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Las reflexiones de un boina verde en el PP: “En política, he sentido el miedo a lo incontrolable”
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Las reflexiones de un boina verde en el PP: “En política, he sentido el miedo a lo incontrolable”

Bernardo no había cumplido los 30 cuando su vida se paró. Boina verde del Ejército español, con operaciones en los Balcanes, sufrió un grave accidente. Atrapado en un “dinámica autodestructiva”, halló la Filosofía y las Ciencias Políticas

Foto: Bernardo Crespo, a la izquierda, junto a dos compañeros, durante unas maniobras en montaña. (Cedida)
Bernardo Crespo, a la izquierda, junto a dos compañeros, durante unas maniobras en montaña. (Cedida)

Bernardo Crespo no había cumplido los 30 años cuando su vida se paró. Boina verde del Ejército español, estaba en el cenit de su carrera profesional, “pletórico físicamente”, y repentinamente se veía postrado en una cama. Mirando al techo durante cinco meses”. Atrapado en un “dinámica autodestructiva” contra la que libró la peor de sus batallas. “Me dormía pensando en que iba a despertar y todo sería normal”, recuerda, antes de confesar las incontables veces en las que ha revivido ese momento en el que se lanzaba al agua y sentía que su cuerpo se quebraba. Ese instante que fue el principio del fin de una prometedora carrera militar en cuerpos de élite. El inicio de una transformación vital que transitaría por la Filosofía y las Ciencias Políticas y que ha conducido sus pasos hacia las siglas del PP. Este próximo 28 de mayo concurre en la lista de los populares en el municipio malagueño de Ronda. Va el diez. La mayoría absoluta está en 11 concejales.

Crespo comenzó a interesarse por la “política activa” cuando al frente del Gobierno estaba Jose Luis Rodríguez Zapatero y la crisis económica comenzaba a hacer estragos en la sociedad. Un día cualquiera, como muchos españoles por aquel tiempo, se vio junto a un amigo “resolviendo los problemas de España en un bar” de León y llegaron a la conclusión de que “para cambiar las cosas había que estar dentro”. Así que decidieron que, cuando regresaran a Ronda iban a afiliarse a un partido político. “Entonces estaban Izquierda Unida, que ni de coña, aunque me gustaba cómo se expresaba Julio Anguita. El PSOE, con Zapatero, tampoco. Y nos quedaba el PP”. Fue el primer paso de un camino que jamás pensó que iba a recorrer, porque lo suyo era la acción y la montaña.

Foto: La exalcaldesa, Teresa Valdenebro, el día de la polémica boda que ha acabado en juicio. (Cedida por Diario Ronda)

La singular historia de este antiguo boina verde se remonta hasta finales de los 80 en una pequeña aldea de El Bierzo. Bernardo, hijo de agricultores, tenía 17 años de edad y se topó con un folleto de la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión (BOEL) que le sedujo desde un principio porque estaba ilustrado con un paracaidista. Le quedaba poco para hacer la mili, pero decidió acelerar su ingreso en el Ejército. Su padre “tuvo que ir a firmar porque era menor de edad” y el 28 de diciembre de 1987, “el día de los Inocentes”, llegaba a Málaga.

“No sabía ni dónde estaba”, confiesa en conversación con El Confidencial, donde reconoce que el desembarco no fue el esperado. En el extinto Campamento Benítez la tarea diaria se centraba en instrucción básica y labores de mantenimiento. Nada que ver con esas misiones de película que llamaron su atención, y cierto sentimiento de desengaño le embriagó cuando comenzó a escuchar que iban a ser trasladados a Fuerteventura.

“Lo habían machacado, y llorando nos enseñaba el carné de la República de Yugoslavia", cuenta sobre una víctima del odio en los Balcanes

Su destino cambió cuando un día llegaron unos boinas verdes para captar a nuevos aspirantes para esta unidad de élite. Nardy, como le conocen sus amigos, no se lo pensó. El 2 de febrero de 1989 llegó a Ronda y comenzaron seis meses de durísima instrucción que sirvió para cribar a los aptos. “De los 44 que había en un principio, quedamos 11”, precisa.

Los retos físicos y mentales despertaron una vocación que fue alimentando con ascensos y cursos —montaña, mando de operaciones especiales, buceo de combate...— que le condujeron a la que posiblemente haya sido su experiencia militar más dura: la Guerra de los Balcanes. Bernardo fue destinado a Bosnia en diciembre 1997, dentro de una misión de la OTAN, y durante ese tiempo comprobó el poso “rabia y odio” que deja un conflicto de raíces étnicas. “Pero la rabia y el odio de los que no habían estado en la guerra, de los jóvenes que habían regresado tras estar fuera —Austria, Hungría—. Chavales de 18, 19, 20 años que se dedicaban a reventar las casas de los que pertenecían a comunidades rivales que se encontraban en sus zonas”.

placeholder Imagen actual de Bernardo. (Cedida)
Imagen actual de Bernardo. (Cedida)

“Durante la estancia en Mostar recuerdo especialmente la experiencia con un anciano musulmán de unos 80 años. Todos los días recibíamos avisos por expulsiones forzosas a los que debíamos acudir y en ese caso concreto la víctima era esta persona mayor. Unos niñatos croatas, que no tenían más de 20 años, le habían dado una paliza con un bate de beisbol para echarlo de su vivienda. Tenían un brazo roto por varios sitios, una fractura en el cráneo y uno de los ojos inflamados. Lo habían machacado, y llorando nos enseñaba el carné de la República de Yugoslavia. Nos decía que durante la dictadura comunista de Tito no le pasó nada, que en la guerra lo dejaron tranquilo y sus vecinos le ayudaban con la comida y que ahora venían los hijos de los exiliados a atacarle”.

“La gente mayor, tanto del este como del oeste, de una u otra confesión religiosa, se respetó”, remarca el antiguo militar, que reflexiona sobre al actual contexto político y la promoción de las trincheras ideológicas como palanca electoral. “Percibo ese rechazo en algunas sesiones del Congreso y en aquellos que viven la política desde la exaltación. Parece mentira que no aprendamos”, lamenta Nardy, que opina que “algunos de éstos tendrían que pasar por alguna zona de conflicto como fue la de los Balcanes para que sientan lo que es el rencor latente”.

Maldito resbalón

Regresó a Ronda y en 1999 comenzó el Curso de Montaña. Uno de sus grandes objetivos dentro de la carrera militar porque siempre se sintió atraído por el monte. La formación incluía “vida, movimiento y combate” en época estival e invernal. “Hice el básico con la idea de concluir el superior después”, sin saber que todo su mundo se iba a venir abajo de forma dramática.

No especifica el día concreto, pero sí que era junio de 2001. “Estábamos de maniobras en el pantano de Ardales (Málaga) para recibir clases de buceo que nos impartían cada cierto tiempo para refrescar conocimientos. Por la mañana, después de gimnasia, y antes de desayunar, decidimos darnos un baño. Había unos cinco o seis metros de altura y fueron saltando uno detrás de otro. Cuando llegó mi turno, resbalé y caí con muy mala postura. Sentí un pinchazo en la espalda y casi pierdo el conocimiento. Logré salir a la superficie cuando se iban a lanzar a rescatarme y en ese instante fui consciente de que no podía mover las piernas”.

Foto: Vista de Guadahortuna, en los Montes de Granada. (Cedida / Turismo de Granada)

El primer diagnóstico no se aproximó al verdadero cariz de la lesión sufrida y, tras recuperar poco a poco la movilidad de las extremidades inferiores, le dieron unos inflamatorios a la espera de hacerse unas radiografías. Pero Bernardo, que nunca se había dado de baja, tenía un curso de escolta en Los Pirineos. Así que “mentí a mi mujer y fui a hacerlo”.

Completó los ejercicios de defensa personal o conducción como pudo, aguantando y tragándose el dolor, hasta que su cuerpo dijo basta. “Fue el último día, durante un ejercicio de tiro”. “Tropecé y me quedé tirado en el suelo”. Sus compañeros tuvieron que vestirle y cuando ingresó en el hospital tenía la espalda “rígida, rígida, rígida”. “Me hicieron pruebas y los médicos me informaron de que tenía un disco pulverizado y una vértebra desviada. Estuve dos años y medio que casi no podía respirar del dolor. Ningún tratamiento que me ponían servia”, relata, para explicar que a los cinco meses de estar de baja solicitó su incorporación al Ejército.

“Tropecé y me quedé tirado en el suelo. Tenía un disco pulverizado y una vértebra desviada”

A partir de entonces comenzó a hacer tareas de oficia, aunque “una vez al año me iba de maniobras”. “Tras una de ellas, en Los Pirineos, sentí un dolor insoportable y volvía a pedir cita con los médicos”. El 18 de febrero de 2002 “me hicieron una operación novedosa”. “Me abrieron por delante, por el estómago, me colocaron una prótesis y me quitaron el disco que estaba más jodido”.

El boina verde comenzó a notar una clara mejoría “a los seis o siete meses”, pero comenzó a asumir que su gran pasión, la vida militar, llegaba a su fin. “Inicié los trámites y en 2005 me dieron de baja. Un año después pasé a situación de retirada”, detalla Crespo, para quien no volver a vestir el uniforme fue “lo peor del mundo”.

placeholder Foto durante su época de Instrucción. (Cedida)
Foto durante su época de Instrucción. (Cedida)

No obstante, su estancia en Bosnia despertó un interés oculto en su interior. “Comencé a interesarme por la política, la historia y la condición humana” y estas inquietudes intelectuales le llevaron a matricularse en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) para estudiar Ciencias Políticas. Lo hizo, en parte, por consejo de una doctora que lo trataba con acupuntura y que entendió de necesitaba una válvula de escape psicológica. “Es una gran verdad lo de entrar en un túnel oscuro y no ver la salida”, cuenta Bernardo, que reconoce que que momentos en los que parece que no vales, que no sirves para nada”.

En 2009, tras dar el paso y afiliarse en el PP, comienza a trabajar en la gestora que se hizo cargo del partido en aquellos tiempos y se integra en el equipo que estaba construyendo la actual alcaldesa, Maripaz Fernández. “Íbamos puerta a puerta, dando a conocer el proyecto que proponíamos para el municipio y con la esperanza de ganar al PSOE”.

Foto: Casi 500 ayuntamientos están en la 'uvi' por sus deudas

El descontento con la gestión socialista que llevó a Mariano Rajoy hasta la mayoría absoluta de noviembre de 2011 previamente había teñido de azul muchos ayuntamientos del país. Y Ronda fue uno de ellos. Nardy, de la noche a la mañana, se vio como concejal de Deportes “en unos años muy difíciles”. “No quiero ni recordarlos”, confiesa, porque “en Bosnia estabas preparado, te habías entrenado para ello”, pero no para una situación límite como la que tenía ante sí.

La gran crisis

Las arcas de numerosos ayuntamientos quebraron arrastradas por la crisis, y el rondeño no fue una excepción. “Cada mañana me daba susto ir a Deportes porque todo eran deudas, deudas y más deudas. Había días en los que estaba muy agobiado, y hasta que no se aprobó el plan de pago a proveedores, las pasamos canutas”. “Y durante algo más de un año, para pagar las nóminas, había que ir a recoger dinero al mostrador de la piscina y nos tenían que bloquear la cuenta para que no nos pasaran ningún cargo. Cuando la volvían a activar después de pagar los sueldos, estaba a menos 7.000 euros”. “Fue una época muy chunga”, resume coloquialmente, para añadir que ni estando en el Ejército sintió tanta responsabilidad como la que tenía esos días para pagar los salarios de los que vivían 40 familias.

En el Ejército sintió tanta responsabilidad como la que tenía cuando debía pagar los salarios de los que vivían 40 familias y no había dinero

“La deuda superaba el millón de euros y no podías hacer nada. Tratabas de contratar a un autobús y tenías a las empresas, lógicamente, pidiendo que antes pagaras. 2010 y 2011 fueron dos años difíciles, muy difíciles. No quiero recordarlos”, comenta, antes de reconocer que “no estaba preparado para ese tipo de responsabilidad”. “Sentí miedo ante lo incontrolable, porque “en el Ejército la preparación te permite dominar la situación”. “Si te pegaban un tiro, podía ser por mala suerte o falta de instrucción”, pero “con la crisis se me vino el mundo encima”.

Nardy, en base a su experiencia, tiene claro que elementos de la vida militar aplicaría a la política: La austeridad y la dedicación”. “Parece poco, pero no lo es, porque detrás hay mucho sacrificio”, aclara. “Los militares nunca dicen no. Si no hay fondos para una cosa, te las apañas con otra y sales adelante. No rendirse y sacrificarse estoicamente por la causa general”, remarca el boina verde, que recuerda que “estoy en deuda con la sociedad porque el estado del bienestar cubrió mis necesidades cuando estuve postrado en una cama”. “Por eso le digo a mis hijos que valoren el haber tenido acceso a una enseñanza pública y de calidad, a un hogar cálido y un plato de comida sobre la mesa, y que tienen la obligación de devolverlo siendo decentes y trabajando”.

placeholder Imagen del militar durante su estancia en Bosnia. (Cedida)
Imagen del militar durante su estancia en Bosnia. (Cedida)

Preguntado sobre si en la política hay honor , el militar retirado, que se confiesa un seguidor de la filosofía de Aristóteles, apunta que “la condición humana es muy débil”, para después añadir que, “como en otros aspectos de la vida, es imposible que todo el mundo sea bueno”. Por eso considera que en un partido, “cuantas más personas tengan principios, carácter noble y virtuosismo, mejor será”.

Bernardo acabó abandonando las filas del PP —“no hay que tomar decisiones en caliente”, recomienda— después de que una moción de censura les desalojase y pusiese al PSOE al frente del Ayuntamiento, Se enroló en el proyecto de Ciudadanos, pero salió escaldado, y se mantuvo alejado de la política activa. Aunque no por mucho tiempo. Meses atrás recibió un mensaje de la alcaldesa que le decía: “Vuelve a tu casa. Te esperamos”. Y decidió regresar a la primera línea.

Bernardo Crespo no había cumplido los 30 años cuando su vida se paró. Boina verde del Ejército español, estaba en el cenit de su carrera profesional, “pletórico físicamente”, y repentinamente se veía postrado en una cama. Mirando al techo durante cinco meses”. Atrapado en un “dinámica autodestructiva” contra la que libró la peor de sus batallas. “Me dormía pensando en que iba a despertar y todo sería normal”, recuerda, antes de confesar las incontables veces en las que ha revivido ese momento en el que se lanzaba al agua y sentía que su cuerpo se quebraba. Ese instante que fue el principio del fin de una prometedora carrera militar en cuerpos de élite. El inicio de una transformación vital que transitaría por la Filosofía y las Ciencias Políticas y que ha conducido sus pasos hacia las siglas del PP. Este próximo 28 de mayo concurre en la lista de los populares en el municipio malagueño de Ronda. Va el diez. La mayoría absoluta está en 11 concejales.

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