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Morir de un ictus en Urgencias: nadie vigila a los enfermos en las caóticas salas de espera
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Morir de un ictus en Urgencias: nadie vigila a los enfermos en las caóticas salas de espera

Dos casos que provocan alarma: el fallecimiento de un hombre en el hospital de Antequera tras cinco horas sin atención y el de una mujer en Úbeda después de 12 horas en una camilla

Foto: El interior de un hospital andaluz.
El interior de un hospital andaluz.

Desorientado, con un fuerte dolor de cabeza y la tensión alta, decidió acudir al hospital de Antequera. No podía conducir. Le llevó un compañero de trabajo, que luego se volvió. Estaba solo. Le hicieron varias pruebas. Una analítica y un electrocardiograma. A la espera de los resultados, le sentaron en una sala de espera. Allí no había nadie que le atendiera.

Le llamaron por megafonía. “Fugado”. Eso dijeron de él. No respondía. Pensaban que se había ido voluntariamente del hospital. Estaba dormido. Había sufrido un ictus. Cinco horas en urgencias sin ser atendido. Cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde. Le llevaron al Hospital Regional Carlos Haya de Málaga. Le operaron. Coma profundo. Falleció el viernes por la tarde. Tenía 44 años.

Foto: Sala de espera de Urgencias de un hospital. (EFE)

Su muerte ha remarcado la necesidad de mejorar la atención en las Urgencias, ya de por sí colapsadas en los hospitales andaluces. En un cuadro clínico de ictus, los minutos para salvar la vida o minimizar el impacto sobre el cerebro y el cuerpo resultan vitales. Decisivos. Por ello, médicos consultados por El Confidencial de los dos hospitales de referencia de la provincia de Málaga (Carlos Haya y Clínico Universitario) sostienen que un miembro del personal de Enfermería debería vigilar a los pacientes que están solos en las salas de espera.

“Es vital que después del triaje que se le practica al enfermo [el proceso de selección para evaluar la gravedad de los síntomas] esté vigilada la zona donde el paciente aguarda”, subraya Francisco Temboury, médico de Urgencias del Clínico. “Hay pacientes que no hablan y otros que no van acompañados. En cualquier momento puede surgir una complicación. Eso es imprevisible”, apunta Temboury.

12 horas en una camilla

El caso de Antequera no es aislado. Una mujer falleció a finales de diciembre en un hospital de Úbeda (Jaén) tras esperar 12 horas en Urgencias. Estaba en una camilla y nadie se dio cuenta de su situación. La Junta de Andalucía se ha comprometido ahora a modificar sus protocolos de urgencias, pero no ha especificado cómo los articularía.

Damián Vázquez es el abogado de la Asociacion Defensor del Paciente. Vázquez lamenta que el fallecido en Antequera estuviera cinco horas sentado y que en ese tiempo sufriera “un daño cerebral severo”. “No hay atención adecuada en Urgencias. El problema es la saturación y la falta de organización. El Servicio Andaluz de Salud (SAS) tiene que arbitrar una medida para los que acuden solos. Tienen que estar vigilados”.

El caso concreto de los enfermos CON ictus en Málaga era especialmente grave. Hasta finales del pasado mes de noviembre, si un paciente ingresaba con estos síntomas no se podía atender en el Carlos Haya, el hospital de referencia para estos casos en la provincia malagueña: se le trasladaba en helicóptero al Hospital Reina Sofía de Córdoba.

La unidad de ictus atiende 24 horas los 365 días del año. Se está ampliando hasta llegar a las ocho camas disponibles

Carlos Haya cuenta ya con una unidad de ictus que atiende 24 horas los 365 días del año. Se está ampliando hasta llegar a las ocho camas disponibles. Actualmente solo hay cuatro. Las obras, presupuestadas en 60.000 euros, llevan un par de meses en marcha y aún no hay fecha de finalización. En plenas vacaciones de Navidad algunos enfermos con ictus tuvieron que ser ingresados en la recuperación del quirófano.

La nueva Unidad de Ictus del Hospital Regional estará concebida como una Unidad de Cuidados Intermedios de alta tecnología específicamente diseñada para la asistencia a los pacientes con ictus en fase aguda, según la Junta de Andalucía. Unos 500 pacientes al año se podrían beneficiar de esta unidad.

Foto: Héctor Muñoz es el segundo médico más veterano del servicio de Urgencias del hospital Carlos de Haya de Málaga. (A.R.)

“Ahora hay una cierta urgencia política por potenciar la unidad de ictus, pero nos está colapsando el hospital porque todos los otros centros desvían sus pacientes aquí y no damos abasto. Y hay problemas para contar con los anestesistas antes de las tres de la tarde”, explica un médico de Urgencias deL Carlos Haya.

Las camas de las UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) del hospital malagueño están siendo ya ocupadas por pacientes con ictus. ¿Y qué ocurre? Que se está planteando la posibilidad de disponer del par de camas previstas en la UCI ante cualquier eventualidad clínica para personalidades políticas como presidentes o jefes de Estado.

Rajoy tiene cama

“¡Voy a ocupar la cama de Rajoy!”, ha soltado esta semana un responsable del hospital. Sí, en el Carlos Haya está prevista una habitación para el presidente en caso de que tuviera que ingresar en la UCI. “Parece algo anecdótico y suponíamos que era una leyenda, pero es verdad. Esas camas existen”, indica un facultativo no sin sorpresa.

Llama la atención un nuevo cambio en la gestión médica del hospital. Pacientes mayores (incluso alguno de más de 90 años) que padecen comorbilidad, es decir, los que tienen muchas patologías, hasta hace meses ni siquiera tenían criterio para ingresar en un hospital de primer nivel como el Carlos Haya. A esos enfermos, cuando no se podían ir a casa, se les proponía derivarlos a un centro concertado, pero ahora los criterios de inclusión del SAS se han ampliado. Lo mismo pueden ingresar este tipo de pacientes que uno de 50 años.

Desorientado, con un fuerte dolor de cabeza y la tensión alta, decidió acudir al hospital de Antequera. No podía conducir. Le llevó un compañero de trabajo, que luego se volvió. Estaba solo. Le hicieron varias pruebas. Una analítica y un electrocardiograma. A la espera de los resultados, le sentaron en una sala de espera. Allí no había nadie que le atendiera.

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