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Una trabajadora sufre un cólico en Huelva y es despedida y abandonada en la carretera
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JORNALERA DE LA FRESA

Una trabajadora sufre un cólico en Huelva y es despedida y abandonada en la carretera

La mujer, de origen marroquí, estuvo varios días con una hemorragia vaginal sin que nadie la llevara a un hospital para ser atendida

Foto: Cada año, cientos de mujeres llegan a España desde Marruecos para trabajar como jornaleras (EFE)
Cada año, cientos de mujeres llegan a España desde Marruecos para trabajar como jornaleras (EFE)

"Dale gracias a Dios que solo te han echado. Podrían hasta encerrarte en cualquier lugar, donde nadie supiera nada de ti". Eso es lo que le dijeron a una trabajadora marroquí después de ser despedida de su trabajo como temporera en un campo de frutos rojos de Huelva. Supuestamente, se las dice la traductora de la empresa para la que trabajaba después de obligarle a firmar unos papeles del finiquito que ella no entendía.

La mujer, cuyo nombre no se ha hecho público para preservar su intimidad, trabajaba como jornalera. Llegó a España el pasado 7 de abril y el 8 comenzó su empleo en una de las cooperativas de la provincia de Huelva. Ocho días después, el 15 de abril y sin haber tenido ninguna jornada de descanso, la mujer se alarmó porque "echaba mucha sangre". Sufría una hemorragia vaginal, pero nadie la atendió ni la llevaron al médico.

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Esta mujer, siempre según su versión que recoge La mar de Onuba, siguió trabajando pese a sus sangrados continuos hasta que el día 20 de abril alguien de la empresa le dijo que se quedara en la zona reservada a los trabajadores en la misma finca en la que trabajaba. Pensaba que alguien se haría cargo de ella y le llevaría al médico, pero no apareció nadie, por lo que decidió que, al día siguiente, se escaparía.

Despedida pero "a instancia del trabajador"

Pese a que no había dejado de sangrar, la trabajadora decidió marcharse por la finca andando con la esperanza de llegar a un hospital. Sin embargo, un coche de la empresa le alcanzó antes de salir y le pidieron que subiera. Ahí comenzó su calvario: pensaba que "los encargados" la llevarían a un médico, pero el vehículo dio media vuelta y volvió a la finca.

placeholder Huelva es el mayor productor de fresas y frutos rojos de Europa (EFE/Alaa Badarneh)
Huelva es el mayor productor de fresas y frutos rojos de Europa (EFE/Alaa Badarneh)

La mujer asegura que le gritaron e insultaron: "No podía ir ningún sitio ni relacionarme con nadie del exterior sin autorización de la empresa". Entonces, le obligaron a recoger sus cosas "con gritos y empujones" y la montaron en otro coche con destino a la localidad de Cartaya, donde la empresa tiene sus oficinas. Allí, le obligaron a firmar un montón de papeles que ella "no entendía" y de los que solo le entregaron dos.

Uno fue su nómina y, el segundo, un certificado donde la empresa decía que habían cotizado por los 11 días de trabajo de la mujer y que su baja se producía por "cese en periodo de prueba a instancia del trabajador". Después, "me llevaron a la salida del pueblo", donde la abandonaron en una carretera cerca de un bar con su hemorragia y es cuando la traductora le dijo que, pese a todo, había tenido suerte.

Según la empresa, hay un "cese en periodo de prueba a instancia del trabajador"

La mujer consiguió que unos compatriotas la acogieran en una chabola de Palos de la Frontera, donde pasó tres días, antes de que, finalmente, alguien la llevara a un hospital. Allí le diagnosticaron un cólico nefrítico y la hemorragia vaginal, de la que se ha restablecido en las últimas semanas y ya se encuentra con fuerzas de volver a trabajar.

Después de dos semanas viviendo en otro asentamiento de jornaleros, esta jornalera ha podido dormir por fin en una cama gracias a la ayuda de Fecons, una ONG de la localidad de Lepe. Quiere trabajar hasta el final de la campaña, tal y como le habían prometido, pero aún no entiende cómo se han podido portar así con ella.

"Dale gracias a Dios que solo te han echado. Podrían hasta encerrarte en cualquier lugar, donde nadie supiera nada de ti". Eso es lo que le dijeron a una trabajadora marroquí después de ser despedida de su trabajo como temporera en un campo de frutos rojos de Huelva. Supuestamente, se las dice la traductora de la empresa para la que trabajaba después de obligarle a firmar unos papeles del finiquito que ella no entendía.

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