La incursión silenciosa de Vox en barrios de renta baja de las grandes ciudades del país

Entre la urbanización La Estrella y las Tres Mil Viviendas están las vías del tren Sevilla-Cádiz, un muro casi insalvable entre uno de los barrios con las rentas más altas de la capital andaluza y el que tiene la renta más baja. A un lado de las vías del tren, con una renta por hogar superior a los 71.000 euros, el PP ganó el pasado 28-M con el 71% de los apoyos. 500 metros más al este, al otro lado del ferrocarril, en la zona con menos ingresos por hogar del país (13.646 euros, según datos del INE de 2020), el PSOE ganó con el 68,5% de los votos. Pero ambos lugares tienen algo en común. En las dos secciones quedó Vox en segunda posición con un 11,3% y un 11,7%, mejores datos que la media de la capital andaluza (8,9%)

En La Estrella es normal que Vox tenga buenos resultados. Es una sección de renta alta y la formación de Santiago Abascal funciona mejor en este tipo de barrios, en general. Es más llamativo el caso de las Tres Mil Viviendas, pero en las municipales del pasado domingo es un fenómeno que ha ocurrido en Sevilla y tiene réplicas en otras grandes urbes como Barcelona, Palma de Mallorca o Murcia. En estas dos últimas hay varias secciones censales con una renta inferior a la media provincial, donde Vox ha logrado ser incluso primera fuerza. Pero hay muchas otras ciudades, la mayoría en la costa mediterránea, donde son segunda fuerza en barrios menos pudientes, como Sabadell, Mataró, L'Hospitalet, Tarragona, Reus o El Ejido.

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"Vox no está en un momento de gran ampliación de su base electoral, pero sí de consolidación", apunta Guillermo Fernández, doctor en Ciencia Política y profesor en la Complutense especializado en la situación de la extrema derecha en Europa. Esa consolidación parte del 15% de los votos que los de Abascal consiguieron en las elecciones de noviembre 2019 y continua en la pandemia de covid con la primera moción de censura y la batalla contra los estados de alarma en el Tribunal Constitucional. "Tienen un colchón de entre 45 y 55 diputados", estima el politólogo, que considera que llegado a ese punto el electorado de los partidos ya es "muy plural". "No se puede decir que sea un partido de ricos ni de pobres", reconoce Fernández, que recuerda que al Podemos de 2015 le ocurrió algo similar. "Tenía votantes de clases populares, pero también de rentas altas", añade.

Fernández suma un matiz y es muy cauteloso con el análisis que se puede hacer del resultado de Vox en las pasadas municipales. Hay que tener en cuenta que el partido ultra no se presenta en todos los municipios. Y que en "su principal granero de votos", que es Madrid, el buen momento de Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida provoca que personas que optan por Vox en unas generales cojan la papeleta del PP en las locales. Este efecto atrapalotodo del PP en la capital, que ya se dio en Andalucía con Juanma Moreno, saca a Madrid de esa lista de ciudades donde Vox saca buen resultado en zonas con menor renta. Y eso a pesar de que el partido puso el foco en distritos como Villaverde o Tetuán con su campaña centrada en la inseguridad y la inmigración.

Pero hay otro factor que encaja con lo que ha ocurrido en esos barrios como las Tres Mil Viviendas de Sevilla y otras zonas de rentas bajas y que el politólogo de la Complutense define como una suerte de populismo. El partido de Santiago Abascal hizo públicos una serie de vídeos, casi mediometrajes, con el líder de la formación visitando varios lugares y atendiendo a la problemática de sus vecinos. "No creas que hace muchas promesas, pero es un gesto con gente que se siente abandonada, es una forma de dar visibilidad, una forma de decir que esa gente existe y yo la escucho", ilustra Guillermo Fernández. "Simplemente, hemos denunciado sin complejos los problemas de los vecinos, como la delincuencia organizada, la presencia de menas, okupas y el cultivo ilegal de marihuana", explica un dirigente andaluz de Vox cuestionado por el buen dato logrado en el barrio más pobre de España.

Opinión

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Abascal solo estuvo una vez en Andalucía en campaña, en pleno centro de Sevilla, junto al puente de Triana. Pero sus dirigentes locales sí han visitado el Polígono Sur, igual que hizo Juanma Moreno justo después de que el INE certificase que este barrio es el de renta más baja de España por octavo año consecutivo. Vox, tras la visita del presidente de la Junta, lanzó sonoras críticas. "No es serio" que se vaya al Polígono Sur, en Sevilla, a "comer una paella", dijo entonces el portavoz andaluz de la formación, Manuel Gavira. "Da vergüenza ajena", sentenció.

En esa lista de zonas con los ingresos más reducidos del país está también Los Pajaritos, donde se repite el fenómeno. Una fuente socialista admite que se dio cuenta del fenómeno durante la jornada electoral y lo confirmó tras asistir al recuento de votos como apoderado. En la zona de la parroquia de la Blanca Paloma, Vox logró un 13% en un bastión del PSOE y donde la abstención supera el 65%. "Son gente humilde y trabajadora, no tontos; y están hartos de que les tomen el pelo", apuntan desde Vox.

Esta realidad se repite, por ejemplo, en varias secciones censales de Es Rafal, en Palma de Mallorca, una zona humilde donde el PSOE fue primera fuerza el pasado 28-M y Vox quedó en segundo lugar con el 23,9%. Volviendo a la península, destaca el barrio de La Mina, en Sant Adrià de Besòs, con los de Abascal por detrás de los socialistas con porcentajes que van desde el 12,4% al 28,4%.

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"Vox sabe que le hace daño que lo identifiquen como un partido de las élites, por eso les interesa entrar en ciertos barrios y publicitarlo", señala Guillermo Fernández. Pero los de Abascal no tienen el mismo éxito en zonas donde hay "una gran tradición de izquierdas", pero cuentan con un amplio tejido social. El politólogo utiliza Vallecas como ejemplo. Allí, Vox logró un 7,7% frente al 9,07% que sacó en la capital. Dejando a un lado el histórico bastión de la izquierda, el objetivo del partido ultra está los lugares donde hay ciudadanos con "ingresos bajos y una cierta anomia". "Son clases medias y bajas que están en una pinza y viven en lugares donde hay peores equipamientos, a 30 o 40 kilómetros del centro, pero también han subido los alquileres", desgrana el profesor de la Complutense.

No es un fenómeno exclusivo de la extrema derecha en España. De hecho, Vox ha necesitado años para acercarse a lo que logró Marine Le Pen en Francia y todavía no ha llegado a ese punto. "Son hábiles al intentar conectar con esos electorados y dibujarles un mismo enemigo: la élite progre de la ciudad que solo mira hacia sí misma y que juzga tus aficiones", abunda Fernández, que coloca ahí esa apuesta de Abascal por interpelar a la población "que se siente olvidada" en combinación con la defensa de unas tradiciones como los toros o la caza.