que haya llegado por las corrientes marinas, pero también por actividades como la pesca o en embarcaciones de recreo, ya sea en las redes o con el alga pegada en las hélices. Tiene sentido si se tiene en cuenta que María Altamirano, que ha participado en la elaboración del documento español, también participó en el artículo que certificó la primera detección del alga asiática en Italia, publicado en BioInvasions Records. Hay que tener en cuenta que las algas son el 40% de las especies invasoras identificadas en la Unión Europea.
El Gobierno italiano ya trabaja para intentar paliar la propagación de Rugulopteryx okamurae en sus costas mediante una serie de iniciativas y acciones coordinadas. El Ministerio de Medio Ambiente y Protección de la Tierra y el Mar ha elaborado un plan estratégico nacional que implica la colaboración con las regiones y autoridades locales para garantizar una respuesta uniforme y eficaz, en línea con lo que reclaman en España los científicos y también los pescadores afectados por el alga. El Ejecutivo transalpino ha puesto ya en marcha restricciones a la navegación y la pesca en zonas infestadas, como por ejemplo, en Puglia, en el puerto de Bari, y en Sicilia, en el golfo de Palermo. También ha esbozado medidas de control para evitar el transporte de las algas a través de embarcaciones y directrices para que las actividades económicas costeras minimicen el impacto de la invasión.
Como ha hecho en España el Ifapa de la Junta de Andalucía, en Italia hay también proyectos de investigación encabezados por la Agencia Regional para la Protección Ambiental de Sicilia, en colaboración con el Instituto Superior para la Protección y la Investigación Ambiental, que cuentan con apoyo de la Universidad de Palermo. A través de financiación y colaboraciones con institutos de investigación, el Gobierno italiano apoya el desarrollo de nuevas tecnologías y métodos para controlar las algas. Esto incluye el uso de drones submarinos para el seguimiento, la experimentación con métodos biológicos y otras soluciones innovadoras. La eficacia de las medidas adoptadas se controla a través de una red de observadores y centros de investigación marina.
Y en el ámbito más urgente destacan los recursos destinados para comprar equipos que faciliten la retirada del alga y la limpieza de playas. Estas acciones van de la mano de campañas de sensibilización para la ciudadanía y los operadores económicos sobre los riesgos asociados a Rugulopteryx okamurae y las medidas preventivas a adoptar. Los italianos apuestan por la distribución de materiales informativos, la organización de talleres y seminarios y el uso de medios de comunicación para difundir mensajes clave.
Al laboratorio de María Altamirano, en la Universidad de Málaga, llegó un día de 2015 una muestra de algas que ahora tiene en jaque a gran parte del litoral español y amenaza con propagarse por todo el Mediterráneo. Esta doctora en Botánica fue la primera científica que identificó a la Rugulopteyx okamurae cuando fue avistada en Ceuta. "De eso va a hacer ya una década", recuerda esta experta sobre la aparición en España de la que todo el mundo llama el alga asiática. En ese periodo ha inundado algunas de las playas más turísticas de Andalucía y ha provocado enormes pérdidas a los pescadores de la zona. Y ese es el riesgo que corren el resto de países de la cuenca mediterránea.
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