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Botellón, destrozos y ruido: el casco histórico de Málaga se rebela contra la Feria del Centro
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Botellón, destrozos y ruido: el casco histórico de Málaga se rebela contra la Feria del Centro

La ciudad andaluza se enfrenta a este cóctel que perjudica a los 4.000 vecinos que viven en la zona antigua. El "merdelloneo", según los residentes, triunfa en estos días de fiesta

Foto: Restos del macrobotellón durante estos días de la Feria del Centro junto al Teatro Cervantes de Málaga.
Restos del macrobotellón durante estos días de la Feria del Centro junto al Teatro Cervantes de Málaga.

Están más que hartos. El cóctel resulta demasiado explosivo: en medio de la huelga salvaje de los taxistas y con un hombre en la UCI tras ser apuñalado en el centro de Málaga, donde viven 4.000 personas, los botellones se suceden en cada esquina, junto a suciedad acumulada, destrozo de patrimonio y ruido insoportable. Las asociaciones de residentes del centro histórico de Málaga han dicho basta. Piden al Ayuntamiento de Málaga que elimine la Feria del Centro, que nació de manera espontánea por los comerciantes a principios de los ochenta y que ha derivado en este macrobotellón transformado en los Sanfermines del sur.

La corporación municipal ha intentado aliviar la situación con varias medidas. Este año, se han vuelto a instalar escenarios en las principales calles donde se puede disfrutar de bailes autóctonos andaluces (sevillanas, malagueñas y verdiales). La música deja de sonar a las seis de la tarde, pero los veinteañeros siguen bebiendo (con la estrella del vino dulce Cartojal por bandera) por las calles. La opción es entrar en los bares de copas que no tenían hora de cierre. Ahora echan la persiana a las 22:00.

Foto: Un taxi en huelga, ayer, en Málaga. (A. R.)

La diferencia de Málaga respecto a otras ferias es que cuenta con dos recintos: el Centro y el Real de la Feria, en la zona conocida como Cortijo de Torres, a las afueras de la ciudad, junto al Palacio de Congresos. El ayuntamiento pretende que el recinto ferial sea permanente. Rafael Prado es propietario del Café Central, ubicado en el epicentro de la Feria del Centro, en la plaza de la Constitución. Él lleva varios años ocupando su terraza con una caseta en la que un guardia de seguridad dice quién puede entrar y quién no. No puede entrar nadie con un vaso de cristal o un descamisado. En una zona de la caseta emite el programa diario de la Feria Onda Azul Radio, la radio municipal de Málaga.

Quieren destruir la Feria del Centro, que es muy nuestra, auténtica, para concentrarla toda en el Cortijo de Torres. Eso es un problema para todos los hosteleros. La facturación en los días de Feria es la más importante del año”, apunta Prado. En algunos casos supera el 100% de un fin de semana normal, “mucho más que en Semana Santa u otra época”. “Lo que quiere hacer el Ayuntamiento de Málaga”, explica el dueño del Café Central, cuya familia lo regenta desde 1945, es conseguir que Cortijo de Torres sea rentable, “que no lo es en absoluto”. “¿Por qué no dan datos?”, se pregunta Prado.

"No hay ninguna estrategia para cargarse nada"

Teresa Porras, concejala de Fiestas, rechaza en declaraciones a El Confidencial que el equipo de gobierno municipal tenga “ninguna estrategia” para “cargarse nada”. “La Feria no es un macrobotellón para que la gente se divierta. Además, los hosteleros dicen que están contentos”. Porras, que no ofrece datos concretos del presupuesto de la Feria en el casco histórico, se refiere al cierre de varias casetas de la Feria del Centro asociadas a varias cofradías (como la Caseta del Niño Jesús, vinculada a las Reales Cofradías Fusionadas, la hermandad de Antonio Banderas, que han aplaudido los empresarios de la hostelería para tener menos competencia para sus negocios.

Sobre el apuñalamiento, señala que es una “desgracia”, pero que “eso no es la Feria”. El subdelegado del Gobierno en Málaga, Miguel Briones, apuntó a que el momento del suceso (las 22:00) era “una hora muy intempestiva” para que se pueda achacar al contexto de la Feria. El hecho es que aunque los bares se han comprometido a cerrar a esa hora, los botellones y la borrachera continúa, ya pasadas las 12 de la noche, al grito de “¡Alcohol, alcohol!” o de nula diplomacia con Sevilla.

No existe un dispositivo de seguridad, sino de inseguridad. La calle Larios no se puede utilizar para que entre y salga gente

Este año también se han previsto vías de evacuación ante posibles aglomeraciones. “No existe un dispositivo de seguridad, sino de inseguridad. La calle Larios no se puede utilizar para que entre y salga gente”, apunta a este diario Alfonso Miranda, presidente de la gestora de la Asociación de Vecinos Centro Antiguo de Málaga. “Parece que en la Feria del Centro si los jóvenes no hacen botellón como que no tendrían aliciente. A las 12 de la mañana y hasta las dos o tres de la tarde bajan familias enteras y hay muy buen ambiente, pero a partir de las cuatro todo es ‘merdelloneo’, los propios, los locales, y los de fuera. Lo único que le interesa al ayuntamiento es batir el récord de visitantes, no que los vecinos no podamos dormir con los ruidos y sea insoportable la Feria. Yo, como muchos malagueños, nos vamos de Málaga estos días”.

Miranda cree que el centro debe servir para darse una vuelta, “pasear a gusto y visitar museos” y que lo que ocurre ahora es un “despropósito”. El 13 de agosto de 2012 un tuit de la cuenta oficial del Ayuntamiento de Málaga describía así lo que era la Feria: "Qué resacón madre mía!”. Las emergencias tardan ahora 10 veces más que lo que señala el protocolo, denuncia el presidente de la asociación de vecinos. Acceder a la almendra histórica de la ciudad, muy pequeña comparada con otras ciudades españoles de dimensiones similares, cada vez resulta más complicado.

Foto: Juanita Molina en la calle Larios. (Foto: Agustín Rivera)
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Félix Martín Rojas fue uno de los fundadores de la Feria del Centro allá por 1982 juntos a sus padres, que regentaban varios comercios en el casco histórico. “Curiosamente, todo empezó en navidades. Freixenet repartía gratis un montón de botellas de cava para que las pusieran en el escaparate. Cuando llegaba el día de Reyes y se había vendido todo, a las cuatro de la mañana, mi madre que había encargado un roscón reunía a los vecinos y brindábamos y nos los comíamos allí”.

En agosto, coincidiendo con los días de Feria, el representante de La Gitanilla regalaba fino. Los comerciantes ofrecían queso, jamón, tortilla de patatas y manzanillas. Los comercios históricos se aliaron y encargaron cajas de farolillos. Luego la Asociación Centro Histórico, liderada por su hermano, y antes por el empresario Modesto Espejo, impulsó la presencia de mujeres ataviadas con traje de flamenca. Los coches de caballos paseaban por calle Larios y no se escuchaba música moderna, sólo la tradicional. Todo empezó a cambiar a mitad de la década de los noventa. En 2010 llegaron a prohibir las chanclas para entrar en los bares y restaurantes.

placeholder Foto de la primera Feria del Centro organizada por los comerciantes de Málaga.
Foto de la primera Feria del Centro organizada por los comerciantes de Málaga.

Martín Rojas cree que la Feria del Centro se debería suspender “al menos un año para volver al espíritu original de lo que fue este invento de Málaga”. “Esto que hay ahora no se puede llamar Feria. Esto es un macrobotellón. Hay tiendas que han tenido que cerrar porque tienen el váter público justo en la misma puerta. ¿Cómo el Ayuntamiento ocupa el espacio público o tapa las salidas de escape? El turista huye y toda Málaga pierde en categoría, dinero y salud”.

Están más que hartos. El cóctel resulta demasiado explosivo: en medio de la huelga salvaje de los taxistas y con un hombre en la UCI tras ser apuñalado en el centro de Málaga, donde viven 4.000 personas, los botellones se suceden en cada esquina, junto a suciedad acumulada, destrozo de patrimonio y ruido insoportable. Las asociaciones de residentes del centro histórico de Málaga han dicho basta. Piden al Ayuntamiento de Málaga que elimine la Feria del Centro, que nació de manera espontánea por los comerciantes a principios de los ochenta y que ha derivado en este macrobotellón transformado en los Sanfermines del sur.

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