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La crisis termina con la religiosidad popular en la Romería del Rocío
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LA JET SET Y LOS SOCIALISTAS HUYEN DE LA ROMERÍA

La crisis termina con la religiosidad popular en la Romería del Rocío

El primer milagro de la Romería del Rocío de este año se va a producir el sábado. Por primera vez, tras una eternidad y sólo horas

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La crisis termina con la religiosidad popular en la Romería del Rocío

El primer milagro de la Romería del Rocío de este año se va a producir el sábado. Por primera vez, tras una eternidad y sólo horas antes de que salga la Virgen, tendrá lugar un cambio de poder político en el Ayuntamiento de Almonte, por el cual José Antonio Domínguez, del PP, le quitará el bastón al senador socialista Francisco Bella, que ha gobernado en el territorio de la Aldea durante más de dos décadas. Es lo más parecido a un pecado mortal, si se mira desde la izquierda, aunque en IU están convencidos de que es imprescindible regenerar la política y varios miembros del actual Gobierno socialista esperan actualmente las sentencias por presuntos casos de corrupción.

El Rocío, sin embargo, ya no es lo que era, y la crisis ha dado al traste con la religiosidad popular. La gente llora este año en sus casas mientras ve salir las mermadas hermandades camino de la Aldea con el boyero hablándole al noble animal. Sólo en Sanlúcar, ciudad rociera donde las haya, van a salir mil romeros menos. Las calles de la Aldea reflejan la caída del imperio celestial, los alquileres bajan y las casas se convierten en oscuros castillos donde anida la nostalgia bajo una pátina de arena.

La pérdida del glamour dibuja la ausencia en los caminos. Ya nada queda de aquella revolución que estalló a la sombra de la Expo, ni de la jet set conversa, ni de la burbuja felipista animada por aquel socialismo andaluz que se apoderó de la Aldea con la excusa de un plan romero de seguridad. Se fue Mario Conde, se fueron los Albertos, murió Rocío Jurado, encerraron a Cachuli al bajar del charré y la Pantoja se vio delante de los jueces por culpa de un amante con ínfulas de grandeza.

La culpa la tuvo el Papa

En realidad, la culpa la tuvo el Papa Juan Pablo II. Su visita marcó un hito en la Aldea y fue como si el Sumo Pontífice entrara dando golpes de hisopo por doquier mientras la gente del maricouché huía escondiéndose entre los pinos, ese territorio proceloso donde todo pecado se cobija. Después del paso de Su Santidad, hubo un interregno en el que el glamour se esfumó, la jet se perdió en un estallido nacional y sólo las folclóricas aguantaron el tipo, hasta que la muerte o la justicia las apartó de la Aldea.

El socialismo, dominante aún, ya no va al Rocío porque huye de las malas lecturas de la gente que piensa que no se puede estar de fiesta mientras se arrastra la crisis. Griñán ni siquiera se asoma para ver cómo funciona el aparato de seguridad. No tiene cuerpo para eso y, como no es católico practicante, no puede hacer penitencia por los errores del 22-M. Alfredo tampoco es de la cuerda religiosa y Zapatero se limita a pasear por la playa del Coto cuando anida en la reserva, con tanto misterio que sólo los linces ibéricos pueden captar el olor a presidente.

El paisaje del Rocío ha cambiado y ya nadie habla de un millón de peregrinos, aquella socorrida cifra que se empezó a barajar en la Expo y siguió vigente bajo el polvo que todo lo ciega. El paisanaje se ha hecho más auténtico, aumentan las plegarias y el número de velas que alumbran a la Blanca Paloma, de la misma forma que los cuponeros que pululan por la Aldea hacen su agosto todos los domingos del año en la presentación de hermandades. Hay mucha pena que calmar con la esperanza en la suerte sea cual sea la mano que la mueva.

La crisis tiene esas cosas, aumenta la devoción y la superstición, pero recorta la religiosidad popular, es decir, esa bulla enorme en la que se cobijan fenómenos de la jet, famosos del colorín y folclóricas de moño en alto. Habrá que esperar un nuevo renacimiento. No hay prisa. Ya se sabe que en la Aldea el tiempo es un factor subjetivo que se detiene con el vuelo de una paloma.

El primer milagro de la Romería del Rocío de este año se va a producir el sábado. Por primera vez, tras una eternidad y sólo horas antes de que salga la Virgen, tendrá lugar un cambio de poder político en el Ayuntamiento de Almonte, por el cual José Antonio Domínguez, del PP, le quitará el bastón al senador socialista Francisco Bella, que ha gobernado en el territorio de la Aldea durante más de dos décadas. Es lo más parecido a un pecado mortal, si se mira desde la izquierda, aunque en IU están convencidos de que es imprescindible regenerar la política y varios miembros del actual Gobierno socialista esperan actualmente las sentencias por presuntos casos de corrupción.

José Antonio Griñán