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Los bandazos de Cs con Vox: de "no son extrema derecha" a "cantan el Cara al Sol"
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ATAQUES EN VÍSPERA ELECTORAL

Los bandazos de Cs con Vox: de "no son extrema derecha" a "cantan el Cara al Sol"

El vicepresidente andaluz, Juan Marín, adopta ahora un discurso duro, de enfrentamiento, con sus socios parlamentarios. No siempre fue así

Foto: El vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín. (EFE)
El vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín. (EFE)

En el tercer aniversario de la constitución del Gobierno andaluz de PP y Cs, en enero de 2019, las relaciones de los naranjas y Vox, los aliados imprescindibles de aquella investidura, son más tensas que nunca. El pasado viernes, el vicepresidente y líder de Ciudadanos, Juan Marín, se despachó con un aviso a los diputados de la formación de Abascal en el Parlamento autonómico: “No van a cantar el Cara al Sol mientras que yo esté aquí”. Los naranjas estrenan así una nueva estrategia que identifica al partido liberal como el cordón sanitario imprescindible para que Vox no entre en los gobiernos, aunque las encuestas pronostican su naufragio. Sin embargo, la relación de amor-odio entre ambas fuerzas ha escrito muchos capítulos en Andalucía y Marín no fue siempre tan beligerante.

El aviso se repitió este lunes, cuando Marín insistió en que Vox tiene una política de “difamación, provocación y mentiras”. Desde el partido de Santiago Abascal se toman a risa las críticas. La aspirante a candidata, Macarena Olona, que aún no ha sido confirmada oficialmente por la dirección de su formación, respondió con sorna: "Lo que todavía no sabe es que él tocará las palmas. Desde fuera de la política. Que ya está bien". En los últimos tiempos, la mofa es la respuesta por la que Vox se ha decantado ante las declaraciones de Marín. Desde la cuenta oficial no se preocuparon ni de desvincular al partido con el himno ultraderechista de la Falange española, sino que colocaron a la diputada por Granada bailando 'Macarena' y auguraron que será el vicepresidente andaluz, a la vista de su currículo, quien acabe bailando al sol de la famosa canción de Los del Río.

Hace ya meses que Vox responde a los ataques de Cs ninguneando el calado de las acusaciones del candidato naranja en Andalucía. El día en que Marín ganó las primarias de su partido por 823 votos, los de Abascal le dieron la enhorabuena eludiendo cualquier tipo de cortesía o educación a la antigua usanza en la política. Directamente, le felicitaron porque “vivirá en primera persona el hundimiento de Cs en Andalucía”.

La guerra de declaraciones es dura y está abierta, posiblemente seguirá creciendo hasta las elecciones, en junio u octubre, y cuanto más contundente se muestra el vicepresidente andaluz más se ríe Vox, que da por hecho, como dicen las encuestas, que en las próximas autonómicas Cs desaparecerá y será la formación de extrema derecha la que tendrá la investidura en su mano y la llave para formar un Gobierno con el PP de Juan Manuel Moreno. Un escenario que en las filas populares se está convirtiendo en una pesadilla. Ya lo dijo Moreno este fin de semana en el congreso de la formación en Castilla y León cuando pidió a los suyos: “¡Por Dios, sacad un buen resultado!” y recordó que él es el siguiente en examinarse.

Antes, los defendía

Pero no siempre la relación de Vox y Cs, especialmente de Marín, ha sido tan bélica. La hemeroteca está ahí y arroja perlas difíciles de combatir. En la negociación de los últimos presupuestos de la Junta de Andalucía para 2022, que finalmente Vox dejó caer y no salieron adelante, Marín defendió públicamente en varios foros que era mejor un acuerdo con los socios tradicionales del Gobierno que con el PSOE, con quien el PP había abierto el diálogo para tratar de dejar fuera de juego a los de Abascal. El temor de Marín a que la foto entre populares y socialistas le dejara totalmente aislado y llevara al presidente Moreno a ocupar más el centro político hizo que el vicepresidente apostara en varias comparecencias por editar la alianza con el partido ultra. “Con Vox podríamos tener más esperanza”, dijo.

Foto: El líder de Ciudadanos en Andalucía, Juan Marín, en el centro junto al presidente de la región, Juan Manuel Moreno Bonilla. (EFE)

Sus 'roneos' con Vox se han sucedido en los últimos meses. Es más, Marín se desvinculó claramente de Pablo Casado en la famosa moción de censura, que sacó la cara más dura del líder del PP contra Abascal. Se desmarcó para asegurar que él no compartía llamar a Vox extrema derecha y consideró que sería mejor “no poner etiquetas” a ninguna formación.

El pacto de investidura en Andalucía no fue fácil, pero nunca estuvo en duda o en peligro. Era la primera vez que Vox obtenía representación en un Parlamento y sus 12 diputados fueron clave para que PP y Cs pudieran relevar al PSOE tras 37 años de gobiernos ininterrumpidos en la comunidad. El pegamento del cambio político fue más potente que cualquier otra observación. Nadie planteó un cordón sanitario a la extrema derecha como en otros países europeos, nadie pidió seguir la política de Francia o Alemania.

Cs, en un complicado equilibrismo, optó por mantenerse al margen. Fue un juego de espejos complicado. Pactó con el PP la coalición y dejó en manos de los populares la negociación con Vox. Así se llevó mucho tiempo dejando claro que ellos no habían negociado nada con los de Abascal aunque en la práctica llegaran al Gobierno con sus apoyos. En la votación de la Mesa del Parlamento, el asunto fue todavía más rocambolesco. Por higiene, decían entonces, no iban a acordar nada con esa formación que consideraban ultra. Mientras que se discutía si cabía o no dejar fuera de este órgano a Vox, Cs prestó sus representantes al PP y fueron los diputados populares los que votaron a favor de un puesto para los de Abascal. De nuevo insistieron, con este juego, en que ellos no habían pactado nada con sus socios.

Foto: El vicepresidente de la Junta y consejero de Justicia, Juan Marín. (EFE)

Todo eso quedó atrás en la negociación de los presupuestos. Todas esas cautelas quedaron superadas cuando el logro de los tres partidos, PP, Cs y Vox, se plasmó en el membrete de los acuerdos presupuestarios y entonces sí se prestaron a comparecencias y fotos conjuntas. Vox ya había dicho que no iba a aceptar de nuevo que los trataran como apestados y evitaran estrechar la mano de sus diputados y Cs aceptó ya la negociación y el acuerdo sin intermediarios. Fue en otoño de 2019 cuando ya sus logros se entrelazaron en un documento oficial presentado en el Parlamento andaluz.

La consejera de Igualdad y Políticas Sociales, Rocío Ruiz, de Cs, antigua rival interna de Marín, es la que ha aguantado más estoicamente los ataques de Vox desde el principio de la legislatura. Bajo sus competencias estaban las políticas de igualdad, el Instituto Andaluz de la Mujer o los menores inmigrantes, asuntos en los que Vox ha centrado desde el principio sus ataques. La consejera ha hecho cesiones como la creación del teléfono de violencia intrafamiliar, pero siempre ha mantenido intocables sus políticas. Incluso con más apoyo público en muchas ocasiones del presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno (PP), que del propio vicepresidente de su partido, con quien nunca ha tenido buena relación.

En el tercer aniversario de la constitución del Gobierno andaluz de PP y Cs, en enero de 2019, las relaciones de los naranjas y Vox, los aliados imprescindibles de aquella investidura, son más tensas que nunca. El pasado viernes, el vicepresidente y líder de Ciudadanos, Juan Marín, se despachó con un aviso a los diputados de la formación de Abascal en el Parlamento autonómico: “No van a cantar el Cara al Sol mientras que yo esté aquí”. Los naranjas estrenan así una nueva estrategia que identifica al partido liberal como el cordón sanitario imprescindible para que Vox no entre en los gobiernos, aunque las encuestas pronostican su naufragio. Sin embargo, la relación de amor-odio entre ambas fuerzas ha escrito muchos capítulos en Andalucía y Marín no fue siempre tan beligerante.

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