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Susana Díaz ignora la crisis del PSOE y hace gala de unidad en las filas andaluzas
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no piensa tomar partido ni entrar en la batalla

Susana Díaz ignora la crisis del PSOE y hace gala de unidad en las filas andaluzas

Los socialistas andaluces evitan arropar en público la decisión de Pedro Sánchez y dan signos de desconcierto e incomprensión hacia la destitución deTomás Gómez

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz. (EFE)
La presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz. (EFE)

Una líder del PSOE presumiendo de éxito en las encuestas y de unidad interna. No es broma ni ficción. Es Susana Díaz y el retrato que se ha empeñado en hacer del partido en Andalucía en su primera intervención orgánica tras estallar la crisis de Madrid. No ha sido una sorpresa. Estaba en el guión previsto desde que Pedro Sánchez ordenó destituir a Tomás Gómez.

Susana Díaz no piensa tomar partido ni entrar en la batalla. Quien esperara un cierre de filas de la líder andaluza con el secretario general se equivocó. Quien pretendía que Díaz plantara cara al líder socialista y desacreditara su maniobra política interna también. De Despeñaperros hacia abajo no hay crisis interna y los sondeos indican que el PSOE será la fuerza más votada en los próximos comicios del 22 de marzo.

“Y punto”, advierten desde la cúpula del PSOE andaluz. De ese guión no los va a sacar nadie. Ponerse de perfil será complicado cuando todos los ojos se vuelven hacia la presidenta de Andalucía. Pero ella está convencida de que toca guardar silencio, aunque éste sea muy elocuente. Y sólo ha dado una orden a los suyos: que no se distraigan. Ha habido más peticiones de palabra que nunca. Todas para exhibir fortaleza y arropar a la dirigente socialista en su carrera electoral.

Andalucía afronta unas elecciones en 38 días. En estas dos semanas, la corrupción ha vuelto al primer plano de la actualidad informativa, con el caso de los ERE y el del fraude de la formación en primera línea, a golpe de auto de la juez Mercedes Alaya y de órdenes de detención de la Policía Nacional. Por si no fuera suficiente para afrontar la batalla electoral, Susana Díaz, que había logrado zafarse de su supuesto salto a Madrid tras las elecciones andaluzas y de su pugna interna con Pedro Sánchez, se ve de nuevo en el ojo del huracán.

Él parece, según sus atónitos dirigentes, dispuesto a facilitarle el trabajo a Podemos y liquidarse en una guerra civil interna sin precedentes con origen en la capital de España. Con todos estos ingredientes, la secretaria general del PSOE-A se subió a la tribuna del Comité Director que ha aprobado las listas electorales del 22 de marzo con una pregunta y una respuesta: “¿Sabéis cuál es el secreto del éxito del PSOE de Andalucía? La unidad y que siempre ponemos los intereses del partido por delante”. A buen entendedor, decían los suyos, pocas palabras bastan. Y por si no había quedado claro otro mensaje final, al cierre: “Unidad. Que nadie se distraiga. Solo podemos distraernos con los problemas de la gente, de los ciudadanos”.

Antes de su intervención se ha reunido la ejecutiva regional del PSOE-A. Susana Díaz junto a su núcleo duro ha perfilado el mensaje. Todo estaba perfectamente diseñado. Querían presumir de músculo electoral y de unidad interna. Los dardos de su discurso estaban destinado a Mariano Rajoy. La presidenta de la Junta lleva semanas haciendo oposición directa al presidente del Gobierno, que está muy implicado en la campaña andaluza y el próximo fin de semana volverá a Andalucía. Ni media palabra del líder del PP andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla. Todos los ataques estaban dirigidos al Gobierno de la Nación y en menor medida a Podemos, a quien también ha tratado de desacreditar por su falta de autonomía en andaluza y por copiar los “viejos vicios” de la política recién llegados.

La presidenta de la Junta, que aspira a ganar en las urnas el cargo que le fue dado a dedo, se ha centrado en la defensa de la sanidad y la educación públicas, en la dependencia, y no ha eludido la corrupción. Dentro del manual ha pedido una campaña limpia y ha reclamado a los suyos que no entren en el y tú más. Sin achantarse: “No voy a permitir que nadie atropella la dignidad de un partido que está formada por gente honesta y honrada”, ha reclamado.

Susana Díaz ha limpiado las listas al Parlamento andaluz de altos cargos señalados o preimputados en el caso de los ERE. Y lo ha hecho, recuerdan desde su equipo, sin peleas públicas. A los mismos cuatro exconsejeros que la juez Alaya ha situado ante el TSJA por el caso ERE y que ella blindó en la Diputación Permanente del Parlamento andaluz para evitar imputaciones en su campaña, los ha sacado de las listas sin que nadie se haya atrevido a contestarle públicamente, insisten en las filas socialistas. Por si no queda claro, en contraposición con lo que ha hecho Sánchez con Tomás Gómez, añaden después los dirigentes del PSOE andaluz en las conversaciones de pasillo.

Esa es la parte más interesante. Lo que los dirigentes o exdirigentes del PSOE andaluz comentan entre susurros. El murmullo contra la decisión de Pedro Sánchez en Madrid ha sido casi un clamor en Sevilla. Costaba encontrar a algún militante de primera fila que hiciera una defensa cerrada del secretario general. O elocuente silencio o arremetidas muy duras. “La guapocracia no arregla los problemas de la democracia”, ha soltado un exsecretario provincial. “Si vas a pasar por quirófanos en una cirugía delicada quieres que te atienda un médico con experiencia y no quedar en manos de alguien que jamás ha pasado por la mesa de operaciones”, considera otro dirigente del PSOE andaluz. “Lo ocurrido en Madrid es un hecho grave, que sienta un precedente complicado” o “ se debería haber explicado más y mejor”, agregaban otros responsables del partido en Andalucía. “Ni a Alfonso Guerra en sus tiempos más plenipotenciarios se le había ocurrido hacer esto”, añade otra voz muy cualificada.

Hay desconcierto, incomprensión y la sensación de que el barco socialista está en manos de alguien sin experiencia orgánica y con poco conocimiento del partido. Pero hay orden de silencio. Y Susana Díaz tiene mando interno. Con nombres y apellidos nadie quiere poner la cara a una opinión que ya es casi unánime, el sentimiento de que se equivocaron cuando lanzaron a Sánchez a Ferraz para abortar la opción de Eduardo Madina.

Los socialistas andaluces insisten en que Pedro Sánchez no llamó a Susana Díaz para informarle de la decisión que había adoptado. Sí lo hizo con otros barones. Pero el PSOE andaluz lo sabía. Por eso los miembros andaluces no acudieron a la reunión de la permanente de la ejecutiva federal que artifició la decisión de destituir a Gómez. Ni Antonio Prada ni Micaela Navarro acudieron a Ferraz. Y no fue casual. Desde ese momento, admiten, la presidenta andaluza había dado orden de permanecer al margen. Cada uno, advierten, que cargue con su mochila.

Una líder del PSOE presumiendo de éxito en las encuestas y de unidad interna. No es broma ni ficción. Es Susana Díaz y el retrato que se ha empeñado en hacer del partido en Andalucía en su primera intervención orgánica tras estallar la crisis de Madrid. No ha sido una sorpresa. Estaba en el guión previsto desde que Pedro Sánchez ordenó destituir a Tomás Gómez.

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