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El vértigo electoral se apodera de Andalucía

El presidente de Andalucía leerá los resultados del domingo para decidir si convoca elecciones en primavera o apura hasta el otoño. El peso de los de Abascal puede llegar a ser mucho mayor

Foto: Juan Manuel Moreno interviene en el Congreso del PP de Andalucía. (EFE)
Juan Manuel Moreno interviene en el Congreso del PP de Andalucía. (EFE)

"Feliz domingo, señor Moreno". Con ironía despedía la portavoz socialista al presidente andaluz el pasado miércoles al término de la sesión de control en el Parlamento, horas antes de que Juan Manuel Moreno subiera a un avión camino de Dubái para presidir este 12 de febrero el día de Honor de Andalucía en el Pabellón de España en la Expo. A 8.000 kilómetros de distancia le pillará el cierre de las urnas en Castilla y León, después de que cambiara su agenda y descartara acudir a la noche del cierre de campaña electoral poniendo tierra de por medio. Será sin duda un día de nervios y lecturas intensas para Moreno, que deberá pensar mucho cuándo convoca elecciones tras ver la suerte que corre su compañero Alfonso Fernández Mañueco y la fuerza de Vox, principal preocupación en una comunidad en la que los de Abascal ya tienen 12 diputados.

"No quisiera verme en su pellejo", admite un rival político del PSOE-A. En el equipo del presidente conceden que "cualquier decisión entraña un riesgo". Adelantar o atrasar implicar asumir riesgos en un momento, advierten, de máxima volatilidad política en el que cualquier hecho no controlable puede determinar una campaña. El error del PP con la reforma laboral dio alas al PSOE de Pedro Sánchez, por ejemplo, admiten en las filas andaluzas. "Hoy en día, en cualquier momento, puede pasar de todo, que estamos todavía en una pandemia", recuerda un veterano popular que sabe que Moreno se asomará a un abismo complicado este domingo, cuando todas las miradas de golpe y ya sin escapatoria se girarán a Andalucía. "Lo mejor es pensar que haga lo que haga no se equivocará porque otra cosa no nos ayudará nada", añadía otro compañero de partido en la cafetería del Parlamento regional.

Foto: Juanma Moreno y Pablo Casado. (EFE/Pepe Torres)

Moreno no ha dado esta semana ningún síntoma de inquietud ni ansiedad. Dicen sus adversarios que está "irritado" y "nervioso". Él lo niega. La procesión irá por dentro, seguro, porque lo que ocurra este domingo influirá de forma determinante no solo en la fecha de las elecciones en Andalucía sino también en el clima político con el que el presidente afrontará los comicios autonómicos. En su círculo siguen remitiéndose a las fechas que públicamente ofreció: junio u octubre. Es decir, finales de primavera, con Semana Santa y las principales ferias y romerías disfrutadas, o a la vuelta de verano, lo que dificultaría tener Presupuesto para el próximo ejercicio y obligaría a alargar las cuentas ya prorrogadas.

Lo que preocupa es Vox

Lo más preocupante en Andalucía es Vox. Es la sombra que está en todas las conversaciones de los populares. En el partido aseguran que su victoria es segura y que la izquierda sigue "desmovilizada". No ven que Juan Espadas esté siendo un revulsivo para el PSOE. Están tranquilos también por la fragmentación de la izquierda, que sigue dividida en cuatro papeletas. Lo que temen es el hundimiento de Cs y la explosión de Vox por encima de los 15 diputados. Lograron 12 de 109 en los últimos comicios, frente a los 26 del PP. Los sondeos dicen que Moreno podría duplicar sus resultados, lo que ya sería épico, pero quedaría en manos de Vox para formar Gobierno. Cs confía en que Francisco Igea les abra una puerta a la supervivencia en Andalucía. Las encuestas no le son demasiado favorables.

Cuando Mañueco convocó y los sondeos decían que estaba al filo de la mayoría absoluta, en el PP andaluz se olía el entusiasmo. Las lecturas de sus dirigentes aseguraban que Vox era un fenómeno que estaba muy sobredimensionado en las encuestas, "es todo esteroide demoscópico", decían, y que las urnas castellanoleonesas iban a pinchar el globo de Santiago Abascal. Aseguraban entonces que a Vox, que lleva desde julio pidiendo elecciones en Andalucía y que asestó un fuerte golpe al Gobierno de Moreno el pasado noviembre cuando tumbó el Presupuesto de 2022, se le iba a quitar las ganas de tantas prisas.

Sin embargo, en el momento en el que los sondeos han dejado de proyectar esa holgada mayoría, el informe de los dirigentes del PP de Andalucía ha cambiado. Si las urnas confirman que Vox está por las nubes, se extenderá una negra sombra sobre la cabeza de Moreno. Saben los populares que la fuerza de los de Abascal en la comunidad puede ser mayor que en Castilla y León. Aquí entraron en las instituciones en diciembre de 2018 y adelantaron al PP en cuatro provincias en las últimas generales de noviembre de 2019. De momento, rehúyen cualquier tipo de paralelismo. "Ni Andalucía es Castilla y León, ni Moreno es Mañueco, ni el PP en Andalucía lleva 35 años", zanja alguien muy próximo al presidente.

Foto: El presidente de la Junta, Juanma Moreno (PP-A) (d), y el vicepresidente, Juan Marín (Cs). (EFE/Raúl Caro)

Moreno se ha hecho una marca propia, viste un traje de hombre afable, moderado, de centro y va a basar su campaña en que es "un buen gestor", "un buen comercial para Andalucía" para traer inversiones y ayudar a que la economía despegue. Es lo que deja entrever en sus intervenciones, donde repite que el cambio necesita tiempo para consolidarse y subraya los indicadores económicos positivos para la región. No quiere polémicas. Si los de Abascal ponen un alto precio al PP en Castilla y León para darle el Gobierno y pide entrar en coalición, a Moreno le habrán cambiado radicalmente el paso. Aspira a una campaña templada y con Vox todo se radicaliza. Si en los populares andaluces admiten que una candidata como Macarena Olona movilizaría a la izquierda, saber que puede ser la próxima vicepresidenta, "acabaría de sacar de su casa a mucha gente que aún el PSOE de (Juan) Espadas no le ha hecho moverse de la abstención".

Eluden las líneas rojas

Una coalición con Vox es el peor escenario posible para Moreno. "No van a pedir entrar en ningún gobierno. No tendría ningún sentido en su estrategia política. Su objetivo son las generales, no los gobiernos autonómicos". Esta es la última versión en el entorno directo del presidente andaluz, donde han pasado de asegurar que el PP no permitirá la entrada de Vox en los ejecutivos porque antes se repetirían elecciones a directamente volver a la teoría de que los de Abascal nunca lo pedirán. Lo único cierto de todo esto es que el partido ultra insiste en que sí quiere gobernar, aunque del dicho al hecho hay un trecho. El PP además no ha definido aún su relación con Vox, ni ha puesto líneas rojas ni excluido las coaliciones.

Esa indefinición hace que la oposición asegure que abrirán las puertas y llevarán a Vox al poder si es necesario. En el PSOE andaluz, por supuesto, no quieren ni oír hablar de dar paso a la lista más votada o de un pacto para facilitar el gobierno y evitar que la extrema derecha sea determinante. Azuzar el miedo a que Olona sea vicepresidenta es su baza.

Foto: El portavoz parlamentario de Vox, Manuel Gavira (2d). (EFE/José Manuel Vidal)

Moreno asegura que aún no tocan las autonómicas, insta a la oposición a guardar las pancartas y advierte que "las ansiedades" son malas siempre y en tema de elecciones, más. Sin embargo, el ambiente es absolutamente electoral en Andalucía y el primero que está en una descarada campaña es el presidente. Es la contradicción entre el discurso y la agenda la que da alas a la teoría de que los comicios podrían ser en cualquier momento. "Nadie se mete en una campaña tan evidente y acelerada, que es fácil ver con la agenda del presidente en la mano, si piensa esperar mucho más tiempo", comentaba el pasado jueves un diputado del PP. Con el convencimiento además de que a partir de ahora el tiempo corre en contra del presidente de la Junta y la erosión puede ser mayor por tanta exposición pública, porque los partidos de la oposición trabajan ya con el machete en la boca preparados para una convocatoria en cualquier momento.

Mientras tanto, el primer pleno del nuevo periodo de sesiones ha dejado claro que en el Parlamento andaluz no hay ningún atisbo de bloqueo político. A la ley de economía circular se le dio paso con los votos de la izquierda y la proposición para ampliar los regadíos en Doñana se aprobó con el respaldo de PP, Cs y Vox y la abstención del PSOE. La Cámara no se ha convertido en una encerrona política para el Gobierno. Si Moreno quería usar ese argumento para adelantar lo tuvo en bandeja cuando en noviembre tumbaron los Presupuestos. Ahora será difícil agarrarse a esta excusa. Hay manifestaciones convocadas por la sanidad. La agenda de Moreno seguirá siendo frenética. El próximo 28 de febrero se celebra el Día de Andalucía. El PP apunta a que quieren que se apruebe el dictamen de la comisión de investigación de la Faffe, el último escándalo de corrupción socialista tras los ERE, antes de disolver el Parlamento. El texto podría estar el 27 de abril. Ya saben en los que insisten, junio u octubre. Habrá que esperar para ver qué decide Moreno el domingo y si le bailan las fechas.

"Feliz domingo, señor Moreno". Con ironía despedía la portavoz socialista al presidente andaluz el pasado miércoles al término de la sesión de control en el Parlamento, horas antes de que Juan Manuel Moreno subiera a un avión camino de Dubái para presidir este 12 de febrero el día de Honor de Andalucía en el Pabellón de España en la Expo. A 8.000 kilómetros de distancia le pillará el cierre de las urnas en Castilla y León, después de que cambiara su agenda y descartara acudir a la noche del cierre de campaña electoral poniendo tierra de por medio. Será sin duda un día de nervios y lecturas intensas para Moreno, que deberá pensar mucho cuándo convoca elecciones tras ver la suerte que corre su compañero Alfonso Fernández Mañueco y la fuerza de Vox, principal preocupación en una comunidad en la que los de Abascal ya tienen 12 diputados.

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