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¿Tiene límite Baleares? La reducción de plazas turísticas enfrenta al Govern y al sector

La nueva ley de turismo que impulsa el Ejecutivo de Armengol contempla una reducción del número de habitaciones, pero permitirá más espacio para restaurantes y SPA

Foto: Uno de los primeros turistas alemanes que han llegado este lunes al Hotel Riu Concordia de Palma disfruta de la piscina. (EFE/Cati Cladera)
Uno de los primeros turistas alemanes que han llegado este lunes al Hotel Riu Concordia de Palma disfruta de la piscina. (EFE/Cati Cladera)

Por sorpresa, Francina Armengol aprovechó la cita de Fitur para ir sondeando el terreno. Apenas un par de semanas después, ya estaba el decreto encima de la mesa del Consolat de Mar, sede de la Presidencia del Govern de Baleares. La nueva ley del turismo ofrece un debate complejo sobre el futuro del sector, que de modo directo o indirecto supone el 27,7% del PIB de las Islas, la comunidad donde el turismo es más importante para su economía.

Y es complejo porque no solo afecta a la reducción de las plazas turísticas, asunto mollar desde que se empezaron a conocer los detalles, sino que se plantea cuál es el límite de Baleares, si puede seguir creciendo o no el número de turistas y hasta qué punto la sostenibilidad se convierte en un eje de la colaboración público-privada.

Foto:  Dos turistas se fotografían en la cubierta del buque Mein Schiff 2, en el puerto de Palma. (EFE/Cladera)

En Meliá Hotels consideran que la ley, que contempla seis años de plazo para que las empresas se puedan acoger, ofrece aspectos "bastantes positivos" y valoran que se trate de una normativa donde ha colaborado el sector privado. "Ha sido una ley dialogada", ha resaltado Gabriel Escarrer Jaume, vicepresidente ejecutivo de la multinacional mallorquina.

Sobre todo, resaltan cómo la iniciativa legislativa del Govern pretende regular también el alquiler vacacional e incluye medidas como la mejora de la salud laboral de las trabajadoras de piso de los hoteles (las llamadas kellys, que en Baleares son 20.000) con camas elevables y medidas que apoyan el turismo familiar como la introducción en las habitaciones de una tercera cama ampliando la edad desde los 12 actuales hasta los 15.

Mutismo a la espera

La reducción de plazas sí fue recibida en principio en cuarentena por la Federación Hotelera de Mallorca (con cerca de 200.000 plazas alojativas, está formada por 850 establecimientos: el 55% de menos de 100 habitaciones) y pidió explicaciones al Govern. Hay mutismo ante el tramo final parlamentario. Confían en la aprobación de la mejora del texto tras una primera propuesta que veían poco trabajada. Ahora esperan ya el resultado.

En la federación isleña, que afronta la temporada alta turística ya con el 100% de los hoteles abiertos, tienen claro que la mejora del sector siempre ha llegado de la mano de la transformación y que eso no tiene nada que ver con el decrecimiento de las plazas que tanto debate suscita.

Sobresale también el planteamiento eterno en el sector de la calidad versus cantidad. Hay voces que ven esta ley como una oportunidad para que los hoteles puedan mejorar de categoría y tengan la posibilidad de incluir más metros en otros servicios como restaurantes o SPA. En algunos establecimientos de más categoría ofrecen más rentabilidad que la propia habitación.

"Hay un movimiento en las Islas que está claramente posicionado en contra del turismo e interesado en que decrezca"

El consultor turístico Antoni Munar, con gran experiencia desde hace más de 40 años asesorando a empresas turísticas y como alto directivo de algunas de las principales, explica que si en la ley del turismo se quiere incidir especialmente en la sostenibilidad no debería ser una normativa centrada en el alojamiento ni tampoco en el sector. "Hay un movimiento en las Islas que está claramente posicionado en contra del turismo e interesado en que decrezca. ¿Qué haces si no quieres depender de nuestra principal actividad? Nadie presenta un sustitutivo", explica Munar.

Considera el experto que si se quiere disminuir el turismo, aparte de limitar a tres los cruceros al día (el caso de Mallorca), habría que poner trabas en los aeropuertos limitando el número de personas que entra en el territorio. "Aquí solo tenemos dos meses a tope [julio y agosto]. Lo que hay que enseñar es a regular la masificación en este espacio de tiempo".

Foto: Simón Pedro Barceló.

El propietario de una cadena hotelera mediana de las Islas, que prefiere no desvelar su identidad, recuerda a este diario que el problema no son los hoteles, sino el aumento de habitantes de Baleares. "Ya somos muchos viviendo aquí, pero el turismo es lo que nos da de comer a todos". El territorio balear es el que más ha subido en población en España en los últimos 50 años, un 126,29 % de crecimiento. Uno de cada cinco residentes es extranjero, la mayor proporción del país.

Palos a las ruedas

En su opinión, no era este el momento para impulsar una nueva ley turística "y menos viniendo de una pandemia. No hay que poner palos a las ruedas. Se ha creado un conflicto donde no lo teníamos. Pero queda un año para las elecciones autonómicas y veremos más este tipo de cosas".

Por sorpresa, Francina Armengol aprovechó la cita de Fitur para ir sondeando el terreno. Apenas un par de semanas después, ya estaba el decreto encima de la mesa del Consolat de Mar, sede de la Presidencia del Govern de Baleares. La nueva ley del turismo ofrece un debate complejo sobre el futuro del sector, que de modo directo o indirecto supone el 27,7% del PIB de las Islas, la comunidad donde el turismo es más importante para su economía.

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