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Spiriman y las mareas blancas andaluzas abren fisuras entre Junta, alcaldes y el PSOE

El alcalde de Granada, donde 45.000 personas han vuelto a salir a la calle por tercera vez, exige a la Consejería de Salud que “rectifique y tome medidas” de forma urgente

Foto: El doctor Jesús Candel (c), 'Spiriman', encabeza la manifestación llevada a cabo en Granada. (EFE)
El doctor Jesús Candel (c), 'Spiriman', encabeza la manifestación llevada a cabo en Granada. (EFE)

La orquesta desafina, y además de forma estruendosa. En Andalucía, los cuadros del PSOE, sus dirigentes provinciales, los delegados del Gobierno andaluz en las provincias y los consejeros siempre han remado en la misma dirección y con una sola voz. De ahí que el PP durante años haya clamado, hasta el momento sin éxito, contra un ejército imbatible que denominó el régimen socialista, con acusaciones de redes clientelares y de poner los cargos públicos al servicio del partido y viceversa.

Con Susana Díaz en el Gobierno, en esa legión de cargos públicos y militantes socialistas se abren fisuras. O la partitura va mal o nadie dirige la orquesta como debería. El conflicto con la Sanidad pública, con miles de andaluces en la calle, ha abierto agujeros en la tupida malla socialista en Andalucía. Los alcaldes miran a la Junta y se quejan del partido. Los responsables del PSOE en las provincias recelan de la labor del Gobierno andaluz. Y los gestores se dedican a salirse de sus competencias y hacer política con sus declaraciones, calentando aún más las protestas. Un mes y medio, al rojo vivo.

Foto: Jesús Candel, Spiriman, durante la manifestación en Granada el pasado domingo.

Este domingo, de nuevo, más de 50.000 personas, tirando por las cuantificaciones más a la baja, tomaron las calles de Granada, Huelva y Málaga en defensa de una Sanidad pública. En la capital granadina, donde se celebraba la tercera manifestación desde el pasado 24 de octubre, capitaneada por Jesús Candel, el ya conocido 'doctor Spiriman', la situación es más crítica que en el resto de provincias. Allí hubo otra vez unas 40.000 personas protestando. El alcalde de la ciudad, el socialista Paco Cuenca, que llegó a la alcaldía hace siete meses tras romper Ciudadanos su pacto con el PP y apoyar al socialista, dejó claro este lunes su descontento con la gestión que está haciéndose del conflicto. El partido naranja ya ha levantado también la voz.

El alcalde de Granada dice basta

Ya la pasada semana, este alcalde se reunió con el médico que capitanea las protestas, se ofreció como mediador y advirtió de que en caso de que haya una cuarta convocatoria en la calle, él saldrá del lado de los granadinos. Su papel es difícil, admiten fuentes cercanas al regidor. Es a él a quien increpan por la calle y a quien preguntan si va a dimitir ante el malestar que hay en la ciudad. Cuenca ha hecho llegar su enfado al Gobierno andaluz, y además la situación se complica porque sus relaciones con la cúpula del PSOE granadino, que dirige Teresa Jiménez, no son las mejores. El alcalde de Huelva, el socialista Gabriel Cruz, también ha reconocido que como usuario de la Sanidad pública hay mucho que mejorar, y se ha quejado de la que la Sanidad onubense sea la ‘cenicienta’ de Andalucía.

La Consejería de Salud tiene que “rectificar y tomar medidas”, advirtió 24 horas después de las protestas el regidor granadino. "Cuando miles de granadinos salen a la calle, el alcalde está con ellos", agregó. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, participó en un acto en Estepa ante la nueva campaña navideña del mantecado, pero esta vez no admitió preguntas ni hizo declaraciones. Se espera que tome la palabra la tarde del martes desde Bruselas, donde se desplaza en una visita de 48 horas. Entonces, el eco de las protestas por la Sanidad se habrá enfriado. Hasta ahora, ella sí que se puso al frente de una campaña en defensa de la Sanidad que tiene como argumento central acusar a PP y Podemos de haber sellado una pinza para favorecer a la sanidad privada. Ambos partidos votaron el pasado jueves, por razones muy distintas, en contra de una iniciativa socialista en el Parlamento andaluz contra los copagos farmacéuticos.

El consejero de Salud descarta dimitir, y el Gobierno niega que el delegado en Granada vaya a ser relevado

El malestar ciudadano se le ha ido de las manos al Gobierno andaluz. Los mensajes contra los partidos de la oposición y a favor del Servicio Andaluz de Salud se han multiplicado en las redes y los canales tradicionales sin que se hayan silenciado las protestas. El motivo de las protestas se remonta a 2012. Fue ese año, en plena crisis y con los recortes a tope, cuando la entonces consejera de Salud, hoy de Hacienda, María Jesús Montero, presentó un plan de racionalización del sector sanitario andaluz que vendió como una estrategia para recortar los puestos directivos. Se trataba, básicamente, de sumar las gerencias de los hospitales en cada ciudad. Levantó ampollas y se corrigió, cambiando lo fundamental, en ciudades como Málaga y Sevilla. En Granada o Huelva, donde las protestas son más mayoritarias, sí está previsto que se fusionen los hospitales en la ciudad, incluyendo la cartera de servicios.

Tres duros años de tijeras

Curiosamente, aquel plan no estalló en la calle como ha ocurrido ahora. Y eso que en 2012 coincidió con las medidas más duras para la plantilla sanitaria, que vio recortados sus salarios y sus horas de trabajo tras las imposiciones del Gobierno central, lo que, según los sindicatos, supuso la pérdida de 6.000 empleos. Es ahora, cuando el personal recupera salario y jornada, cuando las mareas blancas estallan en Andalucía. Con la peculiaridad además de que en Granada se ha inaugurado un importante hospital que hasta ahora no existía.

En este tiempo, la gerencia del Servicio Andaluz de Salud ha cambiado de manos y la consejería del ramo la ocupa desde 2014 quien antes fue viceconsejero, Aquilino Alonso. Su perfil es mucho más gestor que político. El gerente del hospital de Granada, que había negociado con sindicatos y plantilla sanitaria la nueva organización sanitaria, fue fulminado a mediados de noviembre. Una cirujana vascular se ha puesto al mando, sin éxito en las negociaciones porque, según la Consejería de Salud, las plataformas se levantan sin negociar. Exigen dimisiones y que pare la fusión.

La Junta, de momento, las "ha paralizado” para llegar a acuerdos, pero esto es insuficiente. Desde el PSOE, advierten de que si se tiene que parar y dar marcha atrás, se dará. Desde la Consejería de Salud, hablan de diálogo pero no llegan a tanto. El número dos del PSOE-A, Juan Cornejo, reunió a todos los cargos y dirigentes tras estallar este conflicto para poner orden, pero no tuvo éxito. “Aquí, si alertas del malestar o de que las cosas no se están haciendo bien, te conviertes en un proscrito”, se queja un delegado de la Junta que asegura que se ha avisado al partido de que la calle está mucho más encendida de lo que se está admitiendo.

Susana Díaz decidió guardar silencio hasta que se enfríen las protestas. Nada ha funcionado, aunque lleva semanas pidiendo perdón y garantizando diálogo

El argumentario oficial del día después de las protestas hablaba de respeto a las quejas de los ciudadanos y diálogo. A la vez, culpa a PP y Podemos de poner en marcha una campaña contra la Sanidad pública para erosionar a la Junta. "¿Piensa usted dimitir?", le preguntaron al consejero de Salud. “Yo lo que me planteo es seguir trabajando mientras sea útil para la ciudadanía. Conozco perfectamente, llevo mucho tiempo trabajando en el sistema público de Andalucía mucho tiempo y creo que es el momento de arrimar el hombro para mejorar y llegar a la ciudadanía”, respondió Alonso, que además ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en Granada. Todos piden perdón por lo que se hace mal y se recuerda que la Sanidad pública andaluza realiza “75 millones de actos públicos al año”. Susana Díaz lo lleva repitiendo dos semanas, poniendo la cara al problema por encima de cualquiera de sus consejeros, incluido su vicepresidente.

De momento, nada ha funcionado. En los últimos años, en Andalucía solo las protestas de los funcionarios, contra lo que llamaron la ley de enchufismo de la Junta, que daba entrada en la Administración a los laborales de las empresas públicas ante los recortes obligados en ese sector, lograron un grado similar de movilización en la calle. Entonces, como ahora, aunque se frenó, se paró, se intentó explicar y se dio marcha atrás, el coste fue brutal. Meses después, el PSOE andaluz perdía por primera vez las elecciones en Andalucía. Muchos dirigentes socialistas lo recuerdan ahora.

La orquesta desafina, y además de forma estruendosa. En Andalucía, los cuadros del PSOE, sus dirigentes provinciales, los delegados del Gobierno andaluz en las provincias y los consejeros siempre han remado en la misma dirección y con una sola voz. De ahí que el PP durante años haya clamado, hasta el momento sin éxito, contra un ejército imbatible que denominó el régimen socialista, con acusaciones de redes clientelares y de poner los cargos públicos al servicio del partido y viceversa.

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