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Los vecinos que temieron ver arder Doñana cinco años después: "Otra vez no, por favor"
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INCENDIOS EN VERANO

Los vecinos que temieron ver arder Doñana cinco años después: "Otra vez no, por favor"

Es la segunda vez en pocos años que la gente de Almonte (Huelva) y alrededores vive días de incertidumbre por un fuego que amenaza con extenderse hacia esta joya natural

Foto: El incendio forestal declarado en el paraje El Corchito de Bonares (Huelva) alcanzó los términos municipales de Rociana y Almonte. (EFE/David Arjona)
El incendio forestal declarado en el paraje El Corchito de Bonares (Huelva) alcanzó los términos municipales de Rociana y Almonte. (EFE/David Arjona)

Es la segunda vez en cinco años. Los vecinos de Huelva volvieron a vivir esta semana la incertidumbre por un fuego que amenazaba con llegar a Doñana. Ya ocurrió una vez, en 2017, cuando un grave incendio se desató en la zona y terminó arrasando 10.000 hectáreas del Parque Natural. Un lustro después, muchos temieron volver a ver un desastre como aquel. Fue el lunes por la tarde cuando se activaron todas las alarmas. El aviso de nuevos focos a kilómetros de la zona protegida comenzó, primero, en Bonares y horas después, en Almonte. Las causas que los originaron aún se investigan. Pero tanto ciudadanos como autoridades respiran hoy más tranquilos después de darlo por controlado y estar cerca de una extinción total.

Las quemas en ambos núcleos —que el Infoca estima en más de 1.700 hectáreas— no llegaron a abarcar las dimensiones de aquel último gran incendio en el Parque. Pero este desastre recordó a muchos vecinos que el peligro aún existe. "Tengo amigos en Galicia que viven cerca de los incendios en los montes. Unos días atrás les estuve contando que aquí, hace años, se quemó Doñana", recuerda Marta, 24 años, vecina de Matalascañas, el núcleo costero más próximo al espacio natural. Lo que en ese momento no esperaba era que poco después de aquella conversación, todo parecía repetirse: "Otra vez no, por favor", pensó. Temía que otro incendio terminase por devastar el Parque.

placeholder Un vecino de Bonares observa cómo ha quedado su casa tras el incendio. (EFE/David Arjona)
Un vecino de Bonares observa cómo ha quedado su casa tras el incendio. (EFE/David Arjona)

Al final, el incendio tampoco llegó a los núcleos urbanos y terminó afectando casi exclusivamente al entorno rural. Sí que fueron desalojadas 236 viviendas dentro del término municipal de manera preventiva. A Chema, 46 años, lo avisó un amigo de madrugada, cuando se supo que las llamas se acercaban a una finca que su familia tiene en el campo. Salió corriendo de casa en dirección a los terrenos y una vez allí, cuenta que le frenó la Policía Local. Fue en ese momento cuando las autoridades habían comenzado a desalojar viviendas por la magnitud cada vez mayor del incendio.

Le pidieron irse, pero Chema no lo hizo. A bordo de un turismo, intentó avanzar para apagar el fuego que llegaba a su portal con mangueras y cubos de agua. "Cometí una temeridad, lo reconozco", admite, pues la lengua de fuego avanzó a tal velocidad que casi no lo cuenta: "Me vi mal, casi no pude salir de allí. Fue una inconsciencia total". Y no era el único vecino que se adentró junto a las llamas para apagar el fuego. Recuerda ver a otros propietarios de fincas cercanas a la suya vertiendo litros de agua para sofocar el incendio.

Foto: Un bombero en el incendio de Valdeorras (Ourense). (EFE/Brais Lorenzo)
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Avanzada la noche, pudo hablar con efectivos allí desplazados. "Estaban desbordados", señaló. A lo largo de las tres jornadas de mayor intensidad, intervinieron dotaciones de la Guardia Civil, la Dirección General de Emergencias, Policía Local y Nacional, asistentes del 112 y el 061, Protección Civil o el Consorcio de Bomberos de Huelva.

En un verano en el que vuelve la alerta de incendios en España, las autoridades recuerdan la importancia de dejar actuar a los profesionales. Precisamente, el responsable del Parque de Bomberos de Almonte, Cristóbal Acosta, recordó a este periódico que "la primera función de un bombero es rescatar". La segunda, apagar incendios. "Si hay personas cerca y vemos que están en problemas, nuestra prioridad va a ser siempre rescatarlas. Y eso termina alejando la atención de apagar el fuego", explica.

placeholder Casas afectadas por el incendio de Bonares. (EFE/David Arjona)
Casas afectadas por el incendio de Bonares. (EFE/David Arjona)

Pedro, 25 años, es almonteño y volvió desde Madrid días antes de iniciarse el incendio. Echando la vista atrás, cuenta que desde el pueblo, al que las llamas no terminaron de llegar, notó en la tarde del lunes que algo iba mal. Sobre todo, sintió leves dificultades para respirar y advirtió que se formaba una nube de polvo inusual. "Cuando empezamos a ver las llamas, me preocupé mucho por Doñana. Fue lo primero que me vino a la mente, y no sabía qué pasaría o si sería igual que hace cinco años", rememora, evocando el incendio que terminó afectando al área occidental del Parque Nacional. "Tanto entonces como ahora fue muy triste: Doñana es un sitio único y lo tenemos al lado, hemos crecido con ese privilegio y temía que el fuego volviera a dañarlo", afirmó.

Foto: Intervención de los bomberos de Cádiz. (EFE/Román Ríos)

A José María García, teniente de alcalde y concejal de Medio Ambiente de Almonte, le llegaron esa tarde muchos mensajes de otros vecinos que, como Pedro, empezaron a ver columnas de humo desde sus casas. Le habían avisado del incendio que acababa de desatarse en Bonares, relativamente cerca de allí. Pero no fue hasta una hora más tarde que se confirmaron los peores pronósticos: el fuego se aproximaba. "Vi al fantasma del incendio de 2017 pasar frente a mis ojos", evocó el responsable municipal. Y es que, en un primer momento, muchos factores se asemejaban: "El fuego avanzaba, las temperaturas eran muy altas, los vientos no eran tan cambiantes como hace cinco años, pero sí soplaban con fuerza... y todo empezó de forma inesperada. Era como revivir el episodio de hace cinco años".

Ese primer día, el 25 de julio, anocheció sin que nadie supiera qué iba a ocurrir. El fuego avanzaba a gran velocidad y no contaban con recursos suficientes pese al despliegue de medios locales. En torno a las ocho de la tarde, el Ayuntamiento activó el plan de emergencias para incendios forestales. A la tarde siguiente, ya con ayuda externa, comenzaron a albergar esperanzas de que las llamas podrían controlarse. "Fue un despliegue increíble, calculo unos 130 efectivos y medios aéreos que trabajaron sin descanso en extinguir el incendio".

Orientados por guardas rurales que conocían el campo y la zona, las actuaciones contaron con "referencias directas" de por dónde iba el fuego, asegura el concejal. Al tercer día desde que comenzó, el miércoles, el área de incendios estaba perimetrada e informaron de que la situación había sido estabilizada. Esto no significa que se hubiese resuelto por completo, pero sí que, a expensas de que adversidades climatológicas, las llamas estaban controladas.

Al final, el "fantasma" de un nuevo incendio como el de 2017 no fue más que un espejismo. Los daños totales de este último fuego aún se están evaluando y, de momento, solo hay estimaciones. Según los datos provisionales del Ayuntamiento, no hay heridos ni viviendas afectadas. Solo una caravana particular, además del terreno arrasado y parte de la infraestructura viaria. Pero este último caso ha vuelto a reactivar la alerta, en un verano en el que no han sido pocos los incendios originados en otros puntos de España.

Foto: Las llamas devoraron el entorno de Doñana en el verano de 2017. (EFE/Julián Pérez)

La posibilidad de que un nuevo fuego vuelva a afectar a vecinos e incluso al Parque Natural de Doñana sigue latente. Sobre todo, cuando el espacio natural aún no ha terminado de recuperarse del desastre de 2017. Hace exactamente un mes, la Junta de Andalucía anunciaba una nueva inversión de 17 millones de euros para proteger el espacio y restaurar los destrozos que permanecen desde el incendio. Lo que no sabían es que, poco después, las llamas harían de nuevo saltar las alarmas.

Es la segunda vez en cinco años. Los vecinos de Huelva volvieron a vivir esta semana la incertidumbre por un fuego que amenazaba con llegar a Doñana. Ya ocurrió una vez, en 2017, cuando un grave incendio se desató en la zona y terminó arrasando 10.000 hectáreas del Parque Natural. Un lustro después, muchos temieron volver a ver un desastre como aquel. Fue el lunes por la tarde cuando se activaron todas las alarmas. El aviso de nuevos focos a kilómetros de la zona protegida comenzó, primero, en Bonares y horas después, en Almonte. Las causas que los originaron aún se investigan. Pero tanto ciudadanos como autoridades respiran hoy más tranquilos después de darlo por controlado y estar cerca de una extinción total.

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