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El asesino de Alcalá la Real a los agentes: “Estoy orgulloso de haber matado a la chica”
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la noche del 15 de febrero

El asesino de Alcalá la Real a los agentes: “Estoy orgulloso de haber matado a la chica”

Nazzaryn, de 23 años, está acusado de agredir sexualmente y asfixiar a Khawla, una adolescente de tan solo 14 años, el pasado mes de febrero en un pueblo de Jaén

Foto: Detención del asesino en Alcalá la Real, Jaén. (EFE/José Manuel Pedrosa)
Detención del asesino en Alcalá la Real, Jaén. (EFE/José Manuel Pedrosa)
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Khawla era una joven alegre, buena y trabajadora. Cuentan sus compañeros que como estudiante era única. Lista y persistente. En casa participaba de todo para aliviar principalmente a su madre, que también tiene otro hijo de 10 años. El día en que la asesinaron, acudió a casa de una amiga a realizar un trabajo. Pidió antes permiso a su madre, que simplemente le dijo que no podía regresar a casa después de las ocho y media de la tarde. Cuando llegó al domicilio de su amiga, allí estaba Nazarryn. Aunque era mucho mayor que ella, comenzó a flirtear. Le dijo que tenía ojos de asiática y que le seducía su mirada. Todo lisonjas con el único objetivo de engañarla y lograr quedarse a solas con ella. La convenció de que fuesen a dar un paseo solos al castillo. Khawla jamás pudo imaginarse que Nazarryn en su cabeza había diseñado un plan para asesinarla.

A las nueve y media de la noche, se descubrió qué había pasado. Suena el teléfono en el 112.

Operador: 112 Andalucía, dígame.
Varón: Eh, hola, buenas. Eh… Quería que viniese la Policía.
Operador: ¿Por qué? ¿Qué ocurre?
Varón: Eh… He matado a una chica.

Es el comienzo de una llamada que pone en alerta a las fuerzas del orden. El relato completo de lo que ocurrió la noche del 15 de febrero en Alcalá la Real, Jaén, produce verdadero pavor. Hasta ahora no habían trascendido los detalles, pero El Confidencial ha tenido acceso al atestado de la Guardia Civil en el que se narran uno por uno todos esos acontecimientos, cuyo protagonista puede ser uno de los mayores psicópatas de los últimos tiempos.

Foto: La madre de la menor asesinada. (EFE/Miguel Ángel Molina)

El inicio de la comunicación solo es el comienzo. El operador del 112 no puede creerse a su interlocutor, le parece una broma de mal gusto.

Operador: ¿Cómo?
Varón: He matado a una chica y quería que viniesen.

El operador del 112 le pregunta por la dirección donde debe acudir la Guardia Civil y el joven ofrece todos los datos, incluso se muestra colaborador: “Estoy en el Castillo de la Mota, Alcalá la Real, Jaén, Andalucía. Llevo una camiseta roja y les esperaré en la entrada”. 10 minutos después, llegan al lugar varios agentes de Policía Local y de la Guardia Civil. El joven sale a su encuentro, ufano y con la cabeza alta.

Agente: ¿Eres tú quien ha llamado?
Varón: Sí, he sido yo. Me he cargado a una chica.
Agente: ¿Y dónde está la víctima? ¿Cómo se llama?
Varón: Sin comentarios.
Agente: ¿Cómo te llamas tú? ¿Dónde vives?
Varón: Sin comentarios.
Agente: ¿Estás seguro de lo que dices?
Varón: Sí, he matado a una chica, pero no pienso dar más información.
Agente: Piénsatelo, si ayudas a la localización de la víctima y podemos ayudarla, es un atenuante que te rebajaría la pena de cárcel.
Varón: Ya le he dicho que no tengo nada que comentar [contesta altivo]. La he matado y no quiero ningún atenuante de esos. No estoy loco. Estoy muy cuerdo.
Agente: Pero, chico, ¿tú estás bien de la cabeza? ¿Tienes alguna enfermedad mental o has consumido alguna droga?
Varón: Que no [responde impaciente]. He asesinado a una mujer y estoy orgulloso de ello. Soy plenamente consciente de lo que he hecho. Lo que tienen que hacer es dejarse de cháchara y buscar el cadáver. Yo no tengo ningún comentario más que hacer. Cuando quieran, me pueden aplicar tortura china.
Agente: Pero cómo vamos a creerte; si no hay cadáver, no víctima. No podemos hacer nada. A ver si nos vas a estar tomando el pelo.

Foto: Agentes de la Guardia Civil acompañan al joven de 22 años detenido por el crimen. (EFE/José Manuel Pedrosa)

La afirmación era a medias una provocación y una verdad porque, en ese momento, todavía no la habían localizado. Sin embargo, la provocación casi surte efecto porque el joven parece indeciso. Le molesta que no le crean y está a punto de hablar, pero se lo piensa mejor y se muerde la lengua. Mientras, otros agentes siguen peinando la zona, los que custodian al todavía presunto asesino confeso, le registran. Encuentran en su bolsillo un móvil encendido y bloqueado, y un llavero curioso y raro.

Agente: ¿Este teléfono es tuyo?
Varón: O de la chica [responde jugando].

Los agentes tratan de hacer gestiones para averiguar la identidad del poseedor de la línea. Sin suerte. Sin embargo, por medio del llavero, logran dar con la identidad del joven. Se llama Nazarryn Navarro Núñez, de 22 años, nacido en República Dominicana, pero que lleva toda la vida viviendo en Alcalá la Real. Justo en ese momento, dos policías locales avisan de que acaban de localizar el cadáver de una joven. Está muerta, probablemente asfixiada, y desnuda. Se trata de Khawla, una buena niña y excelente estudiante, de solo 14 años; Nazarryn esboza una sonrisa de satisfacción tras el hallazgo, quizás alegre porque se hubiera demostrado que no mentía, o porque se sentía, como reconoció, orgulloso de su crimen.

Khawla era una joven alegre, buena y trabajadora. Cuentan sus compañeros que como estudiante era única. Lista y persistente. En casa participaba de todo para aliviar principalmente a su madre, que también tiene otro hijo de 10 años. El día en que la asesinaron, acudió a casa de una amiga a realizar un trabajo. Pidió antes permiso a su madre, que simplemente le dijo que no podía regresar a casa después de las ocho y media de la tarde. Cuando llegó al domicilio de su amiga, allí estaba Nazarryn. Aunque era mucho mayor que ella, comenzó a flirtear. Le dijo que tenía ojos de asiática y que le seducía su mirada. Todo lisonjas con el único objetivo de engañarla y lograr quedarse a solas con ella. La convenció de que fuesen a dar un paseo solos al castillo. Khawla jamás pudo imaginarse que Nazarryn en su cabeza había diseñado un plan para asesinarla.

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