Zona norte de Granada o cómo viajar al siglo XIX por los continuos cortes de luz
Los fallos en el suministro desesperan a los vecinos. Un colegio estuvo la semana pasada cinco días sin electricidad. Endesa apunta a las plantaciones de marihuana como las causantes
La Compañía General de Electricidad, ahora Endesa electrificó la provincia de Granada en 1892, pero 130 años después, los habitantes de la zona norte de la capital llevan décadas sufriendo continuos cortes de luz. Cinco días estuvo un colegio la semana pasada sin el servicio. Y mientras la compañía defiende que tras los cortes están las plantaciones ilegales de marihuana, los vecinos se desesperan.
Abundan las historias humanas e inhumanas. Personas que se enfrentan a situaciones (al) límite, enfermos electrodependientes a quienes la interrupción del suministro eléctrico deja con la vida pendiente de un hilo, pacientes de cáncer que regresan del hospital y tienen que subir los diez pisos a pie por estar inutilizado el ascensor, que sufren un infarto en el trayecto y son de pronto protagonistas de titulares que nunca hubieran querido ocupar. Alumnos del colegio Luisa de Marillac que no han podido dar clases durante toda una semana, jóvenes que se ven obligados a alquilarse un piso en otro barrio de su propia ciudad, donde no hay cortes de luz, para poder así acceder a algo tan básico para el resto como encender un ordenador o estudiar bajo un flexo. Todo esto genera gastos, frustración, cabreo, tristeza y limita las posibilidades de unos granadinos frente a otros.
Pero además de estos relatos en los que la vida o el futuro está en juego, los vecinos no quieren que la difícil cotidianidad quede soslayada, el día a día. Sus congeladores están vacíos porque no pueden hacer compra semanal o mensual, que se echarían a perder en las largas horas sin electricidad, tienen baterías portátiles para no quedarse incomunicados y cuentan que están acostumbrados a quedarse con la intriga cuando apenas faltan unos minutos de la película o la serie que están viendo. Con el don de la inoportunidad, la pantalla se va a negro y el final no lo marca un guionista.
Celia del Castillo, vecina del barrio de Nueva Cartuja, vive en Fray Juan Sánchez Cotán y su diario es una gran libreta en la que registra con afán de notario todas las incidencias con el suministro eléctrico. "Es abrumador, no sé si las personas que no pasan por esta coyuntura en su vida se pueden hacer una idea de lo que esto significa. La primera sensación que tengo cuando se corta la luz es directamente una taquicardia, que te dejen sin luz significa que te cortan cualquier proyecto que tengas en ese momento, es absolutamente inhumano".
Hay que estar organizado, tener siempre baterías cargadas disponibles
Con el corazón acelerado, Celia ya tiene mecanizado después de tanto tiempo qué hacer: va a por una velas y llama a Endesa para registrar la incidencia. Claro, hay que estar organizado, tener siempre baterías cargadas y disponibles, tener siempre el ordenador portátil cargado, "pero hay personas mayores que no tienen esos recursos".
Las instituciones se pasan el balón unas a otras. Ni Ayuntamiento ni Junta de Andalucía ni el Ministerio de Transición Ecológica han podido atajar el problema pese a las constantes reuniones y a que se ha creado una Mesa por los Cortes de Luz. El barrio sigue a oscuras y Celia lo tiene claro: "La culpa es de Endesa", afirma rotunda. "Antes de Navidad nos vimos con el alcalde, Francisco Cuenca, y al día siguiente nos convocaron a una mesa de diálogo en la que estaba también la Junta de Andalucía, pero el representante de Endesa no acudió".
La compañía puntualiza que está realizando inversiones millonarias y señala a la defraudación del suministro eléctrico para cultivar marihuana como el detonante. De hecho, el olor a 'maría' impregna de forma indeleble algunas calles del barrio, una fragancia que en ocasiones se desparrama por toda la ciudad. De un vistazo se observan los enganches ilegales entrando en casas con todas las persianas cerradas.
Un caso paradigmático es el conocido como "hotel luz", en una de las zonas más degradadas del barrio, donde la Policía Nacional hace redadas de forma continua. Van los periodistas y los fotógrafos, los agentes sacan las bolsas con la marihuana incautada e inhabilitan las instalaciones, pero tres días después aparecen nuevas ventanas y se vuelve a sembrar. Hay mucho dinero en juego, Granada se ha convertido en una huerta y se están tejiendo peligrosas relaciones con las mafias de los países del este.
Los vecinos quieren huir de la criminalización del barrio. La inmensa mayoría son trabajadores y pagan religiosamente sus facturas por un servicio que no reciben. "Endesa se escuda en que hay mucho fraude en la electricidad, lo que supone un comentario criminalizador porque esa situación nos es ajena, si existe esa situación Endesa tiene que ponerse las pilas y localizar los enganches con la Policía Nacional, pero nunca señalar a todo un barrio".
La zona norte es un distrito azotado por la pobreza, como las 3.000 viviendas de Sevilla o La Cañada Real de Madrid, con una tasa de desempleo que roza el 70%. Rosario García, presidenta de los vecinos de Cartuja, muestra su hartazgo por la asociación continua que se hace entre el barrio y la marihuana. "Estamos abandonados, si en los últimos 40 años se hubiese invertido como en otras zonas de la capital no estaríamos así, demasiado ha dado el barrio para la dejadez que hemos recibido", asegura una mujer que lleva más de 30 años residiendo en la zona y que ha visto cómo su hija se ha tenido que preparar la Selectividad estudiando en la calle bajo la luz de una farola.
Rosario pide a la clase política que entone el mea culpa, que inviertan en educación y en empleo. "Somos vecinos de Granada y es hora de que derriben ese muro que ellos mismos han levantado, que no nos echen la culpa por vivir en este barrio", zanja.
Enganches ilegales
En los últimos años, Endesa, según explican fuentes de la compañía, ha invertido 6 millones de euros en la zona norte de Granada. El presupuesto ha permitido "triplicar la potencia, y a pesar de ello las incidencias se siguen produciendo". Según los datos facilitados por la compañía, la potencia total contratada en los 23 centros de transformación más afectados por el fraude (el área suma 59) es solo del 30% del total instalado, que es de 28.500 kilovatios.
Además, únicamente el 49% de los 6.160 suministros a los que abastecen estos 23 centros de transformación tiene contrato en vigor. "El resto están cometiendo un delito de defraudación de fluido eléctrico, creando un grave perjuicio al resto de usuarios que están cumpliendo con la ley". A ello se suma que en los últimos 5 años "ha descendido en un 29% la potencia contratada en dichas instalaciones de red, incrementándose de forma desproporcionada la potencia que está siendo demandada en dichos transformadores de forma ilícita".
Una plantación de marihuana puede llegar a consumir como 80 viviendas, y ese consumo se produce las 24 horas por lo que las redes, "ya reforzadas más allá de la potencia contratada", se saturan y provocan esos cortes. "Por todo ello se trabaja en mesas institucionales para buscar una solución a esta problemática, y con las fuerzas del orden de forma directa para atajar la situación".
En 2021, la policía efectuó en Granada 77 actuaciones que derivaron en más de 2.400 cortes de suministro por fraude. Y en lo que va de 2022, se han realizado otras 12 con más de 300 cortes. "La situación no es fácil, desde Endesa se siguen buscando fórmulas, se está aplicando big data y se sigue invirtiendo, pero este no es un problema de suministro (tienen potencia como para 5 veces la gente que vive allí), es un problema que trasciende este ámbito", concluyen en la empresa.
La cena fría
Un grupo de vecinas se reúne a las puertas del Centro Cívico de la zona norte. De momento hay luz, pero no saben si al volver a casa podrán encender la vitrocerámica para preparar la comida o si toca cena fría. Eva es contundente: "No se puede vivir así. Me puedo duchar porque tengo butano, pero no me puedo secar el pelo sin electricidad, por ejemplo".
Y su hija, que estudia Psicología, se ha tenido que ir a vivir a apenas dos kilómetros de la casa de sus padres, a Villarejo, para poder seguir con la carrera. Tiene que trabajar para costearse el piso, aunque sus padres la ayudan, pero la falta de luz la ha expulsado de su barrio, situado precisamente a apenas unos metros de su universidad. Manuela, junto a ella, asiente con su hija al lado, que se ha sacado su carrera "estudiando con linternas".
Mari Ángeles señala que se sienten continuamente "acelerados" por la amenaza de los cortes de luz. Tienen que vivir al día porque no pueden almacenar alimentos en el frigorífico debido a que los cortes de luz se prolongan a veces durante más de un día y se echarían a perder. "La verdura, la carne y el pescado no aguantan, no puedes tener alimentos frescos", señala.
Pepa, por su parte, apunta que debido a esta situación tienen que estar continuamente bajando al supermercado, con el agravante, como es su caso, de vivir en una décima planta y con un ascensor que sin impulso eléctrico se niega a subirla después, 200 escaleras con las bolsas de la compra a diario iluminándose con una linterna por los oscuros pasillos. El contexto adquiere tintes épicos en el caso de Encarna, que tiene las dos rodillas operadas y también vive en el décimo. En muchas ocasiones se ha tenido que dejar el carrito de la compra en la cochera y subir a la casa de una vecina en el segundo a esperar a que vuelva la luz. Y si no vuelve no le queda otra que afrontar la escalada arriesgándose a una caída fatal.
"La comida no aguantan, no puedes tener alimentos frescos", señala una vecina
Todas coinciden en sentirse "ciudadanos de segunda” y se ríen al unísono cuando hablan de la factura de la luz y los descuentos a los que tienen derecho por los cortes. "Al año mandan una hoja, por terceros no devuelven nada, y por incidencias te devuelven 80 céntimos", afirman. Pero no quieren dinero, "queremos nuestra luz", dice Encarna tajante, que para rizar el rizo, ha estado a punto de sufrir una estafa telefónica con una operadora que se hizo pasar por la compañía eléctrica para recabar sus datos bancarios. Pero estuvo atenta y no cayó en sus redes.
La cruzada del Defensor de la Ciudadanía
Manuel Martín, el Defensor de la Ciudadanía de Granada, es el hombre que de alguna manera lidera la lucha contra los cortes de luz. Y lo ha intentado todo, desde reuniones con las administraciones, con Endesa, participa en las mesas técnicas… Pero viendo que las soflamas se las llevaba el viento y los vecinos seguían a oscuras protagonizó en 2019 un encierro de una semana junto al párroco de La Paz, una de las zonas más afectadas. “Marcó un antes y un después, a partir de ahí desfilaron todos los políticos y la ciudadanía tomó conciencia. Los responsables de las administraciones se pusieron manos a la obra y comenzaron a exigir a Endesa que arreglara las instalaciones. Fue la primera vez que se arreglaron transformadores, además de que la Junta de Andalucía encargó una auditoría”, explica Martín.
Seguidamente se dirigió al Parlamento Europeo porque, según la Constitución, “se están vulnerando hasta siete derechos fundamentales”, entre ellos el de voto. En las últimas elecciones generales, tuvieron que ejercer su derecho al sufragio a oscuras y el recuento se hizo a la luz de una farola. “Me dirigí al Parlamento para pedir su amparo y que se pusieran en marcha los mecanismos necesarios, mi escrito fue presentado en febrero de 2021, me respondieron que se estudiaría en las comisiones correspondientes, pero aún no he recibido respuesta”, lamenta.
Después se dirigió a la ONU solicitando la posibilidad de que dos relatores, el de la pobreza y el de la vivienda, se desplazaran a Granada, pero le contestaron que con la pandemia no se podía hacer en ese momento. Y eso sin contar las veces que ha escrito al presidente de la Junta y al del Gobierno, que siempre le han respondido con buenas palabras, pero sin arrojar luz.
"Se ha dicho de todo y se ha hecho de todo. Sólo queda actuar, acabar con los cortes de luz no es una utopía, es una obligación que implica voluntad política real porque si los cortes de luz fueran en el centro ya se habrían arreglado”, insiste. Además emplaza a Endesa a que ponga “soluciones urgentes” y a las administraciones a que “abandonen los discursos criminalizadores que sólo alientan la estigmatización de los vecinos”.
Mesa por los cortes de luz
Granada cuenta con una Mesa por los Cortes de Luz en la que están representados los vecinos, el Ayuntamiento, la Junta de Andalucía y la Subdelegación del Gobierno. Hay continuos encuentros. Y aunque todos coinciden en que la situación es insostenible, las reuniones no van más allá de una simple foto.
Las denuncias interpuestas junto a grupos vecinales no fueron admitidas
El portavoz del equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Granada, Jacobo Calvo, defiende que se ha expuesto por activa y por pasiva que se han de modernizar las instalaciones eléctricas para dar servicio al 75% de la población que paga sus facturas pero que está a merced de los cortes de suministro. "No vamos a tolerar la criminalización del barrio. Las calles Julio Moreno Dávila, Sánchez Cotán, Joaquín Corral Almagro, Pedro Machuca, Molino Nuevo y otras más del distrito, sufren la ineficacia de Endesa y la dejación de funciones de la Junta de Andalucía. Llevamos 8 meses intentando sumar, trabajando en la búsqueda de soluciones sin señalar a nadie, pero casos como el del colegio Luisa de Marillac hacen que sea imposible mantener esa actitud con quienes son desleales con todos los barrios del norte", afirma.
Denuncia de la asociación
Tras recibir un informe de la dirección del centro educativo Luisa de Marillac, la Delegación en Granada de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) ha registrado una queja contra Endesa ante las Consejerías de Educación y de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación como ante el Defensor del Pueblo Andaluz para denunciar la situación que se está viviendo en el centro debido a las sistemáticas interrupciones del suministro. En el escrito señalan que "ya no puede hablarse de cortes de luz, porque directamente no hay electricidad durante todo el día" y afirman que "la falta de garantía en el suministro afecta gravemente a derechos esenciales, como la salud o la educación, sin que se tomen medidas reales para ponerle fin".
Como se recoge en el escrito presentado, el equipo docente del centro educativo ha manifestado en un informe su malestar e indignación por unos cortes de luz que llevan sufriendo desde hace 2 años, llegando a una situación de apagón total durante la semana pasada. Resalta, además: "Esta realidad imposibilita el desarrollo de nuestro trabajo, una educación de calidad y tiene un alto impacto psicológico para la infancia".
La Compañía General de Electricidad, ahora Endesa electrificó la provincia de Granada en 1892, pero 130 años después, los habitantes de la zona norte de la capital llevan décadas sufriendo continuos cortes de luz. Cinco días estuvo un colegio la semana pasada sin el servicio. Y mientras la compañía defiende que tras los cortes están las plantaciones ilegales de marihuana, los vecinos se desesperan.