Es noticia
Elecciones en Andalucía | Segundo debate: Olona ataca y Juanma Moreno contragolpea
  1. España
  2. Andalucía
ANÁLISIS

Elecciones en Andalucía | Segundo debate: Olona ataca y Juanma Moreno contragolpea

Era obvio que Olona tenía que salir más fuerte y más certera. No defraudó la alicantina. Y hasta hubo un momento en que pareció que podía llevarse el gato al agua

Foto: Los seis principales candidatos a la presidencia de la Junta de Andalucía. (EFE/Julio Muñoz)
Los seis principales candidatos a la presidencia de la Junta de Andalucía. (EFE/Julio Muñoz)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Nadie, ni siquiera quien ha estado en la preparación, puede hacerse una idea de lo que pesa la presión sobre cualquier candidato en el último debate de una campaña electoral. Y nadie acusó más la exigencia mental que Juan Espadas en un encuentro que fue mejor porque ya no es tiempo de reservarse.

Sufrió mucho el socialista. Y lo lamento, porque se ve que no es mala gente. Está atravesando un infierno que no se merece alguien con tantos años de experiencia política y que además quiere con todo su corazón al Partido Socialista de Andalucía. Eso se le nota. Tengo la impresión de que le están doliendo más las siglas que la autoestima.

* Si no ves correctamente este formulario, haz click aquí

Sufrió tanto que hasta se agarró a las cuerdas en los últimos asaltos. Pidió a su máximo rival que no golpease más en la misma zona. “No lo repita, tengo mi corazoncito”. En ese momento, el de más trascendencia de la noche, Juanma Moreno no quiso hacer más sangre y se retiró. Ya había logrado su objetivo. No había motivo para cebarse.

Terminaba de aplicar sobre Espadas el mismo método que en el primer debate, pero con un ataque más destructivo, sencillamente demoledor. En la anterior ocasión le fue dosificando los golpes hasta incrustarlo en el pasado. En esta, fue encadenándolo poco a poco a su superior, con mensajes crecientemente explícitos, hasta tenerlo clavado y espetarle un “usted no tiene carácter para enfrentarse a Sánchez”.

Lo dijo como si acabase de nombrar a Satanás, con plena conciencia, sabiendo que la sociología electoral estaba de su parte. Los números demuestran que la valoración de Espadas, siendo baja, es superior a la de un Sánchez que ya resta votos, que está hoy muy por debajo de la marca PSOE.

¿Por qué Espadas no se resolvió? ¿Por qué no frenó el debate en seco y se enfadó? ¿Por qué no levantó la voz para decirle “oiga, llevo toda mi vida sirviendo al interés de los andaluces y nadie va a ordenarme lo que tengo que hacer por el bien de mi tierra”? Porque la verdad existe. Porque ahora no es un hombre libre.

Ese mazazo de Juanma Moreno desató una llamada clara y directa a los votantes socialistas, inédita en Andalucía, donde la autonomía de un líder socialista nunca estuvo en quien le colocó desde Madrid. Faltaba algo más, exprimir la victoria. Así que el presidente y candidato del PP miró al resto de competidores y les repitió exactamente lo mismo: “Yo no tengo tutelas desde Madrid, ustedes sí. Teresa Rodríguez no, mire… eso se lo reconozco”. Y sonrió. Acababa de culminar el segundo contragolpe. La misión quedaba cumplida.

Para el primero, hizo falta una gestión diferente de los tiempos, una lectura adecuada de la situación combinada con un poco de paciencia.

Era obvio que Olona tenía que salir más fuerte y más certera. No defraudó la alicantina. Y hasta hubo un momento en que pareció que podía llevarse el gato al agua.

Entró brava y lo puso todo patas arriba, descorchó desde el saque toda la artillería de las guerras culturales. Libro escolar: masturbación infantil para niños de 11 años. Polaricemos todos. Polaricemos todos hasta la lucha final.

Teresa Rodríguez se frotaba las manos en el otro extremo: tenía ante sí la oportunidad de quitarle foco a Inmaculada Nieto. Y fue al choque desde la convicción y desde el cálculo, sabiendo perfectamente que la candidata de Por Andalucía pierde eficacia cuando el debate sube en temperatura.

El populismo —y más concretamente el nacionalpopulismo— sale victorioso de los debates cuando la conversación gira en torno a sus conceptos y tensiones. Esa es la base de una estrategia que gira con los engranajes de la provocación. Y estaba funcionando casi del todo: Teresa entraba en todas, Espadas caía en las trampas, Marín no terminaba de encontrar su sitio. Así que Olona pasó a la siguiente página de su guion.

Acusó a los partidos de izquierdas de ser élite, recordó las tanquetas en Cádiz cuando las protestas sociales, habló del sufrimiento de los andaluces… Lo dio todo. Pero no encontró lo que esperó porque Juanma Moreno estaba esperando.

Mantuvo el del PP la distancia con la de Vox. Vendió la mercancía, discutió algunos datos con los partidos progresistas y dejó pasar el tiempo. Buscaba el empate a cero. El plan era encajar goles en el bloque menos propicio para sus intereses, el de las políticas sociales. Ya cambiarían las cosas cuando llegase la economía.

Y cambiaron. Inmaculada Nieto entró por fin en el debate, con un discurso obrerista, algo menos moderno que hace una semana y demasiado pegado al Gobierno de Madrid —se ve que Yolanda le dio letra este fin de semana—. Teresa Rodríguez perdió filo. Marín desgranó propuestas. Espadas hizo un discurso del siglo XX. Todos iban consumiendo sus minutos mientras Juanma guardaba los suyos reservándose para una larga intervención. Fue entonces cuando irrumpió.

No se enzarzó con Olona, la miró y se limitó a afirmar: “No hace falta proyectar una mala imagen de Andalucía”. Fue un pellizco con verdad al corazón del patriotismo andaluz. Era la forma más precisa y elegante de verbalizar lo que se intuye, que la candidata de Vox no quiere, no ama, el lugar en el que está pidiendo el voto. No entiende aquello porque no lo comprende. Y no lo comprende porque no es de la tierra, ni tiene demasiado interés en pertenecer a ella.

Y luego le robó la cartera, habló de inflación y puso la propuesta de quitar el canon del agua. Quedaba lo mejor de Olona atrás y lo mejor de Moreno Bonilla por delante. “Usted no sabe gobernar, lo que es desgastarse uno para no desgastar a los andaluces”. Yo gestión y gestión. “Usted no cree en la autonomía, no quiere ser vicepresidenta de un Gobierno en el que no cree, en una economía que quiere destruir”. Yo serenidad y sensatez. Yo equipos preparados y rodados.

Ella le tendió la mano, dramáticamente. Dos veces. Quedó en el aire, porque Juanma Moreno está jugando a grande, tanto que hasta lo subrayó en el último bloque: “Alcanzable, posible y viable”. Va a por todas. En el juego de las expectativas, ha puesto el listón en el máximo. Veremos qué pasa el domingo: si algo nos han enseñado las urnas y la vida, es que Andalucía siempre sorprende. Siempre.

Nadie, ni siquiera quien ha estado en la preparación, puede hacerse una idea de lo que pesa la presión sobre cualquier candidato en el último debate de una campaña electoral. Y nadie acusó más la exigencia mental que Juan Espadas en un encuentro que fue mejor porque ya no es tiempo de reservarse.

Elecciones Andalucía Juanma Moreno
El redactor recomienda