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Los últimos de Delphi piden su rescate
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LA CRISIS LABORAL EN LA BAHÍA DE CÁDIZ

Los últimos de Delphi piden su rescate

Luis Domínguez, 48 años, casado, con tres hijos en la veintena, vive en Puerto de Santa María. En febrero de 2007 una multinacional puntera de la

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Los últimos de Delphi piden su rescate

Luis Domínguez, 48 años, casado, con tres hijos en la veintena, vive en Puerto de Santa María. En febrero de 2007 una multinacional puntera de la Bahía de Cádiz finiquitó a 1.884 personas. Todos pidieron la vez en la cola del INEM. Hubo recolocaciones. Prejubilaciones. Pero aún quedan 538 sin trabajo. Luis es de los últimos de Delphi. Un desencantado del sistema que resiste. Ignora si ganará.

Para celebrar el Día de Andalucía, el Gobierno Griñán anuncia que los dejará tirados el 28 de febrero de 2011. El entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, se comprometió a colocar a los que se quedaran sin blanca laboral. Anuncios de 3.000 nuevos empleos. Inversiones de 90 millones de euros en la zona con la tasa de desempleo más elevada de toda Europa (30%). Al final, nada de nada. Promesas que se las llevó el Levante gaditano.

Domínguez, que trabajó en la compañía diez años como eventual y siete años como empleado fijo, cobraba 1.200 euros al mes. Compañeros suyos de su misma categoría, 1.500 euros, pero él no estaba dispuesto a trabajar los fines de semana ni a dedicar horas extraordinarias a la empresa. Jamás pensó en el fin. “Esperábamos recortes, pero no que cerraran. Fue un palo para todo el mundo. Perdimos todo de la noche a la mañana”, lamenta.

Tras el cierre de la factoría y una indemnización de 20.000 euros (“ya me lo he gastado, con tres hijos, tú verás”) cobró dos años el paro. Luego recibió cursos de formación remunerados (300 euros mensuales). Y ahora, desesperado como sus compañeros delphieros, carga contra la Junta. “Trabajo no hay por ningún lado, si tuviera 25 años me iría a otro lado, pero con mi edad, ¿qué hago? Nos han mentido y engañado”.

El pasado jueves irrumpieron con pancartas en el Parlamento de Andalucía. Hablaron con Griñán y el presidente les escuchó. Prometió una solución, pero no la confirmó. “No somos el problema. La multinacional quiso irse y desmanteló una parte importante del tejido productivo de la Bahía de Cádiz”, cuentan a este diario fuentes de la Junta de Andalucía.

No acierta el Gobierno andaluz en el remedio a este conflicto. Los ex empleados quieren seguir siendo compañeros del metal, trabajar en este sector y la provincia gaditana no da más de sí laboralmente. “La situación está más complicada que en 2007; lo importante es que más de la mitad de los trabajadores encontró una salida digna y más que justa”, insisten fuentes del Ejecutivo socialista.

¿Subasta de terrenos?

La Junta de Andalucía intentó aliviar su responsabilidad, ofreciendo jubilaciones anticipadas. Como ya publicó El Confidencial el pasado 8 de febrero, cuatrocientos empleados de Delphi podrán jubilarse con 50 años. Además, también baraja subastar los terrenos de Delphi en Puerto Real, presionados por los acreedores de la multinacional. “Si venden aquello para construir pisos o chalés perderemos lo único que nos queda. Habría que montar un polígono para captar nuevas industrias”, explica Luis Domínguez.

¿Qué fue de los delphieros? 350 entraron en la nómina de Alestis, -una empresa semipública que aún no tiene actividad, pero que paga los sueldos-. Un centenar recaló en Gadir Solar, 600 se prejubilaron y 170 lograron trabajos eventuales. Antonio Montoro, miembro del Comité de Empresa, sindicalista de la UGT, tiene 44 años y dos hijos de 10 y 14 años. Reside en Jerez y acaba de perder un empleo como experto en electrónica. La empresa que le iba a contratar se dio cuenta que estaba afiliado a un sindicato. De repente su perfil profesional dejó de interesar. “No me planteo dejar la UGT. Quiero un buen final a este historia y me siento muy solidario con todos los compañeros”.

La “sangre caliente” de Cádiz

Montoro difunde el blog de su colectivo tras recordar cómo los directivos de Delphi intentaron “aprovecharse de la sangre caliente de Cádiz”. “Querían”, precisa, “que nos tiráramos a la vía del tren y luego provocar el cierre patronal. No lo consiguieron y la gente siguió trabajando y así obligamos a un cierre pactado”.

Luis Domínguez lanza una proclama sobre cómo los empleados se sienten oprimidos, sin futuro. “Se han servido de nosotros, hasta que se han hartado… Ahora ha sido el momento de darnos la patada en el culo. Somos la clase trabajadora, cada día estamos más oprimidos: trabajamos más y cobramos menos. Cada vez que avanzamos un escaloncito te pone una barrera, pero ellos son los que mueven la economía…”.

Si antes no hay solución, los últimos de Deplhi amenazan con enturbiar los fastos del Día de Andalucía del 28 de febrero de 2011. Montoro y Domínguez y otros 536 compañeros del metal sí que necesitan un rescate.

Luis Domínguez, 48 años, casado, con tres hijos en la veintena, vive en Puerto de Santa María. En febrero de 2007 una multinacional puntera de la Bahía de Cádiz finiquitó a 1.884 personas. Todos pidieron la vez en la cola del INEM. Hubo recolocaciones. Prejubilaciones. Pero aún quedan 538 sin trabajo. Luis es de los últimos de Delphi. Un desencantado del sistema que resiste. Ignora si ganará.

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