Javier Criado, el psiquiatra de la 'jet set' sevillana, en el banquillo
Comienza el juicio contra Criado por un delito continuado contra la integridad moral cometido en 2015 contra una de sus pacientes. Piden dos años y medio de prisión
Javier Criado, el conocido psiquiatra de la 'jet set' de Sevilla, se sienta desde hoy en el banquillo acusado de un delito continuado contra la integridad moral del que fue víctima una de sus pacientes, una mujer alta, rubia y guapa que acudió a él sumida en una profunda depresión y cuyos males se agudizaron tras el tratamiento. La Fiscalía pide dos años de prisión, mientras que la acusación particular solicita dos años y seis meses.
Según el escrito de acusación del Ministerio Público al que ha tenido acceso El Confidencial, el especialista se “dirigía a ella con expresiones tales como 'loquita”, incluso la llamaba así “delante de otros pacientes”. También se reía de ella diciendo en voz alta: “Esta loca no se cura”. Sin embargo, lo más llamativo es la aparente obsesión con el sexo que tenía Criado. “Ya en la primera consulta, única en la que la paciente fue acompañada de su esposo”, continúa el fiscal, “se dirigió a esta diciéndole: 'Entonces tú no tienes claro si te gusta más un pene o un coño”. En las consultas posteriores, el acusado mantuvo idéntica actitud hacia ella y le preguntaba “cuántas veces había follado esa semana” o le comentaba que mandarle pastillas era para nada “porque con un buen polvo se curaba” y que “lo que era grave era no follar y que si no follaba con su marido algo tendría que hacer”, instándola a que se “pusiera tangas rojos, tacones altos rojos”, ya que eso "es lo que le pone a cualquier hombre". Según el fiscal, cada vez que la paciente abandonaba la consulta salía tremendamente abatida y en un estado de enorme ansiedad. Su depresión, más que resolverse, se agudizó.
Este es el primer juicio contra el psiquiatra, pero lo cierto es que contra él se han presentado infinidad de denuncias por parte de sus pacientes mujeres. Treinta y dos mujeres que no se conocen entre ellas, pero que a ojos de Criado se han puesto de acuerdo para destruir su prestigio. ¿Cómo? Inventándose falacias sobre él. ¿Con qué motivo? Por puro placer. Eso, o la alternativa es mucho más aterradora: que estén contando la verdad. Lo que implicaría que, desde 1979, el especialista, aprovechando su condición de psiquiatra y la fragilidad emocional de sus pacientes, puede haber estado abusando sexualmente de un grupo de mujeres de la alta sociedad hispalense, algunas de ellas famosas que salen en las revistas del corazón. Las pacientes buscaban ayuda clínica, él les daba presuntamente sexo no consentido. Ocho de ellas le denunciaron en el juzgado por cinco delitos de abuso sexual, uno de inducción al suicidio, otro continuado contra la integridad moral, por intrusismo y omisión del deber de socorro. Los relatos de sus presuntas víctimas hablan de un ser amoral y despreciable capaz de cualquier cosa por satisfacer su ánimo libidinoso.
Su primera víctima acudió a consulta en 1979. Era menor de edad. En cuanto la joven se sentó en el diván, Javier Criado la abordó de forma abrupta y basta: “María —todos los nombres de este artículo son falsos para proteger la intimidad de las víctimas—, ¿eres multiorgásmica? ¿Te gustan los orgasmos? Anda, túmbate y te hago el amor ahora mismo”. María salió corriendo de la consulta. Un año después, Silvia acompañó a un primo a ver al doctor. Después de casi cinco años de tratamiento, Javier Criado llamó a la mujer y la citó a solas en su clínica. “Te he citado para decirte que tu primo evoluciona muy mal”, le explicó. Silvia rompió a llorar asustada. “Él se levantó del sillón y se acercó a mí. Me cogió de los hombros para consolarme, pero de repente me encontré que sus labios casi se incrustan en los míos. Lo empujé y me fui de allí como pude. Asustada y nerviosa. Durante un tiempo, lo pasé fatal”, reconoce. Sufrió episodios de ansiedad y a veces rompía a llorar sin causa aparente.
Fueron sus primeras víctimas. Con el tiempo, Javier Criado fue presuntamente perfeccionando su método. Controló sus desbocados deseos y comprendió que, si daba más tiempo y se ganaba la confianza de sus pacientes, obtendría mejores resultados. En 1990, Ana, de 24 años, acudió a pedirle ayuda a su consulta. A Criado casi se le salen los ojos de las órbitas: alta, rubia y guapa, una de esas mujeres que giraban o hacían torcer los cuellos de los varones cuando se cruzaba con ellos. Cuando le preguntó qué le ocurría, rompió a llorar de forma incontrolada. Un llanto lleno de tristeza. Durante las primeras sesiones fue incapaz de articular palabra ni contar qué pesares la atormentaban. Él la observaba impertérrito y para llenar los silencios decidió alardear de su fantástico tren de vida y de la fama que atesoraba: le describió su barco, sus coches, su apartamento en la playa, le habló de los artículos que escribía en un periódico de tirada nacional, de las tertulias con sus hermanos cofrades de la Hermandad de la Pasión, donde era un miembro destacado, incluso del trato que mantenía con otras pacientes.
Así fue rellenando sesiones con Ana, que observaba deslumbrada el fantástico nivel de vida y la aceptación social que su psiquiatra tenía en la sociedad sevillana. Ella, que traía una mochila llena de trastornos mentales, comenzó a idealizarle y se abrió a contarle todo, confiando en él para que fuese pastoreando su vida. Según consta en las actuaciones, Javier Criado se aprovechó de esa idealización y comenzó poco a poco su asedio: primero a hablarle de sexo, después a besarla en la boca, para seguir tocando su cuerpo de manera morbosa, obligándola a ella a hacer lo mismo con él mientras le comentaba que su excitación era culpa de ella. Ana reconoce: “Me sentía culpable, sucia, me abordaba el pánico, pero era mi salvador y me convenció de que solo a través de la práctica sexual con él mis males tenían remedio”.
La particular terapia duró unos años. En ese tiempo, la subyugó de tal forma que logró mantener relaciones sexuales con ella, aunque Ana se convirtiese en una estatua. El doctor llegó a declararle su amor, la invitó a beber, aunque estaba contraindicado con su tratamiento farmacológico, e, incluso, ante las dudas de ella, la animó a casarse con su novio de toda la vida: “Despósate con él, mujer. Luego ya te dejaré yo embarazada, pero cuando nazca no puedes decirle a nadie quién es el padre”. Un buen día Ana se sintió tan humillada por el trato del doctor Criado que no regresó. Sus trastornos mentales se agudizaron, pero, a pesar de ello, no acudió a pedir ayuda a ningún especialista. Tenía fobia a los psiquiatras y miedo a que todos se comportasen como el doctor Criado. Sus males se convirtieron en crónicos y hoy sigue padeciéndolos.
La historia se repitió con muchas pacientes; a unas les ofreció hacer tríos, a otras las hizo sentirse como prostitutas, siempre aprovechando su situación de superioridad psicológica sobre ellas. Una le anunció que pensaba contarle lo sucedido a su marido durante los años de tratamiento. Necesitaba liberarse de la culpa que permanentemente le estrujaba las entrañas. “Si se lo confiesas, perjudicarás a tus hijos. ¿No son lo que más quieres? Se hará público y os rechazarán en tu entorno social a ti y a toda tu familia. Ya te advierto, nadie te va a creer”. El miedo a convertirse en una paria y a que sus problemas alcanzasen a sus vástagos la impulsó a cortarse las venas. Sobrevivió al intento de suicidio, pero su matrimonio saltó por los aires.
Hubo una vez que una paciente, agobiada por los problemas familiares, lastrada por sus miedos y la depresión, acudió a pedirle ayuda. En la denuncia, se sugiere que a Javier Criado no le pareció que la paciente fuese apetecible sexualmente y para quitársela de encima le dijo: “Isabel, ¿qué? ¿Que tú has nacido para tocar las pelotas o qué? Anda, lárgate. Ni se te ocurra volver a llamar a mi timbre. Que te aguante tu marido, pesada”, la espetó antes de acompañarla a la puerta y cerrársela ante sus narices. Aquel rechazo agravó los trastornos que ya padecía, haciéndole sentir que no valía nada y, aunque han pasado 30 años de aquello, Isabel sigue bajo tratamiento.
Todos estos casos fueron archivados, no porque no fueran verdad, sino porque las víctimas tardaron mucho en denunciar y han quedado prescritos. En otro ocurrió algo increíble, la denuncia presentada en comisaria se perdió y nunca llegó al juzgado y para cuando quisieron enmendarlo, también había prescrito.
Javier Criado, el conocido psiquiatra de la 'jet set' de Sevilla, se sienta desde hoy en el banquillo acusado de un delito continuado contra la integridad moral del que fue víctima una de sus pacientes, una mujer alta, rubia y guapa que acudió a él sumida en una profunda depresión y cuyos males se agudizaron tras el tratamiento. La Fiscalía pide dos años de prisión, mientras que la acusación particular solicita dos años y seis meses.