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Sánchez acusa desgaste por la gestión y crece el riesgo de desobediencia a sus medidas
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OLA DEL ESCEPTICISMO

Sánchez acusa desgaste por la gestión y crece el riesgo de desobediencia a sus medidas

El presidente se ha dado un tiro en el pie al imponer las mascarillas en la calle. La desorientación lleva a una amenaza real de desobediencia, avisan los expertos

Foto: Pedro Sánchez manteniendo una videoconferencia. (EFE)
Pedro Sánchez manteniendo una videoconferencia. (EFE)
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El estallido en pocos minutos de la sociedad española ante el anuncio de Pedro Sánchez de que las mascarillas iban a ser obligatorias en exteriores, tras la Conferencia de Presidentes del pasado miércoles, atropelló al Gobierno. Mientras las alarmas se encendían en el Ministerio de Sanidad, preocupados porque una gestión con buena imagen se fuera al traste por una medida no recomendada por los expertos, en el gabinete de Moncloa empezaban a recalcular la medida antes incluso de hacerla efectiva. El revés definitivo puede venir si el decreto no alcanza la mayoría suficiente para ser convalidado en el Congreso y los grupos que deben prestar sus votos al Gobierno no tienen nada claro su voto. ¿Qué ha pasado en tan poco tiempo para que todo haya cambiado? ¿Qué consecuencias puede tener este hastío social y cómo se puede traducir?

Los expertos advierten de que hay datos, percepciones e intuiciones. La amenaza de protestas y estallidos sociales como los de Italia, Francia o con más intensidad en Alemania, Países Bajos o Austria puede convertirse en realidad en España, avisan. La sociedad española, que ha sido muy colaboradora y cumplidora, puede ganar desobedientes. Eso puede, además, traducirse en un aumento de quienes rechacen ponerse la tercera dosis de la vacuna. Los expertos aseguran que el imaginario electoral aún no está activado y es difícil hacer cábalas a medio plazo. Sin embargo, hay dos cosas claras. El mayor desgaste lo sigue sumando el presidente Pedro Sánchez, a pesar de que ahora mismo la mayoría de las competencias de gestión de la pandemia están en manos de las comunidades autónomas. Con sus dos últimas intervenciones públicas, advierten, el presidente se ha dado un tiro en el pie. El partido que sigue en línea ascendente, sin retrocesos, es Vox.

Foto: La ministra de Sanidad, Carolina Darias. (EFE/J. J. Guillén)

La politóloga Cristina Monge anima a bucear en las tripas del CIS para comprobar cómo ha cambiado todo en apenas dos meses. En la encuesta de octubre, el 81% de los españoles señalaba que lo peor de la pandemia había pasado. En diciembre, esa percepción se rebajaba 20 puntos, y solo el 60% se mostraba convencido de que lo peor quedaba atrás. El sondeo se hizo en las primeras semanas de diciembre. “Posiblemente, ahora el porcentaje sería mucho mayor”, admite. La variante ómicron y la ilusión truncada de que las vacunas iban a solucionarlo todo ha torcido las expectativas de muchos ciudadanos en una fecha clave como las navidades.

“Mi percepción es que, en un contexto de pandemia que dura ya dos años, con los ánimos muy caldeados y un aumento de la incertidumbre por las nuevas variantes y la recuperación económica, hay que tener cuidado”, reflexiona Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid. “No son conscientes de la puerta que han abierto”, advierte. “Ha habido un cambio de opinión en la ciudadanía en muy poco tiempo, prácticamente, del puente de diciembre a Navidad ha cambiado todo. La incertidumbre tiene una gran capacidad de corrosión social y los ciudadanos reclaman más que nunca medidas eficaces, previsibles y comprensibles. Si esto no ocurre así, el grado de incumplimiento será cada vez mayor. Si no se comprenden las medidas que se tomen, no se cumplirán”, concluye Simón advirtiendo de que esa ecuación siempre funciona.

A favor de las restricciones

La sociedad española, a diferencia de muchas otras vecinas europeas, no ha sido reacia a las restricciones. Todo lo contrario. En los peores momentos, el CIS arroja datos que demuestran que se apoyaban las medidas más duras, incluso era favorable en su mayoría a restricciones que vulneraban derechos fundamentales. Eso empieza a cambiar. “El 70% de los encuestados señalaban en barómetros anteriores que la sociedad española ha gestionado la pandemia con sentido de la solidaridad. Había una especie de orgullo, por ejemplo con el éxito de la vacunación. Esto empieza a cambiar”, indica Monge, profesora en la Universidad de Zaragoza.

Según su consideración, hubo otro momento crítico hace año y medio aproximadamente, cuando se comenzó a vacunar. Cundió el escepticismo. “En ese momento, el 45% declaró que no tenía claro si se iba a vacunar. En un país en el que hay apenas un 4 o 5% de antivacunas, el dato dejaba claro que había un problema de desconfianza institucional. Conforme comenzó la campaña de vacunación ese dato se revirtió rápidamente. Ahí el éxito doble”, advierte la politóloga. “Ahora, de nuevo, se empieza a palpar esa desconfianza y aún no hay datos, pero hay que estar muy vigilantes con lo que va a ocurrir con la tercera dosis porque hay más escepticismo”, advierte.

Foto: Sánchez tras la Conferencia de Presidentes. (EFE/Rodrigo Jiménez)

“En la gestión de la pandemia, ha habido un acuerdo implícito entre políticos y ciudadanos, usted me restringe mis derechos y libertades, acepto y cumplo, pero, a cambio, refuerce el sistema de salud, cuide de los míos y ponga en marcha la vacunación lo antes posible para protegernos. Esto empieza a saltar por los aires. La gente empieza a tener la sensación de que ellos han cumplido, pero las administraciones, no. Lo curioso es que las competencias en la atención primaria corresponden a las comunidades autónomas. Las medidas que se pueden adoptar, como suprimir eventos o restringir aforos, corresponden a las comunidades. Al Estado corresponde todo lo relativo, por ejemplo, a la legislación laboral, fomentar el teletrabajo, las bajas para cuidar a niños que han sido confinados por contacto estrecho con positivo en un aula”, reflexiona Pablo Simón.

Madrid, "envenena" el debate

Los dos expertos coinciden en que el mensaje que se proyecta desde Madrid “envenena mucho el debate nacional”. “Hasta ahora, cuando se preguntaba sobre la valoración de la atención sanitaria, el 82% decía que era buena o muy buena. Es el dato de octubre. Pero, ahora, este es el segundo punto débil. Las imágenes de las colas eternas a las puertas de los centros de salud, los teléfonos que no se descuelgan, han convertido la atención primaria en el segundo punto débil de la pandemia”, advierte Monge. “Esto es un momento de fatiga pandémica tan importante que puede tener consecuencias catastróficas”, agrega.

Aunque una parte importante de las medidas que se pueden adoptar ahora mismo dependen de las comunidades autónomas, el desgaste mayor sigue recayendo sobre el Gobierno de la nación. “Pedro Sánchez tenía en su mano una oportunidad única para cambiar el marco, pero decidió darse un tiro en el pie. No sabemos por qué. Podría haber anunciado una línea de crédito extraordinario para que se contrate cuanto antes profesionales sanitarios, que es competencia de las CCAA, e instar a que se adopten medidas de restricciones en interiores, aforos, pero no”, reflexiona Simón. En vez de eso, el Gobierno optó por “adoptar medidas por inercia cuya ineficacia ya está probada”. “Al presidente se le escapó la pasada semana lo del lavado de manos cuando ya se sabe que no sirve para nada. Los gobiernos también vuelven a la situación donde para ellos la incertidumbre también es menor, a medidas que ya se aplicaron, como las mascarillas en exteriores”, considera.

"Al presidente se le escapó la pasada semana lo del lavado de manos cuando ya se sabe que no sirve para nada"

“El problema es que el Gobierno, de todas las medidas que desplegó, pone el acento en las mascarillas en exteriores. El resto de actuaciones pasan desapercibidas y se opta por subrayar una medida que es ineficaz y acientífica. El presidente del Gobierno sale a anunciar un decreto con una medida que es homeopática, se produce una quiebra en la confianza y una erosión importante en el crédito del Gobierno, aumenta la resistencia y esto puede ser muy problemático”, advierte Simón. Los expertos recuerdan que Angela Merkel, la excanciller alemana, salió en uno de los momentos más críticos, marzo de 2021, a echar una dura bronca a los 'länder', y le funcionó. Creen que esa podría haber sido una opción para Sánchez. Las comunidades alegan que les falta un marco legal para adoptar medidas. Las comunidades del PP reclaman una ley de pandemias. Esto les permite ponerse de perfil.

Para Monge, el error parte desde hace una semana, el pasado domingo, cuando el presidente decide hacer una comparecencia pública para hacer un anuncio que ya se había dado por un comunicado, que iba a reunir la Conferencia de Presidentes. Es el anuncio del anuncio y hace una comparecencia vacía de contenido. “Ya ese día pudimos ver que el presidente Sánchez quería volver a aparecer como el gran líder que gestiona la pandemia, pero, claro, nadie lo entendió, porque no asume ninguna medida”, señala la politóloga. Si a eso sumamos que días más tarde pone el foco en el decreto de mascarillas y orilla otras actuaciones mucho más importantes, como la línea de crédito para reforzar la sanidad, o, incluso, otras más espectaculares aunque menos efectivas, como la participación del Ejército en la campaña de vacunación, en su comunicación, advierten los expertos, hay "un error de bulto". “Creo que también había mucho de operación económica ‘Salvemos la Navidad’. No se pueden anunciar restricciones a dos días de fechas clave para el comercio y la hostelería”, concluye Monge.

El papel "ventajista" de las CCAA

Aunque Sánchez se está llevando la peor parte por un error grave de comunicación, también influye que los presidentes autonómicos se han acomodado en un papel “ventajista” que encima les está dando réditos. “El máximo ventajista, desde luego, es el lendakari Iñigo Urkullu, que tenía un decreto preparado de restricciones y dice que, como el Gobierno no toma medidas, él tampoco, que no lo aplica”, recuerda Simón. Es el papel más cómodo. Poner continuamente la pelota sobre el tejado del Estado, y les funciona. “En un momento de inestabilidad, de miedo, el voto es conservador en el sentido de lo conocido. Todos los presidentes autonómicos con elecciones en pandemia han sido revalidados (Feijóo, Ayuso y Urkullu) excepto en Cataluña, que es excepcional por muchos motivos, y encima ganó el candidato del PSC que había sido ministro de Sanidad, Salvador Illa, que era el rostro de la gestión de la pandemia. En realidad, creo que el Gobierno de Pedro Sánchez ha ido recortando distancias y volvía a estar muy cerca del PP, apenas dos puntos arriba o abajo. Una foto fija ahora mismo arrojaría quizás otro resultado, pero tampoco creo que haya muchas diferencias y falta mucho aún para las elecciones”, advierte Monge. “El único que va como un tiro es Vox”.

Foto: Pedro Sánchez y María Jesús Montero en la Conferencia de Presidentes. (EFE/Fernando Calvo)

No sabemos qué pasará a partir de la próxima semana y si la próxima Conferencia de Presidentes sí que adoptará medidas y restricciones, como limitaciones en aforos y horarios. Sería lo razonable ante fiestas como las de fin de año. Incluso limitaciones de movimientos. Eso corresponde a las comunidades de nuevo, sin ley de pandemia, con aval de sus tribunales superiores de Justicia, pero sí que es razonable que se apruebe un semáforo común para toda España y limitaciones compartidas para todas las comunidades, porque otra cosa no tendría mucho sentido en fechas de gran movilidad y viajes entre comunidades. Hay precedentes de semáforo covid, regulando medidas según la incidencia, que habría que adaptar a una nueva realidad, con ómicron con menos ingresos hospitalarios y la inmensa mayoría de la población vacunada.

Simón concluye que esta vez hay un cambio más profundo. “Podemos pasar de un alto grado de civismo de la ciudadanía a un sálvese quien pueda, yo mi parte no la cumplo. Además, parece que solo se castigan los contactos sociales, ¿qué pasa, que en el centro de trabajo uno no se contagia? Aquí hemos sido muy cumplidores, solo hemos visto alguna expresión de rebelión social entre los más jóvenes, en los botellones, pero en Alemania, Austria o Países Bajos sí hemos visto protestas y esto puede llegar a España. Podemos pasar de un alto apoyo a las medidas y restricciones a una crisis de desobediencia. No sé quiénes conforman esos comités de expertos que asesoran al Gobierno, pero, desde luego, faltan sociólogos y psicólogos sociales. El estallido con las mascarillas y el efecto bola de nieve debería hacer pensar. Sánchez tenía un marco ganador, podría haber salido a abroncar a las comunidades, a decirles que tomaran medidas y contrataran sanitarios ya, pero se equivocó”, concluye el profesor de la Carlos III.

El estallido en pocos minutos de la sociedad española ante el anuncio de Pedro Sánchez de que las mascarillas iban a ser obligatorias en exteriores, tras la Conferencia de Presidentes del pasado miércoles, atropelló al Gobierno. Mientras las alarmas se encendían en el Ministerio de Sanidad, preocupados porque una gestión con buena imagen se fuera al traste por una medida no recomendada por los expertos, en el gabinete de Moncloa empezaban a recalcular la medida antes incluso de hacerla efectiva. El revés definitivo puede venir si el decreto no alcanza la mayoría suficiente para ser convalidado en el Congreso y los grupos que deben prestar sus votos al Gobierno no tienen nada claro su voto. ¿Qué ha pasado en tan poco tiempo para que todo haya cambiado? ¿Qué consecuencias puede tener este hastío social y cómo se puede traducir?

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