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Un alga asiática ha tomado El Estrecho y todo ha sido culpa de la burocracia
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Un alga asiática ha tomado El Estrecho y todo ha sido culpa de la burocracia

La Rugulopteryx okamurae coloniza las costas del Campo de Gibraltar, parte de Málaga y amenaza a todo el Mediterráneo. Hay iniciativas para recogerla y comercializarla, pero no permisos

Foto: Trabajos de retirada del alga invasora en Tarifa. (EFE)
Trabajos de retirada del alga invasora en Tarifa. (EFE)

Barbate, Tarifa y Algeciras (Cádiz) han normalizado una situación excepcional. En los fondos marinos de hasta 45 metros de profundidad ya no hay resistencia: un denso manto de Rugulopteryx okamurae, el alga invasora que desplaza a otras especies, ha colonizado la zona sin encontrar oposición. “El Parque Natural del Estrecho ya es un parque natural del alga. Los fondos están tapizados”, ilustra José Manuel Dávila, presidente de la Federación Andaluza de Pesca (FENAPA). Que la planta se haya podido extender sin ningún tipo de traba es en gran parte fruto de la burocracia y de la lentitud de la administración en permitir su retirada, denuncian los expertos.

Así, en zonas que hasta hace unos años eran muy provechosas para la pesca, las redes hoy sólo extraen algas. 45 de los 50 barcos tarifeños están amarrados y Dávila, armador de Barbate, da la voz de alarma: “Como no hagan algo, esta crisis va a conllevar la desaparición de la flota artesanal”.

placeholder Dos pescadores gaditanos sacan del agua una red llena de algas. (EFE/Román Ríos)
Dos pescadores gaditanos sacan del agua una red llena de algas. (EFE/Román Ríos)

La comparativa entre 2021 y 2014, año previo a la aparición de esta especie, es demoledora. Según los datos aportados por la Cofradía de Pescadores de Tarifa y Barbate, el número de kilos de pescado recogidos descendió en un 90%; las ganancias, en un 87% y un 70%. “El erizo, el pepino de mar, la ortiga, la anémona y otras especies autóctonas han desaparecido y si no hay peces pequeños se corta la cadena trófica: ahora mismo es un desierto”, apunta Dávila.

Esta invasión agresiva ha alterado la biodiversidad del Parque Natural, posiblemente para siempre. “El Estrecho está totalmente colonizado, es tierra quemada”, cuenta Antonio Vegara, profesor, ecologista y una de las personas más involucradas en encontrar soluciones al problema. Hay cierto consenso entre los expertos en que cualquier actuación en la zona llegaría tarde. “Allí su erradicación resulta imposible, lo cual no significa que no se pueda reducir la biomasa con planes de control”, añade Félix López, catedrático de Ecología de la Universidad de Málaga.

placeholder Arribazones formados por el alga invasora en una playa de Tarifa. (Cedida)
Arribazones formados por el alga invasora en una playa de Tarifa. (Cedida)

Los buques, mecanismo de entrada

El alga fue detectada por primera vez en 2015, cuando aparecieron grandes arribazones en las playas de Ceuta. Al año siguiente ya estaba en las costas de Tarifa y otras localidades a lo largo del Parque Natural del Estrecho. La investigadora María Altamirano descubrió que se trataba de la Rugulopteryx okamurae, una especie de origen asiático que, según apuntan todas las hipótesis, podría haber llegado a través de los buques atracados en el Puerto de Algeciras y de Tánger.

Los estudios de riesgo advierten de la dimensión del problema, que no es local: Rugulopteryx okamurae podría colonizar las costas de todo el Mediterráneo. En algunos tramos tendrá mayor impacto y en otros menos, pero la planta amenaza con expandirse por toda la costa europea y africana e incluso en parte de la costa Atlántica de Marruecos y América. Y en cierta medida ya lo está haciendo.

placeholder Los estudios de riesgo establecen que la especie puede extenderse por todo el Mediterráneo y parte de la Costa Atlántica. (Investigación de Román Muñoz)
Los estudios de riesgo establecen que la especie puede extenderse por todo el Mediterráneo y parte de la Costa Atlántica. (Investigación de Román Muñoz)

De momento, afecta especialmente al Estrecho de Gibraltar, donde se dan las condiciones oceanográficas ideales para su expansión. Sin embargo, el alga invasora ya tiene presencia en toda la costa mediterránea andaluza y en parte de la murciana. Recientemente se han detectado arribazones masivos en las costas de Marsella (Francia) e incluso en un sitio alejado del Mediterráneo como son las Islas Azores (Portugal). “Hace unos días se pusieron en contacto conmigo investigadores portugueses que están muy preocupados porque, como en el caso del Estrecho, está desplazando a las especies autóctonas”, explica López.

En 2020, el Gobierno incluyó a Rugulopteryx okamurae en la lista de especies exóticas invasoras de España y se trabaja para incluirla también en la de la Unión Europea. La catalogación permitió invertir en más investigaciones, en ayudas a los ayuntamientos que limpian sus playas y en subvenciones para los pescadores con pérdidas. Sin embargo, sigue sin haberse aprobado ninguna medida de impacto inmediato para frenar la expansión del alga. El Ministerio de Transición Ecológica trabaja en la elaboración de un Plan de Control y, aunque pretende tener el borrador antes del verano, pueden pasar “de seis a doce meses más” hasta que se ponga en marcha.

Mientras tanto, en los fondos del Estrecho de Gibraltar no hay actuaciones de control directas. Ni públicas ni privadas. El manto es perenne y los arribazones, que multiplican la capacidad de reproducción del alga, llegan a las playas, con el impacto turístico que ello supone. “Es paradójico”, reflexiona Vegara: “La declaración de una especie como invasora ha provocado que ese alga, en la práctica, esté siendo protegida por la excesiva burocracia. Queremos recogerla, pero nadie la puede usar. Aquí no se recoge y que cada palo aguante su vela: cuando llegan los turistas, los ayuntamientos costeros asumen el coste de retirar los arribazones de las playas y enterrarlos en vertederos. Y poco más”

Usos comerciales

La especie invasora se expande y, aunque hay interesados en recogerla y comercializarla, no obtienen los permisos necesarios. El alga tiene propiedades antivirales y antibacterianas y propiedades antioxidantes, por lo que podría ser empleada en productos cosméticos. Algunos grupos investigan su uso como material de embalaje, para fabricar cordones y suelas de zapatos o como aislantes en construcción. Incluso hay propuestas para transformarla en fuente de energía o reconvertirla en bioplásticos.

De momento, la administración sólo concede autorizaciones de excepción "para proyectos de investigación" y, aunque admite su “potencial de valorización”, sólo permitirá la comercialización cuando “se apruebe en el marco de estrategia de lucha contra esta especie invasora".

“Están poniendo todas las trabas del mundo”, cuenta Francisco Petisme, abogado ambientalista que colabora con varios grupos en la zona. En las últimas semanas, ha remitido un informe a la Junta en el que plantea, en base a la ley de Patrimonio Natural y biodiversidad, que la normativa actual permitiría aprobar permisos excepcionales para favorecer la retirada de algas: “Las administraciones no tendrían que gastar dinero si hubiera empresas que se asentaran en el Estrecho, pero ahora mismo los interesados están en un limbo jurídico y administrativo y no van a llevar a cabo una inversión elevada en maquinaria y personal sin que las administraciones lo hayan autorizado”.

Temor en la comunidad científica

En el fondo subyace el temor de una parte de la comunidad científica y la administración a que la puesta en valor del alga, que en un primer momento fomentaría la recogida, acabe volviéndose en contra. “Temen que se siembre más alga para producir biomasa, pero es que ahora mismo hay tal cantidad que esa opción está descartada. Podríamos estar años recogiendo sin ningún problema; la intención no es hacer negocio, sino controlar la expansión y hacer economía sostenible”, explica Petisme.

“En el Estrecho hay que actuar sin demora para reducir su impacto ecológico y prestando especial atención al sector pesquero y turístico. (…) Hay que limitar los riesgos ambientales, pero mucho más arriesgado es no actuar”, plantea el catedrático Luis López, que también es director del Instituto de Biotecnología y Desarrollo Azul (IBYDA) y lidera la pata científica del Foro Alga Invasora, un grupo de expertos que reúne a científico-técnicos, administraciones, empresarios y sociedad civil: “Estoy a favor de la comercialización, pero no como única estrategia; se podría desarrollar en áreas donde la invasión es masiva –especialmente en El Estrecho y en parte de Málaga-, pero debe predominar la vigilancia, alerta temprana y acción de extracción rápida donde la presencia es menor”.

placeholder La capacidad de adaptación al medio del alga invasora es muy alta. En la imagen, el alga fijada a un fondo de plástico, en una imagen tomada en Roquetas de Mar. (Félix López)
La capacidad de adaptación al medio del alga invasora es muy alta. En la imagen, el alga fijada a un fondo de plástico, en una imagen tomada en Roquetas de Mar. (Félix López)

López sugiere una mayor coordinación entre administraciones e intervenir desde ya en zonas donde aún es posible controlar la expansión del alga. Pone como ejemplo al Puerto de Aguadulce (Almería), posible vector de exportación a zonas con un alto valor ecológico como el Cabo de Gata. Propone activar, desde ya, “un proyecto piloto de control y extracción” en aguas portuarias para probar su efectividad antes de trasladarlo al medio natural. La biomasa extraída podría ser puesta en valor “como bioestimulantes -hay empresas de este sector en Almería-, compostaje y alimentación animal –se ha demostrado que el alga tiene buenas propiedades nutritivas para la alimentación de lubinas-”.

“Con actuaciones de control validadas en proyectos piloto podremos reducir el impacto que tendría un uso comercial, del que parte de los beneficios podría revertir en los sistemas de control”, añade, sin perder de vista que se trata de un problema global: “Este no es solo un problema andaluz, es un problema europeo e internacional. Todo lo que hagamos no tendrá mucho sentido si no trabajamos conjuntamente con Marruecos y cortamos los vectores de entrada mediante la depuración y control riguroso de las aguas de lastre”.

Barbate, Tarifa y Algeciras (Cádiz) han normalizado una situación excepcional. En los fondos marinos de hasta 45 metros de profundidad ya no hay resistencia: un denso manto de Rugulopteryx okamurae, el alga invasora que desplaza a otras especies, ha colonizado la zona sin encontrar oposición. “El Parque Natural del Estrecho ya es un parque natural del alga. Los fondos están tapizados”, ilustra José Manuel Dávila, presidente de la Federación Andaluza de Pesca (FENAPA). Que la planta se haya podido extender sin ningún tipo de traba es en gran parte fruto de la burocracia y de la lentitud de la administración en permitir su retirada, denuncian los expertos.

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