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Los pioneros de la telemedicina: así atiende un médico en Madrid a los marineros en alta mar
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DE LA RADIO AL SATÉLITE Y LA VIDEOLLAMADA

Los pioneros de la telemedicina: así atiende un médico en Madrid a los marineros en alta mar

Fernando Gómez lleva casi cuatro décadas velando por las tripulaciones de nuestros barcos. Es uno de los ocho doctores que componen el Centro Radio Médico. El servicio opera en todo el mundo y ha tratado a 42.000 personas

Foto: Reportaje sobre Centro de Radio Médico del Instituto Social de la Marina, en Madrid. (Isabel Blanco)
Reportaje sobre Centro de Radio Médico del Instituto Social de la Marina, en Madrid. (Isabel Blanco)

Tan sólo transcurre un tono antes de que el doctor Fernando Gómez descuelgue la llamada. “Te estaba esperando”, comenta con voz entrañable, y bromea: “Mi turno es de 24 horas, así que tenemos todo el tiempo que quieras”. “Sólo te advierto una cosa, si oyes una alarma, tendré que colgar, porque será una emergencia”. Podría ser un paciente con una fractura, un simple dolor estomacal o graves quemaduras. Quién sabe. Pero lo que tiene claro es que ese aviso, que en su interior no desea recibir, le transportará a cualquier lugar del mundo sin moverse de la céntrica calle Génova de Madrid. Cientos y cientos de kilómetros, miles, reducidos por una comunicación por satélite. Porque este este facultativo es uno de los ocho que forman el Centro Radio Médico del Instituto Social de la Marina (ISM), un singular y desconocido servicio que presta asistencia sanitaria a los barcos españoles que navegan por todo el mundo. Auténticos pioneros de la telemedicina, con casi cuatro décadas de experiencias inimaginables, para los que el “cambio y corto” es algo más que un recurso peliculero y vencedores de los prejuicios asociados a la ortodoxia.

Gómez cuenta entre risas que empezó en esto “en el siglo pasado”. Corría 1983 cuando terminó la carrera de Medicina en la Universidad Complutense. Todo empujaba a buscar un puesto en un hospital o un ambulatorio y sentar la cabeza, lo que planeaba la mayoría de sus compañeros, pero se cruzó en su camino alguien que cambiaría su vida para siempre: el doctor Juan Ángel Bartolomé Martín. Él fue el creador de este servicio hace 42 años y la persona que le convenció para unirse. “Era muy persuasivo. Le encantaba y me lo supo vender muy bien. Es un trabajo muy atractivo y con muchas posibilidades, porque puedes estar en el Centro Radio Médico, en los buques hospital o los destinos en el extranjero”.

placeholder El doctor Gómez está conectado a través de diferentes mecanismos tecnológicos. (I.B.)
El doctor Gómez está conectado a través de diferentes mecanismos tecnológicos. (I.B.)

“Aprobé las oposiciones en 1984” y ya han pasado 38 años. “Me queda poquito para jubilarme. Tengo la opción de continuar, pero la edad no perdona a nadie”, comenta el doctor, que recuerda como “uno de los periodos más felices" de su "vida” su primer destino. Era en el centro asistencial que el ISM tiene en Walvis Bay, en Namibia. “Allí nacieron mis hijos”, detalla, “estuve cuatro años y durante ese tiempo atendí a la flota pesquera que estaba en los caladeros de Sudáfrica”. Transcurrido ese periodo, regresó a casa, volvió a Madrid. Y se incorporó al Centro Radio Médico.

Su primer caso aún está fresco en la memoria. Podría recitar el nombre del paciente y el petrolero en el que viajaba, “pero no lo voy a hacer”. “Gracias a Dios”, fue un cuadro sencillo, “una gastroenteritis”. “Se pudo solucionar sin problema”. Fue su toma de contacto con la telemedicina. Un sistema de asistencia y diagnóstico que ahora, a raíz de la pandemia, se ha convertido en algo habitual, pero que hace cuatro décadas sonaba a ciencia ficción. “La gente alucinaba, y aún se sigue extrañando, cuando explico que mi paciente más cercano está a 300 kilómetros”, apunta, para señalar que esta perplejidad se tornaba en prejuicio o clasismo entre algunos compañeros de profesión durante los primeros años: “Cuando iba a algún Colegio Oficial de Médicos o a un congreso, y contaba lo que hacía, me decían que eso no era medicina ortodoxa”. Ahora, la mayoría de los facultativos del país aboga por una combinación de consulta presencial y telefónica.

“La telemedicina en la mar es la más antigua y testada”, sostiene Fernando Gómez, que asegura que “es el mejor método de asistencia cuando no se puede tener acceso a un médico”. “Y eso ocurre en muchos municipios de zonas apartadas”, recuerda, por lo que “no se debe desdeñar un sistema que te permite hacer el seguimiento de un paciente, realizar una evaluación y recomendar el traslado a un hospital si fuera necesario”.

Unas manos necesarias en el barco

¿Pero cómo se aplica en un elemento hostil para el ser humano como es el marino? Lo primero que hay que tener claro es que “no tenemos la posibilidad de explorar físicamente al paciente” por lo que es fundamental la función del marinero que hace de enlace con los médicos. El doctor explica que en los buques civiles, pesqueros, petroleros, mercantes o ferris no suele ir ningún médico o enfermero, pero sí tienen la obligación de designar un responsable sanitario. Esta persona es formada por el Instituto Social de la Marina, que le imparte cursos de primeros auxilios, le enseña a hacer una consulta radiomédica y a realizar cuidados básicos. “Es nuestro intermediario”, señala, para añadir que están preparados para “poner una inyección intramuscular, administrar un medicamento o realizar un vendaje”. Son sus manos en el barco. “Siguen nuestras indicaciones cuando les decimos que toque en un determinado punto, que presione otro o que mueva de una manera concreta un brazo o una pierna del enfermo”. “El médico que se encuentra en Madrid va dirigiendo la anamnesis, el interrogatorio”, y el tripulante actúa.

Un tripulante formado previamente se convierte en las manos de estos singulares médicos

El protocolo de actuación es el siguiente: “Recibimos la llamada y lo primero que hacemos es recopilar los datos del paciente. Mientras vamos buscando su historial, nos dicen qué le pasa, desde cuándo, síntomas, quejas y lo que ha ocurrido a bordo”. Fernando, cuyo puesto de trabajo se asemeja a un puente de mando, rodeado de pantallas y sistemas de comunicación, señala que la información previa es clave, por eso tienen acceso a los reconocimientos médicos previos al embarque que cada dos años, como máximo, deben pasar todas las tripulaciones en los centros que el ISM tiene repartidos por toda la costa española. También a los historiales en los casos en los que el enfermo haya sido atendido previamente en alguno de los dos buques hospital -el Esperanza del Mar o el Juan de la Cosa- o en los centros en el extranjero -actualmente en Namibia, Mauritania y las Islas Seychelles, aunque también hubo en Terranova, Dakar, Angola o Mozambique- y los informes clínicos del propio servicio. El doctor Gómez insiste en que estos datos “son de mucha ayuda”, ya que “no pretendemos llegar a un diagnóstico, porque no tienes los medios para ello, lo que intentamos es ver la gravedad del cuadro”.

placeholder Los nuevos medios permiten recibir imágenes de los pacientes que están en alta mar, algo 'impensable hace años'. (I.B.)
Los nuevos medios permiten recibir imágenes de los pacientes que están en alta mar, algo 'impensable hace años'. (I.B.)

“Cuando nos hacemos una idea, hay varias opciones”. Las dolencias leves pueden solventarse con el botiquín obligatorio que deben tener los buques. “La reglamentación española es, hoy por hoy, de las más exigentes y completas” y exige una serie de medicamentos e instrumental que ha ido adaptándose con el tiempo. Por ejemplo, desde 2015 deben llevar un pulsioxímetro -que mide el nivel de concentración de oxígeno que tenemos en la sangre y el pulso- y en la actualidad incluyen los test de antígenos para detectar el coronavirus. Tampoco faltan las tiras reactivas para saber cómo está el azúcar o los análisis rápidos de orina para determinar si el paciente tiene paludismo. “Una serie de elementos que hace años eran impensables” y que “proporcionan datos valiosos”.

“Si la situación es grave, hay que evacuar al tripulante”. Este proceso depende notablemente de dónde se encuentre la embarcación. “Si está en una zona desarrollada, podemos recurrir a helicópteros para realizar el traslado, pero siempre teniendo en cuenta que su alcance es de 200 millas, que es más o menos un día de navegación”. “Fuera de ese radio, tenemos que intentar estabilizar al enfermo y mantenerlo con vida hasta que esté al alcance de las aeronaves o bien el barco llegue a tierra”.

Solidaridad sin banderas

En este contexto complicado, donde el ser humano es un extraño, y en el que las embarcaciones están a expensas de la ira del mar, la solidaridad es un sentimiento auténtico, real, lejos de cualquier impostura, marcado por el egoísmo que a veces lleva implícito la reciprocidad. Porque en la inmensidad claustrofóbica del océano, “nunca sabes cuándo eres tú el que vas a necesitar ayuda”. Por eso es habitual que los barcos que se encuentren en una misma zona se auxilien si necesitan un determinado instrumental médico o un medicamento específico.

Uno de los casos más graves a los que se ha enfrentado el doctor a lo largo de su dilatada carrera es un claro ejemplo de esta camaradería que no entiende de banderas ni idiomas. “Ocurrió en los 90 y aún utilizábamos la radio para comunicarnos. Recibimos una alerta de un mercante que había sufrido una explosión en la sala de máquinas y varios tripulantes presentaban quemaduras graves”, echa la vista atrás. “Estábamos en plena asistencia, con un barco en medio del Mediterráneo y sin posibilidad de evacuación”. “Pero lo bueno de la radio es que es un medio abierto y todo aquel que sintonizaba esa frecuencia podía oír lo que estaba pasando”, prosigue, “y de repente, entra un sujeto que se identifica como miembro de la V flota norteamericana y nos dicen que han escuchado la emergencia y que activaban sus helicópteros y sus sanitarios para ir al encuentro del buque. Y así lo hicieron. Seguimos actuando mientras tanto y escuchamos su llegada. Estabilizaron a los heridos y los trasladaron a su portaaviones para ser atendidos”.

placeholder Fernando Gómez puede 'viajar' a medio mundo durante su jornada de trabajo. (I.B.)
Fernando Gómez puede 'viajar' a medio mundo durante su jornada de trabajo. (I.B.)

Fernando Gómez precisa que en el centro español se atiende "a buques y mercantes de cualquier bandera, da igual la nacionalidad del tripulante y en qué lugar del mundo se encuentre”. “En las últimas 24 horas hemos recibido una llamada desde el Atlántico Norte, otra de las costas africanas, una del Mediterráneo…”, repasa el experto, que cuenta cómo solventan las barreras idiomáticas en una tarea tan delicada: “Los médicos de los centros internacionales nos conocemos, porque este es un mundillo bastante pequeño, así que preferimos derivar la llamada a uno cuya lengua materna es la del tripulante”. “Lo que ocurre es que el castellano lo es de aproximadamente 500 millones de personas” y auxilian a muchos barcos con marineros latinoamericanos.

El 40 por ciento de los atendidos no son españoles, especifica, el doctor que precisa que, desde que el Centro Radio Médico está operativo, “llevamos más de 130.000 consultas y hemos atendido a más de 42.000 pacientes”. El año pasado se realizaron 2.139 actuaciones entre llamadas y evacuaciones.

De la radio al satélite

La media es de “ocho intervenciones diarias”, calcula Gómez, que aclara que “una consulta aquí no es igual que en un hospital o un centro de salud”. “Como poco, como muy poco, el interrogatorio dura una media hora”, porque, “hay que escuchar lo que nos cuentan, apreciar, transmitir lo que tienen que hacer, explicarles las maniobras y confirmar que te han entendido”.

"Hace unos años era impensable recibir al momento fotografías de una lesión"

“La verdad es que la tecnología ha venido en nuestro auxilio”, comenta, porque “hace unos años era impensable poder recibir al momento, a través de un correo electrónico, fotografías de una lesión”. El doctor rememora aquellos inicios en los que todas las comunicaciones se hacían por radio y concluía cada conversación con un “cambio y corto”. “La emisora la tenía el servicio móvil de la compañía telefónica y las antenas aún están por la zona de Arganda. Era donde se recibían, y se siguen recibiendo, las comunicaciones por radio. Desde allí nos las pasaban directamente por línea telefónica la comunicación. Estábamos todos los días con el cambio y corto y con el código internacional -alfabeto radiofónico-”.

Ahora, aunque el servicio se sigue llamando Centro Radio Médico, lo cierto es que el clásico sistema ha quedado apartado por otros más modernos. Hoy en día, “el 99 por ciento de las comunicaciones son por satélite, ya que casi es como una llamada normal”. “Pero nacimos con la radio, y nos quedamos con ese nombre”.

placeholder El Centro Radio Médico opera las 24 horas del día. (I.B.)
El Centro Radio Médico opera las 24 horas del día. (I.B.)

Una marca de identidad que resiste al paso del tiempo, cuyos impulsores esperan el relevo de unos médicos inquietos, curiosos, atraídos por la posibilidad de ejercer su profesión de una forma diferente. “Los que estamos aquí llevamos más de 30 años en esto”, apunta Fernando Gómez, que hace hincapié en que es una forma de Medicina “bastante atractiva, que ofrece unas posibilidades que otras no pueden”, aunque lamenta que “somos unos grandes desconocidos”. “Si la gente no sabe que existes, es difícil que se puedan interesar”.

El doctor, no obstante, se complace de que haya jóvenes que se acercan, preguntan y muestran interés por una labor básica para todos esos marineros que cada día se echan a la mar y que “durante la pandemia no pararon para que tuviéramos pescado en la mesa”. Sus pacientes. Aquellos a los que están unidos a pesar de que se encuentren a cientos y cientos de kilómetros de distancia. Esos con los que han desarrollado un peculiar sexto sentido para saber qué mal tienen: “No le podemos llamar ojo clínico”, comenta mientras ríe, “pero sí una antenita que hay por ahí que se activa y te dice que pasa algo”.

Los dos únicos buques hospitales civiles del mundo

El Centro Radio Médico es un servicio dependiente del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones que funciona las 24 horas de los siete días de todo el año. Trabaja de forma coordinada con los dos buques de asistencia médica y logística: el Juan de la Cosa y el Esperanza del Mar. Entre ambos, en 2020 efectuaron 280 consultas médicas.

Estos buques medicalizados, los dos únicos civiles que existen en el mundo, varían su ubicación, en función de donde se sitúe la flota pesquera y prestan asistencia 'in situ' a los barcos que estén en su área de cobertura. Dos médicos están embarcados permanentemente en cada uno de ellos.

 

“El Centro Radio Médico es una de las mejores muestras de la vocación de protección. Un centro que desde Madrid atiende a personas a miles de kilómetros que pueden tener alguna dificultad o enfermedad impresiona mucho”, destacó el ministro José Luis Escrivá durante una visita a las instalaciones.

Tan sólo transcurre un tono antes de que el doctor Fernando Gómez descuelgue la llamada. “Te estaba esperando”, comenta con voz entrañable, y bromea: “Mi turno es de 24 horas, así que tenemos todo el tiempo que quieras”. “Sólo te advierto una cosa, si oyes una alarma, tendré que colgar, porque será una emergencia”. Podría ser un paciente con una fractura, un simple dolor estomacal o graves quemaduras. Quién sabe. Pero lo que tiene claro es que ese aviso, que en su interior no desea recibir, le transportará a cualquier lugar del mundo sin moverse de la céntrica calle Génova de Madrid. Cientos y cientos de kilómetros, miles, reducidos por una comunicación por satélite. Porque este este facultativo es uno de los ocho que forman el Centro Radio Médico del Instituto Social de la Marina (ISM), un singular y desconocido servicio que presta asistencia sanitaria a los barcos españoles que navegan por todo el mundo. Auténticos pioneros de la telemedicina, con casi cuatro décadas de experiencias inimaginables, para los que el “cambio y corto” es algo más que un recurso peliculero y vencedores de los prejuicios asociados a la ortodoxia.

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