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Hasta la noria gigante de los Bañuls se tambalea: ¿es el fin de los feriantes?
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EL COVID-19 FRENA EN SECO eL SECTOR

Hasta la noria gigante de los Bañuls se tambalea: ¿es el fin de los feriantes?

La quinta generación de la saga mantiene en el dique seco sus decenas de atracciones. Asfixiados por la cancelación de las ferias, se quejan de la falta de un plan específico para el sector

Foto: Los Bañuls, junto a una de las figuras de sus atracciones. (Fernando Ruso)
Los Bañuls, junto a una de las figuras de sus atracciones. (Fernando Ruso)
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Cuenta Vicente que le cuesta conciliar el sueño sin un altavoz atronando junto a sus oídos. Lo mismo le ocurre a su hija mayor, Yolanda, de 26 años. “Si le apagas la música, se despierta”, explica su padre, la quinta generación de los Bañuls, un apellido ligado a las atracciones de feria.

Quienes lo llevan se han criado entre las ambulantes caravanas y jugueteando en el tren de la bruja, 'el ratón vacilón' o los coches de choque. Están hechos a ese soniquete machacón, estridente y constante. Ahora temen que la cancelación de todas las ferias de España por el coronavirus ponga en peligro al ecléctico sector de feriantes y su forma de vida nómada. Este mismo martes, la Junta de Andalucía recomendó a los municipios de la región que no autoricen eventos multitudinarios como ferias, verbenas o romerías para junio, julio y agosto.

placeholder Vicente Bañuls, vicepresidente de la Asociación de Empresarios Feriantes de Andalucía, Ceuta y Melilla. (Fernando Ruso)
Vicente Bañuls, vicepresidente de la Asociación de Empresarios Feriantes de Andalucía, Ceuta y Melilla. (Fernando Ruso)

"Para vivir de esta forma, te tiene que gustar", asegura Vicente, bisnieto de Vicente Bañuls, el primero de esta saga de feriantes. “No tienes vida, yo me crie con mi abuela, no he visto crecer a mis hijas. Te tiene que gustar —insiste—; hay que mamarlo, porque esto no hay quien lo aguante”. Pero si volviera a nacer, Vicente —un mal estudiante con pocas ganas de hincar codos y muchas de enrolarse en una vida ambulante— volvería a ser feriante.

—Si no estuviésemos en esta oficina, con todas las atracciones ahí fuera, ¿dónde estaría ahora?

—En la feria de Córdoba, o en la de San Fernando de Henares, o en la de Lora del Río, o en la de Sanlúcar de Barrameda. En cualquiera de ellas, porque vamos a todas. Y la nave estaría vacía. Y yo, a esta hora [jueves, a las 11:31 de la mañana], estaría durmiendo porque me habría acostado anoche más allá de las dos de la madrugada.

placeholder El mapa con las chinchetas. (Fernando Ruso)
El mapa con las chinchetas. (Fernando Ruso)

Hay un mapa de España con chinchetas de colores clavadas en la pequeña oficina de Vicente Bañuls. Una por cada feria a la que tenía previsto ir este año. Las hay verdes, rojas y azules, por cada una de las tres empresas —hay muchas otras más— de la familia que desde allí se gestiona. Más de 40 chinchetas se cuentan de un vistazo. Sevilla, Mérida, Badajoz, Plasencia, A Coruña, Gijón, Santander, Bilbao, San Sebastián, Girona, Zaragoza, Valencia, Alicante, Murcia, Granada, Fuengirola o Málaga.

Una temporada en el dique seco

Delante de ese mapa, en el que también hay clavadas algunas fotos familiares, suele reunir a los conductores de los más de 100 vehículos pesados, entre remolques, camiones y caravanas, que tiene la saga. Allí, Vicente va marcando los movimientos que hará cada uno desde abril hasta octubre, los meses que abarca la temporada de ferias en España.

placeholder El mapa con las chinchetas. (Fernando Ruso)
El mapa con las chinchetas. (Fernando Ruso)

Las chinchetas son la única presencia actual de los feriantes en la geografía española. En las naves industriales anexas a esa pequeña oficina forrada de corcho, están aparcadas las atracciones, los camiones y las autocaravanas.

Y como los Bañuls, todo el sector está en el dique seco. Las 43 asociaciones regionales de estos empresarios feriantes de España han alertado al Gobierno en varios comunicados de que en torno a 100.000 personas viven de esta actividad que aglutina más de 30.000 microempresas. “Y no podemos garantizar que muchos aguantemos todo un año sin ingresos”, explican.

Los Bañuls son una saga importante en el sector a nivel nacional. "Los reyes de las atracciones", dicen por ahí. Bajo su tutela, trabajan hasta 100 personas

Vicente y Enrique Bañuls se criaron juntos pese a los 12 años de diferencia. Los dos llegan a la entrevista con El Confidencial en dos BMW de alta cilindrada idénticos. Los Bañuls son una saga importante en el sector a nivel nacional. "Los reyes de las atracciones", dicen algunos. La imponente nave industrial donde se guardan 'los cacharritos' lo atestigua. O las decenas de cabinas vacías de una noria dispuestas en cuadrícula en una explanada, también propiedad de la familia.

placeholder Una de las atracciones, desmontada junto al taller. (Fernando Ruso)
Una de las atracciones, desmontada junto al taller. (Fernando Ruso)

En la zona del taller hay grandes carteles luminosos de las atracciones señeras. La saga de los Bañuls ha hecho importantes innovaciones en el mundo de la feria. Suyo fue el primer tren de la bruja o el ratón vacilón.

Ambos narran vidas paralelas. Vicente tiene tres hijas de 26, 23 y 18 años; Enrique, otros tres, de 30, 28 y 23. El de ellos no es un simple puesto de algodón de azúcar. Bajo su tutela trabajan unos 100 empleados en plena temporada; la cuarta parte en los meses de baja actividad.

Cancelados, "nadie sabía nada"

Enrique Bañuls, de 55 años, recuerda cómo días antes de que el presidente Pedro Sánchez anunciara el estado de alarma ellos ya presagiaban que podían estar ante el peor escenario posible. “No iba bien, pero ese sábado… Pasamos del todo a la nada. La nada más absoluta. No acababa de creérmelo. En solo cinco días pasamos de preparar las Fallas a verlo todo negro. En poco tiempo, recibimos más de 50 confirmaciones de cancelaciones de ferias. Llamábamos a los ayuntamientos, a otros feriantes, a la asociación… y nada. Todo en suspenso. Nadie sabía nada”, recuerda el mayor de los dos primos.

placeholder Enrique Bañuls. (Fernando Ruso)
Enrique Bañuls. (Fernando Ruso)

"No sentimos vértigo, fue pánico. Imagínate que no te dejen trabajar, porque no nos dejan. Pese a la inversión, las deudas…", añade Vicente. “Llevábamos seis meses sin ingresos, acabando el mantenimiento de todo, haciendo los últimos repasos para volver a empezar, habiendo soportado las inversiones, el personal contratado, las actualizaciones de las atracciones, las tasas pagadas, los seguros abonados… Estaba todo hecho —insiste—; y ahora, la nada”.

Los primos Bañuls, Enrique y Vicente, no han conocido otro modo de vida más que el de ir de feria en feria en una caravana

Vicente es vicepresidente de la Asociación de Empresarios Feriantes de Andalucía, Ceuta y Melilla; su primo Enrique, vocal. En su página web, además de un tablón de compra y venta en el que se ofrece un tobogán en remolque del año 2016 “preparado para trabajar” por 18.000 euros, hay colgado un largo manifiesto que lleva recabadas “a duras penas” 7.400 firmas de apoyo. “Insuficientes para hacernos fuertes ante el Gobierno”, dice la asociación. “No será fácil permanecer tanto tiempo inactivos, pero lo conseguiremos”, apostillan.

placeholder Enrique (d) y Vicente (i). (Fernando Ruso)
Enrique (d) y Vicente (i). (Fernando Ruso)

Enrique y Vicente no han conocido otro modo de vida más que el de ir de feria en feria en una caravana. Al poco de nacer, ya estaban enrolados a esa forma de vida nómada. Los dos cuentan cómo se escondían de sus madres para aguantar el máximo tiempo posible en las taquillas. Con ocho años, ya le hurtaban horas al sueño para recoger los hierros con sus padres. Enrique logró completar BUP, Vicente se quedó en la EGB. “Salí del colegio tan rápido como me fue posible, porque lo que a mí me gustaba era esto”, asegura entre risas el menor de ellos.

"Esto te gusta o no te gusta, y si no te gusta, no puedes aguantarlo”, explica Vicente. “Este trabajo es muy vocacional, es familiar. Los nuevos son los que se casan con una ferianta. Meterse aquí sin un vínculo es de locos. O naces aquí, o te enamoras, o estás loco".

—¿Por qué loco?

—[Enrique]. Porque no tienes vida. Me crie con mi abuela. He visto crecer a mis hijas a ratos. Eres un forastero en todos lados. [Vicente, interrumpiendo tajante]. Te tiene que gustar. Hay que mamarlo. Si no, esto no hay quien lo aguante.

Enrique conoció poco a su bisabuelo Vicente Bañuls, el primero de la saga. Falleció cuando él tenía apenas 10 años. Recuerda que le daba una perra gorda cuando lo veía, siempre enfermo y en casa. Los demás recuerdos en torno a él son los que ha fraguado con lo que le contaban sus padres.

Siempre ha habido ferias desde la Guerra Civil

Vicente Bañuls nació en Denia. Se casó con María Arenas, de Jalance. Fundaron su empresa en 1926. Él era un inventor nato. Hacía sus artilugios para entretener a la gente en las ferias. Y con unos pocos hierros, haciendo unas barquitas, se empezó a desplazar por toda España. En Cartaya, Huelva, le pilló el alzamiento militar de 1936. Allí quedó durante toda la Guerra Civil, cultivando unas tierras que le cedieron para comer. Tuvieron ocho hijos. Acabada la contienda, jamás volvió a parar. Ninguno de los Bañuls que le sucedieron recuerda un verano sin fiestas. Hasta hoy.

“Ha habido crisis, pero no como este parón”, sentencia Enrique. “Nunca, nunca en la vida”, completa Vicente.

placeholder Varios camiones, en las cocheras. (Fernando Ruso)
Varios camiones, en las cocheras. (Fernando Ruso)

El sector acabó en octubre una temporada sin los excesos previos a la burbuja del ladrillo. Los veranos son distintos desde ese año 2008, año en el que muchos municipios suspendieron o acortaron sus ferias. “Nunca llegamos a recuperarnos, la gente no gasta dinero en nosotros”, lamenta Enrique. “Tuvimos que multiplicar por cinco los precios para hacer la misma caja que antes, porque hoy se montan cinco veces menos niños que antes”, sigue Vicente.

La competencia es cada vez mayor. Ahora hay centros comerciales que tienen camas elásticas o norias durante todo el año

"La competencia es cada vez mayor, porque no competimos con las otras atracciones en una misma feria. Ahora hay centros comerciales que tienen camas elásticas o norias durante todo el año. Los niños tienen ordenadores en sus dormitorios. Videojuegos, móviles… Y antes solo tenían los coches locos una vez al año", razona Enrique.

Y así, el golpe asestado con el estallido de la burbuja inmobiliaria los dejó con poco más que la mitad de la facturación. “Antes, un feriante con cuatro hierrecitos ganaba dinero; ahora para ganar un sueldo hay que llevar una mole como las nuestras”, asegura Vicente. “Esto no es rentable. A nosotros nos salen las cuentas porque ya teníamos los camiones, las atracciones y demás —completa su primo—; pero no hacemos nuevas inversiones”.

placeholder Un operario del taller. (Fernando Ruso)
Un operario del taller. (Fernando Ruso)

Solo en seguros, los Bañuls pagan más de 100.000 euros al año. Su última inversión en atracciones pasó del millón de euros. “En Italia, las punteras pueden costar hasta dos millones”, explican. Por fortuna, este año el gasto ha sido contenido. Solo los sueldos de la veintena de trabajadores que ponen a punto las instalaciones.

Solo en seguros, los Bañuls pagan más de 100.000 euros al año. Su última inversión en atracciones pasó del millón de euros

"Pero hay familias que ya lo están pasando mal. Porque feriante también es el que tiene una casetilla de pelotas, un puesto de algodón de azúcar o una hamburguesería. Los que se dan de alta como autónomos solo los meses de actividad y se dan de baja el resto del año. Y esa gente no se ha podido acoger al plan de ayudas por cese de actividad", explica Enrique.

—¿Qué le piden al Gobierno?

—Hemos hecho varios manifiestos y hemos tenido reuniones con ayuntamientos y consejerías. Pedimos que las ayudas a los autónomos se extiendan a aquellos que no estaban dados de alta, que las ayudas a los ERTE se extiendan más allá de junio y, sobre todo, que nos den información, porque no estamos en ninguna parte.

Los feriantes se comparan con los parques de atracciones, que sí tienen ya fecha de apertura. De hecho, el sector trabaja para elaborar protocolos de higiene que permitan una apertura rápida y segura. En sus planes está desde poner arcos para higienizar a los clientes en los accesos a ofrecer geles hidroalcohólicos como hacen los bares.

Protocolos de desescalada

Pero, claro, con todas las ferias canceladas, ¿dónde montarían sus atracciones? “Todos entendemos que estamos en mitad de una pandemia mundial en la que se está muriendo mucha gente y que no se puede hacer una feria, pero pedimos ayuda. ¿Por qué no podemos montar nuestras atracciones en algunas zonas de la ciudad manteniendo todas las medidas de seguridad?”, se pregunta Vicente.

placeholder Vicente, junto a varias de las atracciones. (Fernando Ruso)
Vicente, junto a varias de las atracciones. (Fernando Ruso)

Solo en la Feria de Abril de Sevilla, el ayuntamiento percibe alrededor de 2.300.000 euros en tasas de los feriantes. Aunque el impacto económico en las ciudades es mucho mayor. Desde el que compra los peluches para darlos como premios en sus tenderetes a las contrataciones extraordinarias o los gastos corrientes de comida. “Aquí perdemos todos, nosotros pretendemos que esto siga en funcionamiento para no tener un año sin ingresos —valora Enrique—; porque sabemos que muchos no podrán aguantar y tendrán que abandonar esta forma de vida para siempre”.

placeholder Una noria, desmontada. (Fernando Ruso)
Una noria, desmontada. (Fernando Ruso)

Por la cabeza de muchos de ellos ya ronda la idea de vender atracciones, camiones, incluso sus propios coches y casas para aguantar estos meses de falta total de ingresos. Por eso es apremiante conocer en qué situación exacta se encuentra el sector y qué futuro les espera durante los meses de verano.

—¿Cuál es la próxima feria a la vista?

—[Enrique]. Eso no será cachondeo, ¿no? Albacete y Murcia, en septiembre, ya están suspendidas. La única que está apostando por la feria, de verdad, es Málaga. Se está resistiendo a suspender porque lo necesita. O se busca la ruina.

Como asociación, los Bañuls se han reunido con ayuntamientos y con la Consejería de Hacienda de la Junta de Andalucía, que —según cuentan— ha zanjado sus peticiones argumentando que no tienen las competencias necesarias para resolverlas. Por eso recogen firmas, para elevar al Gobierno de Sánchez sus reclamaciones.

placeholder Vicente muestra una foto antigua. (Fernando Ruso)
Vicente muestra una foto antigua. (Fernando Ruso)

"No es que no tengamos trabajo, es que no nos dejan trabajar", critica Enrique. "Queremos saber qué van a hacer con nosotros. ¿Qué ayudas específicas van a decretarse para nuestro sector?", insiste con vehemencia. “Estamos dispuestos a cumplir, como todos los demás, pero no podemos esconder la sensación de sentirnos discriminados”, zanja.

Vicente y Enrique echan de menos las noches de sueño pleno junto a los atronadores bafles. Añoran ese soniquete punzante, repetitivo y fastidioso que a ellos les suena a prosperidad. A ambos les cuesta pegar ojo a cuenta de un virus que amenaza la forma de vida nómada que heredaron de sus antepasados.

Cuenta Vicente que le cuesta conciliar el sueño sin un altavoz atronando junto a sus oídos. Lo mismo le ocurre a su hija mayor, Yolanda, de 26 años. “Si le apagas la música, se despierta”, explica su padre, la quinta generación de los Bañuls, un apellido ligado a las atracciones de feria.

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