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Una 'habitación de plástico', un traje EPI y una sierra: el escenario gore de un secuestro por un botín de 50 bitcoins
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LIBERADO EN BENALMÁDENA (MÁLAGA)

Una 'habitación de plástico', un traje EPI y una sierra: el escenario gore de un secuestro por un botín de 50 bitcoins

La víctima es un gestor de cuentas de criptomonedas sirio cuyo socio opera en Dubái que llegó a Málaga hace aproximadamente dos semanas de vacaciones. El botín se estima en 1,3 millones de euros. Se piensa que iba a ser torturado y asesinado

Foto: Los agentes, tras reducir y detener a los secuestradores. (Policía Nacional)
Los agentes, tras reducir y detener a los secuestradores. (Policía Nacional)

Cuando los investigadores de la Sección de Crimen Organizado inspeccionaban el impresionante chalé de tres plantas donde minutos antes habían irrumpido los agentes del Grupo de Operaciones Especiales (GOES), se toparon con una serie de hallazgos que justificaban el alivio con el que la víctima, con una mezcla de inglés y árabe, insistentemente les daba las gracias por haberlo liberado. Una de las habitaciones estaba siendo acondicionada con plásticos, como hacen los asesinos para no dejar rastros que les puedan incriminar, y en la zona encontraron un traje EPI, de esos que se ponen los agentes que se adentran en el lugar del crimen. Sobre un butacón, unas tijeras de podar; muy cerca, una sierra de arco, y al lado, una pistola con silenciador. No se puede decir con certeza cuál era el cometido de este aparataje, pero se intuye un escenario sanguinolento que se levanta cuando en el suelo yace un cuerpo empaquetado.

Poco más de 24 horas después de que la Policía Nacional liberase en Málaga a un gestor de carteras de criptomonedas que había sido secuestrado por tres individuos en la localidad de Benalmádena, los responsables de la investigación tratan de aclarar las sombras de un caso transversal en el que confluyen la delincuencia clásica, violenta y despiadada, con la nueva economía digital. Los nuevos tiempos.

Foto: Agentes de la Policía Nacional, en una imagen de archivo. (Europa Press/Antonio Sempere)

La víctima, un ciudadano sirio, gestor de carteras de inversiones en criptomonedas que opera con un socio afincado en Dubái, viajó a la Costa del Sol —supuestamente de vacaciones— hace aproximadamente dos semanas. Fuentes cercanas al caso consultadas por El Confidencial explicaron que días atrás contactó con un conocido de Emiratos Árabes para preguntarle si conocía a alguien en la zona que pudiese hacerle de anfitrión y mostrarle sitios de interés y establecimientos de ocio. Esta persona le puso en contacto con un individuo con el que finalmente salió de marcha este martes y que le invitó a pasar el día siguiente en una casa de lujo.

El empresario aceptó y, como habían quedado la jornada anterior, el miércoles recibió una ubicación que le llevaría a un chalé de tres plantas ubicado en las proximidades del hospital Vinthas Xanit Internacional de Benalmádena. Pero cuando llegó, no le esperaba la fiesta en la piscina que imaginaba, porque su cicerone estaba acompañado por otros dos individuos que tenían otros planes para él.

El chalé de lujo se alquiló solo por dos días, por lo que ese era el plazo para que los secuestradores decidiesen qué hacer con su víctima

Las fuentes consultadas señalaron que entre los tres redujeron al empresario de activos digitales y lo secuestraron con el objetivo final de “limpiarle una cartera de 50 bitcoins valorada en 1,3 millones de euros” —el valor de cotización de la criptomoneda es muy fluctuante—. El plazo límite para lograr su objetivo eran 48 horas, que fue el tiempo por el que habían alquilado el impresionante inmueble. Antes de esa línea roja debían tener claro qué hacer con la víctima, aunque la habitación plastificada, el traje EPI y la sierra eran pistas de sus intenciones.

Los captores son tres individuos de 35, 36 y 54 años de edad, de los que poco se sabe hasta el momento. Solo que no estaban en el radar de los especialistas en la lucha contra el crimen organizado —“No los conocíamos”— y que dos de ellos portaban pasaportes griegos. El tercero, documentación albanesa. “Lo que no quiere decir que sean de allí”, precisaron las citadas fuentes, que señalaron que están a la espera de la información solicitada a las autoridades de Grecia y Albania para saber si las identidades son correctas.

placeholder El secuestrado, encañonado por sus captores. En la imagen de al lado, los plásticos y una de las sierras halladas. (Policía Nacional)
El secuestrado, encañonado por sus captores. En la imagen de al lado, los plásticos y una de las sierras halladas. (Policía Nacional)

La investigación, llevada a cabo por agentes adscritos a la Sección de Crimen Organizado de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Comisaría Provincial y la Comisaría de Torremolinos-Benalmádena, se inició sobre las 13:00 del miércoles, cuando un ciudadano se desplazó a dependencias policiales para informar de que un conocido había sido raptado.

El denunciante, en un principio, expuso que le había llamado una persona desde Hungría informándole que un amigo en común había sido secuestrado y que necesitaba, de modo urgente, que pusiese los hechos en conocimiento de los cuerpos policiales.

Un despiste clave

Según las pesquisas, la persona que llamaba desde Budapest había recibido fotografías y audios procedentes del teléfono de la víctima, para instarle a pagar un rescate de un millón de euros para liberarlo. Durante dichos contactos le remitieron una inquietante imagen del empresario con una pistola apuntando directamente sobre su cabeza.

Un despiste de los captores posibilitó a la víctima el envío de una foto del exterior de la vivienda, tomada a través de una ventana, que mostraba el lugar donde se encontraba retenida. Esta instantánea permitió a los investigadores dar con el paradero del empresario.

Foto: Sam Bankman-Fried, frente a la Corte Federal de Manhattan. (Reuters/Jeenah Moon)
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La Policía Nacional estableció un amplio dispositivo compuesto por medio centenar de efectivos: Grupo de Operaciones Especiales (GOES), Medios Aéreos, UDYCO Costa del Sol, Unidad de Prevención y Reacción (UPR), el negociador policial y Policía Científica.

Los agentes cercaron la vivienda y accedieron a su interior sobre las 18:00. Allí detuvieron a los secuestradores. El joven empresario, que se mostró eternamente agradecido con los policías, presentaba solo algunas magulladuras.

En el lugar del cautiverio, los agentes hallaron dos armas de fuego municionadas —una provista con un silenciador— y descubrieron una habitación acondicionada con plásticos y unas sierras. También encontraron 5.000 euros y 1.200 dólares.

Los tres detenidos, acusados de los delitos de secuestro, tenencia ilícita de armas y lesiones, se encuentran bajo custodia en la Comisaría Provincial mientras los agentes tratan de abrochar un caso que transcurre con un relato que inicialmente presenta algunas lagunas importantes. ¿Sufrió una trampa la víctima? ¿Conocía a uno de los arrestados, como afirma, desde el día del rapto? ¿Solicitaron un rescate como plan B al robo de las criptomonedas o estas eran el pago por la liberación? ¿Iban a acabar con su vida, como intuyen los investigadores?

Cuando los investigadores de la Sección de Crimen Organizado inspeccionaban el impresionante chalé de tres plantas donde minutos antes habían irrumpido los agentes del Grupo de Operaciones Especiales (GOES), se toparon con una serie de hallazgos que justificaban el alivio con el que la víctima, con una mezcla de inglés y árabe, insistentemente les daba las gracias por haberlo liberado. Una de las habitaciones estaba siendo acondicionada con plásticos, como hacen los asesinos para no dejar rastros que les puedan incriminar, y en la zona encontraron un traje EPI, de esos que se ponen los agentes que se adentran en el lugar del crimen. Sobre un butacón, unas tijeras de podar; muy cerca, una sierra de arco, y al lado, una pistola con silenciador. No se puede decir con certeza cuál era el cometido de este aparataje, pero se intuye un escenario sanguinolento que se levanta cuando en el suelo yace un cuerpo empaquetado.

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