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85 años de la Desbandá: la matanza que todos quisieron tapar
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100.000 HUIDOS Y 5.000 MUERTOS

85 años de la Desbandá: la matanza que todos quisieron tapar

Familiares de supervivientes y personas vinculadas a asociaciones de memoria histórica rememoran a pie desde el pasado jueves y hasta el próximo domingo la mayor masacre de la Guerra Civil

Foto: Acto de homenaje a la Desbandá en Salobreña (Granada) al inaugurar el pasado domingo un monumento conmemorativo. (Al Sol del Membrillo)
Acto de homenaje a la Desbandá en Salobreña (Granada) al inaugurar el pasado domingo un monumento conmemorativo. (Al Sol del Membrillo)

Los aviones volaban tan bajo que podían ver los ojos de los pilotos.

Huyeron alertados ante las proclamas de Queipo de Llano por la radio.

"Si nos quedamos aquí, nos van a matar a todos". Nadie olvidaba el precedente de la matanza en la plaza de toros de Badajoz.

Febrero de 1937. El Gobierno republicano ha dejado a su suerte a Málaga. La ciudad no tiene ejército suficiente para defenderse y las familias huyen dirección este con lo puesto. Como una 'desbandá' de pájaros, de ahí el término utilizado para referirse a la mayor masacre en la Guerra Civil, que fue el mayor éxodo de población civil en Europa hasta la guerra de Yugoslavia.

Foto: La ‘desbandá’ de febrero de 1937: éxodo en el Mediterráneo

Se cumplen 85 años de la huida de 100.000 personas (hasta 300.000 según algunos historiadores) desde Málaga por la carretera de Almería. Hubo 5.000 muertos, y sí, los pilotos podían ver a esas madres que llevaban a sus bebés en brazos y que se tiraban al suelo para intentar esquivar las bombas y la metralla de los aviones.

El domingo, en Almería

Familiares de supervivientes y comprometidos con la memoria histórica rememoran a pie desde el pasado jueves y hasta el próximo domingo, cuando lleguen a Almería, esta barbarie arrinconada durante muchos años por vergüenza del Gobierno de la II República y tapada por las tropas franquistas ante el tamaño de la masacre.

"Su madre, siendo todavía mayor, no podía soportar el ruido de un motor en el aire. Cuando oía un avión, siempre se escondía"

Jeanette Reina Maese tiene 72 años, es enfermera jubilada y vive al sur de Toulouse. Se ha venido con tres amigas más en su utilitario francés, con el maletero hasta los topes por los sacos de dormir. Se dispone a honrar la memoria de sus padres. Vivían en Colmenar, un pequeño pueblo del interior, a 32 kilómetros de Málaga capital. Su madre nunca pudo soportar el ruido de un motor en el aire. Cuando oía un avión, siempre se escondía.

Algunos niños de la Guerra Civil tampoco pueden (o podían, porque cada vez quedan menos vivos) entrar en un subterráneo porque les recordaba a los refugios antiaéreos. Su padre estaba en la guerra con los republicanos. En febrero de 1939 pasó la frontera francesa y le llevaron al campo de concentración de Argelès-sur-Mer.

placeholder Jeannete Reina, enseñando la fotografía de su padre. (Agustín Rivera)
Jeannete Reina, enseñando la fotografía de su padre. (Agustín Rivera)

"La Desbandá me duele en lo más hondo de mí. Quiero pedir justicia y que se conciencie de esta tragedia", dice tras apurar un café en Nerja, segunda etapa de la ruta conmemorativa. Jeanette tiene ahora una nieta de 14 años que se llama Ambre. Le quiere contar “poco a poco” lo que le pasó a sus bisabuelos españoles. Ellos nunca lo hicieron. "Estaban acostumbrados a callarse y siguieron haciéndolo toda la vida", narra la enfermera.

De la Desbandá a Francia

Chantal Penicaut preside la Asociación de Viajes Memorialistas de la República Española. Su tío Paco Puentedura murió en 2013. Él era de Salobreña, la siguiente parada después de Nerja, ya en la costa tropical granadina. Paco tenía siete años y huía, junto a sus padres y su hermana, de los bombardeos. Siguiendo por todo el litoral mediterráneo, llegó a Francia dos años después, en febrero de 1939, donde vivió 12 años hasta que regresó a España con su familia.

Foto: Andrés Moreno y su nieto Álvaro, esta semana, en Málaga. (Archivo familiar)

Hay trasiego tras los macarrones a la boloñesa (para los veganos pasta con coliflor, setas, champiñón, calabacín y ajo). La organización contabiliza 150 personas que hacen todo el recorrido, pero en los días punta habrá 700. Se calcula que 2.700 realizarán al menos una parte de la ruta. La jornada ha sido dura (25 kilómetros) y muchos optan por descansar. Rafael Morales, el presidente de la Asociación La Desbandá, pregunta a Chantal:

—¿Os han dicho que os llevarán en la furgoneta?

—Sí, sí; ya se han ido algunas compañeras.

Morales está a punto de irse un rato a su autocaravana. Antes de arrancar una pequeña siesta atiende a El Confidencial mientras revisa las fotografías del día que acaban de subir al chat de Telegram y charla con Pepe Montes, el "guía" de cada día de ruta. "En Málaga no había apenas prensa extranjera ni había imágenes, algo que contrasta con Guernica". El bombardeo del municipio vasco fue conocido de modo instantáneo en toda Europa. Sigue la comparación. 400 muertos en Guernica frente a los 5.000 de la Desbandá. Eso sí, esta cifra de la carretera de Almería no fue de un solo día, en contraste con la matanza que retrató Picasso en su famoso cuadro.

"Lo de la Desbandá fue una carnicería planificada y la ejecutaron de la forma más cruel, intentando el exterminio de los que ya huían"

"Todos los esfuerzos se centraban en la defensa de Madrid y a Málaga se decidió que 'ni un fusil, ni una bala más'", recuerda Morales para referirse a la frase pronunciada por Largo Caballero, entonces presidente del Gobierno en Madrid. "Lo de la Desbandá fue una carnicería planificada y la ejecutaron de la forma más cruel, intentando el exterminio de los que ya huían. Fue un genocidio y queremos que sepan los Gobiernos de Italia y Alemania que participaron con sus tropas".

—Gonzalo, no te pierdas. ¿Adónde vas?

—De momento, voy a buscar un sitio donde dormir.

Gonzalo Acosta, geógrafo y urbanista, lleva 23 años como activista de la memoria histórica a través de todosloshombres.org. Prefiere descansar fuera del polideportivo, donde lo hará la mayoría. Es la segunda vez que recorre la ruta de la Desbandá. Entonces ya descubrió una historia "interesantísima" y "un grupo humano fantástico". "Lo que ocurrió aquí tuvo unas condiciones extremas, no tanto por la magnitud, sino por el carácter cualitativo de la tragedia, con familias completas de todas las edades y condiciones físicas".

Foto: La nueva placa en homenaje a Norman Bethune colocada esta semana en el Paseo de los Canadienses de Málaga. (Agustín Rivera)

Se oyen las cacerolas de los cocineros cordobeses que limpian los utensilios de cocina. Enrique Urkijo acaba de terminar de comer y fracciona con el cuchillo, con mimo, el último trozo de manzana. Fue director del Metro de Bilbao y primer responsable del de Málaga. Hizo buenos amigos en la ciudad andaluza y aunque vive en el País Vasco, tiene segunda residencia en la Costa del Sol.

Durante la Guerra Civil, en el campo de concentración de Albatera (Alicante), el padre de Urkijo bebió orina de las letrinas. Pesaba 32 kilos con 21 años. Le daban de comer una lata de sardinas cada dos días. Con 82 años y muletas, iba a las concentraciones de Gesto por la Paz. "Antes falangistas y ahora pacifistas", le gritaban los de Herri Batasuna. "Que se lo digan a un tío con su historial, que estuvo en la clandestinidad…".

placeholder Carné de voluntario de la resistencia del padre de Jeannette Reina. (A. R.)
Carné de voluntario de la resistencia del padre de Jeannette Reina. (A. R.)

Volviendo a la Desbandá, insiste en que no se trata de los muertos de un partido, ni de un acontecimiento que debe capitalizar solo la izquierda. "Son los muertos de España. Es un tema de memoria, no de ideología. No podemos tener el orgullo de ser el segundo país del mundo en desaparecidos. Tenemos que recordar lo que significa huir de la guerra". Asiente su amigo Lorenzo, jubilado tras 40 años trabajando en Correos. "A través de Enrique conocí la historia y ahora que dispongo de tiempo tenemos que apoyar estas reivindicaciones".

Saber más y descubrir

Mariola Heredia, de 56 años, y Silvia Martín, de 22, son madre e hija y acaban de tomarse un tentempié en la cafetería Courtyard, junto al polideportivo donde dormirán esta noche, y con vista a la pista de atletismo donde varios jóvenes practican saltos de longitud y carreras de media distancia.

Residen en Madrid. Habla Silvia: "Lo vi como una oportunidad para compartir tiempo con ella [vive con su padre en Boadilla del Monte y su madre tiene casa cerca de La Vaguada]. Esta es una historia que no nos cuentan; me apetecía saber más y descubrir". El descubrimiento de la joven se podría transformar en un proyecto fotográfico sobre la marcha. Para ello aprovechará su experiencia en la imagen como estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad Europea de Madrid.

"La media tiene 55 años. Tenemos un problema generacional. Hay que captar a más jóvenes"

Silvia es de las más jóvenes que hacen el recorrido. También está una pareja de 18 años. Pero son excepción. La media tiene 55 años. "Tenemos un problema generacional. Hay que captar a más jóvenes", confiesa Morales. Abundan los jubilados o profesionales como Mariola que se toman vacaciones para realizar el camino. Algunos nietos de supervivientes están tomando el testigo, aunque falta más "cantera".

"Enjoy afternoon!", dice la camarera del bar a un par de clientes que acaban de pagar. "Os podéis quedar aquí en la terraza el tiempo que queráis, pero vamos a cerrar en un momento", avisa el encargado. Cuando cae la noche algunos cuentan las historias de sus padres, de sus familiares, en esta carretera de la muerte. A las 7 de la mañana suena el despertador. El domingo se despertaron con canciones de rock. Y continúa la búsqueda de más testimonios de la Desbandá de febrero de 1937 que ya nadie olvida.

Los aviones volaban tan bajo que podían ver los ojos de los pilotos.

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