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Los herederos de 'Doña Pakyta', madrina del Cabo de Gata, tras el hotel de la polémica
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A LA SOMBRA DEL ALGARROBICO

Los herederos de 'Doña Pakyta', madrina del Cabo de Gata, tras el hotel de la polémica

El dictamen favorable de la Junta de Andalucía a un hotel de 30 habitaciones en Los Genoveses lleva más de 80.000 firmas en contra y los ecologistas se arman para frenarlo

Foto: Vistas desde el mirador de la Vela Blanca, en el Parque Natural Cabo de Gata. (EFE)
Vistas desde el mirador de la Vela Blanca, en el Parque Natural Cabo de Gata. (EFE)

En marzo de 2014 los periódicos de Andalucía se hacían eco de la muerte a los 103 años de 'Doña Pakyta', la madrina del Cabo de Gata, convertida en emblema de la lucha contra el ladrillo en el Parque Natural que tanto amaba y donde tenía, junto a su marido, más de 3.300 hectáreas. Francisca Díaz Torres y su esposo, José González Montoya, que falleció en 1976, eran prácticamente los propietarios del parque. La pareja se dedicó a luchar contra la explotación urbanística en la zona y libró en los años 60 la primera gran pelea ecologista en Cabo de Gata, cuando se movilizaron y consiguieron que la Autovía del Mediterráneo no atravesara el ahora enclave natural. Sin ellos, las generaciones posteriores no hubieran conocido este espacio natural tal y como es hoy.

En 2010, Doña Pakyta, así era conocida y escribía su nombre, fue reconocida como Hija Predilecta de Andalucía y en su semblanza se destacó su firme compromiso por el medio ambiente. Una mujer emprendedora, empresaria pionera del turismo sostenible que al morir dejó como patrimonio a Almería su propia casa, hoy un museo de arte en la capital, en un edificio que es ejemplo de la arquitectura regionalista española de los años 20.

placeholder Un ciclista en el Parque Natural Cabo de Gata. (EFE)
Un ciclista en el Parque Natural Cabo de Gata. (EFE)

Por eso en Almería la dimensión del escándalo nacional por la construcción de un hotel en un cortijo de la playa de Los Genoveses se mira con mucha más indiferencia. No solo porque ya se sabe que los ayuntamientos de la zona siguen prefiriendo la agricultura intensiva al medio ambiente o porque al final muchos vecinos prefieren, como ocurrió con El Algarrobico, un hotel que dé puestos de trabajos a proteger el parque. No por eso, o no solo por eso, también porque allí sí saben que tras ese hotel de lujo, con 30 habitaciones y piscina, está el Grupo Playas y Cortijos S.L, los sobrinos de la saga Torres y González, los herederos de un matrimonio que fue pionero, antes del desarrollismo de los 70, en frenar el ladrillo en el parque natural Cabo de Gata. Ellos impulsaron la urbanización de la que era posiblemente la zona más deprimida de la costa, San José, imponiendo, cuando nadie podía ni imaginarlo ni por supuesto existían planes de protección, limitaciones muy importantes a la edificabilidad y frenando la explotación urbanística.

Un cortijo que alberga celebraciones

Doña Pakyta está enterrada en el Pozo de los Frailes en Níjar. Desde allí estará asistiendo atónita a la pelea abierta entre los grupos ecologistas y sus herederos. La propiedad principal del Cortijo Las Chiqueras, en la finca El Romeral, se conoce con ambos nombres y enclave del futuro hotel, es de una sobrina. Ella, que fue siempre reconocida por su labor medioambiental y toda su vida luchó por la conservación del parque como presidenta de honor del grupo Playas y Cortijos, vería con estupor como ese nombre se ve envuelto en una promoción con gran polémica.

Su modelo fue el de rehabilitar construcciones de la zona para convertirlas en hoteles con encanto, donde hacía convivir a los turistas con la ganadería y la agricultura ecológica. Eso se ha glosado siempre en sus biografías. Por ejemplo en su finca del Romeral se abrió una fábrica innovadora de cuerda de crin vegetal y fue ella la responsable de que se recuperara las cabras celtibéricas blancas, de las que ahora hay cerca de 1.000 ejemplares en la zona. Todo esto, según el informe de la Junta de Andalucía, tendrá que conservarse. También se obliga al futuro hotel a un uso sostenible de aguas depuradas, con un sistema que defienden que es pionero en Europa.

Alegaciones ecologistas

El hotel que ha recibido un dictamen favorable del Gobierno andaluz aún no tiene luz verde. Está abierto el plazo de alegaciones hasta el próximo 8 de julio y los ecologistas ultiman, convencidos de que podrán frenar el proyecto, sus objeciones a la edificación. El cortijo ya existe, obtuvo autorización para ser rehabilitado por el anterior Gobierno socialista, está a 1,5 kilómetros de una de las playas más bonitas del Cabo de Gata, acoge celebraciones. Es escenario de muchas bodas. Los lugareños cuentan que en ese cortijo vivió muchos años Casimiro, el novio al que dejaron plantado en el altar y que inspiró 'Bodas de Sangre' a Federico García Lorca.

Los propietarios ya presentaron un proyecto en 2016 que se tumbó. Varias asociaciones alegaron en contra de esa primera propuesta

Los propietarios ya presentaron un proyecto en 2016 que se tumbó. Fue la asociación de Amigos del Parque Natural Cabo de Gata Níjar junto con otros grupos de la zona como Ecologistas en Acción, Ecologistas Mediterráneo o Izquierda Unida Níjar, que alegaron en contra de esa primera propuesta. Entonces en Change.org se recopilaron 6.500 firmas para frenarlo. Este viernes, en la misma plataforma, había 80.643 bajo el título 'No al hotel en Genoveses'.

"Aquel proyecto era mucho más descomunal", admite Pilar González, presidenta de la Asociación de Amigos del Parque. Entonces contaba con una superficie de unos 500 metros de cuadras que se deslocalizaban y se ocupaba mucho más terreno del que ahora mismo tiene la edificación original. "Ocupaban casi el doble en la zona de aparcamientos y era un proyecto tremendo", recuerda esta portavoz.

Primer intento en 2016

Entonces el Gobierno andaluz, con Susana Díaz en la presidencia de la Junta, frenó el hotel, negó la autorización y se abrió a recibir otra propuesta más sostenible. En eso, aseguran fuentes próximas a los herederos, se han afanado hasta ahora. "Este es más moderado", admiten los ecologistas pero aún así advierten que vulnera directamente el planeamiento urbanístico de la zona.

placeholder Cabo de Gata. (Pixabay)
Cabo de Gata. (Pixabay)

Las alegaciones de los ecologistas para frenar el hotel denuncian que la Junta ha aprobado un dictamen favorable, que no es la autorización definitiva, pero que sí autoriza a hacer un cambio de uso en el suelo. Es un cortijo agrícola, ganadero y tiene una protección de la zona interior de Genoveses en el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) de 2008, el último y vigente, como zona C1, con protección bastante alta, por lo que no se podría autorizar el cambio de uso de agrícola a turístico, defienden los ecologistas. "Dentro del parque hay zonas con diferente protección. Si fuera C3 o D, el planeamiento sí lo permite. Incluso hay zonas de uso urbano donde se puede hacer mucho y otras en las que prácticamente no se puede ni pasar. Pero en este caso consideramos que no cabe dictamen favorable", señala Pilar González.

A la sombra del Algarrobico

Los ecologistas están asombrados por la repercusión que ha tenido el proyecto. "La administración lo aprueba y si cuela, si nadie dice nada, siguen adelante, pero si está detrás la gente tendrán más cuidado, porque se pueden meter en un buen embolado. Así hicieron el Algarrobico, si cuela, cuela. Si se vigila, se hará menos", advierte la presidenta de la asociación de Amigos del Parque.

Desde el otro lado, la delegación de Agricultura, Pesca y Desarrollo Sostenible, que dirige Aranzazu Martín, asegura que el proyecto es legal porque "no aumenta la superficie total construida ni altera las características del terreno y del paisaje".

Es el primer proyecto polémico del Gobierno 'verde' de Juanma Moreno y el primer hotel tras el 'superdecreto' que aligera trámites urbanísticos

Se han unido muchos factores. Es el primer escándalo medioambiental del Gobierno de PP y Cs en Andalucía y el presidente Juanma Moreno había proclamado 'un giro verde' en sus políticas con el que ironiza la oposición. Además es un hotel en un parque natural que ve la luz después de que el Gobierno convalidara, durante el estado de alarma, un superdecreto-ley para quitar trabas de la economía, que hay sectores que alertan de que también allana el ladrillo y el modelo turístico de los campos de golf, muy poco sostenible. El Gobierno de la nación lo ha recurrido al Constitucional pero no por nada relacionado con el medio ambiente. En realidad, nada tiene que ver este proyecto de hotel con esos cambios legales en urbanismo. Se autoriza conforme a un plan de protección del parque que aprobó el PSOE.

La 'mole' de Carboneras

Las asociaciones están sorprendidas por que se ha levantado "un revuelo impresionante". "Tenemos muchas peleas en este sentido y ninguna tiene esta repercusión, la del Algarrobico y poco más", admite González. Nada tiene que ver ambos proyectos. La mole de cemento que aún sigue en pie en Carboneras, a la vuelta de un cartel que da la bienvenida al Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, uno de los poco paraísos donde se conservan zonas vírgenes en el Mediterráneo español, está a 50 metros del mar y contaba con 21 plantas y 411 habitaciones. El Supremo falló en 2016 en contra de la edificación, que se inició en 2003, pero aún está pendiente la demolición. El pasado mayo Greenpeace solicitó al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que ordene su derribo por la vía de urgencia 17 años después de que se levantara.

Desde la asociación de amigos del parque admiten que ya en los 70 se frenó otro gran proyecto de urbanización por parte del matrimonio propietario, grandes latifundistas de la zona. Él era de origen gallego pero también amaba Almería. "Todo esto era su jardín particular. Venía con sus amigos", recuerda la portavoz ecologista.

Las amenazas del parque

Los ecologistas también litigaron contra el plan de ordenación del parque. Denunciaron que el llamado PORN sacaba los núcleos urbanos del parque natural y los desprotegía, así que en muchas pedanías del parque, que tiene cinco municipios —Níjar y Carboneras son los mayores— pero muchas pequeñas poblaciones, se duplicaba el suelo urbano. "Alegamos porque las pedanías están dentro del Parque Natural y así se legalizaban muchas construcciones antiguas que no se debían legalizar. Perdimos el juicio en febrero de 2018 y nos condenaron en costas. Ya han aumentado las zonas urbanas de los pueblos en gran medida. Hasta ese momento ha estado muy controlado el urbanismo en la zona pero ahora está desbocado, eso sí, dentro de los núcleos urbanos. Ahora siempre alegamos para que se construya con menos densidad, para que haya carriles bici, zonas verdes, vivienda pública. Estamos bastante alerta", señala la responsable de la asociación de amigos del parque.

El principal problema medioambiental en estos momentos, como en Doñana, es el agua. "La comunidad de usuarios de Níjar está dando agua creemos sin control, autoriza uso de agua que no hay tanto para agricultura como para urbanizaciones y uso turístico", apuntan los ecologistas. "El peligro es que si se autoriza este hotel se abre una puerta y vendrán detrás todas las grandes cortijadas de la zona, el cortijo Genoveses, Romeral y Monsul, en el mismo camino hay cuatro", avisan los detractores del proyecto.

En marzo de 2014 los periódicos de Andalucía se hacían eco de la muerte a los 103 años de 'Doña Pakyta', la madrina del Cabo de Gata, convertida en emblema de la lucha contra el ladrillo en el Parque Natural que tanto amaba y donde tenía, junto a su marido, más de 3.300 hectáreas. Francisca Díaz Torres y su esposo, José González Montoya, que falleció en 1976, eran prácticamente los propietarios del parque. La pareja se dedicó a luchar contra la explotación urbanística en la zona y libró en los años 60 la primera gran pelea ecologista en Cabo de Gata, cuando se movilizaron y consiguieron que la Autovía del Mediterráneo no atravesara el ahora enclave natural. Sin ellos, las generaciones posteriores no hubieran conocido este espacio natural tal y como es hoy.

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