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Sequía de hoteles cinco estrellas en Málaga capital: en 2015 se perdieron 70.000 estancias
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Sequía de hoteles cinco estrellas en Málaga capital: en 2015 se perdieron 70.000 estancias

La apertura del Gran Hotel Miramar a finales de año, inaugurado hace 90 años, y el rascacielos del Puerto situarán a la ciudad andaluza en el segmento turístico del lujo

Foto: Aspecto exterior del hotel. (Agustín Rivera)
Aspecto exterior del hotel. (Agustín Rivera)

Hasta hace 15 años y, tras la independencia de Torremolinos en septiembre de 1988, Málaga capital era un desierto turístico. Los visitantes pasaban de largo por la segunda ciudad andaluza. Pisaban el aeropuerto y se iban directos a los hoteles de la Costa del Sol o a iniciar un 'tour' por Sevilla, Córdoba y Granada. Algo empezó a cambiar con la llegada del Museo Picasso a Málaga en 2003. Empezó a estar en el mapa y los que antes ignoraban la ciudad ahora empezaban a quedarse.

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Málaga, con 12.000 plazas hoteleras, prevé contar en 2020 con 16.500 camas. La ciudad dispone de una notable red de establecimientos turísticos de cuatro estrellas, pero faltan hoteles cinco estrellas, los que posicionan a la ciudad en el segmento más alto, el selecto, que solo en la provincia malagueña es patrimonio de Marbella y Estepona. La sequía de hoteles de máxima categoría es evidente. Y la prueba se exhibe con números: en 2015 se perdieron 70.000 pernoctaciones por la falta de oferta hotelera gran lujo, por ahora limitada al hotel Vincci Posada del Patio, con 106 habitaciones en pleno centro, e inaugurado en 2010 tras una inversión de 21 millones de euros.

La apertura del Gran Hotel Miramar, propiedad del grupo Santos, para finales de año permitirá a Málaga contar con capacidad de camas suficiente para alojar a visitantes de lujo, aquellos que organizan congresos para 2.000 o 3.000 personas, que cuentan con la infraestructura del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, pero que no disponen de plazas hoteleras ajustadas a ese perfil. Muchos congresos de ese nivel se pierden o, si al final se organizan en Málaga, se alojan en Marbella, a 54 kilómetros de la capital, como sucedió con el Foro España-Estados Unidos de 2014.

El Miramar, situado frente a la fachada marítima, se inauguró como hotel en 1926. Entre 1937 y 1942 fue hospital. Cerró en 1968. Volvió a abrir en 1988 y hasta 2008 como Palacio de Justicia. La sala de juicios donde se condenó de forma errónea a Dolores Vázquez en el juicio de Rocío Wanninkhof ahora será una de las cocinas. El grupo, que presume de nunca haber vendido, cerrado ni ofrecido la gestión de los hoteles que construyen o rehabilitan, adquirió el hotel tras una subasta que costó 21 millones de euros. Ahora invertirá otros 40 millones en las obras de remodelación. El establecimiento ya ha conseguido asociarse al selecto ‘Leading hotels of the World’. En España solo 15 hoteles pertenecen a este club. El Miramar es el primero que lo consigue antes de inaugurarse.

“Somos un hotel urbano, pero aspiramos también a ser vacacional; esa es nuestra vocación”, subraya Israel Martínez, director del Miramar, que espera en su primer año de funcionamiento un 65% de ocupación media y la contratación de 100 empleados fijos, no fichará a ningún cocinero galardonado con algunas estrellas Michelin. “Nos gusta la cocina abundante, al mismo tiempo que con calidad extrema”, precisa Martínez tras unas visitas a las obras de este hotel en las que estuvo este diario.

Un RevPAR muy rentable

En un hotel de cinco estrellas el 60% de los ingresos corresponde a la habitación, cuyo precio ronda de media los 180 euros por noche. El 25% de la facturación se consigue gracias a la restauración y las bebidas. Un estudio elaborado con cifras del INE sobre la tarifa media diaria y el RevPAR (ingreso por habitación disponible) y al que ha tenido acceso El Confidencial deja claro cómo los hoteles de cuatro estrellas de Málaga facturan un 3,4% más que los de Madrid, un 12% más que los de Sevilla y un 23% más que los de Granada. E incluso un 22% superior a Valencia.

Málaga adolece de dos cosas fundamentales para el turismo de alta gama: el tipo de tiendas de lujo que puede haber por ejemplo en Puerto Banús y el nivel de empresas y negocio de una gran capital. Aquí hay muchas pymes, pero pocas compañías de relevancia, aparte de Unicaja, Mayoral o Sando”, señala un consultor turístico especializado en el área de Málaga y con clientes internacionales.

El proyecto del hotel rascacielos del puerto de Málaga que impulsan los cataríes con una inversión que rondaría los 100 millones de euros (otras fuentes incluso hablan del doble de esta cantidad) continúa adelante tras quedarse sin competencia. El arquitecto es el mismo que el del hotel Miramar: José Seguí. “Hay que hacerlo muy bien en la torre. No puedes fallar. Si no funciona, ¿qué harás con el edificio”, señalan fuentes del sector inmobiliario, extrañadas ante la falta de información sobre el turoperador turístico interesado en la gestión del hotel.

Algunos arquitectos reclaman un concurso de ideas internacional para el hotel rascacielos del puerto de Málaga

El rascacielos supondría, sin lugar a dudas, un hito arquitectónico en una ciudad que carece de un emblema de vanguardia, de un icono rompedor. Algunos arquitectos reclaman un concurso de ideas internacional por la importancia del proyecto que cambiaría de facto el ‘skyline’ de la urbe. “Este tipo de hoteles atraerá a firmas como Louis Vuitton. En la zona junto al hotel Miramar ya se están abriendo locales que cuidan más el producto. El potencial que tenemos por delante es altísimo”, señala Julio Andrade, concejal de Turismo del Ayuntamiento de Málaga.

Hasta hace 15 años y, tras la independencia de Torremolinos en septiembre de 1988, Málaga capital era un desierto turístico. Los visitantes pasaban de largo por la segunda ciudad andaluza. Pisaban el aeropuerto y se iban directos a los hoteles de la Costa del Sol o a iniciar un 'tour' por Sevilla, Córdoba y Granada. Algo empezó a cambiar con la llegada del Museo Picasso a Málaga en 2003. Empezó a estar en el mapa y los que antes ignoraban la ciudad ahora empezaban a quedarse.

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