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Ali, el sueño ahogado en un club de Estepona de una rumana engañada por todos
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los padres piden dinero para repatriar sus restos

Ali, el sueño ahogado en un club de Estepona de una rumana engañada por todos

Ionela Olguta, 'Ali' en el Club California, escapó de su pueblo en Rumanía engañada por su novio, a quien mantenía con el dinero que ganaba

Foto: Ionela Olguta, la prostituta fallecida en Estepona.
Ionela Olguta, la prostituta fallecida en Estepona.

Ionela Olguta era feliz en el pequeño municipio de Braila (Rumanía). Al menos, eso era lo que pensaban sus padres: que su hija no se quejaba cuando vivía al lado de ellos en una humilde casita a la salida del pueblo. Pero la chica rumana, como otros jóvenes de su edad, quiso escapar de ese lugar azotado por el paro y con pocas expectativas de futuro. Su novio fue el trampolín para saltar a vivir emociones fuertes en España. Braila, un escenario oxidado, decorado con barcos abandonados al sureste de Rumanía, se le había quedado pequeño.

Los lagos en los que solía ir a chapotear con su hermana pequeña ya solo eran un recuerdo. Su 'chico' le abrió un nuevo horizonte en la Costa del Sol. Al llegar a Estepona, se desnudó de Ionela y se vistió de Ali: solo tenía 23 años cuando murió ahogada el pasado domingo en el club de alterne de Estepona en el que dormía.

Foto: Imagen de los equipos de Emergencias en los bajos del edificio de Estepona donde falleció una mujer.

Su caso ha dado la vuelta a Europa y la tragedia se ha extendido también en la prensa rumana. Para la familia Pantilimon no hay consuelo. Siempre la persuadieron de que se fuera a trabajar al extranjero. Nicoleta, su madre, explica que "Olguta era una buena hija que nos quería mucho. Sobre todo a su hermana pequeña de 11 años, a la que adoraba. Pero desde que conoció a su novio, la relación se enfrió por completo... ya no era como antes. Él fue quien la animó a que se marchara a ganar dinero fuera de Braila. Antes de que este mal hombre apareciera en su vida, mi niña era obediente, siempre atenta con nosotros...”.

Ali se había alejado de su familia. Cuenta Nicoleta que, cuando se vino a España, incluso había cerrado la cuenta que tenía en las redes sociales para no ser localizada por nadie. “Hablamos dos veces y discutimos. Ella dijo que trabajaba allí y que era un trabajo bueno y saludable. Nos pareció bien. No me preocupé, ella trabajaba para ganar dinero y para tener una vida mejor que la que llevaba aquí. Pero la segunda vez que la llamé, la vi rara”, dice ahora su madre.

La familia culpa al novio

El novio de Ionela Olguta Pantilimon recibía dinero de España que ella le mandaba a Insuratei, el pueblo en el que reside. "Desde el domingo, no tenía paz. Tenía una sensación de pesar y de que pasaba algo. Las madres lo intuimos todo”, cuenta Nicoleta. “La llamé, no me contestó al teléfono, y al día siguiente vi la noticia de las inundaciones en España. Intuí que podría estar allí. Su novio me comentó que era en otra ciudad, probablemente quiso confundirnos. Luego recibimos una llamada de la Policía española, y nos dijeron que enviásemos una copia del pasaporte y una foto reciente de mi niña", concluye la madre.

Olguta cumpliría 24 años en febrero. Los que la conocían en Estepona explican que tenía un proyecto de vida con su novio aquí, “cuando ganara dinero”

Al parecer, y siempre según la narración de la familia, la gran fatalidad en la vida de Ali fue conocer al novio, “que no tenia escrúpulos”. Desde que el domingo llamaron por teléfono a su hija y no obtuvieron respuesta, Nicoleta no sabe lo que es dormir. "Por la noche no puedo cerrar los ojos. Solo pienso en enterrarla, pero no tenemos dinero”. Los padres de Ali han solicitado repatriar el cadáver. Para ello, se han puesto en contacto con el consulado rumano en Sevilla para que los restos de su hija descansen en paz en el pequeño cementerio de la localidad donde nació. “Pero con 3.500 euros que el Consulado nos da, no tenemos suficiente —asegura—. Necesitamos el doble de esa cantidad", y por ello han contactado con una página rumana para facilitar una cuenta corriente. "Después, solo nos queda llorarla aquí”, concluye, desconsolada, su madre.

Los padres ignoraban que fuera prostituta

Olguta cumpliría 24 años en febrero. Los que la conocían en Estepona explican que tenía un proyecto de vida con su novio aquí, “cuando ganara suficiente dinero”. Sus ojos color caramelo le brillaban debajo de unas gruesas cejas siempre que la contradecían. Ella tenía carácter. En Braila lucía una melena negra, que poco a poco fue tiñendo de rubio, hasta nimbar su rostro de piel blanquecina en un gesto de timidez. Sus padres se han quedado estupefactos cuando se enteraron por la prensa española de que su hija mayor ejercía la prostitución. A su hermana, ni se lo han contado.

Ellos la imaginaban lavando platos, “el argumento que muchos utilizan cuando salen de Braila”, aclara a este medio Vanesa, otra joven rumana que salió de su país, igual que Olguta, pero cuyo final fue feliz en la Costa del Sol. Ahora vive en Benahavis y tiene marido y una hija preciosa. “Yo sé que tuve suerte, pero esto no ocurre la mayoría de las veces. Cuando yo salí de Braila, también me engañaron. Allí nadie tiene trabajo y, en las comisarías a las que nos llevan, siempre aparece el nombre de Braila ligado al delito”, concluye.

Ali también quería una vida similar a la de Vane. Es lo que mas le hubiera gustado en el mundo. De hecho, buscaba piso para traerse a su novio a vivir en nuestro país, del sueldo que ganaba vendiendo su cuerpo. Todo era poco para él, pero creía que tarde o temprano podría limpiar su biografía. Solo era cuestión de tiempo. Eso pensaba, hasta que ese minuto cargado de agua la sepultó en el sótano del club California.

Ionela Olguta era feliz en el pequeño municipio de Braila (Rumanía). Al menos, eso era lo que pensaban sus padres: que su hija no se quejaba cuando vivía al lado de ellos en una humilde casita a la salida del pueblo. Pero la chica rumana, como otros jóvenes de su edad, quiso escapar de ese lugar azotado por el paro y con pocas expectativas de futuro. Su novio fue el trampolín para saltar a vivir emociones fuertes en España. Braila, un escenario oxidado, decorado con barcos abandonados al sureste de Rumanía, se le había quedado pequeño.

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