Chaves maniobra para colocar a su segundo, Zarrías, como número dos del PSOE
Antes de que se haga oficial la pugna por la sucesión de Zapatero, algunos sectores del partido y barones históricos están tomando posiciones no ya sólo
Antes de que se haga oficial la pugna por la sucesión de Zapatero, algunos sectores del partido y barones históricos están tomando posiciones no ya sólo de cara a las primarias, sino al control orgánico del partido. Manuel Chaves, presidente del PSOE, va a jugar la baza de situar a su escudero y hombre de absoluta confianza, Gaspar Zarrías, en la vicesecretaría que ahora ocupa José Blanco, a cambio de apoyar a Rubalcaba y facilitarle su posterior desembarco en la secretaría general.
Como ocurrió en Andalucía cuando Chaves designó a Griñán sucesor, el siguiente paso del elegido será hacerse con el control del partido y ocupar la secretaría general en un congreso. Para ese momento, Chaves intentará colocar como número dos a Gaspar Zarrías. De hecho, ya hubo un intento por situar a Zarrías en la secretaría de Organización cuando Leire Pajín fue sustituida por Marcelino Iglesias, pero ni Zapatero ni Blanco aceptaron que un hombre de Chaves se instalara en la cúpula del partido con un poder tan decisivo. Chaves y Zarrías se retiraron de aquella batalla antes de aparecer como derrotados, e Iglesias ocupó la secretaría de Organización con todas las bendiciones.
Griñán da por perdido el pulso con Chaves
La batalla que se abre para el control del partido, de forma paralela a la de las primarias, va a contar con el poder decisivo de Andalucía, donde se encuentra una cuarta parte de la militancia nacional del PSOE. Griñán es consciente de que no puede establecer un pulso con Chaves a la hora de “inspirar” el voto de las bases, y prefiere declararse imparcial en el debate de las primarias, con elogios a los posibles contendientes. Y en estas circunstancias, el poder de decisión lo tiene Chaves, apoyado de un lado por el propio Gaspar Zarrías, que controla Jaén y tiene poder de influencia en otras provincias, y por Luis Pizarro, en Cádiz, más la capacidad de maniobra del propio Chaves en Sevilla y el resto de la comunidad.
De la reconocida habilidad de Zarrías, y del escaso poder que sobre él tiene Griñán, da una idea el hecho de que el actual presidente de la Junta, ya como secretario general, se enterase casi por la prensa de que el escudero de Chaves se había colocado como presidente del PSOE de Jaén, después de haber sido secretario provincial, rompiendo así un pacto tácito entre presidente y ex presidente de la Junta con el que se trataba de garantizar que ni el propio Zarrías ni Luis Pizarro ocuparían cargos orgánicos en el partido en Andalucía.
Con Griñán fuera de juego en el control del voto de las primarias, Chaves tratará de situar como número dos del partido a la persona que le ha acompañado a lo largo de gran parte de su carrera política tanto en Andalucía como en Madrid, garantizándose así dos cosas: su propia influencia política en el PSOE, siga o no siendo presidente, y el control fáctico de Andalucía, que con Zarrías en la vicesecretaría general sería incuestionable.
Operación Zarrías, respuesta a Zapatero
La ‘operación Zarrías’ sería, por otra parte, la respuesta que las circunstancias le ofrecen a Chaves frente a Zapatero. El actual presidente del Gobierno fue quien forzó la salida de Chaves de la Junta mucho antes de lo que él había querido. A partir de aquel episodio, las relaciones del presidente del PSOE con el secretario general eran todo lo correctas que en política pueden ser la de dos enemigos internos. Y en este sentido, no parece baladí el hecho de que tras el anuncio de Zapatero de que no repetiría como candidato a presidente, fuera Chaves quien esbozara la mayor sonrisa en un melancólico ambiente marcado en el rostro de los presentes, ante la decisión de quien le descabalgó de la presidencia andaluza.
La sustitución del zapaterismo por “lo que venga” va a ser fácil en Andalucía. En esta comunidad no ha habido nunca un sector militante que se pueda calificar de zapaterista en una nomenclatura de tribus internas. El apoyo a Zapatero en este plano no ha pasado de varios diputados que de forma individual se identificaron con la Nueva Vía. El propio José Blanco no ha conseguido en Andalucía la influencia propia de un número dos del PSOE a nivel nacional. El hecho de que Blanco haya intentado apoyarse en los últimos meses en Griñán lo ha alejado más aún de Chaves y al clan del ex presidente, que es quien de verdad controla el partido al margen del organigrama oficial.
Antes de que se haga oficial la pugna por la sucesión de Zapatero, algunos sectores del partido y barones históricos están tomando posiciones no ya sólo de cara a las primarias, sino al control orgánico del partido. Manuel Chaves, presidente del PSOE, va a jugar la baza de situar a su escudero y hombre de absoluta confianza, Gaspar Zarrías, en la vicesecretaría que ahora ocupa José Blanco, a cambio de apoyar a Rubalcaba y facilitarle su posterior desembarco en la secretaría general.