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"Andalucía es castellana. El intento de identificarla hoy con el Reino de Granada es un mito"
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Entrevista al historiador Carlos Arenas

"Andalucía es castellana. El intento de identificarla hoy con el Reino de Granada es un mito"

Para este académico, existe una 'dictadura de la necesidad' en la región, que obliga a muchos andaluces a coger cualquier cosa para ir tirando, y configura un carácter idiosincrático

Foto: El historiador económico Carlos Arenas. (Cedida)
El historiador económico Carlos Arenas. (Cedida)

La historia de Andalucía no es la que escribieron los viajeros románticos del final del siglo XIX que, como decía el historiador Juan Antonio Lacomba, poco tenía que ver con la realidad, y sí con una imagen estereotipada de España. Una construcción imaginaria labrada a partir de algunos tópicos, folclóricos, culturales y sociales, que se mantienen, sobre todo cuando se refiere a los andaluces. Todo tópico, es verdad, echa las raíces en algo existente, y a partir de ahí lo distorsiona, aumentado o deformado, como los espejos de barracas de feria que nos presentan nuestra imagen desfigurada, ridícula y hasta grotesca. Contra esa idea de Andalucía, el historiador económico Carlos Arenas acaba de publicar un ensayo copioso, único por sus características documentales, 'Lo andaluz. Historia de un hecho diferencial' (Editorial El Paseo), en el que repasa la evolución de Andalucía desde la Edad Media a lo largo de seiscientas páginas, tras muchos años de investigación. Carlos Arenas Posadas (Sevilla, 1949) es doctor en Historia y profesor del Área de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Sevilla hasta 2011. En su trabajo ofrece una visión distinta y contrastada del porqué de Andalucía. De esta Andalucía que conocemos. O no…

PREGUNTA. ¿Y dónde está el origen? ¿Qué es lo andaluz? ¿Debemos remontarnos a la Edad Media?

RESPUESTA. Sin duda, la manera en la que se desarrolló la Reconquista en Andalucía, que es distinta a cómo se hizo en el resto de España, lo que determina la historia andaluza. Mientras que en el norte la conquista se produce por la participación de campesinos, civiles, militares y distintos reyes, que crearon un sistema político económico mucho más inclusivo, en el caso de Andalucía, del sur, la conquista se produce por un solo rey, Fernando III y su hijo, Alfonso X, que traen ya consigo un embrión de Estado. Se apoyan, además, en señores jurisdiccionales que están al servicio de ese embrión de Estado y que, no solo son gestores, sino también acaparadores de riqueza.

Foto: El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, se reencuentra con Fadi. (EFE/Rafa Alcaide) Opinión

P. Es que cualquiera que piense en la Reconquista en la actualidad, en lo único que no repara es en los años transcurridos: durante dos siglos y medio, Andalucía se mantuvo al margen.

R. Eso es sustancial. Son dos siglos y medio en los que Andalucía, lo que hoy podríamos identificar como Andalucía, se mantuvo de frontera con el reino de Castilla y cuando se forma la idiosincrasia política y económica. En Andalucía, es esa clase guerrera de la reconquista la que se sitúa al frente, al contrario de la estructura feudal imperante en el resto de España. Es, en definitiva, el origen de un capitalismo señorial, extractivo, que determina Andalucía y que, con el paso de los años, tras la conquista de América, se exportará al nuevo continente. Por eso, hoy podemos ver connotaciones institucionales similares de Andalucía y muchos países latinoamericanos de dominio de una élite sobre la masa popular.

P. Por lo que está diciendo, ¿es una barbaridad afirmar que el origen del terrateniente, del señorito andaluz, está ahí, en la Reconquista?

R. En absoluto es una barbaridad. Cuando los Reyes reparten predios y castillos a los conquistadores, lo hacen dependiendo del rango de cada uno de ellos. A todo eso, obviamente, hay que añadirle un proceso posterior de acaparamiento, mediante compras o cesiones, que se completa, o se amplía, con las desamortizaciones. En el resto de España, solo ocurre algo parecido en La Mancha. Cuanto más al sur, más similitudes se pueden encontrar en este proceso de concentración de la tierra. En Andalucía no hay feudalismo, nunca lo hubo. Estamos ya ante un capitalismo señorial que hoy permanece como capitalismo extractivo.

Foto: Alberto Núñez Feijóo, junto a Juanma Moreno, en un mitin. (EFE/Julio Muñoz)
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P. Entre la Bética romana y Al-Ándalus, ¿usted qué piensa que es Andalucía? ¿Quién dejó más huella?

R. La Andalucía actual es castellana. Somos hijos de los conquistadores. El intento de identificar la actual Andalucía con el Reino de Granada, o con el Magreb, que fue un poco el sueño de Blas Infante, es un mito.

P. Cita usted a Blas Infante, considerado padre de la patria andaluza en el Estatuto de Autonomía. Imagino que cuando se habla de España como una nación de naciones, no estará muy de acuerdo.

R. Toda nación es una creación de los nacionalistas, es un constructo. La propia nación española lo es. ¿Qué es lo que ocurre en España? Pues que la diversidad es puramente económica, que es lo que sostengo en mis libros. Lo que marca las diferencias en España es la diversidad del capitalismo, de modelos de producción, unos más inclusivos, como Cataluña o el País Vasco, y otros extractivos, como es el caso de Andalucía. Por tanto, realmente, son los distintos modelos de capitalismo lo que nos diferencia desde la Edad Media.

P. Hay una pregunta que usted formula en alguna de sus presentaciones y que, de forma recurrente, se repite desde hace años en muchos ámbitos: ¿por qué no despega Andalucía? Y otra más: ¿Cómo pasa Andalucía de ser la región más rica de España a mitad del siglo XIX a la más pobre en 1931?

R. Hay razones exógenas y endógenas, aunque están perfectamente relacionadas. Hasta el sexenio democrático (1868-1874), Andalucía se sustentaba en una economía abierta al librecambio, como ocurría con Portugal, porque disponía de los puertos de Málaga, Cádiz, Sevilla, Almería, con entrada y salida de productos elaborados y semielaborados, también de materias primas, que le servían a la industria andaluza para prosperar. Eso se termina con la restauración borbónica y los aranceles del año 1892 y siguientes. A partir de entonces, Andalucía pierde ese carácter y se prima al País Vasco y Cataluña. A esa determinación, debemos sumarle como razones endógenas el carácter del capitalismo extractivo de Andalucía del que hablábamos antes.

Foto: El astillero de Navantia en San Fernando, Cádiz. (EFE/Navantia Cádiz)

P. Quiere decir usted, por tanto, que a partir de la mitad de siglo XIX a Andalucía se le asigna un papel concreto en el conjunto de España, apartada de la industrialización.

R. Sí, claro, ese es el papel que se le asigna a Andalucía. Cuando Cánovas habla de hacer nación, se refiere a un papel distinto en cada región porque creía, como Adam Smith, en una distribución nacional en el que las regiones españolas, dentro de un gran proteccionismo, debían repartirse los papeles. Pensaba que, cuando unas regiones producen y otras consumen, en ese intercambio nadie pierde. Y claro que no, claro que sí se perdía. ¿Por qué? Pues porque las relaciones de intercambio entre unos productos con valor añadido, como son los industriales o los financieros, y los productos sin valor añadido, como son los productos de la tierra o del subsuelo, que es el papel que se le asignó a Andalucía, los primeros se revalorizan progresivamente y los segundos, no. El deterioro económico y el retraso es progresivo.

P. De todas formas, esa es la historia. Pero no podemos ignorar que en los últimos cuarenta años Andalucía ha recibido 102.000 millones de euros de la Unión Europea para su desarrollo y no sale de los últimos puestos de desempleo, niveles de renta...

R. No es historia, en eso difiero de lo que dice: muchas de las cosas que ocurren hoy en Andalucía se explican por ese concepto de dependencia. Las bases institucionales del sistema capitalista señorial, extractivo, que comienza en el siglo XIII, como le decía antes, se mantienen. Todo ese dinero de la Unión Europea podría haber transformado la realidad sobre unas bases distintas, pero eso no ocurre. El programa del PSOE de Andalucía de los años 80 era transformador, hoy lo consideraríamos casi revolucionario, pero fue el propio PSOE, desde Madrid, quien mandó parar. Sí, somos más ricos que hace cuarenta años, pero aquel impulso rupturista se acabó. La transformación se cambió por la modernización de los años 90. El impulso andalucista e izquierdista se perdió y las viejas instituciones permanecen con un modelo económico de baja productividad y una mano de obra barata. Es lo que yo denomino ‘dictadura de la necesidad’, que obliga a muchos andaluces a coger cualquier cosa para ir tirando, lo que configura un carácter idiosincrático.

P. A su juicio, por lo tanto, ¿la autonomía ha fracasado en Andalucía?

R. Pues sí, evidentemente. El modelo autonómico en España ha beneficiado a las regiones de siempre, Cataluña y el País Vasco, y, sobre todo ahora, a Madrid. Andalucía sigue igual, con los peores indicadores, todos los que miden el bienestar social y económico. No mejoramos, como se dice, somos como el hámster, que da vueltas a la noria sin avanzar jamás. Aquí sigue imperando, desde finales del siglo XIX, la condición de Andalucía como una colonia interna en España. Y como ocurre con todas las colonias, surgen gestos de menosprecio hacia sus habitantes, como los que hemos visto de los independentistas catalanes o como los que en Madrid deprecian a Andalucía.

La historia de Andalucía no es la que escribieron los viajeros románticos del final del siglo XIX que, como decía el historiador Juan Antonio Lacomba, poco tenía que ver con la realidad, y sí con una imagen estereotipada de España. Una construcción imaginaria labrada a partir de algunos tópicos, folclóricos, culturales y sociales, que se mantienen, sobre todo cuando se refiere a los andaluces. Todo tópico, es verdad, echa las raíces en algo existente, y a partir de ahí lo distorsiona, aumentado o deformado, como los espejos de barracas de feria que nos presentan nuestra imagen desfigurada, ridícula y hasta grotesca. Contra esa idea de Andalucía, el historiador económico Carlos Arenas acaba de publicar un ensayo copioso, único por sus características documentales, 'Lo andaluz. Historia de un hecho diferencial' (Editorial El Paseo), en el que repasa la evolución de Andalucía desde la Edad Media a lo largo de seiscientas páginas, tras muchos años de investigación. Carlos Arenas Posadas (Sevilla, 1949) es doctor en Historia y profesor del Área de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Sevilla hasta 2011. En su trabajo ofrece una visión distinta y contrastada del porqué de Andalucía. De esta Andalucía que conocemos. O no…

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