Es noticia
Bombas en neveras de playa: condenados tres sicarios por el doble 'narcoatentado' de Málaga
  1. España
  2. Andalucía
VINCULADOS A DOS ASESINATOS

Bombas en neveras de playa: condenados tres sicarios por el doble 'narcoatentado' de Málaga

Los culpables, tres jóvenes miembros de un peligroso sicariato sueco, detonaron en Marbella y Benahavís dos artefactos para acabar con la vida de un individuo, su pareja y sus hijos. Se enfrentan a más de 50 años de cárcel

Foto: Agentes en el lugar del primer atentado que los condenados perpetraron en Benahavís. (EC)
Agentes en el lugar del primer atentado que los condenados perpetraron en Benahavís. (EC)

La madrugada del 10 de octubre de 2018, el crimen organizado que opera en la Costa del Sol dio un paso más. Unos pocos minutos pasaban de la medianoche cuando un artefacto explosivo rompía el silencio de la noche y arrasaba parte de una vivienda de lujo de Benahavís. ¿El objetivo? Sus inquilinos: Mohamed H. H., su pareja, Ana María P. B., y sus hijos de ocho y tres años de edad. “La casa se nos cayó encima”, relató el primero, a lo que su esposa añadió que, “si ese día no llego a decir ‘vámonos para arriba’, ahora estaríamos muertos”.

Fue el siguiente paso tras una amenaza que quedó escrita a unos 20 metros del inmueble, lindando con una de sus paredes exteriores. “117 + deuda 30 + 60 + intereses 9 de Octubre”, rezaba en un cartel indicador de la calle Los Altos de la urbanización La Alquería.

Foto: Traslado de dos detenidos en esta investigación. (Policía Nacional)

Es lo que contaron en el juicio celebrado en la Sección Novena de la Audiencia Provincial de Málaga que ha condenado a los tres presuntos autores del atentado: Perparim V., Karim A. K. y Rami El M. Tres individuos de origen sueco de 35, 25 y 19 años, respectivamente, vinculados al peligroso sicariato nórdico de Amir Faten Mekky que supuestamente acabó con la vida de David Ávila Ramos, alias ‘Maradona’, y Sofian Ahmed Barrak, conocido como ‘el Zocato’. El primero fue acribillado a la salida de la comunión de su hijo en Marbella, mientras que el segundo era alcanzado por su ejecutor cuando salía de su vivienda de Estepona.

Los tres criminales han sido condenados a penas que suman más de 50 años de prisión por los delitos de intento de asesinato, organización criminal, tenencia de explosivos, falsedad en documento oficial, daños continuados y maltrato animal, según se recoge en la sentencia, a la que ha tenido acceso El Confidencial, y en la que se señala que “procede la entrega a Suecia” de Perparin y Rami.

Preparación y ejecución

Los hechos probados son un relato cronológico de la noche en que los tres condenados perpetraron el doble atentado. Horas antes de la madrugada de ese 10 de octubre de 2018, los investigados ultimaron los detalles de su plan. Se desplazaron a la calle Monjas de Marbella —“una zona despoblada, sin inmuebles, comercios, viviendas, construcción o instalación alguna que pudiera descubrirles”— en la que habían pactado deshacerse del coche robado para estudiar el contexto y repasar flecos. Lo hicieron dos veces, a las 16:26 y las 21:05 del día anterior.

Después se dirigieron a un bazar chino ubicado en la carretera N-340, en el término municipal de Estepona. Llegaron a las 21:32 y los tres accedieron a su interior. Rami El M. eligió “una maleta negra de grandes dimensiones”, mientras que Perparim V. escogió “una sudadera negra con capucha, unos pantalones negros con tiras blancas en los bolsillos y un gorro de lana”. Karim A. K., por su parte, estuvo comparando un mechero de soplete, color verde, con uno convencional. Finalmente lo adquirió, junto a “lo que parecía ser una funda de almohada de color azul”.

En cada uno de los artefactos se emplearon entre 10 y 15 kilos de pólvora prensados en una nevera

A las 21:59 —“es preciso indicar que se trata de horarios aproximados” porque “los dispositivos de grabación tenían un cierto desfase”, precisa el fallo judicial— regresaron a la vivienda que el 2 de octubre habían alquilado en la urbanización La Dama de Noche. Rami, después de manipular objetos que llevaban en el maletero, subió al domicilio y regresó con una bolsa.

“Tras dar varias vueltas”, sobre las 23:15, los tres se dirigieron hacia el complejo residencial El Campanario del Paraíso. Allí, en el aparcamiento subterráneo, tenían oculto un BMW 318 de color blanco y techo solar robado en Bélgica en febrero de 2014 y con las matrículas dobladas. Perparim se puso al volante y enfiló la N-340 delante del Opel Corsa en el que circulaban sus dos compañeros. “Momentos después, ambos vehículos se separaron y tomaron direcciones distintas, pues cada uno de ellos tenía encomendada una función diferente”. El conducido por Rami y Karim se dirigió a una estación de servicio de Estepona, donde compraron unas bebidas, para seguidamente regresar a la calle Monjas para “llevar a cabo labores de vigilancia”. Eran las 23:39 y faltaba poco más de un cuarto de hora para que concluyese el plazo dado a Mohamed H. H.

El tercer investigado “puso en marcha el plan trazado con sus compañeros” y “se dispuso a colocar los artefactos explosivos en la vivienda y en el negocio” de la víctima. Primero fue a la residencia, ubicada en Benahavís, a donde llegó sobre las 00:08, tras finalizar el periodo de gracia, para cumplir la amenaza. Se apeó del vehículo. Vestido con ropa deportiva de color negro, el rostro tapado con una capucha, pañuelo sobre la cara y guantes en las manos. Abrió el maletero y extrajo la bomba: “Entre 10 y 15 kilos de sustancia explosiva de base cloratada que transportaba en el interior de una pesada nevera de playa de la que salía una mecha”. Sabiendo que en el interior se encontraban Mohamed, su esposa y sus dos hijos, y “asumiendo como probable que la explosión podría acabar con sus vidas de forma sorpresiva y sin posibilidad alguna de defensa”, la colocó en la cancela de entrada de la casa y prendió fuego a la mecha.

La deflagración causó la muerte de los tres perros de la familia, así como enormes destrozos en el domicilio que se localizaron en la planta baja. No llegó a alcanzar directamente a sus moradores porque acababan de subir a la planta superior. Mohamed narró en el plenario que ese día volvió a casa un poco más tarde de los habitual y, tras cenar, tanto él como su mujer e hijos se acostaron. “Al poco rato, la casa se nos cayó encima”.

Techos caídos, paredes colapsadas

No estar en el piso inferior les salvó la vida, según se plasmó en los informes periciales, porque la onda expansiva fue destructiva. Las ventanas de la fachada frontal del salón fueron “arrancadas” y una de ellas se desplazó “aproximadamente seis metros”. Parte del techo de la cocina se desprendió y los marcos y cristales cayeron. “Los tabiques y marcos de las escaleras ubicadas junto a la entrada sufrieron numerosos daños” y “las paredes colapsaron”. El ascensor acabó destrozado.

La fachada absorbió todo el impacto de la deflagración después de que arrasase con el muro y la valla metálica que protegían el perímetro y llegó a arrancar un pilar y desplazar “unos cuatro metros” una cancela de forja. El vehículo que estaba estacionado en la calle, a la altura del domicilio atacado, acabó en mitad de la calle, hecho un amasijo de hierros, a pesar de que pesaba entre 1.100 y 1.200 kilos.

Foto: Restos de sangre de un asesinado tras un ajuste de cuentas entre bandas de Estocolmo. (Reuters)

El fallo destaca la gran “capacidad destructora” de un artefacto “colocado intencionadamente para que causase los mayores daños posibles”. “Cualquier persona hubiera muerto sí o sí” de encontrarse en la planta baja del chalé cuando estalló, afirma, para explicar que su potencia se incrementó notablemente al ser un “recipiente confinado, en el que la presión aumenta”.

La sustancia empleada para su configuración —posiblemente— fue pólvora. Al menos es lo que se desprendió de la inspección ocular, donde los especialistas apreciaron su olor, así como su rastro en las paredes ennegrecidas. Estiman que la carga empleada oscilaba entre los 10 y 15 kilos y que había sido atracada para asegurar su efecto. Y tanto que lo hizo: “La detonación alcanzó también a las propiedades anejas” y causó desperfectos que fueron tasados parcialmente en 10.443 euros.

11 coches fueron afectados por la segunda bomba que se colocó en Marbella

La defensa de Rami propuso en el juicio una pericial de parte elaborada por el director general de la Escuela Internacional de Criminología, Luis Jiménez Romero, y que estuvo destinado en el Grupo de Desactivación de Explosivos de Presidencia del Gobierno en 1983. Este experto expuso un informe de su elaboración en el que desmentía a los técnicos especialistas en desactivación de artefactos explosivos (Tedax) y que concluía que “no puede determinarse la naturaleza exacta del explosivo”, pero que quedaba claro que se trataba de un “artefacto casero” y que “la probabilidad de causar lesiones graves o muerte a los moradores de la vivienda o a terceras personas era prácticamente inexistente”. Por lo que se puede deducir que la intención de los autores “no era la de causar la muerte, sino la de amedrentar”.

Perparim repitió la operación en el taller de mantenimiento y reparación de vehículos que Mohamed regentaba en el polígono industrial del núcleo marbellí de San Pedro Alcántara. Llegó al lugar a las 00:21 y estacionó en doble fila. Se bajó del BMW y extrajo del maletero una segunda nevera de playa. La dejó en la puerta de la nave, encendió la mecha y huyó.

La “violenta explosión” incendió el negocio y causó “enormes desperfectos” a otros dos colindantes. 11 vehículos fueron afectados en mayor o menor consideración y los daños causados en las distintas empresas sobrepasaron los 88.550 euros.

Los tres investigados se reencontraron en el lugar pactado y, “guiados por el propósito de eliminar y destruir cualquier evidencia en torno a la autoría de las explosiones”, incendiaron el coche conducido por Perparim “en un carril forestal próximo a la mencionada calle Monjas”. La investigación reveló que se marcharon del lugar sobre las 00:29 y que llegaron a la Urbanización Dama de Noche siete minutos después. Alrededor de las 00:55 volvieron a salir a la calle y, subidos a bordo de un Mercedes Clase A, recorrieron lugares próximos a los dos sitios en los que detonaron los explosivos para comprobar el éxito de su operación”. Decidieron regresar a su domicilio a la 1:22.

Sicariato nórdico

La captura de Perparim V., Karim A. K. y Rami El M. se conoció apenas dos meses después. La Policía Nacional y la Guardia Civil informaban del resultado de sus pesquisas y precisaban que la investigación estableció una conexión que ligaba estos atentados de narcoterrorismo con una importante organización criminal de sicarios asentada en Suecia y con ramificaciones en varios países europeos. Se referían al clan liderado por Amir Faten Mekky, uno de los estandartes de la Mocromafia que gangrena los Países Bajos y el norte de Europa y al que se relaciona con al menos 19 crímenes. Dos de ellos, perpetrados en la Costa del Sol.

placeholder Amir Faten Mekky, líder del sicariato nórdico que actuaba en la Costa del Sol. (EC)
Amir Faten Mekky, líder del sicariato nórdico que actuaba en la Costa del Sol. (EC)

Sus presuntas víctimas en Marbella y Estepona fueron David Ávila Ramos y Sofian Ahmed Barrak, conocidos como ‘Maradona’ y 'el Zocato', dos individuos que fueron ajusticiados en sendas escenas de película. El primero, a la salida de la comunión de su hijo. El segundo, cazado por un sicario que se desplazaba en bicicleta y que esperó tras unos contenedores a que su víctima saliera de casa.

Mekky, danés de origen iraní, fue atrapado a mediados de 2020 en Dubái como resultado de unas pesquisas iniciadas para resolver estos asesinatos, pero que también llevaron hasta los otros miembros de la banda de 'los suecos'. El “complejo dispositivo policial de vigilancia y observación” sobre los entonces sospechosos acabó con su identificación y captura de forma escalonada. Dos fueron atrapados en la ciudad sueca de Malmö, mientras que el tercero permanecía en Marbella, donde la red había establecido una ‘sucursal’.

Foto: Los agentes sacan al detenido de su fiesta de cumpleaños. (Guardia Civil)

A pesar de que las defensas rechazaron la validez de las imágenes captadas y grabadas por las cámaras de videovigilancia que ayudaron a reconstruir los dos atentados, así como cuestionaron la legalidad de los sistemas de seguimiento empleados por los agentes, la autoridad judicial estimó que se habían solicitado en plazo y que no se generó indefensión a los procesados. La cuestión de nulidad esgrimida debía ser rechazada, remarcó en una resolución en la que aseguró que la alevosía había quedado debidamente probada y en la que se hace hincapié een una autoría solidaria porque los actos criminales ejecutados estaban dirigidos por un “dolo compartido” que es fruto de un “acuerdo previo y mutuo” y un reparto de papeles que “permite intercomunicar las acciones desplegadas por cada uno de los partícipes”.

El tribunal, tras escuchar en la vista oral a las distintas partes, así como a los responsables de la investigación, considera que los tres acusados son culpables de los delitos de intento de asesinato, organización criminal, tenencia de explosivos, falsedad en documento oficial, daños continuados y maltrato animal, por lo que los condena a cada uno a 17 años, siete meses y 20 días de prisión. En algunos de los cargos se ha estimado la agravante genérica de disfraz y la resolución, junto con las indemnizaciones, establece que “no podrán acercarse a menos de 500 metros o comunicarse en un plazo de 10 años” con las víctimas principales.

Uno de los magistrados emitió un voto particular en el que absolvía a los tres procesados

Mohamed y su familia aseguraron durante el juicio que padecen “ansiedad, estrés, pánico y una continua sensación de inseguridad y miedo que ha afectado considerablemente a su modo de vida”, ya que permanecen “ocultos y aislados y sin relaciones sociales ante el temor de un nuevo ataque”.

La sentencia, de 89 páginas, cuenta con el voto particular del magistrado Enrique Peralta, que presidió el tribunal y que discrepa de la identificación de los condenados, cuyos nombres excluye de su relato de hechos probados. Basa esta circunstancia en la capacidad de los dispositivos de seguimiento instalados en los vehículos para determinar quién se encontraba en su interior y determina que “no existe prueba de cargo suficiente y legal para considerar a los procesados como responsables criminalmente de los delitos objeto de la acusación al estar amparados por el principio de presunción de inocencia”. Por este motivo solicitó su absolución. La mayoría del tribunal decantó el fallo.

La madrugada del 10 de octubre de 2018, el crimen organizado que opera en la Costa del Sol dio un paso más. Unos pocos minutos pasaban de la medianoche cuando un artefacto explosivo rompía el silencio de la noche y arrasaba parte de una vivienda de lujo de Benahavís. ¿El objetivo? Sus inquilinos: Mohamed H. H., su pareja, Ana María P. B., y sus hijos de ocho y tres años de edad. “La casa se nos cayó encima”, relató el primero, a lo que su esposa añadió que, “si ese día no llego a decir ‘vámonos para arriba’, ahora estaríamos muertos”.

Crimen organizado Málaga Noticias de Andalucía
El redactor recomienda