Listas de espera, caos en urgencias... seis historias de la crisis de la sanidad andaluza
Entre 1990 y 2000 fue una de las mejores del mundo. Hoy está en pie de guerra. “Esto es un desastre”, dice un médico de Urgencias. Una radiografía del sistema sanitario en Málaga
Susana Díaz dice que es “la joya de la corona” andaluza. Es verdad que entre 1990 y 2000 fue, probablemente, uno de los mejores sistemas sanitarios del planeta. Lo dicen los profesionales. Se contrataba personal, se renovaban equipos y se construían infraestructuras, como hospitales comarcales y centros de salud. Atrás quedaron esos tiempos.
Las interminables listas de espera, de la fuga a la privada y caos en urgencias han provocado manifestaciones masivas, sobre todo en Granada y encabezadas por el médico Jesús Candel (Spiriman). Huelva y Málaga también se sumaron el día 27 de noviembre a la protesta granadina.
El Confidencial ha recopilado testimonios de profesionales y pacientes que se quejan de la sanidad pública en la provincia malagueña, con casi un millón de habitantes, y que es la última andaluza en número de camas por habitantes; la que cuenta con peor registro en dotación de plantilla en todas las plazas de todas las categorías de la sanidad pública, con una caída del 12,31% en siete años. Y mientras crece la dotación de camas hospitalarias privadas (37,15% del total). Todos estos datos provienen de un reciente informe de Comisiones Obreras.
Francisco Fernández, miembro de la Plataforma por la calidad de la sanidad malagueña
“Están haciendo recortes hasta en la alimentación de los enfermos de oncología”, denuncia Francisco, de 61 años, miembro de la plataforma malagueña por una Sanidad pública. “Los pacientes que están siendo tratados de un cáncer no soportan olores de determinadas comidas. Antes siempre se les pedía opinión, si querían un vaso de leche o un batido. Había tres o cuatro alternativas. Ahora si te gusta, te gusta; si no, te quedas sin desayunar”, lamenta.
En el Pabellón A de Carlos Haya, hace una semana, a las 10 de la mañana, no había ni una sola silla de ruedas en la consultas externas, un problema grave para pacientes con problemas de movilidad. En este mismo hospital, ahora llamado General de Málaga, los ventiladores se agotaron en las tiendas de chinos de los alrededores del centro. El aire acondicionado funcionaba con escasa potencia y tanto los familiares como pacientes sudaban sin parar.
Francisco se prejubiló para tener más tiempo en ayudar en la enfermedad de su hija. “Tuve la gran suerte que me podía prejubilar”. Y se emociona con el recuerdo.
Juan José Sánchez Rodríguez, secretario provincial del sindicato de enfermería
Juan tiene 48 años y desde 1989 es enfermero. Su plaza en medicina interna y pediatría está en el hospital Costa del Sol de Marbella, sí aquel donde nació Estela del Carmen Bandera Griffith, el único gran hospital construido en Málaga, allá por 1992. Secretario provincial del SATSE (Sindicato de Enfermería), se queja de la falta de ampliación del Costa del Sol (prevista y aplazada ‘sine die’) y de cómo los aparatos tococardiográficos y los ecógrafos el hospital Materno Infantil de Málaga se encuentran obsoletos.
De nuevo la falta de personal. El pasado verano, en el Hospital Clínico Universitario de Málaga, una enfermera se quedó ella sola al cuidado de 36 pacientes. Rechazó el contrato (temporal, por supuesto) porque no estaba dispuesta a pasar ni una noche más en esas condiciones. “Terminó harta”, apunta Juan. “Hay que cambiar el modelo económico sanitario, destinar más dinero en prevención”.
Héctor Muñoz, del equipo de urgencias del hospital Carlos Haya de Málaga
Héctor Muñoz es el segundo médico más veterano del servicio de Urgencias del hospital Carlos de Haya de Málaga, ahora conocido oficialmente como hospital General de Málaga. Muñoz tiene 57 años, de la sexta promoción de la Facultad de Medicina de la UMA, lleva desde 1988 trabajando en el centro sanitario. La semana pasada cumplió diez trienios. Empezó con una gran ilusión. Y no era asunto de juventud, sino de “vocación absoluta”, de ganas de trabajar en un servicio clave en el sistema. Ahora, dice, le han quitado las ganas. Está al límite, saturado.
“La situación es un desastre. Y el nudo gordiano está en la contratación, en los Recursos Humanos. La administración viene recortando no sólo desde 2008, sino desde mucho antes. Si no contrato a más gente, no necesito tener más consultas o no necesito operar más y las listas engordan y engordan”, lamenta.
No se cubren las vacaciones al 100%, como máximo el 30%. Tampoco las prejubilaciones, ni los días libres; ni siquiera la reducción de jornada. En su equipo son 25 personas. Hay compañeros suyos que tienen seis guardias al mes, unas horas que no se computan ni como jornada laboral ni para la jubilación. “Este hospital siempre ha tenido servicios muy punteros como el Nefrología. Lo sigue siendo en trasplantes, pero poco más. Lo que hay es una desmotivación tremenda y zancadillas por todos lados”.
Muñoz no cree que Málaga necesite un macrohospital, como anunció la Junta de Andalucía y luego desechó en 2012. O un tercer hospital en la zona Este, como desea el PP. “Lo que hace falta es un hospital para enfermos crónicos. Necesitan muchos recursos y estancias hospitalarias muy largas y luego reingresos. Hay muchas presiones para dar el alta lo más rápido posibles y muchas veces esas altas son precipitadas”, señala.
El médico aporta un dato: de cada diez pacientes que ve al menos la mitad va a Urgencias porque espera una cita con el especialista, se saltan al médico de cabecera o no les han llegado el resultado de la resonancia y quieren que se les haga allí. “No podemos dedicarnos a ese tipo de pacientes, sino al que llega con un infarto, un golpe en la cabeza o un ictus”. De 8 a 15 horas suele ver entre 150 y 200 pacientes.
“Yo creo que Spiriman tiene fondo y es inteligente. Saber hacer bien la propaganda y vende una imagen de alocado, pero está muy cuerdo. Y Málaga tiene más problemas que Granada. Aquí acaba de contratar para las Urgencias del nuevo hospital del Guadalhorce a tres compañeros, pero sólo lo han sustituido por uno y para sólo meses. Y encima pertenecen a la plantilla del Clínico. Cuando en el Clínico les falta personal se irán a cubrir bajas o vacaciones en el Guadalhorce”.
Héctor tiene un blog donde analiza la situación del sistema sanitaria. Se llama 'El vaso conopo'. Uno de los post de los que se siente más orgulloso es una entrevista a Juan de Dios Colmenero, jefe de servicio de Enfermedades Infecciones, Medicinas Preventivas y Micribiología, donde dejaba claro que la situación la sanidad pública "tal y como hoy la entendemos es inostenible".
Sonia, pediatra del Hospital Materno Infantil
El siguiente testimonio se publicó el pasado 27 de noviembre en la crónica de la concentración de Málaga. Se reproduce aquí por su valor como testigo de la desesperación de una doctora joven ante la falta de personal y cómo las horas acumuladas pueden afectar a su trabajo:
Sonia (no quiere decir su nombre por temor a represalias), tiene 27 años y lleva tres años trabajando en el SAS (Servicio Andaluz de Salud) en el Hospital Materno Infantil de Málaga. Está explotada. Trabaja 96 horas a la semana. “¿Te pondrías en manos de alguien eternamente agotado?”, se pregunta en cartel que porta. “Después de 23 horas me puede tocar tu hijo… y me puedo equivocar”.
La médico tiene un salario base menor al de un empleado de Mercadona: 900 euros. Llega como máximo a los 1.700 euros gracias a las guardias. Tuvo el mejor expediente en el Instituto y la mejor nota de Selectividad. Logró una calificación altísima (un 700) entre 14.000 personas. “La solución pasa por contratar a más gente. Así no podemos seguir. Tengo a adjuntos que trabajan 15 días, el día 14 les llaman para renovar el contrato y no se saben si al día siguiente pueden hacer guardias”, asegura la doctora, mientras atraviesa la calle Larios.
Juan José Sánchez Luque, presidente del Colegio de Médicos de Málaga
Ejerce como médico de atención primaria en el centro de salud de El Torcal, en el Oeste de la ciudad, en la zona de la Carretera de Cádiz, una de las zonas más densamente pobladas de toda Europa. Juan José Sánchez Luque (Málaga, 1965) no cree en las prisas. Y valora una frase de un colega añorado: “El médico necesita reflexión para establecer el mejor diagnóstico y tratamiento con sus pacientes”, dijo Pedro Aparicio, médico cirujano, y alcalde de Málaga entre 1979 y 1995. “Se ha tensado la cuerda. Y no todo pasa por contar con más presupuesto, sino por la actitud, con vocación resolutiva y el compromiso no de sentarse para hacernos una foto, sino de implantar medidas de mejora”.
Sánchez Luque recuerda el pasado de María José Sánchez Rubio como consejera de Salud. “Había más cercanía con ella que con el actual consejero [Aquilino Alonso].”, remarca. “Ahora sólo se intenta apagar los fuegos y calmar los ánimos, pero hay cosas que no se pueden entender. Cuarenta médicos jubilados pidieron en agosto reunirse con el consejero y todavía no lo ha hecho…”. Para el presidente de los médicos el indicador del número de camas puede ser “arcaico, pero ¿y la cirugía ambulatoria? ¿Por qué estamos también en la cola? En 2006 ya nos posicionamos por un tercer hospital, luego por el macrohospital… Mientras, en los últimos diez años, la medicina privada ha tenido un incremento considerable. Tanto la pública como la privada son compaginables”.
Lo primero, según su argumento, admitir que no existen varitas mágicas. “Primero hay que reconocer las carencias y saber que no todo funciona a la perfección. Se ha perdido la esencia de los equipos de trabajo con maestros y escuelas en cada especialidad. Ahora se han sustituido por jefes de unidad de gestión clínica. Se teme que el profesional de prestigio pueda no ser lo dócil que otro. El problema es que se han premiado mucho las habilidades en la gestión”.
Actualmente el médico es rehén de los objetivos. No quieren volver al papel, pero tampoco tener que estar continuamente abriendo y cerrando ventanas del ordenador para cuantificar la rentabilidad de un doctor, mientras apenas tienen tiempo para mirar al paciente. “Tiene que haber vías de encuentro entre médico y paciente”, apunta Sánchez Luque. Y remata: “El mejor Spiriman tiene que ser una plataforma de ciudadanos comprometidos”.
Antonio, fallecido por infarto
Llevaba dos años esperando una operación de corazón. En junio tuvo consulta. Lo citaron para 2017… “Las cosas del SAS”, decía. Falleció hace dos semanas de un infarto fulminante en la puerta de su casa. Tenía 54 años. Antonio estaba casado y tenía dos hijos de 21 y 16 años.
Tras la publicación de este reportaje, que acababa con la historia de Antonio, una enfermera de Málaga ha querido contar su testimonio a este diario:
María trabaja de enfermera en un hospital malagueño y no quiere decir su nombre verdadero porque es contratada laboral y aún no tiene la plaza. El miedo a las represalias, otra vez. Habla María: "Lo verdaderamente triste es que nos estamos acostumbrando a la crisis y estamos empezando a desistir; nos conformamos y entendemos que el sistema funciona así. Lo de Granada se presenta como anecdótico. Estoy segura que habría más gente manifestándose si quitasen las luces de Navidad en calle Larios que por los recortes en sanidad; eso sí la fracesita 'yo pago' no se nos cae de la boca. Los equipos están obsoletos. En los sótanos de Carlos Haya hay equipos que se han llegado a quedar sin desembalar, que han costado millones y a día de hoy con las aparición de técnicas nuevas ya no sirven...”.
Sobre lo que ganan los profesionales apunta: “La gente cree que un médico o un enfermero gana el triple. Yo puedo mostrarte mis nóminas pero realmente la gran mayoría de lo que gano son complementos. No se entiende que para ganar 1.900 euros, que es mi sueldo aproximado, yo trabajo seis noches y tres festivos. Tengo un plus por rotatorio y un incentivo por carrera profesional que para tenerlo invierto muchas horas de mi tiempo libre, trienios... realmente si yo me voy a un turno de mañana de lunes a viernes no llegaría a ganar ni siquiera 1.300 euros. No es que yo quisiera que a los demás le bajen el sueldo pero la formación continuada y la responsabilidad no están pagada. Sin embargo, si me equivoco en el ejercicio de mi profesión si me piden una indemnización millonaria”.
Susana Díaz dice que es “la joya de la corona” andaluza. Es verdad que entre 1990 y 2000 fue, probablemente, uno de los mejores sistemas sanitarios del planeta. Lo dicen los profesionales. Se contrataba personal, se renovaban equipos y se construían infraestructuras, como hospitales comarcales y centros de salud. Atrás quedaron esos tiempos.
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