"La lluvia solo nos ha permitido ganar tiempo": la persistente huella de la sequía sigue ahí
Los municipios celebran las precipitaciones, pero mantienen las restricciones e incluso barajan subidas de tasas preventivas. La situación en el campo es prácticamente igual y siguen las limitaciones al riego
La lluvia que las distintas borrascas han dejado en Andalucía en las últimas fechas parece haber disipado el riesgo de sequía extrema y desplazado una problemática que en muchos municipios sigue siendo una realidad. Miguel Asencio es alcalde de Humilladero, una localidad de la comarca antequerana de Málaga que el pasado mes de febrero, junto a otros tres regidores de pueblos vecinos, lanzaba una señal de alerta y anunciaba restricciones en el uso del agua. Prohibido lavar el coche o baldear la acera y, menos aún, llenar la piscina. Unas medidas que han decidido prolongar en el tiempo y que otros están decididos a consolidar sometiéndolas a votación en el Pleno.
Fuente de Piedra es otra de las localidades malagueñas en las que el agua ha marcado su destino reciente. Sus vecinos se han abastecido durante años gracias a cubas rodantes, porque la que salía por el grifo no era potable. Tras un largo periodo de trabajo, meses atrás comenzaba a operar su depuradora, aunque su impacto no se ha vislumbrado aún porque las reservas subterráneas que la alimentan están bajo mínimos y han tenido que limitar el uso.
"No nos abastecemos de los embalses, nuestra agua proviene de acuíferos, así que no percibimos con tanta rapidez los beneficios de esta lluvia", explica el regidor de este municipio, Siro Pachón, que añade que "los problemas de nuestra zona no se van a solucionar con el agua caída". "Podrá paliarlos, pero no los va a solucionar", confiesa a El Confidencial.
Asencio afirma que "tenemos que seguir manteniendo las medidas", porque las últimas precipitaciones solo "nos han permitido ganar tiempo". "Las restricciones siguen" y así se lo han hecho llegar a unos vecinos a los que se les pidió responsabilidad para limpiar el rastro de la calima que había teñido sus casas de color 'camel'. Incluso volvieron a comparecer públicamente para recordar que había que hacer "un uso razonable" del agua y "prohibir usar la manguera para limpiar las fachadas", señala Pachón.
"No podemos decirle a la población que ya tenemos agua", insiste el alcalde de Humilladero. "Hay que cuidar el recurso y ser prudentes para garantizarlo", porque de ello depende notablemente el desarrollo de estas poblaciones. "Existen empresas que están deseando instalarse en nuestros municipios, pero tenemos que garantizarles el suministro", asume, antes de comentar que deben estudiar la producción de las compañías interesadas para que no consuman demasiado, ya que deben "ser serios" y dejar claro que "no podemos garantizar el suministro" en este contexto: "Es una lástima que venga una empresa, haga una gran inversión y, pasado un tiempo, no pueda seguir con su actividad porque haya restricciones".
"Ojalá me equivoque, y a partir de ahora llueva mucho más, pero habrá que subir las tasas"
El hecho de que las precipitaciones no hayan despejado el futuro hídrico de estos municipios provoca que se sopese más que nunca el incremento de las tasas como factor disuasorio y "penalizar a los que tienen un consumo muy elevado y derrochan el agua". Este paso, siempre incómodo e impopular para cualquier dirigente político, depende de los equilibrios de fuerzas en cada consistorio. Miguel Asencio, por ejemplo, gobierna en minoría y reconoce que para adoptar una iniciativa así debe contar con la oposición. Aunque deja traslucir la idoneidad de la misma cuando sostiene que "el metro cúbico es muy barato con respecto a otros municipios".
Quien está decidido a apostar por la subida de la tasa es el alcalde de Fuente de Piedra. "Estamos trabajando en esa línea, realizando un estudio económico para llevar a cabo la modificación de la ordenanza y someterla a votación en el próximo pleno ordinario", declara Siro Pachón, que justifica este paso, en parte, cuando recuerda que "el agua es un bien necesario, común para todos, pero escaso". "Ojalá me equivoque y a partir de ahora llueva mucho más, pero en el futuro habrá que subir las cuotas para concienciar e intentar cuidar al máximo el recurso", avanza su homólogo de Humilladero.
Las restricciones no solo se mantienen en los municipios y el campo sigue con cupos de regadío adaptados al actual estado de las reservas hídricas. La Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) comparte la opinión de los regidores y afirma que las recientes precipitaciones han sido muy beneficiosas, pero no lo suficientemente cuantiosas como para advertir un cambio de tendencia.
"Se mantiene la asignación de 1.000 metros cúbicos por hectárea que se aprobó en la Comisión de Desembalse", detalla un portavoz, que aclara que "no cabe negociación" para modificar este límite porque "es una cuestión técnica, no política": "Hay que cumplir el Plan Hidrológico". Lo que sí se puede abordar, apunta, es el destino de los fondos Next Generation y "la opción de incrementar las inversiones en nuevos embalses, algo que el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico no contempla".
La situación de las reservas "sigue siendo muy mala". "La cuenca del Guadalquivir está al 31% y los embalses de regulación general, los que se utilizan preferentemente para el riego, a poco más del 26%", recuerda la citada fuente, que, no obstante, valora los efectos positivos de la lluvia caída. "Ha venido muy bien para el campo. Permite contar con hierba de primavera en la dehesa, mejora la situación de los cereales, la remolacha y los cultivos arbóreos"; además de favorecer "las siembras de los cultivos de primavera, entre los que sobresale este año el girasol".
Asaja resume que la situación ha mejorado mucho para el secano y muy poco para el regadío de la cuenca del Guadalquivir, que no ha recibido el importante volumen de pluviosidad que han tenido otras cuencas andaluzas.
La lluvia que las distintas borrascas han dejado en Andalucía en las últimas fechas parece haber disipado el riesgo de sequía extrema y desplazado una problemática que en muchos municipios sigue siendo una realidad. Miguel Asencio es alcalde de Humilladero, una localidad de la comarca antequerana de Málaga que el pasado mes de febrero, junto a otros tres regidores de pueblos vecinos, lanzaba una señal de alerta y anunciaba restricciones en el uso del agua. Prohibido lavar el coche o baldear la acera y, menos aún, llenar la piscina. Unas medidas que han decidido prolongar en el tiempo y que otros están decididos a consolidar sometiéndolas a votación en el Pleno.