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"Quiero mis apuntes y dejar de pagar mi piso": por qué nadie atiende a los estudiantes
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LOS UNIVERSITARIOS SE REBELAN

"Quiero mis apuntes y dejar de pagar mi piso": por qué nadie atiende a los estudiantes

No tienen sus apuntes para afrontar los exámenes de junio, si suspenden se encarecerán sus matrículas o perderán becas. Están pagando alquileres de pisos vacíos y no les escuchan

Foto: La estudiante Irene Montero.
La estudiante Irene Montero.

David Domínguez llamó al cuartel de la Guardia Civil en su pueblo, La Campana (Sevilla). Les contó que necesitaba ir a Córdoba a recoger los enseres de su piso alquilado, que quería dejar cuanto antes, y todo el material que había dejado atrás en el centro donde cursa el ciclo formativo de grado medio de artes gráficas. La pandemia del covid lo cambió todo. Los agentes se interesaron por su caso y le aseguraron que con copia del contrato de alquiler y un documento como la matrícula del curso podía desplazarse aunque, quizás, se exponía a una multa. Dependía de quién lo parara. Son 600 euros. Como no estaba seguro y en el 061, donde también llamó a pedir información le dijeron que estaban prohibidos los desplazamientos entre provincias, decidió llamar a la Guardia Civil del pueblo de al lado, Fuentes de Andalucía. Al otro lado del teléfono en ese cuartel, a 14 kilómetros de su pueblo, le dijeron que no podía ir a Córdoba y que le multarían. También contactó con su centro y le dijeron que no podían hacer nada.

Salió de su piso de alquiler, que comparte con otros dos compañeros, para pasar el fin de semana en casa y el sábado por la noche, Pedro Sánchez, anunció en una comparecencia pública el estado de alarma. "No podíamos imaginarnos que iban a ser dos meses", señala David, que ha tenido suerte. Su casero le ha permitido dejar de pagar el alquiler aunque ya le advierte de que tiene que ir cuanto antes por sus cosas porque quiere ponerlo de nuevo en el mercado. El ministro de Universidades se ha limitado a decir que se fueron "alegremente con sus familias".

placeholder Irene Garrido.
Irene Garrido.

Irene Garrido no ha tenido tanta suerte como David en cuanto al pago del alquiler. Es estudiante del Grado en Biología en la Universidad de Alcalá de Henares. "Lo que me ha pasado a mí, y a muchos otros estudiantes, es un gran problema para poder afrontar ahora los exámenes de principios de junio", explica. Los hará 'online'. Irene reside en Madrid, en Ciudad Lineal, en un pequeño loft, compartido con otra persona, que no llega a 40 metros cuadrados. Estudia y va a la universidad por las mañanas. Por las tardes trabaja de dependienta en una tienda de moda en el aeropuerto. El 11 de marzo acabó la actividad docente en las universidades, y daba la casualidad que tenía libre en el trabajo ese fin de semana por lo que decidió hacer la maleta e irse a casa de sus padres, a los que hacía tiempo que no veía. El lunes siguiente, 16 de marzo, tendría que volver a trabajar. Al norte de Cáceres, en Montehermoso (Extremadura), está desde entonces. Empieza el lunes la fase 2, mientras que a Madrid le ha costado llegar a la 1. Lo que dificulta aún más la movilidad.

Se acabó el trabajo

"Pues nada, dos días después viendo las noticias en casa, se decretó el estado de alarma, y me vi obligada a quedarme aquí (lo que se suponía iban a ser 15 días y ya van dos meses, y sumando). Se cancela el curso lectivo, se cierran los trabajos. Al tener un contrato temporal, se acabó, sin cobrar más allá del mes de marzo. Todos mis enseres, toda mi ropa, todos los apuntes del curso lectivo allí. Solo venía para un fin de semana, menos mal que cogí mi portátil 'por si acaso'", cuenta. Ahora está a una semana de enfrentarse a exámenes finales, "que al fin y al cabo definen nuestro futuro", sin manera de poder recuperar sus apuntes, "ni un mísero permiso de la Guardia Civil, de la universidad, o de algún ministerio con competencia". "De los cuales muchos a día de hoy se desconoce su gestión, porque no ayudan a nada sinceramente", señala Irene en una opinión que es compartida por todos los estudiantes entrevistados.

Se ha quedado sin nómina pero todos los meses paga el piso al completo, sus caseros "no se han pronunciado al respecto", y así hasta que termine el contrato, en octubre. "Sin trabajo, y sin estar residiendo allí, ya que desde el día 12 de marzo se encuentra vacío", lamenta.

placeholder David Domínguez.
David Domínguez.

Quien sin sus apuntes y sin posibilidad de recoger su material se examine en junio del primer cuatrimestre y no apruebe tendrá que pagar segunda matrícula de esas asignaturas. En algunos casos se incrementa el coste más de 1.000 euros para el próximo curso y se pierden becas. "Creo además que desde los sindicatos de estudiantes se pidió a las universidades que no se cobrasen el próximo curso materias en segunda o tercera matricula (ya que cuesta el doble), y esto fue denegado", recuerda. “Simplemente ahora nos queda intentar que se apruebe algún tipo de permiso que nos permita desplazarnos a recoger nuestras cosas y gestionar nuestros contratos, sin riesgo alguno de contacto con nadie, no debería ocasionar problema alguno. Desplazarte, recoger y volver. Es una necesidad, ya que cuánto más se acerca junio, más gris se ve el final de este curso", pide Irene desde casa de sus padres.

Sin materiales

Hay otra tocaya, Irene Montero, que está en Córdoba, aunque sin pandemia andaría por Málaga, apurando el curso en la Facultad de Bellas Artes. Su caso es como el de miles de universitarios por todo el país. Para evitar el coche la recogió su padre unos días antes de que acabara la semana que se decretó el estado de alarma. Cogió lo mínimo. Atrás dejó el material de la facultad, fundamental para sus trabajos de fin de curso en una carrera tan práctica y poco teórica como la suya. En el pueblo donde reside no es fácil comprar ese material y en internet es caro, asegura. También se ha dirigido a muchos organismos para preguntar si podía ir a recoger sus cosas y sus materiales. La Dirección General de Tráfico le indicó que se dirigiera al Ministerio del Interior y le detalló la letra del decreto del estado de alarma.

Recogen firmas en Change.org, han enviado decenas de correos a las delegaciones y subdelegaciones del Gobierno, incluso al ministro de Universidades, Manuel Castells, que dijo que había hecho amistad con algunos de esos universitarios. Sus declaraciones en una comparecencia en el Congreso indignaron a muchos estudiantes. Pidió perdón por su "frivolidad". "¡Que dijo que nos fuimos alegremente a lugares más divertidos! Que se lo digan a uno de mis compañeros de piso que está en el pueblo siete en un piso, con todos sus abuelos en casa y sin poder salir por precaución. Es lo que quedaba", señala Luis, un estudiante de la Universidad de Zaragoza que está ahora en Huesca. Han puesto a circular la etiqueta #QuieroMisApuntes. Algunas facultades han dado salvoconductos para que sus alumnos pudieran viajar pero avisando que se arriesgan a la multa. En comunidades como en Galicia ya han dado luz verde para que los estudiantes pudieran recoger sus apuntes en un solo viaje.

Si no aprueban los exámenes de las asignaturas del primer cuatrimestre se encarecerán sus matrículas. Perderán becas. No todos los caseros han permitido que dejen de pagar los alquileres. Familias modestas están haciendo un esfuerzo aunque muchos han perdido los ingresos con los que afrontaban la educación de sus hijos o los trabajos parciales con los que los estudiantes financiaban sus carreras universitarias. Son cientos en España. Lo que más le duele, confiesa, es la indiferencia con la que los han tratado y el silencio sobre su problema. "No costaba tanto que nos hubieran dejado ir a por nuestras cosas".

David Domínguez llamó al cuartel de la Guardia Civil en su pueblo, La Campana (Sevilla). Les contó que necesitaba ir a Córdoba a recoger los enseres de su piso alquilado, que quería dejar cuanto antes, y todo el material que había dejado atrás en el centro donde cursa el ciclo formativo de grado medio de artes gráficas. La pandemia del covid lo cambió todo. Los agentes se interesaron por su caso y le aseguraron que con copia del contrato de alquiler y un documento como la matrícula del curso podía desplazarse aunque, quizás, se exponía a una multa. Dependía de quién lo parara. Son 600 euros. Como no estaba seguro y en el 061, donde también llamó a pedir información le dijeron que estaban prohibidos los desplazamientos entre provincias, decidió llamar a la Guardia Civil del pueblo de al lado, Fuentes de Andalucía. Al otro lado del teléfono en ese cuartel, a 14 kilómetros de su pueblo, le dijeron que no podía ir a Córdoba y que le multarían. También contactó con su centro y le dijeron que no podían hacer nada.

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