Museo Nacional del Turismo: buscan un edificio de 20.000 m2 en Málaga

Mallorca, Benidorm, Costa Brava… y Málaga, claro. Para ser más precisos, Torremolinos. Por utilizar un término que englobe la zona: Costa del Sol. Los destinos pioneros españoles llevan ya siete décadas recibiendo visitantes, en un sector determinante para la economía española. ¿Y quién cuenta la historia del turismo? Por ahora no hay ningún espacio que desarrolle el proyecto con carácter nacional.

La Asociación de Amigos del Museo del Turismo impulsa la creación de un recinto expositivo con sede en algún municipio de la provincia de Málaga que sea considerado un Museo Nacional, dependiente del Ministerio de Cultura, como el de Arte Romano en Mérida, el de Ciencia y Tecnología de La Coruña, el de Escultura en Valladolid o el de Cerámica y Artes Suntuarias en Valencia.

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La intención es empezar este año las gestiones con diferentes instituciones y organismos que puedan ver la importancia del proyecto y que se haga en realidad la intención de convertirse en un Museo Nacional. “Primero queremos reunir los documentos, los fondos que tendría, y abrir el conocimiento. Lo estamos empezando desde abajo”, subraya Luis Utrilla, responsable de la asociación, que trabaja en la seguridad de operaciones del Aeropuerto de Málaga (donde creó también un museo) y en plantilla de Aena desde 1981.

Por ahora, dos salas

Utrilla encabeza junto a una decena de miembros destacados del turismo malagueño como Rafael Fuentes, director del Área de Análisis e Inteligencia Turística de Turismo y Planificación Costa del Sol; Enrique Cibantos, ex director del Hotel Meliá Costa del Sol (33 años permaneció en el puesto); José Luis Cabrera, creador de ‘Torremolinos Chic’ y autor junto a Carlos Pranger de ‘Excéntricos en la Costa del Sol’, o Antonio García del Valle, que fue presidente del Skal Internacional, una organización relevante del sector en todo el mundo, y socio número 1 del Patronato de Turismo de la Costa del Sol.

Ahora mismo cuentan con dos salas situadas en un centro de interpretación turística del Ayuntamiento de Torremolinos donde explican la importancia del turismo en clave didáctica con los primeros turistas que llegaron en avión a la Costa del Sol (en aerolínea), hay una reproducción de una motocicleta con la que el personaje que interpretaba Alfredo Landa en la película ‘El Puente’ (1977) viajaba desde Madrid a Torremolinos y reproducciones de libros de Juan Goytisolo (‘La Isla’, de 1960); o de fragmentos de Ignacio Peyró, director del Instituto Cervantes en Roma, en un texto publicado en ‘Torremolinos: de pueblo a mito’, el libro de la revista ‘Litoral’ que coordinó en 2017 el escritor Alfredo Taján.

“No es un pueblo. Es algo que nunca se había visto en el mundo Te diré lo que es: un refugio en el que se puede huir de la locura del mundo”

Sirvan como estímulo para el museo las palabras de James Michener en ‘Hijos de Torremolinos’ (1971): “Una playa interminable. Montañas que la protegen del viento. No es una ciudad. No es un pueblo. Es algo que nunca se había visto en el mundo. Te diré lo que es: un refugio en el que se puede huir de la locura del mundo. Aunque resulta que es un refugio totalmente loco”.

“Esto es apenas el germen del proyecto. Nuestra idea es que pueda ser un inmueble de nueva construcción o uno ya hecho y adecuarlo como museo. Sería unos 20.000 o 30.000 metros cuadrados de edificio y 2.000 de espacio expositivo. También queremos que se convierta en un centro del conocimiento del turismo de lo que ha pasado y del futuro, con una proyección hacia delante”, explica Utrilla a El Confidencial.

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Gema Garrido, vicepresidenta de la asociación de amigos de la iniciativa de este museo, es CEO en The Kreative Room, especializada en marketing turístico y análisis de datos, y tiene más de 20 años de experiencia en el sector. “Lo consideramos un proyecto estratégico. Queremos darle la dimensión que se merece el sector y contar con la colaboración de los profesionales que lo han hecho posible”, resalta Garrido a este diario.

Más allá de las suecas

Uno de los siguientes pasos a seguir por este colectivo es la elaboración de una propuesta de diseño museográfico que siente las bases de un espacio que intentará explicar la transformación que ha supuesto el turismo en el desarrollo e internacionalización de los territorios, “mucho más allá del estereotipo de las suecas”, precisa Utrilla, que ya ha elaborado la historia de varios aeropuertos españoles como el de Son Sant Joan (Palma), Tenerife Norte y Málaga. El museo no estaría inaugurado, según las previsiones de la asociación, antes de cinco años. Tampoco han valorado la cifra de visitantes o presupuesto.

No existe, al menos en España, un proyecto similar. Hay uno, digital, con una sede itinerante que se llama precisamente Museo del Turismo, impulsado por el empresario turístico Alberto Bosque, y con presencia en más de 60 salas de una decena de países. El interés de los promotores del proyecto malagueño es que la iniciativa sea estatal y que tenga una sede física, dos diferencias sustanciales al proyecto de Bosque, que ofrece como gran ventaja el ser un museo descentralizado.

Es en la década de los cincuenta del siglo XX cuando empiezan las vacaciones pagadas en los países europeos

Utrilla remarca la importancia capital del transporte aéreo para el desarrollo del turismo. Es en la década de los cincuenta del siglo XX cuando empiezan las vacaciones pagadas en los países europeos. El buen clima, el número de horas de sol, y la disponibilidad de aviones sobrantes de la II Guerra Mundial son otros factores que explican el arranque del turismo de masas.

20 de octubre de 1959

Todo este contexto se refleja con detalle en la muestra que ahora se puede ver en Torremolinos y que arranca con una fecha clave: el 20 de octubre de 1959, cuando el Aeropuerto de Málaga inaugura una nueva pista de aterrizaje de asfalto, y llega el primer chárter: un avión Convair 440 Metropolitan de la aerolínea finlandesa Kar-Air de la familia finlandesa Karhümaki con una ruta entre Helsinki, Gotemburgo, Luxemburgo, Barcelona y Málaga.

Es el momento, se indica en la exposición, en el que comienza la promoción del paquete turístico cerrado que incluye el vuelo, dos semanas de estancia en el hotel El Pinar (donde los Reyes Balduino y Fabiola estuvieron de viaje de novios), y excursiones organizadas. No hay que esperar mucho tiempo para que otras aerolíneas continúen “la estela de esta Ruta del Sol finlandesa”.

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Hay reproducciones de maletas de la época, el maniquí de una azafata de la Kar-Air y postales de la zona, que como escribió en 1974 Antonio D. Olano en su ‘Guía secreta de la Costa del Sol’, son “fe de vida” y “esperanza de envidia al que la recibe”, aunque el día en que se escribe “llueva a mares”. Y hay folletos y banderines no solo de destinos de sol y playa, sino de balnearios como el de Panticosa (Huesca) y Lanjarón (Granada).

No antes de cinco años

“Era un pueblecito a la orilla del mar, hace años. Ahora las cosas han cambiado mucho. Entonces nunca había nadie en las calles, en pleno verano. Y todo el mundo lo sabía siempre todo de las idas y venidas de todos los demás”, escribió Casademont Clarasó en su libro ‘Sol de España’ (1966). Ahora sí que han cambiado. Esa evolución que tuvo como auge los sesenta y setenta, “la hora pop”, como tituló Juan Bonilla un libro que radiografía la época con el emblemático hotel Pez Espada y el esplendor marbellí, pretende que se refleje en el espacio.

Una de las inspiraciones de Utrilla para esta iniciativa es el Museo del Transporte de Londres, ubicado en el antiguo mercado de flores de Convent Garden. Parafraseando el eslogan sesentero de Spain is different, ese museo también pretende que sea original. Garrido y Utrilla: “Esto que se puede ver es apenas el principio”. La banda sonora quizá empezaría con el clásico dabadabadá, dabadabadá de las Bubby Girls en el Meliá Don Pepe de Marbella.