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La mecha infinita de Warner Rossi, la fuga del italiano que vuela por los aires tu cajero
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CRIMEN ORGANIZADO

La mecha infinita de Warner Rossi, la fuga del italiano que vuela por los aires tu cajero

Detectado en España a comienzos del 2000, se le considera el 'profesor' de todos los que después han robado bancos con este método. Desde el 1 de diciembre está en búsqueda y captura tras no ser localizado para un juicio

Foto: Fotogramas de una cámara de seguridad del momento de un robo. (EC)
Fotogramas de una cámara de seguridad del momento de un robo. (EC)

El pasado lunes 12, la Ciudad de la Justicia de Málaga debía recibir, una vez más, a uno sus clientes ilustres. Su nombre suele escabullirse de las páginas de los periódicos, pero está muy presente en las unidades de robos y atracos. Warner Rossi, un cincuentón italiano, consumidor habitual de marihuana, debía afrontar un nuevo juicio por una de sus últimas fechorías. Aunque sinceramente, nadie esperaba verlo por allí. Sobre todo, porque desde el día 1 estaba en búsqueda y captura ante la imposibilidad de ser localizado. Y además, porque durante el tiempo transcurrido desde que se perdió su paradero, varios cajeros automáticos han saltado por los aires en espectaculares y peligrosos golpes. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Es una mera sospecha, o no, pero a tener en cuenta cuando se habla del gurú de esta modalidad delictiva. El tipo que allá por el año 2000 comenzó a explosionar bancos por todo el país desde su refugio en el barrio malagueño de El Palo. El profesor que convertía sus estancias en prisión en master class en las que sus alumnos delincuentes aprendían a preparar la pizza slide —un explosivo compuesto por cloruro y potasio— e inyectar gas para reventar terminales.

Hace algo más de dos semanas que judicialmente se decretó la captura de Rossi, aunque policialmente su búsqueda estaba activa desde hacía mucho más tiempo. El 8 de agosto reventaron dos cajeros en la capital malagueña con un margen de 20 minutos de diferencia y, a pesar de que en la última década han caído grupos organizados de distinta nacionalidad que ponían en práctica este método delictivo, el primer nombre que se vino a la cabeza de los investigadores fue el de este italiano medio boquerón.

Foto: Imagen del cajero robado esta madrugada. (EFE/Toni Albir)

Warner, en el que los que han visto cientos de horas de grabación de sus golpes son capaces de apreciar una imperceptible cojera producto de un accidente de tráfico en Roma, se asentó hace aproximadamente dos décadas en el barrio malagueño de El Palo. Hacía poco tiempo que había rebasado la treintena y se integró con facilidad en un punto de la ciudad con mucha idiosincrasia. Incluso inició una relación con una lugareña que se extendió a lo largo de los años y de la que surgió un hijo. Posteriormente, las cosas no fueron bien en la pareja, y acabó rompiéndose. Rossi, entonces, comenzó a salir con otra paleña.

Alto, aproximadamente 1,85, y corpulento, en el habla aún arrastra el acento italiano. Con barba de tres o cuatro días, y un pelo en el que aún se vislumbra un pasado pelirrojo, a la hora de vestir no suele hacer honor a sus raíces. Lo suyo son los vaqueros holgados y las zapatillas: la comodidad por encima de cualquier estilismo. Una amplitud en la vestimenta que, en parte, podría ser consecuencia de la pérdida de peso que algunos habían atisbado durante los últimos tiempos.

Largo historial

La hemeroteca muestra una de sus primeras muescas judiciales en 2006, cuando el juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Torrox (Málaga) decretaba su ingreso en prisión junto a dos compinches. Todos habían sido detenidos en Nerja por una secuencia de robos de cajeros con gas que en los meses anteriores presuntamente habían perpetrado por todo el arco mediterráneo. Barcelona, Tarragona y Gerona, para después seguir hacia la provincia malagueña. Porque una de las características de Warner Rossi y los suyos es su movilidad geográfica. Una semana estaba en Cataluña, otra en Madrid, después en Andalucía y seguidamente en Levante. Tratar de no permanecer mucho tiempo en un mismo sitio para no ser detectados.

Un teletipo de EFE de la época que abordaba la operación apuntaba que la Policía Nacional había averiguado que esa llamativa y destructiva modalidad delictiva procedía de Italia, por lo que orientó sus pesquisas a la localización de individuos de esta nacionalidad. Los responsables del caso supieron que, desde mediados de diciembre de 2005, se habían asentado en la capital malagueña dos ciudadanos transalpinos. Y la investigación se centró en ellos cuando sus colegas italianos les confirmaron que dos de los nombres facilitados tenían numerosos antecedentes en su país por atracos, secuestros, tenencia de armas y robos. Uno era Rossi.

Su certificado de penales lo adornan —por ahora— una condena de un año y seis meses de prisión por robo con fuerza en las cosas dictada el 28 de junio de 2011 por el juzgado de lo Penal número 4 de Málaga; y un fallo de la de la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Málaga que el 9 de noviembre de 2016 le imponía nueve meses de prisión por un delito de tenencia de explosivos. El pasado lunes debía afrontar un nuevo proceso judicial. Era la consecuencia de la operación Trueno. Una investigación que permitió esclarecer de siete robos con fuerza —seis consumados y otro en grado de tentativa— perpetrados en cajeros de entidades bancarias situadas en Málaga y Córdoba. Pero con un valor añadido: fue la primera vez que se intervenía un kit completo para la detonación de las máquinas expendedoras de dinero.

Rossi arrastra una casi imperceptible cojera como consecuencia de un accidente en Italia

Las pesquisas arrancaron el 17 de marzo de ese año, cuando se produjo un robo mediante el uso de explosivos en un cajero del polígono La Torrecilla, en la provincia cordobesa. El modus operandi empleado conectó el robo con otro realizado el 30 de enero en un terminal de un centro comercial del municipio malagueño de Estepona. No fue la única conexión. Uno a uno, los agentes lograron relacionar a los autores con otros cinco palos similares: uno en el complejo empresarial La Azucarera, en Antequera; dos en la capital malagueña —concretamente en el polígono industrial Guadalhorce y en El Palo— y un segundo en la localidad esteponera. A todos estos se sumó un séptimo, frustrado, en Mijas.

En la cúspide de la organización presuntamente autora de estos robos se situó a Rossi, a quien la Policía Nacional definió entonces como "el pionero en España en la detonación de cajeros mediante el uso de explosivos sólidos". "Una técnica, al parecer, importada desde su país de procedencia, y que habría enseñado al resto de miembros de la organización".

placeholder Momento en el que Warner Rossi revienta un cajero. (Cedida)
Momento en el que Warner Rossi revienta un cajero. (Cedida)

La composición del explosivo empleado en los robos en cajeros resultó ser "básica pero, al mismo tiempo, muy efectiva". Se trataba, según los especialistas, de una pólvora pirotécnica que, en su medida justa permitía que, después del estallido, el cofre de seguridad del terminal quedara abierto y permaneciesen intactos la mayoría de los billetes en su interior. No era la primera vez que con otra técnica se les iba mano y parte del botín acababa chamuscado, para frustración de los primeros curiosos en llegar al lugar con la intención de hacerse con algunos euros de migaja. Es lo que ocurrió con un cajero ubicado frente a la iglesia de El Palo. Y con otro que volaron un 1 de enero. Una fecha, la de Año Nuevo, en la que el italiano ha perpetrado algún que otro golpe. "En Nochevieja hay mucha gente en la calle, ruido, se tiran petardos…", comenta una de las fuentes consultadas.

12 años de cárcel

La Fiscalía de Málaga, a la que ha tenido acceso este periódico, ofrece más detalles del sistema supuestamente empleado por Rossi y los suyos. En la calificación sobre este caso —que reduce a dos de los seis asaltos— especifica que el explosivo empleado se denomina pizza slide y que está "compuesto a base de cloruro y potasio".

Foto: Destrozos en un banco del BBVA. Foto de archivo. (EFE/Santi Donaire)

El escrito relata que, a las 4:30 del 19 de junio de 2017, el histórico delincuente, "de común acuerdo con otra persona que hasta la fecha no ha sido identificada, y con intención de obtener un beneficio económico ilícito", se desplazaron en motocicleta hasta una entidad bancaria ubicada en el 32 de la avenida Juan Sebastián Elcano de la capital malagueña. Ocultando sus rostros con bragas, y llevando distintas herramientas —"como destornilladores y una cruceta"— colocaron el citado compuesto explosivo y detonaron el cajero. Los daños causados a la sucursal se estimaron en 40.445,90 euros, mientras que "el número de billetes deteriorados" sumaban 24.670 euros.

Cinco días más tarde, en Estepona, supuestamente repitió el golpe. Fue una oficina del mismo banco ubicado en el centro comercial Mustang y actuaron a las 2:35. El botín ascendió a 18.000 euros, mientras que los desperfectos se cifraron en 50.886,63 euros.

El conocido delincuente se asocia con ladrones de todo tipo y es apreciado por su generosidad

Cuando la Policía Nacional desarticuló su enésima banda, Walter Rossi fue detenido junto a otros seis delincuentes de entre 32 y 59 años y originarios de Holanda y Colombia. Demostrando, una vez más, que no hacía remilgos a asociarse con individuos de otras nacionalidades —rumanos, españoles...— siempre que respondiesen. Y la gente quería trabajar bajo sus órdenes porque es generoso en el pago. Los chavales que hacían de puntos, los que se apostaban en las proximidades para avisar si se aproximaba alguien antes de encender la mecha, podían cobrar 500 euros por unos minutos.

Rossi cayó esa vez en Mijas, donde se había refugiado tras huir de Holanda cuando arrestaron al que entonces era su mano derecha, y volvió a pisar la cárcel una temporada. Después comenzó a disfrutar de los permisos penitenciarios, y finalmente se evaporó. "No se le pudo localizar y se le puso en busca y captura el 1 de diciembre", precisaron fuentes judiciales sobre el último juicio que debía afrontar.

Su paradero se desconoce —hace tiempo que abandonó El Palo para mudarse a un punto de la zona Oeste— y la justicia tendrá que esperar para que afronte la petición de 12 años de cárcel por tenencia ilícita de explosivos y robo continuado que le exige el Ministerio Público. Mientras tanto, durante las últimas semanas han reventado al menos tres cajeros en la capital malagueña; el último conocido, en El Palo. Y todos se preguntan lo mismo: "¿Habrá sido Rossi?".

El pasado lunes 12, la Ciudad de la Justicia de Málaga debía recibir, una vez más, a uno sus clientes ilustres. Su nombre suele escabullirse de las páginas de los periódicos, pero está muy presente en las unidades de robos y atracos. Warner Rossi, un cincuentón italiano, consumidor habitual de marihuana, debía afrontar un nuevo juicio por una de sus últimas fechorías. Aunque sinceramente, nadie esperaba verlo por allí. Sobre todo, porque desde el día 1 estaba en búsqueda y captura ante la imposibilidad de ser localizado. Y además, porque durante el tiempo transcurrido desde que se perdió su paradero, varios cajeros automáticos han saltado por los aires en espectaculares y peligrosos golpes. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Es una mera sospecha, o no, pero a tener en cuenta cuando se habla del gurú de esta modalidad delictiva. El tipo que allá por el año 2000 comenzó a explosionar bancos por todo el país desde su refugio en el barrio malagueño de El Palo. El profesor que convertía sus estancias en prisión en master class en las que sus alumnos delincuentes aprendían a preparar la pizza slide —un explosivo compuesto por cloruro y potasio— e inyectar gas para reventar terminales.

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