Nadie quiere la herencia de Ciudadanos en Andalucía
Rocío Ruiz y Guillermo Díaz se descartan como sucesores de Juan Marín al frente del partido naranja, que será controlado por una gestora en la comunidad en los próximos meses
Ciudadanos creció en Andalucía, entre otras razones, porque abanderó una campaña contra el impuesto de sucesiones y donaciones. Uno de los argumentos habituales de los naranjas residía en el alto número de andaluces que se veían obligados a renunciar a su herencia por el alto coste del tributo. Paradójicamente, los naranjas pasan ahora por una situación similar. No hay (casi) nadie dispuesto a asumir la pesada herencia de un partido que hizo posible el cambio en la Junta después de 37 años de gobiernos socialistas y que, tres años y medio después, ha desaparecido del tablero andaluz. Precisamente la cabeza de puente que utilizó Albert Rivera para convertir a un partido catalán en uno nacional con posibilidades reales de ser primera fuerza en España.
Tras apagarse el poder institucional de Ciudadanos en Andalucía, ya solo se puede mirar al Ayuntamiento de Madrid y al Congreso de los Diputados en busca de referentes naranjas. El pleno inaugural de la XII legislatura fue buen ejemplo, ya que la bancada del PP se extendía más allá de la mitad del hemiciclo, donde antes se sentaban los parlamentarios de Cs. En la tribuna de invitados, Marta Bosquet apuraba sus últimos momentos como presidenta de la Cámara, mientras todas las felicitaciones eran para Jesús Aguirre. Y los consejeros naranjas, sentados en sus escaños, asistían a las votaciones y tomas de posesión de los 109 nuevos parlamentarios conscientes de que la mayoría no seguirán en el segundo Ejecutivo de Juanma Moreno, que se conformará el próximo lunes 25 de julio.
En medio de este desmantelamiento, Ciudadanos cumplirá el martes un mes descabezado. Juan Marín anunció el mismo 19 de junio su dimisión de todos los cargos. Lo dijo en el hotel donde los naranjas solían celebrar las noches electorales y lo hizo saber por medio de los grupos de WhatsApp del partido. Lo mismo hicieron todos sus compañeros en la dirección, aunque fuentes de partido explican que no han presentado formalmente su dimisión. Solo dos dirigentes se mantienen en la cúpula naranja, el secretario de Organización, Andrés Reche, y el de Comunicación, Guillermo Díaz. El diputado malagueño es uno de los hombres de confianza de Inés Arrimadas y se encarga de la portavocía de ese proceso de refundación que todavía no ha llegado a Andalucía.
"No se puede estar a todo", dijo Díaz en el programa 'Mesa de análisis', de Canal Sur, para descartarse como sucesor de Juan Marín. Su nombre no era el único que estaba en las quinielas, ya que la consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Rocío Ruiz, también sonaba hasta que ella misma se borró. Tanto es así que, como adelantó 'Economía Digital', la onubense se ha dado de baja en el partido naranja. "No tendrá problemas para volver a su instituto", han dicho fuentes de su entorno sobre una política que estuvo cerca de ser la candidata de Cs a la Junta, con la bendición de Inés Arrimadas. La jerezana acabó optando por Juan Marín, que no ha mantenido una buena relación con Ruiz, en medio de la crisis de la moción de censura de Murcia.
Hay quien piensa que todavía existe la posibilidad de que Ruiz tenga encaje en el nuevo Gobierno de Juanma Moreno. Hay asociaciones que se han mostrado a favor de su continuidad y así se lo han hecho saber a la propia Ruiz, pero no se puede pensar solo en el primer escalafón del Ejecutivo. En el PP admiten desde la misma noche del 19-J que hay consejeros y cuadros del PP que tienen cabida en el organigrama de la Junta. El mejor ejemplo es el de Rocío Blanco, que se da por hecho que continuará como consejera de Empleo como premio a su labor en estos tres años y medio.
Fuentes de Ciudadanos explican que nadie del entorno de Juan Marín, como la citada Marta Bosquet, se ha puesto en contacto con los miembros que siguen en la dirección andaluza. Y estas mismas fuentes explican que la fórmula para la transición será una gestora formada por cinco miembros. Guillermo Díaz apuntó en esta dirección hace unos días en una entrevista en radio. Pero quien está comandando esta renovación es la secretaria general del partido, Marina Bravo, en un proceso paralelo a la refundación de Ciudadanos que ha puesto en marcha Arrimadas.
Una gestora de perfil municipal
Lo más probable es que el nombre del responsable de comandar esta gestora se conozca este lunes en un comité ejecutivo que se celebra en la sede nacional de Ciudadanos. El equipo andaluz que está en contacto directo con Bravo para armar esta dirección interina explica que tendrá un perfil municipalista. Hay que recordar que, tras la pérdida de Granada, hace más de un año, y la reciente moción de censura de Linares, la localidad más grande donde Cs gobierna es Palomares del Río, un pueblo del área metropolitana de Sevilla con 9.020 habitantes.
También es destacable la situación de Porcuna (Jaén), uno de los dos municipios donde los naranjas se impusieron en las últimas elecciones y donde gobierna Miguel Moreno. Se da la circunstancia de que su hijo, Enrique Moreno, ha sido diputado en la legislatura que acaba de terminar y fue uno de los hombres de confianza de Juan Marín. Fue el presidente de la comisión de investigación de la Faffe y entró en el equipo de dirección del grupo tras la purga de los críticos que acabó con Sergio Romero fuera de la Portavocía.
Las conclusiones de la citada comisión de investigación no se aprobaron, ya que se iban a abordar en el pleno del 26 de abril. La convocatoria adelantada de elecciones impidió que el Parlamento señalase a Susana Díaz, Manuel Chaves y José Antonio Griñán como responsables políticos de la corrupción en la extinta agencia de la Consejería de Empleo. Ciudadanos desaparece del tablero andaluz con esa espinita clavada, como ocurre con la eliminación de los aforamientos, un compromiso del Ejecutivo saliente que no se aprobará por la dificultad que conlleva reformar el estatuto.
Ciudadanos creció en Andalucía, entre otras razones, porque abanderó una campaña contra el impuesto de sucesiones y donaciones. Uno de los argumentos habituales de los naranjas residía en el alto número de andaluces que se veían obligados a renunciar a su herencia por el alto coste del tributo. Paradójicamente, los naranjas pasan ahora por una situación similar. No hay (casi) nadie dispuesto a asumir la pesada herencia de un partido que hizo posible el cambio en la Junta después de 37 años de gobiernos socialistas y que, tres años y medio después, ha desaparecido del tablero andaluz. Precisamente la cabeza de puente que utilizó Albert Rivera para convertir a un partido catalán en uno nacional con posibilidades reales de ser primera fuerza en España.