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Irascibles y sin autocontrol: los jóvenes vuelven al ocio nocturno con más agresividad
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Escenario pospandémico

Irascibles y sin autocontrol: los jóvenes vuelven al ocio nocturno con más agresividad

Este fin de semana se produjeron graves agresiones en distintos puntos del país. En Galicia el joven Samuel fue asesinado. Los expertos analizan el impacto que ha tenido la pandemia en este fenómeno

Foto: Lugar donde Samuel falleció en A Coruña tras recibir una paliza. (EFE)
Lugar donde Samuel falleció en A Coruña tras recibir una paliza. (EFE)

La contundencia del vídeo es tremenda. Dos chicas golpeándose brutalmente a las puertas de un local de copas. Una coge a otra por el pelo, la arrastra y le propina dos patadas en la cabeza. Detrás de ellas, dos chicos se tantean puños en alto. Voces, insultos y carreras a las que suceden puñetazos y todo tipo de golpes. Los jóvenes se van sumando y se arremolinan como una jauría sobre uno al que han tumbado. Cuando está derrotado, los otros se apartan y se marchan. El agredido se levanta tambaleándose. "¡Corre y vete, tío! ¡Corre y vete!", le dice alguien que presencia la paliza. No hace caso y va de nuevo hacia donde continúa la reyerta.

Esta escena se grabó la madrugada del pasado viernes en el centro de Málaga, la principal zona de ocio de la ciudad, donde los vecinos llevan tiempo denunciando peleas y comportamientos incívicos que documentan en las redes sociales. Una situación cronificada que en los días posteriores se ha replicado en distintos puntos del país y que muestra un supuesto incremento de la violencia entre la juventud tras el levantamiento del toque de queda y la reapertura de las zonas de ocio. ¿Pero es una realidad o una percepción distorsionada por la espectacularidad de las imágenes? ¿Estamos ante una consecuencia del confinamiento provocado por el coronavirus? ¿Hay más factores que influyan en este fenómeno?

El sociólogo y escritor Juan María González-Anleo, coautor del informe 'Jóvenes españoles 2021. Ser joven en tiempos de pandemia', de la Fundación SM, doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y experto en juventud y sociedad por la UNED, precisa que estamos ante una cuestión complicada en la que "los síes y los noes no diseccionan bien la realidad", porque sería como "operar con un machete".

Este experto afirma que "este verano es para los jóvenes un rito de paso" marcado por una "explosión" que se asemeja a "cuando abrimos una botella de champán". "Va a salir por todos lados". Y la violencia y la agresividad, en su opinión, son una forma más de expresión de este nuevo escenario pospandémico.

Este periodo es una "explosión", como "cuando abrimos una botella de champán"

David Carmona, vocal de la Sección Profesional de Psicología de la Intervención Social del Colegio de Psicología de Andalucía Oriental, comparte que puede existir "una mayor sensación de euforia y que estén más alterados", pero lo achaca a la reacción de "cualquier colectivo, esté formado por jóvenes o adultos, que lleva mucho tiempo sin poder hacer lo que desea".

Desde su punto de vista, "no hay un mayor índice de violencia juvenil, ni su comportamiento grupal ha cambiado”, aseveración que no comparten los agentes de Policía que están en la calle y que aseguran que, tras levantarse las restricciones y regresar el ocio nocturno, tienen la "mecha muy corta" y "explotan con mayor rapidez”. “Están más irascibles, saltan antes, tienen menor paciencia, parecen más agresivos. No es un comportamiento generalizado, excesivo, pero se observa", señala una portavoz de Justicia Policía (Jupol), que constata que "Seguridad Ciudadana tiene ahora muchísimas más llamada" de altercados provocados por jóvenes.

"La pregunta que hay que hacerse es si esta situación se va a mantener", señala González-Anleo, quien reconoce que no tiene una respuesta definida sobre los plazos de este fenómeno, pero que defiende que cualquier análisis debe sortear las brechas generacionales. "Nosotros, los adultos, hemos aprendido a autocontrolarnos, pero pedir que un joven lo haga es ridículo, porque va en contra de su naturaleza", manifiesta, para engarzar esta idea con la influencia que ha tenido para ellos el encierro, la quiebra de su día a día, la ruptura de sus relaciones sociales.

Foto: Foto: Reuters.

Reclamando que no se malinterpreten sus palabras, explica: "Los jóvenes son como los perros, de los que se dice que un año de vida corresponde a siete de un ser humano. Este periodo recluidos es como si les hubiesen quitado siete veces más de tiempo", explica el autor de ‘Generación Selfie’, de la Editorial PPC, que incide en la influencia que una circunstancia obligatoriamente tiene que tener en el desarrollo de una persona. David Carmona, por su parte, sostiene que "se adaptaron mucho mejor que los adultos al confinamiento" porque "su manejo de las nuevas tecnologías les permitió explorar un cambio en la interacción". En su opinión, “ha sido un periodo de paso".

"Cuando no te impones reglas, la pelea fluye con mayor facilidad”, afirma el sociólogo, a quien los incidentes y las reyertas multitudinarias ocurridas este pasado fin de semana en zonas de ocio tan alejadas como Fuengirola (Málaga), Terrassa (Barcelona) y A Coruña, donde un joven falleció tras sufrir una brutal paliza, refuerzan su idea de que hay que actuar en un plano educativo para mostrar a la juventud que la idea de diversión no tiene que estar relacionada con el consumo de alcohol.

Su propio "protocolo de actuación"

Para Pedro Carmona, portavoz nacional de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, es notable la "falta de respeto" hacia la autoridad, lo que ha llevado a su colectivo, junto al Sindicato Unificado de la Policía (SUP), a pedir al Gobierno un endurecimiento de las penas como respuesta.

Esta tendencia, afirma, deriva en un incremento de las agresiones. Aunque entiende que no es una consecuencia directa de la pandemia y el confinamiento —"es algo que se apreciaba antes", precisa—, asegura que "todo influye".

Su compañero Zoilo Muñoz es delegado de la asociación en las Islas Baleares. Uno de los puntos calientes del ocio nocturno nacional, con Punta Ballena a la cabeza. Lugar de peregrinaje de decenas de miles de jóvenes británicos y alemanes que cada verano se sumergen en su particular ceremonia de iniciación de alcohol y playa.

Cuenta que, tras levantarse el toque de queda, se han registrado muchos botellones multitudinarios en las zonas de los polígonos que han obligado a dispositivos especiales con los que se han podido contener y reconducir situaciones propicias para el conflicto, pero explica que la notable reducción de turistas está facilitando las cosas.

"¡Te estoy grabando!", oyen los agentes cuando llegan a una intervención con jóvenes

Comparte con su portavoz nacional que "a la mínima se enfrentan con los agentes" y que hasta “tienen su propio protocolo de actuación”, que suele comenzar con una amenaza: "¡Te estoy grabando con el móvil!". Esta actitud, señala, se agudiza en el caso de los extranjeros que vienen de visita y que parece que en las islas se sacuden las normas de su país: “Como están de fiesta, todo vale”.

El experto en psicología matiza notablemente estas conclusiones y considera que esta percepción está motivada, en parte, por el choque que puede suponer para los trabajadores de estos ámbitos "volver a bregar" con intervenciones protagonizadas por jóvenes en espacios multitudinarios.

Condicionantes

La portavoz de Jupol añade a esta compleja fórmula que "la situación económica, política, social y sanitaria actual afecta negativamente en la actitud de las personas", algo en lo que coincide González-Anleo, quien recuerda que hay más factores externos que influyen en la construcción del comportamiento de la juventud: "Desde Telecinco hasta las sesiones en el Parlamento".

Entiende que uno de los principales catalizadores de esta agresividad que algunos intuyen entre los jóvenes es la falta de expectativas en un futuro inmediato marcado por los contratos precarios y las dificultades para emanciparse. "No quieren levantar la cabeza para no ver lo que se les viene encima” y supuestamente prefieren entregarse a una vida anestesiada por los "desfases" del fin de semana, remarca el doctor, que cuenta la anécdota de un alumno al que escuchó en clase diciéndole a su compañero que "estaba deseando que llegara el viernes para pillarse una cogorza. ¡Y estábamos a martes!".

Foto: Imagen: Learte

En este contexto, "los padres optan por una sobreprotección" que se extiende por la sociedad hasta casi sacralizar a los jóvenes: "No se puede decir nada contra los jóvenes. Se han convertido en un tabú. Como el resto de la sociedad, no han mostrado una gran responsabilidad durante la pandemia. ¿Cuántas fiestas ilegales había en Madrid cada fin de semana? Que te obliguen, con amenaza de multa, a estar en tu casa no es ser responsable, es cumplir con la ley".

David Carmona coincide en que las irresponsabilidades han sido compartidas entre jóvenes y adultos y recurre a una frase atribuida a Marco Tulio Cicerón —"Estos son malos tiempos, los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros"— para recalcar que “no hay un cambio significativo en los comportamientos. Los jóvenes de ahora no son más agresivos que los de antes y tampoco van a serlo por culpa de la situación provocada por el coronavirus":

González-Anleo dice, no obstante, que "no se ha reflexionado sobre qué implicaciones va a tener la pandemia", pero lo que "ha demostrado es que no pensamos en colectivo". "Y es un problema enorme, porque vienen grandes retos".

La contundencia del vídeo es tremenda. Dos chicas golpeándose brutalmente a las puertas de un local de copas. Una coge a otra por el pelo, la arrastra y le propina dos patadas en la cabeza. Detrás de ellas, dos chicos se tantean puños en alto. Voces, insultos y carreras a las que suceden puñetazos y todo tipo de golpes. Los jóvenes se van sumando y se arremolinan como una jauría sobre uno al que han tumbado. Cuando está derrotado, los otros se apartan y se marchan. El agredido se levanta tambaleándose. "¡Corre y vete, tío! ¡Corre y vete!", le dice alguien que presencia la paliza. No hace caso y va de nuevo hacia donde continúa la reyerta.

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