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El sector del vino en Córdoba lucha por sobrevivir: la superficie de viñedos cae un 84%
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QUEDAN 4.100 HECTÁREAS

El sector del vino en Córdoba lucha por sobrevivir: la superficie de viñedos cae un 84%

Los viticultores de Montilla-Moriles deben apostar por la innovación y la producción de nuevos caldos para evitar la desaparición de un cultivo histórico en la provincia andaluza

Foto: Plantación de viñedos en Montilla. (EFE/Salas)
Plantación de viñedos en Montilla. (EFE/Salas)

En los años 80 la superficie cultivada de viñedo en Córdoba superaba las 27.000 hectáreas. En la actualidad apenas hay 4.100. Se trata de una pérdida del 84%, según los datos que aporta el gerente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen (DO) Montilla-Moriles, Enrique Garrido, quien asume que la situación del sector es muy complicada. Son varios los factores que han influido hasta llegar a este punto. La más básica y evidente es el cambio que se ha producido en los hábitos de consumo en los últimos 40 años, un tiempo en el que la cerveza ha pasado a ser la opción mayoritaria entre los potenciales consumidores. Los datos son abrumadores. La estadística del Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente revela que en el año 2019 (antes de la pandemia) se consumieron en España 149,92 millones de litros de vino frente a 1.031 millones de litros de cerveza.

Foto: Ayuntamiento de Córdoba. (C.C.)

Si se tiene en cuenta que la mayoría de los caldos que se producen en Córdoba son generosos (más complejos, que requieren de más tiempo de producción y no muy populares entre los jóvenes) la diferencia es mucho mayor. La situación era tal, explica Garrido, que en España se producía mucho más vino del que se consumía y ante eso la Unión Europea acordó como medida dentro la de Política Agraria Común (PAC) las ayudas para la reconversión y reestructuración del viñedo.

La UE sigue un estricto control de concesiones para nuevos cultivos

El plan llevado a la práctica supuso que se arrancaran miles de hectáreas que en su mayoría se destinaron al olivar por ser “un cultivo permanente, que requiere de pocos cuidados y que da una rentabilidad anual al productor”, explica Garrido. Hay que tener en cuenta que los vinos de la DO Montilla-Moriles requieren en su mayoría años de envejecimiento, como es el caso del fino, que necesita de cuatro años antes de poder ser comercializado. En estas decisiones influyeron también otros factores, desde el envejecimiento de las explotaciones a la falta de mano de obra. Según datos de la Junta de Andalucía, la edad medida de los viticultores de la zona era de 55 años y prácticamente ninguna superficie era rentable sin la aportación de mano de obra familiar.

La realidad es que bajo esta premisa se arrancaron miles de hectáreas que ahora es muy complicado de recuperar, pues la UE sigue un estricto control de concesiones para nuevos cultivos. Aunque el primer paso debe ser la estabilización de las explotaciones actuales y su rentabilidad.

Innovación y promoción

Pero, ¿está todo perdido? Definitivamente no. Así se muestra en un estudio realizado por los investigadores de la Universidad de Córdoba Rafael Garzón-García, Gema Trujillo y Rafael F. Vega-Pozuelo, en el que se apuesta por la innovación como clave de futuro para la supervivencia de la vid en Córdoba. Garzón-García, que es profesor de Geografía y Ciencias del Territorio de la Facultad de Filosofía y Letras, apunta como una de las conclusiones del trabajo que “el sector está en una situación de crisis muy importante, con una reducción muy significativa siendo la principal causa de ese retroceso la inadaptación al mercado o a las nuevas tendencias”.

Foto: Bodega del Marco de Jerez. (EFE)

Por eso es necesario la innovación para el desarrollo de nuevos productos, para lo que ya han surgido varios proyectos dentro del marco. Es el caso de la producción de vinos de tinaja, obtenidos en algunos lagares de la Sierra de Montilla y cooperativas de Moriles. Se trata de vinos que no pasan por el proceso de envejecimiento. Vinos nuevos, frescos o del año –según se conocen en la zona–, antes considerados sin terminar y vendidos a consumidores locales que los compraban a granel en los lagares, pero que ahora son muy populares entre los jóvenes.

Otra iniciativa es la producción de vino en rama, a la que recientemente se han adherido once bodegas y lagares y que va en la misma línea de atraer a nuevos aficionados al vino. Todo esto sin olvidar el carácter diferenciador que aporta la DO Montilla-Moriles, como son los vinos dulces con la uva Pedro Ximénez. “Por ahí debe ir el sector, además de apostar por la producción de vinagre, que hasta ahora es residual, pero que tiene un peso relevante en la gastronomía”, opina Garzón.

Foto: Una zona de olivares en Jaén. (EFE/José Manuel Pedrosa)

En cuanto a la promoción, difundir los caldos a través de marcas específicas, dentro de la hostelería o en supermercados, son otras de las medidas que se plantean en el estudio. Precisamente la DO ha participado hace unos días en la feria comercial Madrid Fusión con “un gran éxito”, según apunta el gerente del consejo regulador. Para Garrido “estos formatos son imprescindibles para consolidar la importancia de nuestros vinos en la gastronomía”.

Estabilización para crecer

Si se ponen en marcha todas estas medidas, que en algunas bodas de Montilla-Moriles ya ha comenzado, se puede frenar ese proceso continuado y, a partir de ahí “lograr una estabilización para empezar a incrementar poco a poco la superficie de cultivo”, apunta Garzón, una idea en la que también coincide el gerente del consejo regulador de la DO. Para Garrido, “la situación está empezando a cambiar, se está apostando por nuevos vinos y somos optimistas”. En estos momentos el número de bodegas que ha iniciado esta reestructuración es testimonial y evidencia que no es suficiente para una revitalización que asegure la supervivencia a medio-largo plazo.

Los investigadores de la Universidad de Córdoba insisten en el aspecto de la difusión y la búsqueda de mercados internacionales. En estos momentos, según los datos del marco de Montilla-Moriles, apenas el 10% de la producción se destina a la exportación.

En definitiva, el sector tiene que avanzar hacia la reconversión, evolucionar de los vinos viejos o viejísimos a otros nuevos o novísimos. Ganar flexibilidad, buscar formas innovadoras y vías de promoción y comercialización para garantizar un cultivo que no solo tiene una faceta productiva y agraria, sino que forma parte del patrimonio cultural y paisajístico de la provincia.

En los años 80 la superficie cultivada de viñedo en Córdoba superaba las 27.000 hectáreas. En la actualidad apenas hay 4.100. Se trata de una pérdida del 84%, según los datos que aporta el gerente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen (DO) Montilla-Moriles, Enrique Garrido, quien asume que la situación del sector es muy complicada. Son varios los factores que han influido hasta llegar a este punto. La más básica y evidente es el cambio que se ha producido en los hábitos de consumo en los últimos 40 años, un tiempo en el que la cerveza ha pasado a ser la opción mayoritaria entre los potenciales consumidores. Los datos son abrumadores. La estadística del Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente revela que en el año 2019 (antes de la pandemia) se consumieron en España 149,92 millones de litros de vino frente a 1.031 millones de litros de cerveza.

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