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Metadona y lentejas, el cóctel de la presunta envenenadora de la prisión de Huelva
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DROGAS EN LOS TUPPER

Metadona y lentejas, el cóctel de la presunta envenenadora de la prisión de Huelva

La Fiscalía pide 23 años de cárcel para la enfermera que, supuestamente, provocó intoxicaciones graves a varios compañeros del servicio sanitario. El Ministerio Público apunta al "poco control" del área de fármacos

Foto: Vista del acceso de entrada a la cárcel de Huelva. (EFE/Julián Pérez)
Vista del acceso de entrada a la cárcel de Huelva. (EFE/Julián Pérez)

Entre julio y noviembre de 2018, el personal sanitario del centro penitenciario de Huelva —con una población reclusa cercana a los 1.200 internos— acudía al trabajo atemorizado y receloso. Aquel verano se registró el intento de envenenamiento del supervisor de Enfermería, que sufrió una intoxicación aguda con metadona y pregabalina de origen desconocido, que lo llevó directamente a ingresar en un centro hospitalario para recibir tratamiento.

La intoxicación del supervisor fue el primero de una serie de cuatro episodios idénticos que se sucedieron en el segundo semestre de aquel año y que afectó solo a los sanitarios: el foco estaba en el módulo en el que se ubica el área médica del penal y llegó a alcanzar hasta a ocho enfermeros y médicos en distinto grado.

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El miedo se contagió cuando se repitió por segunda vez la intoxicación con un cóctel de fármacos mezclado con alimentos y, aunque las primeras hipótesis se abrieron a la posible intervención de algún interno con acceso a la zona sanitaria, se confirmó que la presunta envenenadora estaba más cerca, formaba parte del equipo: una enfermera (cuya identidad responde a las iniciales M.E.M.), con al menos quince años de antigüedad en el penal onubense.

El 'modus operandi' era siempre el mismo. En la sala de descanso de los sanitarios, en la que desayunaban juntos a diario, había un frigorífico en el que el personal médico y de enfermería guardaba los alimentos que traía de casa para comer durante la guardia. Supuestamente, la acusada añadía, sin levantar sospecha alguna, la droga (metadona, nordiazepam y ocasionalmente pregabalina) en distintas dosis a la comida almacenada en la nevera. Lo hacía siempre justo antes de salir de la guardia, sostiene la Fiscalía de Huelva, intoxicando los alimentos del turno siguiente.

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En el año en el que se produjo el envenenamiento, la enfermera era responsable, junto a otra compañera, de la custodia de la metadona en el centro penitenciario, de manera que tenía acceso a un armario con llave en el que se guardaban estas sustancias, ubicado en la farmacia, en el mismo módulo de enfermería.

La presunta envenenadora del penal de Huelva se enfrenta a 23 años de cárcel, pena que le reclama la acusación pública como autora de un delito continuado de lesiones (cinco años de prisión) y otros seis delitos de lesiones (tres años por cada uno de ellos). Además, solicita su inhabilitación especial para empleo o cargo público y para el ejercicio de la profesión de enfermera durante el tiempo de la condena, concreta el Ministerio Público en su escrito de acusación, al que ha tenido acceso El Confidencial. También establece una indemnización por las lesiones a los afectados que ronda los 62.000 euros de forma conjunta. De tales cantidades, se considera responsable civil, de forma subsidiaria, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio de Interior.

La primera víctima

El primer episodio se produjo el 22 de julio de 2018. Su primera víctima fue el supervisor de Enfermería, cuando tomó el gazpacho (ya con la droga) que había dejado en el frigorífico a primera hora de la mañana al entrar de turno, poco después de que la acusada finalizara el suyo. El enfermero se despertó de madrugada con vómitos y vértigos y tuvo que ser trasladado a un hospital.

placeholder Acceso de entrada a la cárcel de Huelva. (EFE/Julián Pérez)
Acceso de entrada a la cárcel de Huelva. (EFE/Julián Pérez)

Dos meses después, volvió a ocurrir con la misma víctima, que de nuevo volvió a sufrir una intoxicación aguda con metadona que lo llevó por segunda vez al hospital.

A comienzos de noviembre, la acusada volvió, supuestamente, a mezclar el cóctel de drogas en dos raciones de lentejas, sostiene el fiscal, una de ellas también del supervisor y la segunda de un facultativo. Ambos percibieron un sabor amargo en la comida y acabaron por tirarla. En la cena, la situación se repitió: el supervisor dio a probar los alimentos a una médico con la que hacía turno y acabaron tirándolos. Aun así, todos sufrieron igualmente una intoxicación aguda de metadona que cursó con vómitos y nauseas.

El caso salió a la luz con la detención de la acusada tras el que habría sido el último de sus ataques, a mediados de aquel noviembre 2018, gracias a la investigación abierta en el Juzgado de Instrucción número 2 de Huelva y a la intervención policial.

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En esta ocasión, habría cambiado su estrategia para alcanzar de golpe a un mayor número de víctimas. Sabiendo que el personal sanitario desayunaba junto en la sala, vertió supuestamente la metadona y demás sustancias tóxicas en el cartón de leche, mantiene la acusación pública, antes de acabar la guardia en torno a las nueve de la mañana. Poco después, seis facultativos y enfermeras y enfermeros, que habían consumido la leche, comenzaron a sentir mareos y vómitos y tuvieron que ser trasladados de inmediato al hospital tras dar positivo en metadona.

La Fiscalía destaca en su escrito "el poco exhaustivo control que se hacía de la metadona existente en dichas dependencias, conforme a las normas y costumbres del centro". A raíz del caso, que está pendiente de señalamiento de juicio, Instituciones Penitenciarias instaló una cámara de vigilancia en la zona de farmacia del penal.

placeholder Metadona. (EFE/Morell)
Metadona. (EFE/Morell)

"Siempre he dicho que no me da miedo trabajar en prisión, pero un día la atención de urgencias va destinada a tus propios compañeros, que han sido envenenados con metadona y ves cómo se van cayendo poco a poco", lamenta un miembro del equipo sanitario. "Son compañeros desde hace mucho tiempo, son amigos y padres de familia, son gente buena que eligió ser sanitario en una prisión", apostilla.

El sindicato Acaip, que ha venido denunciando la falta de facultativos en la penitenciaría de Huelva (solo cuatro de las nueve plazas están cubiertas), incide en que "las vidas de estos sanitarios han estado en serio peligro".

Entre julio y noviembre de 2018, el personal sanitario del centro penitenciario de Huelva —con una población reclusa cercana a los 1.200 internos— acudía al trabajo atemorizado y receloso. Aquel verano se registró el intento de envenenamiento del supervisor de Enfermería, que sufrió una intoxicación aguda con metadona y pregabalina de origen desconocido, que lo llevó directamente a ingresar en un centro hospitalario para recibir tratamiento.

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