Los otros bávaros: por qué acusar a los andaluces de no saber votar resta votos
El PSOE puede cumplir 40 años en el poder si gana el 2 de diciembre. Solo Baviera sumó tantos años sin alternancia. El nacionalismo andaluz y la falta de alternativa están detrás
“Los 36 años de gobierno del PSOE en Andalucía parecen desmentir el dicho de que el poder desgasta. En este caso, el desgaste es más interno, evidenciado por ejemplo en los muchos casos de corrupción, que externo, aunque su respaldo electoral ha ido a la baja”, reflexiona el escritor andaluz Felipe Benítez Reyes. El PSOE-A sumaría 40 años de gobierno ininterrumpidos en Andalucía si Susana Díaz vence el próximo 2 de diciembre.
El líder del PP, Pablo Casado, habló días atrás de una “anomalía democrática” con un discurso que todos los expertos opinan que resta votos en Andalucía. Solo otra región europea, la próspera Baviera, que este domingo celebra elecciones, ha sido gobernada sin alternancia en el poder. Los sondeos alertan de que la Unión Socialcristiana (CSU), que gobierna desde 1970, tocará suelo con efectos que podrían hacer tambalearse a Angela Merkel en Berlín.
No auguran los sondeos ese vuelco histórico en Andalucía como el previsto en el 'land' alemán. Se prevé que el PSOE siga cayendo, en una tendencia sostenida en los últimos 10 años, pero conservaría el primer lugar. Solo una alianza de PP y Cs, que deberían sumar mayoría absoluta (55 diputados), podría llevar a los socialistas a perder el poder.
Oposición, ¿frustrada o resignada?
La oposición muestra desde frustración a resignación ante la pregunta de por qué los andaluces no eligen la alternancia. Los motivos analizados por políticos, sociólogos o politólogos son muchos, pero sobre todo hablan de la capacidad del PSOE de convertirse en el partido con el que más se identifican los andaluces y de la incapacidad de la oposición, pese a datos como que Andalucía sigue estando entre las regiones con la tasa de paro más alta de Europa o escándalos de corrupción como el de los ERE o la extinta Faffe.
La socialista Amparo Rubiales, doctora en Derecho y exconsejera del primer Gobierno andaluz, apunta precisamente al primer presidente socialista, Rafael Escuredo, para explicar la habilidad del PSOE para convertirse en “el partido nacionalista en Andalucía”. “El nacionalismo andaluz, su hecho diferencial, tiene que ver con la pobreza y el subdesarrollo”, señala Rubiales. “Pasó en todas las nacionalidades históricas. En Euskadi con el PNV, en Cataluña con CiU o en Galicia con el PP, son partidos que se han convertido en la columna vertebral de esas autonomías; y en Andalucía, pasa con el PSOE”, sostiene.
“Los andaluces ven al PSOE como el partido que les ha sacado del subdesarrollo, y lo ha hecho. Esa identificación sigue muy viva, sobre todo en los pueblos”, agrega Rubiales. “Escuredo fue muy poco socialdemócrata y muy andalucista, con todos los matices. De Blas Infante y la bandera se apropió Rafael [Escuredo]”, sostiene Rubiales, que cree que el hecho de que el PSOE se quedara el espacio del Partido Andalucista (PA) tiene que ver mucho con su hegemonía en las urnas. “En 1986, con la entrada de España en la UE, mucho de lo que el PSOE prometía pudo hacerse realidad”, recuerda, apelando a la gran cantidad de fondos europeos llegados a la región que, tras dejar de ser Objetivo 1 hace seis años, vuelve a estar entre las menos desarrolladas de Europa, tras haber recibido 100.000 millones de euros de fondos europeos.
El voto en las grandes ciudades
“En las grandes ciudades ya hay otro perfil. Ese miedo al subdesarrollo no existe. En los pueblos sí que sigue viva la memoria de quiénes fueron los caciques y los terratenientes”, reflexiona la histórica socialista, que además está convencida de que el PP se pegó un tiro en el pie con 'la pinza' que selló con IU entre 1994 y 1996 y que llevó al PSOE andaluz a resurgir. El PP ganó por primera vez en todas las capitales andaluzas en las municipales de 2011.
El profesor de Historia e Instituciones Económicas Carlos Arenas deja claro que no se puede hablar de una anomalía democrática porque “hay elecciones, la gente elige, hace balance de su vida y de las expectativas de futuro y considera que el PSOE es la opción más válida”. “Los motivos son complejos. La oposición tiene sus carencias. Para muchos andaluces de cierta edad, el PP recuerda a los años más oscuros del franquismo. Su actitud no contribuye a una empatía social y en los pueblos está muy presente qué han representado estas familias en el pasado. Cs está vinculado a clases emergentes y clases medias, pero todavía le falta estructura política para estar arraigado, y la izquierda sigue buscando un lugar para ser suficientemente atractiva para llegar a gobernar”, señala.
¿Hay un régimen clientelar en Andalucía? “Naturalmente, no solo en Andalucía, la política es clientelismo. Todos los partidos políticos de todo el mundo piensan en el electorado que les va a llevar al poder. Cuanto más pobre es una sociedad, más clientelar es, más necesitan los pobres de relaciones con el patrón, más subdesarrollada es. Y no es de ahora, en los últimos 40 años, sino a lo largo de la historia. En todo sistema, por muy democrático que sea, el clientelismo funciona. Con mecanismos más sutiles o por la cara”, responde sin dudas el historiador.
"La política es clientelismo. Cuanto más pobre es una sociedad, más clientelar es", señala el historiador Carlos Arenas
En su libro 'Poder, economía y sociedad en el sur. Historia e instituciones del capitalismo andaluz' (Centro de Estudios Andaluces), Arenas subraya que más de 30 años después de que España entrara en la UE en 1986, el diferencial con la renta media de España o Europa no se ha reducido. “El origen del que parte Andalucía es tan bajo que cualquier mejora ha parecido hasta ahora importante. Hay quien habla de la racionalidad del subdesarrollo, tenemos un Gobierno que es de alguna manera cómplice de una situación española o mundial, que necesita que haya regiones subdesarrolladas. El PSOE no ha cambiado esa dinámica. Ahora no se nos sostiene con subsidios pero sí con turismo. Es un demérito compartido”, reflexiona.
Pero todo esto, señala, empieza a cambiar. “Desde la crisis, el dinero que viene de Europa y de España viene a menos, como la capacidad que tiene el PSOE de repartir los recursos como si fuera el crupier de la banca, como si fuera el banquero. Está también el problema catalán, que cuestiona la transferencia de recursos entre las regiones. Las nuevas generaciones, que ya no piensan en memoria histórica y lo que ocurrió con Franco. Todo esto va a influir en que pueda cambiar el panorama político. El PSOE necesita renovarse, por supuesto, y cambiar el papel que ha tenido hasta este momento para mantenerse en el poder, pero todavía veo muy difícil que la derecha llegue al gobierno. Puede ser una coalición de derechas, pero no lo veo claro”, asegura el historiador.
Por incomparecencia del contrario
La periodista Lourdes Lucio, que ha cubierto la política andaluza desde hace casi 30 años para 'El País' y ahora escribe en 'eldiario.es', tiene claro que “los electores andaluces desde 1982 nunca han querido prescindir del PSOE, pero varias veces (1994, 2012 y 2015) le han dicho que cada vez lo quieren menos”. Señala tres razones: “La dependencia de los andaluces del Presupuesto regional, la incomparecencia del contrario, como dijo Felipe González en un mitin en Chiclana, 'porque la oposición es mala de cojones', pero también la gestión al frente de la Junta de Andalucía”, asegura. “Los aciertos del PSOE al frente de la Junta, una marca amable para muchos andaluces, han sido indudables. Y la oposición, principalmente el PP, no ha sido capaz de presentar una alternativa. La oposición debe hacer la pregunta ¿qué hacemos mal? Y se la hace, pero sigue sin responderla”, señala Lucio. “Llamar anomalía a 36 años de gobiernos socialistas es una gran torpeza. No se puede pedir el voto a los que quieres que te voten diciéndoles que llevan años equivocándose de partido”, advierte esta periodista sobre la afirmación de Casado desde el PP. “Ciudadanos y Adelante Andalucía parece que lo han entendido: prefieren reconocer los aciertos del pasado del PSOE, darle las gracias por lo hecho, pero al mismo tiempo presentarse con una propuesta de cambio de marcha para acabar con tanta inercia esclerótica. Algo así hizo Maragall con el pujolismo”, agrega la cronista andaluza.
Cs y Adelante Andalucía hacen como Maragall con el pujolismo y dan las gracias al PSOE para pedir a continuación un cambio de marcha
Juan Montabes, catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Granada, niega tajantemente que en Andalucía se pueda hablar de “anomalía democrática” y sostiene que lo que ocurre aquí “es habitual en democracias competitivas”. “Que todas las fuerzas políticas en unas elecciones en Andalucía concurren en condiciones de igualdad está fuera de toda duda”, recalca. “No hay que mirar solo a Baviera, hay estados de EEUU que solo han sido republicanos o demócratas, ahí están Texas o Florida. Ocurrió en Francia o en Italia”, defiende Montabes, “no es tan excepcional”.
Implantación del PSOE en el territorio
La implantación del PSOE varía según los municipios, por tramos de población y por franjas de edad. Es mayor en los pueblos y en los más mayores. "El PSOE tiene en Andalucía una red de organización de partido tradicional que está más consolidada que en el resto de partidos. Por ejemplo, Cs decidió no concurrir en los municipios por debajo de 10.000 habitantes", explica Montabes, que añade que en ocasiones el voto a los socialistas es "una cuestión de padres a hijos". Es difícil encontrar un municipio andaluz sin casa del pueblo del PSOE.
Aunque se diga que las ideologías cada vez pesan menos, este catedrático está convencido de que el voto ideológico también cuenta mucho. “El PP se equivoca cuando habla de anomalía o cuando hablaba de voto cautivo. Andalucía no tiene una ciudadanía de segunda”, añade, recordando que el PSOE ha compartido el poder gobernando en coalición con PA (1996 a 2004) e IU (2012-2015).
"Los cambios que antes tardaban años en fraguarse son ahora mucho más rápidos", advierte el catedrático Juan Montabes
Si atendemos a los sondeos actuales, esa diferencia del PSOE respecto al resto sigue manteniéndose. “El cambio es que en los últimos 10 años la opinión pública está mucho menos asentada: los cambios que antes tardaban años ahora son mucho más rápidos”, advierte Montabes. La participación que haya en las andaluzas o el recorrido que tengan Cs y Podemos, que se estrenaron en España en las últimas autonómicas y consiguieron un 25% de votos, influirán en la próxima cita electoral donde, no obstante, “no se esperan cambios radicales”, señala Montabes.
La confrontación centro-periferia
Para Javier Torres Vela, expresidente del Parlamento andaluz (1996-2004) y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Pablo de Olavide, la clave de la hegemonía del PSOE tiene raíces históricas. “Andalucía es una comunidad de voto a la izquierda”, advierte como razón histórica. “La segunda razón, más cercana en el tiempo, se forma en la Transición y en la conformación de la autonomía, en la confrontación centro-periferia, donde el PSOE supo muy bien dónde situarse”, añade. “Analizando los barómetros del Capdea desde 1982, el PSOE está situado donde la mayoría de los andaluces, en el centro izquierda, y con un sentimiento moderadamente andalucista. Es el partido que más se parece a los andaluces desde 1980. Además, es el partido que genera menos rechazo”, sostiene Torres Vela.
“En esa hegemonía tiene también mucho que ver que el desarrollo de las políticas públicas en Andalucía ha sido satisfactorio, aunque eso cae en los últimos 10 años”, coincidiendo con la caída de votos del PSOE y estallidos como el de la sanidad o la educación pública de los últimos años, ya con Susana Díaz en el poder. “Es lo que el sociólogo cordobés Manuel Pérez Yruela acuñó hace ya años como la teoría de la paradoja de la satisfacción, para definir la alta valoración que los andaluces mostraban en las encuestas por el desarrollo registrado en Andalucía pese a tener grandes problemas, alertando además de que esto podía generar una situación de ausencia de autocrítica”, recuerda Lourdes Lucio.
Conforme crecen el voto urbano y el voto joven, se registra un descenso del PSOE. “La oposición en Andalucía no ha sabido ofrecer una alternativa. Han ofrecido liderazgos débiles y poco creíbles. Se ha hecho una oposición desmesurada basada además en elementos periféricos. El PP tuvo además el pecado original de no apoyar el primer Estatuto de Autonomía de Andalucía, algo que revertió Javier Arenas, el único candidato del PP que ganó unas elecciones pero sin mayoría para gobernar”, reflexiona Torres Vela.
El 2-D y las batallas secundarias
Tampoco el expresidente del Parlamento ve señales de cambio, pero sí cree que el PSOE seguirá descendiendo, aunque no se sabe en qué alcance. La clave será si PP y Cs suman. “El PSOE sabe que una diferencia pequeña de votos puede tener una gran repercusión en escaños por el reparto de restos, y en esas provincias estarán afinando muchísimo”, apunta. Insiste en que se libran “muchas batallas secundarias que nada tienen que ver con Andalucía”. “Todos los líderes políticos se la juegan. No solo Susana Díaz se juega mantener el Gobierno”, considera Torres Vela, que alerta de que “caer en el error de culpar a los electores son excusas de mal perdedor”. “El PSOE, que obtuvo un 52% de votos en 1982, ha llegado a un 35% y va a seguir bajando, pero la oposición no reacciona”, apunta.
“Las próximas elecciones imagino que traerán un parlamento autonómico muy fragmentado, y los pactos no serán sencillos. Imaginar a Susana Díaz pactando con la formación de Teresa Rodríguez, por ejemplo, no deja de ser una perspectiva realmente pintoresca, una pirueta digna de ser exhibida en el Circo del Sol”, considera Felipe Benítez Reyes. “Lo más curioso de todo es que, tras tantos años de gobierno socialista, Andalucía siga siendo una de las regiones europeas con mayor tasa de paro. Algo muy serio ha debido de fallar. Algo no se ha hecho bien, a no ser que nos acojamos a ese patrón habitual de los gobiernos de las comunidades autónomas según el cual sus logros son exclusivamente suyos y los fracasos atribuibles al Gobierno central, así sea de sus mismas siglas, o incluso a los vicios estructurales del orden mundial. Bien es cierto que una comunidad que arrastra secularmente muchas carencias no se arregla en cuatro días, pero en casi cuatro décadas… El progreso no puede ir a la velocidad de la luz, de acuerdo, pero tampoco a la velocidad de la inercia”, concluye el novelista y poeta andaluz.
“Los 36 años de gobierno del PSOE en Andalucía parecen desmentir el dicho de que el poder desgasta. En este caso, el desgaste es más interno, evidenciado por ejemplo en los muchos casos de corrupción, que externo, aunque su respaldo electoral ha ido a la baja”, reflexiona el escritor andaluz Felipe Benítez Reyes. El PSOE-A sumaría 40 años de gobierno ininterrumpidos en Andalucía si Susana Díaz vence el próximo 2 de diciembre.
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