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La prohibición del cangrejo rojo destroza una comarca y afecta a Mercadona
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La prohibición del cangrejo rojo destroza una comarca y afecta a Mercadona

El triunfo de los ecologistas pone en jaque toda una comarca sevillana, cientos de familias, 180.000 jornales y una actividad económica de 20 millones de euros al año

Foto: Ejemplares de cangrejo rojo americano en la  planta de procesado de Alcofan, en Isla Mayor (Sevilla). (EFE)
Ejemplares de cangrejo rojo americano en la planta de procesado de Alcofan, en Isla Mayor (Sevilla). (EFE)

Llegó en mayo de 1969 procedente de Monroe (Lousiana). El cangrejo rojo se introdujo de forma experimental por el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona) con autorización de la administración en una finca de Puebla del Río (Sevilla). Desde entonces fue reproduciéndose hasta que en 1974 alcanzó su expansión máxima, según los estudios científicos publicados al respecto. Se exploraba una alternativa económica a la pesca tradicional de forma ecológica.

Casi medio siglo más tarde, cuando el ‘Procambarus clarkii es no solo un vecino habitual del Bajo Guadalquivir sino un motor económico capaz de facturar 20 millones de euros y generar 180.000 jornales al año, los ecologistas han logrado que se prohíba su comercialización. El impacto socioeconómico en una zona sin alternativas será brutal. Uno de los principales clientes, Mercadona, ha ‘congelado’ sus pedidos a la espera de que se resuelva la situación. La mayoría de sus ‘palitos’ y sus colas de cangrejo venían de aquí. El gigante valenciano está entre los que han llamado a la puerta del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente para que recurra un fallo judicial que para muchos es “una auténtica atrocidad”, según confirman fuentes oficiales.

El 5% de la producción mundial de cangrejo rojo sale de las marismas de esta comarca sevillana que ocupó las pantallas de cine en la gran vencedora de los últimos Goya, ‘Isla Mínima’, la película de Alberto Rodríguez. China, el principal productor mundial, se frota las manos. El Tribunal Supremo ha dado la razón a Ecologistas en Acción, Sociedad Española de Ornitología (SEO) y Asociación para el Estudio y Mejora de los Salmónidos (AEM-Ríos con vida). Recurrieron el Catálogo de Especies Exóticas Invasoras, que permitía como excepción la pesca del cangrejo, y exigen que se considere una especie dañina. Ni el mejillón cebra, ni la carpa ni la trucha aroiris tendrán indulto.

Cuando el fallo judicial del Supremo se publique en el Boletín Oficial del Estado (BOE) será delito su aprovechamiento y sacar rendimiento económico. La sentencia considera que su presencia amenaza otras especies autóctonas y el ecosistema de la zona. Nadie en Isla Mayor, un pueblo de 6.000 habitantes a 50 kilómetros de la capital sevillana, ni en los alrededores, donde se ha convertido en la principal fuente de trabajo y en una actividad que sostiene a familias completas, comparte ese criterio conservacionista.

El alcalde del principal municipio afectado, Juan Molero (PSOE), está al frente de todo un pueblo en pie de guerra. La Junta de Andalucía, el grupo socialista en el Congreso, que ha presentado una iniciativa urgente, y el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz (PP), buscan soluciones para frenar la sentencia judicial. Solo el Gobierno, que fue el demandado por los ecologistas, puede presentar recurso. Los principales empresarios también se han unido y analizan varias estrategias judiciales. Acudirán al Supremo para pedir la anulación del fallo en calidad de perjudicados y si no, llegarán al Constitucional, sostiene Valentín Alfocan, portavoz de las cinco principales industrias afectadas.

20 millones y 180.000 'jornales' al año

La pesca, transformación y comercialización del cangrejo rojo mueve al año 4.000 toneladas de producto con una facturación anual de 20 millones de euros. El 85% se exporta, con la Unión Europea y Estados Unidos como principales mercados. Esta industria genera 180.000 jornales anuales, contabilizando la mano de obra directa en la industria de transformación y los pescadores. Más allá de los contratos en temporada alta, con las industrias rindiendo las 24 horas en turnos sucesivos, hay unos 550 puestos de trabajo a tiempo completo al año que están en peligro. Su pérdida sería un mazazo para Isla Mayor, pero también para las localidades de Coria del Río, Puebla del Río, Los Palacios y Villafranca, Utrera, Las Cabezas de San Juan, Lebrija y El Cuervo, todos en Sevilla. También para Trebujena, en Cádiz. La mayoría de quienes trabajan en estas industrias son mujeres. Hay además un censo de 500 pescadores con su actividad en la cuerda floja.

La especie prohibida se ha convertido en el principal alimento de muchas aves en Doñana y la sentencia amenaza el ecosistema del parque

El alcalde de Isla Mayor explica el tremendo palo que supone esta sentencia y desmiente los daños medioambientales. La Estación Biológica de Doñana y el consejero andaluz de Medio Ambiente, José Fiscal, han defendido que el cangrejo rojo se ha convertido en el alimento principal de los cientos de aves que pasan por el parque nacional, favoreciendo la presencia de muchas especies en la zona. “Algunas se han multiplicado por 300 en los últimos años”, indica Molero. Su desaparición, indican los expertos, supondría “un grave problema” para el ecosistema de Doñana.

Y no solo eso, el Bajo Guadalquivir es líder en la producción de arroz en España. La desaparición del cangrejo rojo puede afectar peligrosamente a este cereal. No solo por la quiebra en el ecosistema y la cadena alimenticia de las especies de la zona. “Su erradicación es prácticamente imposible. Harían falta tantos litros de insecticida que se tendría que dejar de comercializar el arroz”, advierte el alcalde de Isla Mayor. De hecho, los arroceros arropan todas las iniciativas a favor del cangrejo rojo. “Y todo por proteger a un cangrejo de río que según han demostrado científicos del CSIC no es tampoco una especie autóctona sino procedente de Italia”, lamenta el alcalde.

Llegó en mayo de 1969 procedente de Monroe (Lousiana). El cangrejo rojo se introdujo de forma experimental por el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona) con autorización de la administración en una finca de Puebla del Río (Sevilla). Desde entonces fue reproduciéndose hasta que en 1974 alcanzó su expansión máxima, según los estudios científicos publicados al respecto. Se exploraba una alternativa económica a la pesca tradicional de forma ecológica.

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