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¿Cómo reaccionamos ante un maltrato? Una cámara oculta te lo muestra
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Violencia machista

¿Cómo reaccionamos ante un maltrato? Una cámara oculta te lo muestra

El Ayuntamiento de Rincón de la Victoria realiza un curioso proyecto sociológico en el que actores interpretan una situación de maltrato para observar el comportamiento ciudadano

Foto: Fotograma de uno de los vídeos en que unos ciudadanos intervienen después de que el chico empuje a la joven. (EC)
Fotograma de uno de los vídeos en que unos ciudadanos intervienen después de que el chico empuje a la joven. (EC)

Rincón de la Victoria, un municipio metropolitano de Málaga de más de 48.000 habitantes. Exteriores de un supermercado. Una pareja discute entre el ir y venir de clientes que van a hacer la compra. Algunos observan la escena con curiosidad morbosa, otros continúan su camino, indiferentes, y hay quien asiste a la escalada verbal con preocupación. "¡Guarra! ¡Calientapollas!", grita el chico, un veinteañero que se acerca a la treintena, mientras agarra por el brazo a su novia y la zarandea. Rápidamente, una mujer y un grupo de empleadas del establecimiento salen y auxilian a la chica. La arropan y la llevan a un lugar seguro, mientras el resto advierte al joven de que van a llamar a la Policía. En ese instante, alguien se aproxima y les dice que no lo hagan, que la situación está controlada y que indirectamente han formado parte de un proyecto sociológico. Porque el desagradable episodio que acababan de presenciar formaba parte de una curiosa iniciativa del ayuntamiento de la localidad para analizar la reacción de la ciudadanía ante un episodio de violencia machista tras grabarla con cámara oculta. Y las conclusiones son esperanzadoras… Por regla general.

La concejala del Área de Bienestar Social, Mujer, Igualdad, Mayores e Infancia, Elena Aguilar, señala que el objetivo de una iniciativa "rompedora" como esta "no solo es mostrar, sino también tratar de educar, aprender cómo actuar de una manera contundente ante una situación de maltrato".

Foto: Foto: Mossos d'Esquadra

Las grabaciones persiguen "conocer si la gente sabe detectar un episodio de violencia machista y observar cómo actúa", para después "exponer esas reacciones verdaderas a dos psicólogos que hacen un análisis", detalla Bosco Vida, el encargado de dar vida a esta idea. Director artístico y técnico, "marcaba las pautas" a los intérpretes y determinaba la colocación de las cámaras para captar los comportamientos de los transeúntes en distintos escenarios: "La puerta de un ambulatorio, en una plaza, en la entrada de un supermercado, en una playa…".

El inicio de la escena era el mismo siempre: una chica que comenta a su novio que esa noche va a ir a una fiesta con sus amigas y la respuesta áspera, irascible, ofensiva, que este tiene. A partir de ahí, improvisar, sin guion, con base a unas premisas previas sobre el grado de violencia con que los intérpretes debían desarrollar sus papeles.

Para meterse en el papel, el actor solo tuvo que recordar "lo que hacía mi padre biológico"

Javier García es el actor. Él dice que 'amateur', pero su compañera Andrea le corrige, y recalca: "Es actor", con mayúsculas. Le encantaría ganarse la vida sobre las tablas de un teatro, aunque tampoco es un drama compaginar su pasión con un trabajo como el de auxiliar de enfermería. Le gusta, así que no hay problema.

A sus 28 años, confiesa, acaba de dar vida al que probablemente sea el personaje más complicado de su vida. Un papel que no tuvo que preparar mucho. Solo recordar lo que vivió en su casa, "lo que hacía mi padre biológico". Porque esa es la manera en que se refiere a esa persona: "Mi padre biológico". El hombre que "maltrataba a mi madre".

El joven cuenta a El Confidencial que le costó "muchísimo" meterse en la piel de un maltratador y reconoce que, mientras se trasmutaba, "temblaba" con la posibilidad de poder hacer daño a su compañera durante la puesta en escena. Una vez terminado el trabajo, asegura que "volvería a hacerlo", porque ha sido una catarsis emocional que le ha servido para supurar el dolor, que ha removido su interior, pero que ha sido liberadora. "Me he quitado una espina".

Foto: Imagen de Tumisu en Pixabay. Opinión

Andrea Molina, una joven actriz de 19 años de voz delicada y aspecto quebradizo, que lleva años actuando frente al público o una cámara, apunta que "mi personaje tiene dependencia emocional, no sabe qué hacer sin su novio", por ello "evita tener problemas" y no confronta ante sus excesos. "Se siente asustada, no quiere que nadie se entere, ni pasar vergüenza por sentirse maltratada", señala, para coincidir con Vida en que las mujeres eran mucho más empáticas con la víctima e intervenían ante la situación. "Me decían: 'No estás sola', 'busca ayuda", recuerda la actriz. En el lado opuesto, cuenta el realizador, "los que pasaron", como un señor que iba en bicicleta y se paró a ver lo qué ocurría. "Cuando todo terminó, le pregunté que por qué no había hecho nada y me dijo que solo estaba esperando a poder pasar con su bici".

Estudio posterior

El catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga (UMA) Luis Valero es el encargado de estudiar unos comportamientos a los que otorga un gran valor porque son "reales", no hay "impostura".

Esta es la tercera vez que participa y ha observado un cambio positivo, porque los espectadores de los episodios "ya" se espantan. "Este tipo de situaciones eran consentidas, estaban interiorizadas, admitidas como algo cultural", y el hecho de que se aprecie una evolución en la respuesta ciudadana es un avance.

"El primer año, la gente se apartaba y seguía su camino", mientras que este "hemos visto cómo los ciudadanos intervenían, intentaban detener la discusión y advierten de que van a llamar a la policía", recalca Valero, que afirma que es un asunto "muy complejo", con aristas, por lo que "es difícil establecer cánones de actuación" porque "cada situación es distinta". Una respuesta que puede ser positiva en un contexto, en otro similar puede ser perjudicial.

Bosco Vida detalla que para la grabación de los vídeos utilizaban una cámara principal, que estaba oculta y recogía el audio de los micrófonos que los actores llevaban escondidos, que era apoyada por las capturas con móviles que hacían miembros del equipo que se hacían pasar por curiosos.

Curiosamente, cuando hay muchos testigos, parece que el auxilio se dilata

Gracias a este formato se pueden observar comportamientos que contradicen lo esperado. El psicólogo, por ejemplo, explica que, a diferencia de lo que se pudiese pensar, cuando el episodio de violencia se produce ante un número amplio de testigos, cuesta dar el paso e intervenir. "Delegan en otra persona y actúan cuando alguien se ha metido", apunta.

Durante las grabaciones, recuerda el director, se ha producido algún momento de tensión en el que la integridad de Javier podía correr peligro, y eso a pesar de que los actores "tenían la premisa de que nunca podían faltar el respeto a los ciudadanos".

Con base en su colaboración con el proyecto, Luis Valero señala que se podría establecer una clasificación de tres reacciones comunes. "La que ocurre menos, es levantarse de la mesa e irse, los que no quieren jaleo y se largan". Están "los que intervienen en la distancia, hablando con la pareja, tratando de hacer ver al chico que lo que hace está mal, pero sin una actuación directa". Y también "los que dan un paso más, van hacia los actores, separan e incluso llaman a la policía".

placeholder Elena Aguilar y Bosco Vida. (EC)
Elena Aguilar y Bosco Vida. (EC)

Aguilar insiste en que "la violencia machista la tenemos que parar entre todos, no se puede mirar hacia otro lado", y afirma que, "aunque este año ha sido especialmente duro" por el asesinato de una vecina del municipio, iniciativas como esta van encaminadas a visibilizar a todas las víctimas del país. "No se puede mirar hacia otro lado, si ven indicios de violencia, por favor, acudan a las autoridades", pide a los ciudadanos.

La grabación con cámara oculta se exhibió este sábado en La Sala Las Musas del núcleo de La Cala del Moral, dentro de una programación cultural con motivo del 25-N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que también incluye una obra de teatro. Titulada 'Y colorín colorado…', muestra las vejaciones, maltrato físico y psicológico al que está sometida la mujer a través de una obra de teatro que toma como mito el cuento de Blancanieves.

Rincón de la Victoria, un municipio metropolitano de Málaga de más de 48.000 habitantes. Exteriores de un supermercado. Una pareja discute entre el ir y venir de clientes que van a hacer la compra. Algunos observan la escena con curiosidad morbosa, otros continúan su camino, indiferentes, y hay quien asiste a la escalada verbal con preocupación. "¡Guarra! ¡Calientapollas!", grita el chico, un veinteañero que se acerca a la treintena, mientras agarra por el brazo a su novia y la zarandea. Rápidamente, una mujer y un grupo de empleadas del establecimiento salen y auxilian a la chica. La arropan y la llevan a un lugar seguro, mientras el resto advierte al joven de que van a llamar a la Policía. En ese instante, alguien se aproxima y les dice que no lo hagan, que la situación está controlada y que indirectamente han formado parte de un proyecto sociológico. Porque el desagradable episodio que acababan de presenciar formaba parte de una curiosa iniciativa del ayuntamiento de la localidad para analizar la reacción de la ciudadanía ante un episodio de violencia machista tras grabarla con cámara oculta. Y las conclusiones son esperanzadoras… Por regla general.

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